El círculo oscuro (49 page)

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Authors: Lincoln Child Douglas Preston

Tags: #Intriga, Policíaca

BOOK: El círculo oscuro
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—Es decir, que al final hizo el bien.

—Se podría decir que sí, aunque dudo que el bien sea un concepto que pudiera entender o valorar.

—Aun así la usaste para salvar el
Britannia
.

—En efecto, y gracias a ello me mortifica un poco menos haber cometido un error.

— ¿Un error? ¿En qué sentido?

—Partir de la premisa de que todos los asesinatos eran obra de una sola persona, de un pasajero. Lo cierto es que Blackburn solo mató a una persona, y que lo hizo en tierra firme.

—Sí, y de qué extraño modo… Parece que el Agoyzen hace que la gente se destape, como si dijéramos. Desencadena los impulsos más violentos y atávicos.

—Sí, es lo que me confundió: la similitud de los modus operandi. Di por supuesto que todos los asesinatos los había cometido la misma persona, cuando debí entender que había dos asesinos distintos influidos por el mismo efecto malévolo: el efecto del Agoyzen.

Ya estaban en la base del sendero que subía por el acantilado. Pendergast desmontó y posó una mano en la enorme piedra maní de la base, en un gesto de oración. Constance hizo lo mismo. Subieron, llevando los caballos por las riendas. Finalmente llegaron a la cima, cruzaron el pueblo en ruinas y rodearon la montaña, momento en el que aparecieron ante su vista los tejados, las torres y las murallas inclinadas del monasterio Gsalrig Chongg. Dejando atrás el pedregal cubierto de huesos mondados (los buitres ya se habían ido), llegaron al monasterio.

La puerta del recinto exterior se abrió casi antes de que la alcanzasen. Fueron recibidos por dos monjes, uno de los cuales se llevó las dos monturas, mientras Pendergast bajaba la carga del poni. Se puso la caja debajo del brazo, y él y Constance siguieron al monje por las puertas reforzadas con hierro, por las que accedieron al oscuro interior del monasterio, que olía a sándalo y a humo. Apareció otro monje, con un candelero de latón, y les acompañó más adentro.

Llegaron a la sala donde estaba la estatua dorada de Padmasambhava, el Buda tántrico. Los monjes ya estaban reunidos en los bancos de piedra, bajo la presidencia del anciano abad.

Pendergast dejó la caja en el suelo y tomó asiento en uno de los bancos. Constance lo hizo a su lado.

Tsering se levantó.

—Amigo Pendergast, amiga Greene —dijo—, os damos otra vez bienvenida a monasterio de Gsalrig Chongg. Tomad té con nosotros, por favor.

Les trajeron tazas de té con mantequilla, que disfrutaron en silencio. Después Tsering volvió a hablar.

— ¿Qué nos habéis traído?

—El Agoyzen.

—No es caja suya.

—La caja original no ha sobrevivido.

— ¿Y Agoyzen?

—Dentro. En su estado original.

Un silencio. El abad dijo unas palabras, que inmediatamente tradujo Tsering.

—Abad quiere saber: ¿lo ha mirado alguien?

—Sí.

— ¿Cuántos?

—Cinco.

— ¿Y dónde están ahora?

—Cuatro han muerto.

— ¿Y quinto?

—El quinto soy yo.

Al oír la traducción, el abad se levantó de golpe y se quedó mirando a Pendergast. Después se acercó a él, le cogió con una de sus manos huesudas y, con una fuerza pasmosa, le hizo levantarse. Le miró a los ojos, fijamente. Pasaron varios minutos en silencio. Finalmente el anciano dijo algo.

—Abad dice que es algo extraordinario —tradujo Tsering—. Quemaste a demonio, pero has quedado dañado, porque una vez que se experimenta éxtasis de pura libertad de mal, nunca se puede olvidar esa dicha. Te ayudaremos, pero nunca podremos rehacerte del todo.

—Eso ya lo sé.

El abad se inclinó. Después se agachó para coger la caja y se la dio a otro monje, que se la llevó.

—Tienes eterna gratitud nuestra, amigo Pendergast —dijo Tsering—. Has logrado gran hazaña… a alto precio.

Pendergast se quedó de pie.

—Me temo que aún no ha terminado —contestó—. Existe un ladrón entre vosotros. Al parecer, uno de vuestros monjes consideró que era el momento adecuado de limpiar el mundo, y organizó el robo del Agoyzen. Aún tenemos que encontrarle e impedir que lo haga de nuevo. Si no, el Agoyzen nunca estará seguro.

Al oír la traducción, el abad se volvió y miró a Pendergast con las cejas algo arqueadas. Hubo un momento de vacilación. Después el abad empezó a hablar. Tsering se dispuso a traducir sus palabras.

—Abad dice que estás en lo cierto. No ha terminado. No es final, sino principio. Me ha pedido que te cuente serie de cosas importantes. Siéntate, por favor.

Pendergast tomó asiento, al igual que el abad.

—Después de que os fuerais, descubrimos quién dejó Agoyzen suelto en mundo, y por qué.

— ¿Quién?

—Fue santo lama de muro.

— ¿El anacoreta emparedado?

—Sí. Jordán Ambrose quedó fascinado por él, y le habló. Lama le dejó entrar en monasterio interior y le convenció de que robase Agoyzen, pero no para limpiar mundo. Lama tenía otro motivo.

— ¿Cuál?

—Es difícil de explicar. Antes de vuestra llegada, en primavera, murió su santidad Ralang Rinpoche. Es decimoctava encarnación de Rinpoche que fundó hace mucho tiempo este monasterio. No podemos seguir existiendo como monasterio sin nuestro maestro encarnado. Por eso, cuando muere Rinpoche, debemos salir a mundo en busca de su reencarnación. Al encontrar a niño, le traemos a monasterio y le educamos para ser siguiente Rinpoche. Siempre hemos hecho así. Cuando murió decimoséptimo Rinpoche, en 1919, Tíbet era país libre, y aún era posible salir en busca de reencarnación, pero ahora ha muerto decimoctavo Rinpoche, y Tíbet está ocupado. Para monjes tibetanos es muy difícil y peligroso viajar libremente. A monjes que salen a cumplir esta misión les arrestan los chinos, les pegan y a veces les matan. Hombre santo del muro sabe muchas cosas profundas. Conocía la profecía que dice: cuando no podamos salir en busca de nuevo Rinpoche, entonces nuevo Rinpoche vendrá a Gsalrig Chongg. Reconoceremos a este Rinpoche porque cumplirá profecía escrita en texto sagrado fundacional de monasterio. Dice así:

Cuando el Agoyzen cruce el mar Occidental,

y giren sobre sí ruedas de oscuridad,

las aguas furiosas se alzarán,

y golpearán el gran palacio de las profundidades,

y conoceréis al Rinpoche por su tutor,

que volverá con Tara Verde,

bailando por las aguas del mar Occidental,

del palacio en ruinas de las profundidades.

»Por eso, para poner a prueba profecía, hombre santo dejó Agoyzen suelto en mundo para ver quién lo traía de vuelta. Porque hombre que lo traiga de vuelta será tutor de decimonoveno Rinpoche.

Pendergast sintió una emoción poco habitual en él: una sorpresa absoluta.

—Sí, amigo Pendergast, nos has traído a decimonoveno Rinpoche.

Tsering miró a Pendergast con una expresión ligeramente divertida. Después posó en Constance una mirada llena de elocuencia.

Constance se levantó.

—El tutor del… Perdóneme, pero ¿está diciendo que soy la reencarnación del Rinpoche? Pero si eso es absurdo… Yo nací mucho antes de que muriera.

La sonrisa del monje se amplió.

—No me refiero a ti. Me refiero a niño que llevas dentro.

La sorpresa de Pendergast aumentó todavía más. Miró a Constance, que observaba al monje con una expresión inescrutable.

— ¿Niño? —dijo Pendergast—. Pero si fuiste a la clínica Feversham… Creía… di por hecho…

—Sí —respondió Constance—, fui a la clínica, pero una vez en ella me di cuenta de que era incapaz. Ni siquiera… sabiendo que era de él.

Fue Tsering quien rompió el silencio.

—Hay antigua oración. Dice así: «Llévame a toda desgracia. Solo por ese camino puedo transformar lo negativo en positivo».

Constance asintió con la cabeza, apoyando inconscientemente una mano en la leve protuberancia de su cintura. Luego sonrió: una sonrisa que parecía medio secreta, medio tímida.

Notas

[1]
Ilustrador estadounidense famoso por sus tiras cómicas donde describe mecanismos de una complejidad absurda al servicio de objetivos muy sencillos.

Agradecimientos

Douglas Preston y Lincoln Child desean expresar su más profunda gratitud a las siguientes personas, por su inapreciable ayuda: Jaime Levine, Jamie Raab, Eric Simonoff, Eadie Klemm, Evan Boorstyn, Jennifer Romanello, Kurt Rauscher, Claudia Rülke y Laura Goeller. También damos las gracias al capitán Richard Halluska, de ISM Solutions, y a Videotel Marine International (Reino Unido).

Este libro es una obra de ficción. Todos los personajes, compañías, lugares, incidentes y embarcaciones descritos en sus páginas, así como las prácticas, rituales e iconografías religiosas, son ficticios o se usan de modo ficticio. Cualquier similitud con sucesos, embarcaciones, personas, instituciones religiosas, organismos gubernamentales o empresas es pura coincidencia. North Star Lines, el
Britannia
y toda su tripulación y su pasaje son caprichos de nuestra imaginación
.

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