El encantador de gatos (7 page)

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Authors: Carlos Rodríguez

Tags: #Ensayo

BOOK: El encantador de gatos
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Pero no todos los gatitos o los gatos adultos pueden disfrutar del juego social; muchos ejemplares se entretendrán y ejercitarán con la ayuda del «juego solitario»; los gatitos «hijos únicos» utilizan mucho este tipo de juego a partir de las ocho semanas.

Existen varios tipos de juego solitario…

  • «El ratón»: se producen saltos sobre un objeto móvil, como pelotas, juguetes para gatos a pilas… Juguetes sobre los que enganchan sus patas delanteras acompañándose de espectaculares cabriolas. Otra «versión» más tranquila del juego es dar manotazos al objeto.
  • «El pájaro»: consiste en atrapar objetos «voladores» y llevárselos a la boca… Típico juego de persecución de los «plumeros» para gatitos… Se intenta interceptar a toda costa el objeto, por más complicado que sea… En otra variante «más tecnológica» del juego no es extraño ver a pequeños animales subirse por las paredes persiguiendo un puntero láser.
  • «El conejo»: en este juego hacen emboscadas a otros objetos, animados o inanimados, de mayor tamaño: otros animales, juguetes, personas… El máximo estímulo es conseguir atrapar a su presa proporcionándola, un certero mordisco e inmovilizarla. Como podemos intuir, este juego conduce a peleas con otros animales, y a los lógicos enfados del propietario. Es un juego que, como veremos, debemos evitar y redirigir.
  • «El fantasma»: en los juegos solitarios no sólo ejercen acción sobre «presas» reales. Su acción puede desarrollarse sobre objetos imaginarios; los propietarios llegan a pensar que el animal sufre un ataque de «enajenación transitoria» o algún tipo de inexplicable locura; ver saltar a nuestro gato persiguiendo la «nada» por la pared o a lo largo del oscuro pasillo puede hacernos sentir un variable desconcierto. Los pequeños gatos son los que más manifiestan estos ataques de locura, principalmente al atardecer o llegada la noche.

Una de las características del gato doméstico es que durante toda su vida continúa teniendo el comportamiento de juego de la crías. Por este motivo, independientemente de la edad, siguen jugando y teniendo comportamientos característicos de los felinos cachorros.

El gato y el juego

Aunque todos los felinos salvajes, excepto el león, sean animales solitarios, ello no debe hacernos pensar que no tengan interés o necesidad de juego.

Los gatos de corta edad utilizan el juego como una forma de aprendizaje de las técnicas de caza que pudieran llegar a necesitar a lo lago de su vida; el juego de los cachorros es además una fundamental forma de adquirir un completo desarrollo de todas sus estructuras, entre las que de forma fundamental se encuentra el sistema nervioso: cerebro y conexiones nerviosas.

Gracias al juego los jóvenes animales llegan a establecer los ajustes oportunos entre las sensaciones que llegan del mundo exterior y su organismo; para esta imprescindible interrelación son vitales los sentidos. el juego mantiene a los cinco receptores fundamentales del animal, vista, oído, olfato, gusto y tacto, en perfecto estado de alerta y permite una extraordinaria coordinación de todos los mecanismos.

Un gato que interacciona, que juega con sus hermanos de camada y posteriormente con su familia humana nunca tendrá problemas de timidez.

¿Y cuál es la razón por la que los gatos adultos siguen jugando?

El ser humano, con la socialización de los animales a sus entornos, intenta que su mascotas mantengan una continua «niñez»… Las personas quieren que su gato sea siempre un cachorro, que las necesite, que demande, acepte y busque sus manifestaciones de cariño; este intento de eterno mantenimiento de la etapa juvenil de las mascotas se consigue por la convivencia en los entornos humanos y por la total dependencia del hombre.

Es por ello que un gato adulto sigue manifestando comportamientos infantiles, como por ejemplo en el juego; y no es que el gato en su ritual de juego esté persiguiendo, acechando o cazando una presa… ¡¡No!!… No le hace falta; su plato de alimento siempre está lleno y la manifestación del juego es simplemente una forma de pasarlo bien, de sentirse a gusto en su territorio. y, en cierta medida, una forma de mantenerse en forma.

Un gato que sale al exterior, que desarrolla gran parte de su tiempo de puertas afuera dedicará menos tiempo al juego, porque estos animales emplean su «tiempo libre» compitiendo contra otros animales por el territorio, por presas o por pareja.

El juego es una conducta típica de los mamíferos, sobre todo de los carnívoros; no tenemos datos de peces de acuario que jueguen, ni de anfibios, ni de reptiles; por el contrario, sí se comenta que ciertas especies de aves presentan un comportamiento de juego rudimentario.

Lo que sí tenemos claro es que los animales, en este caso los gatos, juegan cuando están tranquilos, cuando ninguna otra necesidad (alimenticia, territorial, reproductiva…) les preocupa ni requiere de su plena atención; por esta razón todos los especialistas asocian el juego del animal al bienestar.

Como bien saben los propietarios de gatos, el juego preferido de estos animales es perseguir objetos en movimiento; si estos no existen o no se les ofrecen, ellos se los buscan... ¡¡O se los inventan!!

Cuando un gato no dispone de estímulos de juego, si no tiene que perseguir, acechar y cazar, pueden aparecer problemas. No es poco habitual que los propietarios de gatos que llegan a las consultas veterinarias, se quejen de los arañazos y mordiscos que su
Félix
les propina de forma sorpresiva cuando caminan por el pasillo de su casa.

Lo que no tienen claro los propietarios es que esta inadecuada conducta del animal se solucionaría fácilmente aportando más momentos de juego a su felino amigo, momentos de juego con elementos adecuados y no forzando al animal a jugar con las manos del propietario.

Estas conductas «agresivas» no son otra cosa que, como hemos visto con detalle, conductas de juego incorrectamente dirigidas hacia los propietarios.

La importancia del juego

Teniendo presente que el gato puede estar plácidamente descansando entre dieciocho y veinte horas al día, es lógico concluir que algo de ejercicio y juego ha de ser necesario para su estabilidad física y «mental».

En la vida en libertad, los felinos no emplean tantas horas en el descanso, ya que tienen que abastecer sus necesidades vitales. Nuestros gatos de casa no están sometidos a ese «estrés laboral».

Entonces… ¿qué beneficios aporta el juego?

  1. Ejercicio: el ejercicio es vital para mantener un correcto estado sanitario; el juego del gato va unido al ejercicio y por ello podemos concluir que el juego aporta salud.
  2. Ansiolítico: los felinos caseros padecen de estrés y ansiedad. Esta afirmación requiere de alguna actuación para evitar el problema; el animal combate estos efectos no deseables de su vida en casa de varias formas, entre ellas el acicalado que aporta calma, relajación; y también el juego que permite que la curiosidad innata del gato no se vea afectada por la depresión y la letargia de una vida en un entorno cerrado.
  3. Estimulación: un gato necesita estímulos. si no los tiene deberá buscarlos: atacando los pies de su propietario, mirando a través de los cristales a esos apetecibles pájaros… El juego aporta estímulos, el juego permite al gato cambios y nuevos escenarios en su rutina diaria.
  4. Bienestar: el juego proporciona al animal bienestar general, «buen rollo». El juego hace que nuestro amigo se sienta tan bien como cuando nosotros escuchamos a nuestro grupo favorito, nos sumergimos en la lectura de un maravilloso libro o nos relajamos visualizando un incalificable programa de televisión.
El aparato locomotor

El aparato locomotor de los gatos les proporciona su especial capacidad para constituirse en máquinas de cazar, en estructuras óptimas para el juego, engranajes casi perfectos y en un organismo capaz de enfrentarse a circunstancias extremas.

Para obtener esta capacidad se han combinado una estructura ósea excelentemente conformada, con gran capacidad para adoptar difíciles posturas, y una musculatura potente que le permite una rápida carrera y espectaculares saltos.

Pero una osamenta y una musculatura altamente capacitadas no podrían realizar su función al máximo rendimiento si no estuvieran coordinadas por un sistema nervioso preparado para el alto rendimiento.

El esqueleto del gato le provee de su especial forma, le confiere protección a sus estructuras más sensibles y le proporciona la ligereza suficiente para desenvolverse a la vez con velocidad y sigilo.

Entre las características particulares de la osamenta felina podemos referirnos a su extremadamente móvil columna vertebral, y a la capacidad de sus extremidades anteriores de realizar todo tipo de movimientos.

En el caso de la columna, los movimientos son más amplios debido a que la unión entre las vértebras es menos rígida que en otras especies.

En lo referente a la gran capacidad de movimientos de las extremidades anteriores podemos decir que se debe a la capacidad de pronación y supinación (girar las garras hacia arriba o hacia abajo) de su antebrazo y a la no existencia de clavícula (sólo se presenta una pequeña reminiscencia de dicho hueso) que permite que el felino llegue con su garra hasta zonas muy lejanas de su organismo (atusado) y le facilite complejos movimientos en la caza.

Las extremidades posteriores son mucho menos móviles; sin embargo, la exacta longitud de sus huesos largos unida a la potencia de los músculos y articulaciones de las extremidades posteriores permiten a estos animales efectuar saltos de varias veces su altura.

Finalmente debemos hacer referencia a la cola del gato, un depurado encadenamiento de vértebras que permiten al animal gozar de un envidiable equilibrio.

La musculatura del gato sería comparable con la del atleta especializado en pruebas de velocidad; una musculatura fuerte, fibrosa, no voluminosa…

Los músculos del gato han sido diseñados para movimientos explosivos, rápidos, y que deben producir resultados en muy cortos plazos de tiempo.

¿Juegos? ¿Qué juegos?

Aunque nuestros felinos, jóvenes o adultos, tengan capacidad suficiente para jugar sin nuestra participación, son múltiples las ocasiones en las que la intervención del propietario facilita el desencadenamiento del interés por el juego del animal.

En nuestra mano está aportar opciones adecuadas tanto en el caso del animal que vive en casa como en el caso del que disfruta de salidas al exterior.

Dentro de casa: para los animales caseros debemos buscar en las clínicas veterinarias y en las tiendas especializadas aquellos juguetes pensados para gatos; existen infinidad de juguetes que podríamos denominar de persecución: atados a cordeles, con y sin pilas, con forma o no de animales, con necesidad o no de tenernos a nosotros al otro lado del juguete.

Lo que sí tenemos claro es que el animal se divierte mucho más cuando al otro lado de ese juguete o en el entorno del juego se encuentra su compañero favorito: su propietario.

Otra opción complementaria es ofrecer a nuestro amigo gato una especie de «árbol» con diversas alturas y texturas. Estos elementos los podemos encontrar en la práctica totalidad de tiendas especializadas y son del agrado de los felinos; debemos tener muy presente que los gatos salvajes y los antecesores de nuestros felinos de casa pasaban gran parte de su vida en las alturas; los gatos tienen una gran facilidad para escalar, para subir a casi cualquier tipo de estructura. Desde esa posición privilegiada observan su territorio, valoran los movimientos de todos los integrantes de la familia, personas y/o animales, se sienten superiores y a la vez protegidos.

Encontramos multitud de variantes de estos «árboles» o «perchas» de colores que podemos combinar con la decoración de nuestra casa. Además tengamos presente que este «juguete» permite al animal olvidarse de sofás, cortinas y otras alturas con objetos queridos.

Para que el gato disfrute al máximo de este elemento coloquémoslo cerca de una ventana cerrada, por supuesto, para que el animal tenga más cosas que observar.

En el caso de que el animal no acepte de buen grado este nuevo elemento, podemos ayudar a vencer su falta de interés con feromonas o Catnip.

Fuera de casa: mucho s propietarios que viven en casas individuales (chalés, casas de campo…) en las que el animal puede disfrutar de su vida en el exterior, desean que el animal sólo salga de forma controlada; para estas circunstancias existen en el mercado (en nuestro país es más difícil encontrarlo) unas estructuras con mallas que delimitan un entorno cerrado para el animal en el exterior, una especie de tienda de campaña «de rejilla» que le permite disfrutar del exterior sin peligros para él ni para el entorno.

Los animales que salen al exterior como parte normal de su vida estarán expuestos a riesgos que debemos tener muy presentes; estos riesgos deben hacernos pensar que quizá sea mejor que el gato no salga al exterior o que lo haga de forma controlada, como proponíamos anteriormente.

Los gatos que salen al exterior de forma habitual:

  • Están expuestos a gran número de patologías infecciosas, a peleas, a gestaciones no deseadas… Si nuestro gato sale al exterior, debemos estar seguros de sus pautas de vacunación y desparasitación, y deberíamos tenerlos esterilizados y correctamente identificados.
  • Los gatos que salen al exterior pueden sufrir accidentes graves por su contacto con vehículos.
  • No todo el mundo quiere a los animales. Los gatos que viven parte del día en el exterior son blanco fácil de «seres bípedos supuestamente racionales».
El Catnip, ¿un curioso juguete?

Algunos productos pueden provocar sensaciones positivas en los humanos: el chocolate, la tarta de manzana, ciertos perfumes…

Pero no todos estos alimentos o perfumes producen los mismos efectos en todos los individuos; ello es debido a que en cada individuo el cerebro reacciona de forma diferente a las mismas percepciones.

Quizá también por esta razón nos sea complicado entender el efecto del Catnip en los gatos.

Estamos hablando de una planta perenne de origen asiático: la
Nepeta cataria
, un miembro de la familia de la menta. Los romanos la utilizaron para cocinar y con fines curativos (nerviosismo, fiebres, problemas gastrointestinales…). Es un producto totalmente seguro para los gatos, aunque algunos lo definen como «adictivo», incluso de «efectos alucinógenos».

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