Descanso de caminantes (29 page)

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Authors: Adolfo Bioy Casares

Tags: #Otros, #Biografía, #Memorias

BOOK: Descanso de caminantes
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Adolfo
[17]
, 83 años
. Siempre vivió con mujeres. Todas se quieren casar con él y le sacan plata. De sus muchos años en Roma, los últimos los pasó con una condesa. Llegó el día en que, por la situación argentina, la madre le escribió para prevenirlo de que no podía mandarle la mensualidad habitual; tendría que reducirla a la mitad. Poco después volvió Adolfo: confesó que la condesa, después de leer la carta, lo mandó de vuelta, con lo puesto —su traje estaba muy raído—, sin un peso. Hará cosa de pocos años Adolfo tuvo que operarse de no sé qué… Su hermano se sorprendió de ver cómo lo atendían las amigas: con intimidad de enfermeras y verdadera devoción. Ahora volvieron a operarlo: de próstata, esta vez. Su hermano fue a visitarlo a la mañana. En el cuarto, había dos camas. En una estaba Adolfo; en la otra, su amiga, de 83 años. Volvió al anochecer el hermano. Ahora la compañera era una mujer de treinta años. El hermano, que le administra el dinero y le pasa mensualidades considerables, le preguntó por qué a fin de mes siempre estaba corto de dinero. «Me lo sacan las amigas», explicó Adolfo. Las deja, porque le basta con llegar a fin de mes sin mayores privaciones. «No tengo herederos, ni mucho futuro que digamos», explica. Está acostumbrado a vivir con mujeres. Lo cuidan, lo acompañan. Todas tratan de casarse con él; en eso es irreductible. A veces lo cansan y hasta por momentos lo amargan, hablándole de su muerte, de la conveniencia de hacer cuanto antes un testamento que las favorezca y de poner desde ya cosas a su nombre; son momentos desagradables pero pasajeros. No les guarda rencor. Si se acuerda, les dejaré algo en testamento, ¿por qué no? Al fin y al cabo, el hermano no necesita nada, ni va a vivir mucho más que él y no tiene hijos; el Estado, no es muy simpático, y las sociedades de beneficencia vaya uno a saber cómo están manejadas. Mejor dejar algo a esas mujeres que él conoce tanto y cuyas habilidades le hacen gracia y hasta lo conmueven.

22 mayo 1983
. Un matrimonio unido. Ella, muy flaca; él, hinchado. Pensándolo bien: ella también hinchada, aunque flaquísima y frágil. La mirada de ambos, fija: los ojos, vidriosos. Sordos. Caminan con pasos cortos, deslizados, con el cuerpo inmóvil, como si estuvieran fajadas. Parecen dos cilindros con piecitos; cilindros inestables, vacilantes. Para beber, él adelanta una mano temblorosa; no se priva del vino. Están al borde de la tumba. No conocieron nunca las tentaciones de la generosidad. Diríase que los une un pacto de no agresión, que a medias acatan.

Noticia:

Coleccionista fiel muere demente
.

Todo reloj da hora diferente
.

Yo soy una persona esperanzada. A lo largo de la vida, me cansé, por buenas razones, de una ristra de mujeres sucesivas y clamé siempre por una nueva mujer, que volviera perentoria la justificación de desembarazarme de la previa mujer de turno y que me hiciera feliz. Nunca perdí la esperanza de ser feliz con una mujer ni quise vivir solo (aunque solo generalmente no estoy desocupado, ni aburrido ni triste).

Alimentación de Sartre
. Según Silvina Bullrich, que cita a Simone de Beauvoir, Sartre «se ha alimentado sobre todo de embutidos, salchichón, salchichas y ha bebido mucho alcohol» («Las sorprendentes revelaciones de Simone de Beauvoir», en
La Nación
del 22 de mayo de 1983).

Nonsense
.

I. (Económico)

La cuenta de sombreros trae sorpresas

en todo aquel que tiene tres cabezas
.

II. (Frívolo)

En gorras y bonetes hay sorpresas

para aquellos que tienen tres cabezas
.

Un machista
. Me pidió que no la viera como un objeto sexual. Cuando no las veo como un objeto sexual, me pesan como el pescado que llevaba sobre la espalda el pescador del aviso del
Cod's Liver Oil
, que había en las viejas estaciones ferroviarias. ¿Hay algo más alegre que el objeto sexual?

Feministas
. Para mejorar a las mujeres, de acuerdo; para enemistarlas con los hombres, una aberración. Ya hay demasiados odios. No hay tantas alternativas para nadie.

Me dijo: «Las mayores diferencias entre mujeres y hombres: a las mujeres les gustan los bebes, a los hombres, no; las mujeres dicen 'salir' y los hombres 'andar'. Las demás son puramente agradables».

Otras diferencias: los hombres son más teóricos, más principistas; las mujeres más realistas, más prácticas.

Yo prefiero la sociedad de las mujeres; son más filosóficas («tal libro, tal film me gustó por…»); los hombres más históricos («gané en tres sets»; «vendí a tantos pesos»).

Elvira Orphée y dice que en los Estados Unidos un grupo de mujeres escritoras, enojadas porque los hombres no escriben sobre ellas, han decidido no escribir sobre escritores machos. Ella aquí empuña esa antorcha y se ha puesto a escribir sobre escritoras. Va a escribir sobre Silvina. El artículo perderá un poco de eficacia porque el móvil que la lleva a escribir no es tanto el arte de Silvina, sino la casualidad de que sea mujer.

Idiomáticas. Caray
. Interjección que se usa eufemísticamente por
carajo
. «Caray, vas a llegar tarde». La forma
qué caray
es más anticuada aún. «Entre la rubia y la morena, qué caray, no sé por cuál decidirme…». Sinónimo:
Caramba
.

¡Los acomodos, las mezquindades, los desbordes de vanidad que habrá habido alrededor de lso principales hechos históricos!

El universo es un mecanismo ridículo.

Me aseguran que la fundación de Roma fue un acto bastante deslucido, sobre todo si lo comparamos con la fundación de La Plata.

El
4 de junio de 1983
,
sobre el 4 de junio de 1943
. Versos de calendario (en imitación de López Velarde):

Patria querida, todo tu infortunio

empezó en un atroz 4 de junio
.

(después de leer un artículo de Manuel Tagle, en
La Prensa
de hoy).

Dios como jefe de celadores
. Como un viejo jefe de celadores a quien la rutina diaria de su empleo llevó a tener a los alumnos por sus enemigos, Dios parece posible y hasta probable. Tras la lectura de un artículo en que se dice que Sartre se alimentaba de embutidos, se emborrachaba y se había convertido en un muestrario de enfermedades repelentes consideré mi juiciosa vida. En la mesa: verduras y legumbres al vapor, carne asada, agua pura, nada de alcohol ni de tabaco ni de calmantes ni de estimulantes. En la cama: fácil sueño y animoso copular. En el mundo: disposición para seguir en la faz de la tierra con interés y alegría… Me salió del alma felicitarme por mi suerte y pensar: Estoy bien, sano y fuerte, y quién te dice que no siga así por muchos años, acaso hasta más allá de los cien, como secretamente esperaba en mi confiada juventud. Al otro día me intoxiqué en el restaurant y a la noche me sentí mareado, desdichado, helado… Una noche difícil, como las de Buzzati, seguida de malestares y mareos que me acompañaron una semana, hasta que me resfrié… Una amiga me dijo: «Dios existe únicamente para no dejar que nadie levante cabeza».

Sueño
. Estábamos en el campo, recorriendo no sé qué plantaciones. Llegamos a un lugar arenoso, casi desértico, donde había un magnífico árbol, de hojas verdosas. En largas filas, en la arena, había árboles jóvenes, diminutos, de la misma especie que nosotros habíamos plantado con la esperanza de formar un bosque. Mi mujer me dijo:

—No van a prosperar. Se están secando por falta de riego.

Largamente se quejó del personal. El árbol grande de pronto se agitó en un vaivén de abanico y al inclinar la copa volcó agua sobre los arbolitos jóvenes, que reverdecieron, revivieron ante nuestros ojos

Sueño
. Una adivina anuncia a mi mujer que las arenas la taparán. Queda muy cavilosa. En vano le digo que no haga caso de esas patrañas. Mientras hablamos (ella fatalista y amarga; yo exasperado) caminamos por la playa. Llegamos así al borde de una depresión: cañadón o zanja en la arena. Mi mujer baja al fondo de la zanja y se acuesta, boca arriba. Yo quiero sacarla de ahí, pero no hago nada, ni le digo nada: estoy paralizado ante su terquedad, su fe en brujerías, su pesimismo. Aparece una muchacha a caballo, que se dispone a cruzar la zanja. Al ver a mi mujer, detiene el caballo. Le digo a mi mujer que salga. No se mueve. Cansada de esperar, la otra espolea el caballo; éste cuidadosamente cruza la zanja, saltando el cuerpo de mi mujer. Admiro la delicadeza y precisión de movimientos de sus pasos. La arena, mientras tanto, va tapando a mi mujer; sólo quedan la cara y las manos afuera. Me recuerda a una reina acostada, de piedra, de no sé qué iglesia. Estoy desesperado por no sacarla y para no sufrir más despierto.

Idiomáticas
. Dícese
un té bebido
, por «un té no acompañado de alimentos sólidos». «Tomé un té bebido».

Primer fallo en cuestiones de propiedad literaria y primer pirata en la materia
. Algunos historiadores explican la salida de Irlanda de San Columba como una fuga. En efecto, el santo copió en secreto el Salterio de San Jerónimo, que había traído de Roma Finnian. Éste lo sorprendió y le exigió que le entregara la copia; San Columba se negó. Finnian presentó el caso ante el Diarmid, que falló contra el santo. Probablemente sea éste el primer fallo en cuestiones de propiedad literaria.

Perplejidades del novelista
. Baroja exagera cuando se pregunta si va en zapatillas, con zapatillas o por zapatillas. Pero ¿si debiéramos decir que alguien para llamar, para que le abran, golpea a la puerta? ¿o en la puerta? ¿O la puerta?
A la puerta
, parece que la personaliza y la castiga. En la puerta: se diría que no llama discretamente; más bien que está furioso y golpea lo que tiene a mano.
Golpea a la puerta
: ¿trata de castigarla? ¿O acaso quiere destruirla?

Viaje a un país conocido
. Cuando A quiere a B, B advierte en A una dependencia, una ansiedad, que le parece irritante y de algún modo mantiene distancias, cuida su libertad, y si puede se va. Si B no se ha ido, cuando A empieza a prescindir de B, porque se cansó, o porque ha reparado en C, B nota la ausencia de ansiedad, se alarma y realmente se interesa por A. El amor, impulso de los seres humanos, animales muy desagradables, no prospera en el buen trato, sino en situaciones de guerra: ataques, contraataques, retiradas, juegos de alianzas.

9 o 10 junio 1983
. Muerte de Abraham Rosenvasser. Un señor judío, muy criollo, del que me sentía amigo. Descubrió un papiro que narra una ficción (¿el único?). En todo caso, era un hombre culto, inteligente. Conocí al hijo —con quien jugué muchas veces buenos singles de tenis— y a la hija, a quien admiraba y aun deseaba de lejos: era lindísima.

Nótese el curioso (aunque frecuente y conocido) empleo del futuro como potencial o condicional; un futuro, que no es futuro, pero que se mantiene, quizá por eso mismo, en el lenguaje oral.

El viajero trae de España la siguiente información. En los letreros que indican a los automovilistas que aminoren la marcha porque por ahí cruzan los niños a la escuela, en lugar de niños o de nenes, la palabra empleada es:
Neno
. Aquí hay nenes y nenas; allá nenos y nenas.

Esmeralda Almonacid me aseguró que magnolio es el árbol y magnolia la flor.

Expresión usual. Miti miti
, por mitades iguales.

Idiomáticas. Mejorando lo presente
: sin desmerecer lo presente, pero más contundente y afirmativo. Lo presente: los interlocutores del que habla.

El médico me refiere el caso de un colega un tanto remiso en el cumplimiento del deber. Después continuó: «Cada cual es como es. Yo no podría tener esa indiferencia por el enfermo. Pero no creo que sea un mérito mío; está en mi naturaleza. Ahora tengo una clienta que atiendo a domicilio; porque la gravedad de su estado le impide venir acá. Me espera como al Mesías. Cuando acabo con el último cliente del consultorio, voy a su casa. El lunes, iba en mi coche por Ayacucho y de pronto me doy cuenta de que me he pasado de Juncal, por donde debía doblar. La verdad es que yo estaba cansado, harto de atender enfermos y no veía la hora de llegar a casa. ¿A que no sabe lo que hice? Dije: 'Me voy directamente a casa. Hoy no visito a la pobre señora'. Otro, en mi lugar, la hubiera visitado. Yo, no. Cansado como estaba no debía atender a nadie más. Enderecé inmediatamente rumbo a casita».

Idiomáticas
.

Tener un buen lejos
. Dícese de gente que es atractiva cuando se las ve de lejos. La expresión asombró y deleitó a mi amigo Quiveo.

Hay que hacer de tripas corazón
. Frase no grata, pero expresiva. Me trae a la memoria una cuarteta, de ningún mérito:

Buenos Aires, la paloma
;

Montevideo, el pichón
;

¿cómo quieres que se junten

el cuajo con el riñón
?

Mujeres complacientes: no encontré muchas. ¿Gente complaciente? Tampoco. Digo
mujeres
porque pienso más en ellas.

Notas autobiográficas. Sopas e influencias
. Se me habían extraviado algunas sopas de mi infancia. Consultaba con gente conocedora del arte de la cocina, sin lograr una lista convincente. Hoy, domingo 3 de julio de 1983, en un artículo de
La Prensa
sobre la mandioca, recuperé la tapioca, subproducto de la anterior. Con el recuerdo de la sopa de tapioca y sus prestigiosos redondelitos traslúcidos, vino el de otras pude completar la lista de las que me servían en la casa de mi abuela, en el tercer piso de Uruguay 1400, donde nací y pasé los seis o cinco primeros años de la vida. Las sopas eran de sémola, o de tapioca, o de avena, o de arroz, o de cabello de ángel, o de verduras, o de lentejas, o de Quaker Oats (avena, de nuevo, pero diferente). Cuando nos mudamos a nuestra casa de la avenida Quintana 174 ya era bastante grande —tendría 6 o 7 años— para que mis padres se dejaran influir por mis deseos. Como me gustaba tanto el puchero, conseguí que lo hubiera todos los días, al almuerzo, y como primer plato se servía caldo con no pocas legumbres. Las tradicionales sopas quedaron, pues, para la comida de la noche y, poco a poco, fueron desapareciendo de los menús (en casa había sobre la mesa una tarjeta con el menú que diariamente y para cada comida escribía el mucamo).

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