Él miró impasible la criatura que se retorcía en el vídeo. El espectáculo que quería ver Ryoval no estaba en la pantalla. Estaba en el público. Y mirarlo a él en ese momento debía tener la misma excitación, el mismo drama que ver un esquema de espectrografía. Aburridísimo. Ryoval parecía a punto de apuntarle con el control remoto para ver si podía cambiar el programa.
El Otro esperaba con impaciencia creciente. Estaba empezando a respirar mejor pero todavía tenía que luchar con esa maldita silla baja. Tenía que ser esa noche. En la próxima oportunidad, si es que alguna vez llegaba, Eructo los habría inmovilizado a todos. Sí. El Otro esperaba.
Los labios de Ryoval se abrieron, desilusionados, mirando ese perfil sereno. Apagó el vídeo y se puso de pie. Caminó alrededor de la silla, estudiándolo con ojos atentos.
—Ni siquiera está usted conmigo, ¿verdad? Se ha escondido detrás de alguna curva. Tengo que pensar qué lo puede traer de vuelta. O mejor dicho no sólo a usted, a todos ustedes.
Ryoval era muy perceptivo.
No confío en ti
, dijo Eructo al Otro, dudoso.
¿Y qué me va a pasar a mí después?
¿Y a mí?
, agregó Jadeo. Sólo Aullido callaba. Aullido estaba muy cansado.
Te prometo que Mark te alimentará, Eructo
, susurró el Otro, desde muy adentro.
Por lo menos de vez en cuando. Y a ti, Jadeo, Mark podría llevarte a Colonia Beta. Hay gente allí que puede ayudarte, limpiarte lo suficiente como para salir a la luz del día. Creo. No necesitarás del hipospray de Ryoval. Además, el pobre Aullido está demasiado cansado: él es quien tiene más trabajo, cubriéndoos a vosotros, a mí. Y por otra parte, Jadeo, ¿qué pasa si Ryoval decide que el remedio es la castración? Tal vez tú y Aullido podáis uniros y hacer que Mark os alquile un escuadrón de mujeres hermosas (¿no sería bonito con mujeres?) con látigos y cadenas. Estamos en Jackson's Whole. Supongo que podemos encontrar lo que queramos en la guía. No necesitamos a Ryoval. Salvemos a Mark y él nos salvará a nosotros. Lo prometo
.
¿Y quién eres tú para dar la palabra por Mark?
, dijo Eructo, enojado.
Soy el que está más cerca
.
Sin duda eres el que más se ha escondido
, dijo Aullido, algo resentido.
Era necesario. Pero vamos a morir todos, uno por uno, si Ryoval empieza a cazarnos. Es muy, muy astuto. Y nosotros somos los originales. Los nuevos reclutas no van a ser más que sombras distorsionadas, de todos modos
.
Eso era cierto. Evidente.
—Voy a traerle un amiguito con quien jugar —comentó Ryoval, caminando a su alrededor. Cuando Ryoval estaba a su espalda, había efectos extraños en su topografía interna: Eructo se aplastaba. Aullido emergía y luego volvía a hundirse cuando Ryoval volvía a ponérsele delante. Jadeo miraba atentamente, buscando las claves mientras se mecía levemente—. Su clon. El que mi estúpido escuadrón se olvidó en el camino.
Muy, muy adentro, Mark se despertó bruscamente, aullando. El Otro lo calló.
Miente. Miente
.
—El error me costó muy caro y esos tontos me lo van a pagar. Su clon desapareció y después apareció en manos de Vasa Luigi. Una vuelta de tuerca muy suave y bien hecha, típica de Vasa. Todavía no estoy convencido de que Lotus no tenga una línea privada de algún tipo dentro del Grupo Durona.
Ryoval hizo otro círculo. Lo desorientaba.
—Vasa está convencido de que el clon que me vendió es el almirante y usted, el clon. Debo reconocer que me contagió sus dudas, aunque si es cierto que el hombre está crío-amnésico, de todos modos, no va a servirme de mucho. Pero no importa. Ahora los tengo a los dos. Tal como lo predije. ¿Se imagina usted lo primero que voy a hacerles hacerse el uno al otro?
Jadeo podía imaginárselo. Fácilmente, aunque no con los refinamientos que Ryoval le agregó entre susurros.
Lord Mark se sacudió, furioso, llorando de terror y de angustia. Ni una sola vibración apareció en la boca entreabierta de Jadeo. Nada cambió el brillo oscuro de sus ojos con ningún propósito interno. Esperen, rogó el Otro. El barón caminó hacia una mesa de madera pulida, una madera rara, blanca y negra. Desenvolvió una serie de herramientas brillantes que nadie veía, aunque Aullido estiró el cuello. Ryoval miró el equipo que tenía entre las manos pensativo.
Tenéis que dejarme solo. No me saboteéis
, dijo el Otro.
Sé que Ryoval os da lo que queréis… pero es una trampa
.
Ryoval no te alimenta a ti
, dijo Eructo.
Ryoval es comida para mí
, susurró el Otro.
Sólo vas a tener una oportunidad
, dijo Aullido, nervioso.
Y después van a venir a buscarme
.
Una oportunidad es más de lo que necesito
.
Ryoval se volvió. Tenía un tractor quirúrgico de mano en la derecha. Jadeo, asustado, se hizo a un lado para dejarle lugar al Otro.
—Creo —dijo Ryoval —que voy a sacarle uno de sus ojos. Ahora. Sólo uno. Eso debería tener interesantes efectos psicológicos. Seguramente va a venir a mí cuando yo le diga que voy a sacarle el otro.
Lentamente, Aullido le dejó lugar al Otro. Y por último, sin ganas, a Eructo. Ryoval caminaba hacia ellos.
El primer intento de Asesino para levantarse, fracasó. Volvió a caerse.
A la mierda contigo, Eructo
. Lo intentó de nuevo, cambió el peso hacia delante, se levantó, dio un paso, sin equilibrio, con los brazos hacia atrás. Ryoval miraba, muy divertido, sin alarma, a ese monstruito zigzagueante que sin duda pensaba que había creado.
Tratar de trabajar sin tropezar con el nuevo vientre de Eructo era algo así como atajar la pelota siendo ciego. Pero la decisión era total.
La primera patada pilló a Ryoval en la entrepierna. Se dobló en dos y puso la parte superior de su cuerpo prácticamente a su alcance. Soltó instantáneamente la segunda patada y le dio en el cuello. Sintió cómo crujían el cartílago y el tejido hasta la columna. Como esta vez no tenía botas con punteras de acero se le rompieron varios dedos del pie. No sintió dolor. Ése era trabajo de Aullido.
Se cayó. Le costó mucho levantarse con las manos atadas a la espalda. Mientras se arrastraba por el suelo, tratando de poner las piernas debajo de sí mismo, vio con desilusión que Ryoval todavía no estaba muerto. Se retorcía y se agarraba la garganta. Pero el control de la computadora no reconocía la voz del barón. Todavía tenían algo de tiempo.
Se arrastró hasta Ryoval y le dijo al oído:
—Yo también soy un Vorkosigan. El que recibió entrenamiento como asesino y espía. Y realmente me pone furioso que la gente me subestime, ¿sabe?
Se las arregló para ponerse de pie y consideró el problema principal: Ryoval todavía estaba vivo. Suspiró, tragó saliva, se adelantó y lo golpeó hasta que el barón dejó de vomitar sangre, de retorcerse y de respirar. Fue un proceso nauseabundo pero se sintió muy aliviado al ver que ninguna de sus partes lo disfrutaba. Hasta Asesino tuvo que recurrir a un cierto profesionalismo para terminarlo.
Él pensó en el Otro, a quien ahora reconocía como Asesino.
Galen te creó, ¿no es cierto?
Sí. Pero no empezó de la nada
.
Lo hiciste muy bien. Esconderte. Acercarte con cautela. Me preguntaba si alguno de nosotros tenía sensación del tiempo todavía. Me alegro de que tú la tuvieras
.
Fue como dijo el Conde, nuestro Padre
, admitió Asesino, contento y también algo incómodo por las alabanzas.
La gente se te entrega si esperas lo suficiente y no corres a entregarte tú primero. Yo lo hice. Y Ryoval se me entregó
. Y agregó con timidez:
el Conde también es un asesino. Como yo
.
Mmmm
.
Empujó con las muñecas apresadas en las esposas y se acercó cojeando a la mesa para estudiar el equipo de Ryoval. La selección incluía una sierra láser y un espantoso conjunto de cuchillos, escalpelos, exploradores y púas. La sierra era de foco cercano, de tipo quirúrgico, muy dudosa como arma pero excelente como herramienta.
Él giró en redondo e intentó cogerla por atrás. Le entraron ganas de echarse a llorar cuando se le cayó al suelo. Iba a tener que sentarse de nuevo. Desesperado y furioso, se arrastró hasta que consiguió agarrarla. Le llevó varios minutos pero finalmente la apuntó contra las esposas y cortó el acero sin cercenarse la mano ni quemarse el culo. Aliviado, sacudió los brazos y se meció como alguien que consuela a un niño muy cansado. Le estaba empezando a latir el pie. Se le había torcido la espalda con la patada que soltó al cuello de Ryoval.
Miró de costado a su víctima/torturador/presa.
Consumidor de clones
. Se sentía culpable por el cuerpo al que había aplastado bajo sus pies.
No fue culpa tuya. Tú moriste hace… ¿diez años? ¿Más?
Su enemigo había sido el de arriba, el que estaba dentro del cráneo.
De pronto le dominó un miedo ilógico de que entraran los guardias de Ryoval y salvaran a su amo muerto. Se arrastró, más fácilmente ahora que tenía las manos libres, cogió la sierra y se aseguró de que nadie pudiera trasplantar ese cerebro nuevo. Nunca. Nadie. De ninguna forma.
Se dejó caer otra vez en la silla baja, exhausto hasta el límite. Esperaba la muerte. Sin duda los hombres de Ryoval tenían órdenes de vengar a su señor caído.
Nadie acudió.
… Correcto. El jefe se había encerrado en sus habitaciones con un prisionero y un equipo quirúrgico y les había dicho a sus hombrones que no lo molestaran. ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que uno de ellos reuniera el coraje necesario para interrumpir la pequeña afición de su señor? Tal vez… mucho.
El peso de la esperanza volvió a caer sobre él y era un peso casi insoportable.
No quiero moverme
. Estaba furioso con SegImp por abandonarlo allí pero sentía que si entraban
ahora, ahora mismo
, y se lo llevaban sin que él tuviera que hacer ningún esfuerzo, se lo perdonaría todo.
¿No me he ganado un descanso?
La habitación quedó totalmente en silencio.
Eso sí que fue un asesinato… Demasiado
, pensó, mirando el cuerpo de Ryoval.
Un poco desequilibrado. Y mira lo que quedó de la alfombra
.
No sé qué hacer
.
¿Quién hablaba? ¿Asesino? ¿Eructo, Jadeo? ¿Aullido? ¿Todos?
Son buenos soldados, y muy leales, pero no demasiado inteligentes
.
La inteligencia no es nuestro trabajo
.
Era hora de que lord Mark se despertara. ¿Realmente había estado dormido?
—De acuerdo, chicos —musitó él en voz alta, estirándose—. Todo el mundo arriba—. La silla baja era un instrumento de tortura, sí. La última trampa de Ryoval. Con un gruñido, se puso de pie.
Era imposible que un zorro viejo como Ryoval tuviera una única espada a su cubil. Revisó con cuidado la suite subterránea. Despacho, salón, cocinita, gran dormitorio y un baño extrañamente equipado. Miró hacia la ducha consumido de deseo. Pero tenía miedo de que eso le quitara la cobertura de plástico que le habían puesto en la piel. Se cepilló los dientes, eso sí. Tenía las encías sangrantes, pero no importaba. Bebió un poquito de agua fría.
Por lo menos no tengo hambre
. Dejó escapar una risita.
Encontró la salida de emergencia al final del armario del dormitorio.
No tiene guardias
, afirmó Asesino,
debe de tener trampas
.
Las defensas de Ryoval funcionan desde fuera hacia dentro
, dijo lord Mark, lentamente.
De dentro hacia fuera, todo tiene que estar preparado para que Ryoval pueda huir con facilidad. Ryoval, y sólo él
.
Tenía una cerradura de palma. Las almohadillas de esas cerraduras leen el pulso, temperatura y conductividad de la piel, además de los dibujos de las huellas dactilares y las líneas de la vida. Las manos muertas no las pueden abrir.
Hay formas de vencer a las cerraduras de palma
, murmuró Asesino. Asesino había recibido entrenamiento en eso, una vez, en una encarnación anterior. Lord Mark lo dejó ir y se quedó asombrado viéndolo trabajar.
El equipo quirúrgico era casi tan útil como un equipo electrónico en las manos de Asesino. Con tiempo por delante y sabiendo que no tenía que salvar la cerradura para ningún uso posterior, sí, era posible. Lord Mark miró entre sueños mientras Asesino soltaba el sensor de la puerta, lo tocaba, cortaba un contacto.
El control se activó por fin.
Ah
, murmuró Asesino con orgullo.
Ah
, dijo el resto. La pantalla mostró un cuadradito rojo.
Quiere una llave-código
, dijo Asesino, preocupado. El corazón le palpitó con fuerza al sentirse atrapado. La contención muy frágil de Aullido se soltó y el dolor los atravesó a todos.
Esperad
, dijo lord Mark. Si se necesitaba una llave-código, también la necesitaría Ryoval.
El barón Ryoval no tiene sucesor
. Ryoval no tenía segundo al mando, no había nadie para reemplazarlo, nadie a quien estuviera entrenando. Mantenía a sus subordinados oprimidos y en canales de comunicación separados. La Casa Ryoval consistía en el barón Ryoval y muchos esclavos. Punto. Por eso no crecía. Ryoval no delegaba autoridad. Nunca.
Por lo tanto no tenía ningún lugar donde dejar sus llaves-código privadas, ningún subordinado en quien confiara lo suficiente. Tenía que llevarlas en su persona. Tenerlas con él. Siempre.
La banda negra gimió cuando lord Mark se volvió hacia el salón. Mark los ignoró.
Éste es mi trabajo
.
Dio vuelta al cuerpo de Ryoval y lo registró metódicamente, de arriba a abajo, hasta la piel, e incluso más. No dejó ninguna posibilidad, ni siquiera en los agujeros de los dientes. Se sentó, incómodo, distendió el vientre, que le dolía mucho, y los pies, que le ardían. Su nivel de dolor se elevaba cada vez más a medida que volvía a integrarse, y en consecuencia todo lo que hacía era un proceso muy de tanteo.
Tiene que estar aquí. Tiene que estar aquí, en alguna parte
.
Corre, corre, corre
, gemía la banda negra en un coro increíblemente unido.
Callaros y dejadme pensar
. Mark dio la vuelta a la mano de Ryoval y vio un anillo con una piedra negra y plana que brillaba a la luz…