Cronopaisaje (26 page)

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Authors: Gregory Benford

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: Cronopaisaje
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—Oh, vamos.

—Gordon, use usted su imaginación. ¡Concuerda, maldita sea!

—Nada viaja más rápido que la luz.

—Este mensaje dice que hay algo que sí lo hace.

—Tonterías. Absolutamente tonterías.

—De acuerdo, entonces ¿cómo explica esto? «Debería aparecer como fuente puntual en el espectro de taquiones 263 KEV pico». KEV… kilovoltios. Están usando taquiones, sean lo que fueren, de una energía de 263 kilovoltios.

—Lo dudo —dijo Gordon secamente.

—¿Y el resto? «Puede verificarse con direccionalidad RMN. Sigue medición». RMN… Resonancia Magnética Nuclear. Luego algo incomprensible, unas cuantas palabras más, luego incomprensible de nuevo. SMISION RECTANGULARES DE 19BD 1998COORGHQE y así.

—No todo incomprensible. Mire… el resto son simplemente puntos y rayas.

—Hummm. —Saul contempló el esquema—. Interesante.

—Mire, Saul, aprecio el…

—Espere un segundo. La 99 de Hércules no es simplemente una estrella, ya lo sabe. La he estudiado. Encaja en el tipo de estrellas que creemos pueden contener vida.

Gordon frunció los labios y se mostró escéptico.

—Sí, es una F7. Ligeramente más pesada que nuestro sol… con una mayor masa, quiero decir… y con una gran región a su alrededor capaz de albergar vida. Es una estrella binaria… espere, espere, sé lo que va a decir —dijo Saul dramáticamente, tendiendo la mano con su palma abierta hacía Gordon, que no tenía la menor idea de lo que se suponía que iba a decir—. Las estrellas binarias no pueden tener planetas conteniendo vida a su alrededor, ¿correcto?

—Oh, ¿por qué no?

—Porque los planetas sufren gran número de perturbaciones. Sólo que la 99 de Hércules no tiene ese problema. Las dos estrellas giran la una en torno a la otra una vez cada 54,7 años. Están muy separadas, con espacios capaces de contener la vida en torno a cada una de ellas.

—¿Ambas son F7?

—Por todo lo que podemos decir, la mayor sí lo es. Tan sólo se necesita una —señaló sin convicción.

Gordon agitó la cabeza.

—Saul, aprecio…

—Gordon, déjeme echarle una mirada a ese mensaje. Los puntos y rayas, quiero decir.

—Seguro, ¿por qué no?

—Hágame un favor. Creo que hay algo grande aquí. Quizá nuestras ideas acerca de las comunicaciones por radio y la línea de 21 centímetros del hidrógeno como elección natural… quizás estemos equivocados en todo ello. Deseo comprobar bien ese mensaje suyo. Simplemente no cambie de opinión, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —dijo Gordon, reluctante.

Cuando Gordon metió su pesado maletín en su oficina a la mañana siguiente, Saul estaba aguardándole. La visión del ansioso rostro de Saul, con sus ojos marrones que bailaban mientras hablaba, le llenaron con una premonición.

—Lo resolví —dijo Saul concisamente—. El mensaje.

—¿Qué…?

—Los puntos y rayas del final. Que no deletreaban palabras. No son palabras… ¡son una imagen!

Gordon le dirigió la más escéptica de sus miradas y dejó su maletín.

—Conté las rayas en esa larga transmisión. «Ruido», dijo usted. Había 1.537 rayas.

—¿Sí?

—Frank Drake y yo y un montón de otra gente hemos estado pensando en formas de transferir imágenes mediante simples señales de abierto-cerrado. Es simple… envía una rejilla base rectangular.

—¿Esa parte embrollada del mensaje? ¿COORDMZALS RECTANGULARES y todo lo demás?

—Correcto. Para establecer una rejilla base uno necesita saber cuántas líneas van en cada lado. Intenté hallar una combinación que multiplicada entre sí diera 1.537. Todas dan un resultado confuso, excepto una rejilla de 29 por 53. Disponiendo las rayas en esta cuadrícula, se obtiene una imagen. Y 29 y 53 son ambos números primos… la elección obvia, cuando uno piensa en ello. Sólo existe una forma de descomponer 1.537 en un producto de números primos.

—Hummm. Muy agudo. ¿Y ésta es la imagen?

Saul tendió a Gordon una hoja de papel cuadriculado con un cuadrado lleno representando cada raya de la transmisión. Mostraba un complejo entretejido de curvas avanzando de derecha a izquierda. Cada curva estaba formada por grupos de puntos, dispuestos en un esquema regular pero complicado.

—¿Qué es? —preguntó Gordon.

—No lo sé. Todos los problemas prácticos que hemos elaborado Frank y yo muestran sistemas solares, con un planeta destacado de todos los demás… cosas así. Esto no se parece en nada a lo que nosotros hayamos hecho.

Gordon dejó caer el dibujo en su escritorio.

—Entonces, ¿qué utilidad tiene?

—Bueno… ¡infiernos! Una inmensa utilidad, cuando lo hayamos descifrado.

—Bien…

—¿Qué ocurre? ¿Cree que esto está equivocado?

—Saul, sé que posee usted una gran reputación en pensar en cosas… ¿cómo lo llama Hermann Kahn?… impensables. ¡Pero esto…!

—¿Piensa que he manipulado todo eso?

—¿Yo? ¿Yo? Saul, yo detecté este mensaje. Yo se lo mostré a usted. ¡Pero su explicación…! Señales telegráficas más rápidas que la luz procedentes de otra estrella. ¡Pero las coordenadas no encajan enteramente! Una imagen surgiendo del ruido. ¡Pero la imagen no tiene sentido! Vamos, Saul.

El rostro de Saul enrojeció, y retrocedió un paso, las manos en las caderas.

—Es usted ciego, ¿se da cuenta de eso? Ciego.

—Digamos más bien… escéptico.

—Gordon, no me está dando ninguna oportunidad.

—¿Oportunidad? Admito que ha encontrado usted algo aquí. Pero hasta que comprendamos este dibujo suyo, nada de eso se mantiene a flote.

—De acuerdo. De a-cuer-do —dijo Saul dramáticamente, golpeando la palma de su mano izquierda con el puño de la otra—. Descubriré lo que significa esta imagen. Aunque tendremos que acudir a toda la comunidad académica para resolver el acertijo.

—¿Qué quiere decir con eso?

—Que tendremos que hacerlo público.

—¿Y por qué no preguntar?

—¿Preguntar a quién? ¿A qué especialidad? ¿Astrofísica? ¿Biología? Cuando no lo sabes, tienes que mantener tu mente abierta.

—Sí… pero… —De pronto Gordon recordó a Ramsey—. Saul, hay otro mensaje.

—¿Qué?

—Lo obtuve hace meses. Aquí. —Rebuscó en los cajones de su escritorio, y sacó la transcripción—. Intenté esto para probar.

Saul estudió las largas líneas impresas.

—No lo comprendo.

—Yo tampoco.

—¿Está seguro de que esto es válido?

—Tan seguro como lo estoy acerca de lo que usted ha descifrado.

—Mierda. —Saul se dejó caer en una silla—. Esto confunde realmente las cosas.

—Sí, lo hace, ¿verdad?

—Gordon, esto no tiene sentido.

—Como tampoco lo tiene su imagen.

—Mire, quizás esté recibiendo mensajes incompatibles. Cuando sintonizas distintas estaciones de radio, obtienes música en una, deportes en otra, noticias en una tercera. Quizá tenga usted aquí un receptor que simplemente las reciba todas a la vez.

—Hum.

Saul se inclinó hacia delante en su silla y apretó las palmas de sus manos contra sus sienes. Gordon se dio cuenta de que el hombre estaba cansado. Probablemente había permanecido en pie toda la noche descifrando aquella imagen. Sintió una repentina oleada de simpatía hacia él. Saul era bien conocido como defensor de la idea de la comunicación interestelar, y un montón, de astrónomos pensaban de él que era demasiado alocado, demasiado especulativo, demasiado joven e impulsivo. Bien, pero… eso no significaba que estuviera equivocado.

—De acuerdo, Saul, aceptaré su idea de la imagen… provisionalmente. No puede tratarse de un accidente. De modo que… ¿qué es? Tenemos que descubrirlo.

Le habló a Saul de Ramsey. Aquello simplemente complicaba un poco más las cosas, pero se daba cuenta de que Saul tenía derecho a saberlo.

—Gordon, sigo pensando que tenemos algo aquí.

—Yo también.

—Creo que deberíamos hacerlo público.

—¿Con la bioquímica también? ¿Con el primer mensaje?

—No… —Saul quedó pensativo—. No, solamente con este segundo mensaje. Es claro. Se repite a sí mismo durante páginas y páginas. ¿Cuántas veces obtuvo esa primera señal?

—Una vez.

—¿Eso es todo?

—Eso es todo.

—Entonces olvidémoslo.

—¿Por qué?

—Puede tratarse de un error de decodificación.

Gordon recordó la historia de Lakin acerca de Lowell.

—Bien…

—Mire, tengo mucha más experiencia con todas esas cosas que usted. Sé lo que dirá la gente. Si enlodas el agua en torno al tema, nadie saltará a ella.

—Pero estaremos ocultando información.

—Ocultándola, sí. Pero no para siempre. Sólo hasta que descubramos lo que significa el dibujo.

—No me gusta.

—Les daremos sólo un problema a la vez. —Saul alzó un dedo—. Un solo problema. Luego, contaremos toda la historia.

—No me gusta.

—Gordon, mire. Creo que ésta es la forma en que debemos hacerlo. ¿Aceptará mi consejo?

—Quizá.

—Yo me ocuparé de ello, lo haré público. Soy conocido. Soy el tipo raro que juguetea con señales de radio interestelares y todas estas cosas. Una autoridad indiscutible sobre un tema no existente. Puedo conseguir llamar la atención de la comunidad académica.

—Sí, pero…

—Un solo problema a la vez, Gordon.

—Bueno…

—Primero, la imagen. Luego, el resto.

—Bien… —Gordon tenía una clase a punto de empezar. Saul ejercía una cualidad hipnótica sobre él, la habilidad de hacer que las cosas parecieran plausibles e incluso obvias. Pero, pensó Gordon, una oreja de cerdo con un lazo a su alrededor seguía siendo una oreja de cerdo. Sin embargo…—. De acuerdo. Usted entra en el ring. Yo me quedo en el rincón.

—Eh, gracias. —De pronto Saul estaba estrechando su mano—. Le agradezco eso. De veras. Es una gran cosa.

—Sí —dijo Gordon. Pero no se sentía entusiasmado.

Las «Noticias de la noche» de la CBS con Walter Cronkite empezaron mientras Gordon y Penny estaban terminando de cenar. Ella había hecho un soufflé y Gordon había descorchado una botella de vino beaujolais blanco; ambos se sentían un tanto eufóricos. Se trasladaron a la sala de estar para seguirlas. Penny se quitó la blusa, revelando sus bien moldeados pechos con grandes pezones.

—¿Cómo sabes que lo darán ahora? —preguntó perezosamente.

—Saul llamó esta tarde. Le hicieron una entrevista en Boston esta mañana. La grabó la estación local de la CBS allá, pero dijo que la iban a transmitir por la red nacional. Quizá no tengan mucha otra cosa que ofrecer. —Miró a su alrededor para asegurarse de que las cortinas estaban cerradas.

—Hummm. No me extrañaría. —Sólo había una noticia importante… el submarino nuclear Thresher había desaparecido en el Atlántico sin una sola señal de socorro. Efectuaba una inmersión de prueba. La marina había dicho que probablemente un fallo de los sistemas había creado una inundación progresiva del interior del aparato. La interferencia de los circuitos eléctricos había provocado la pérdida de energía, y el submarino se había hundido hacia aguas profundas y finalmente había implosionado. Había 129 hombres a bordo.

Aparte de esta deprimente noticia había muy poco más. Un recordatorio de que la Mona Lisa estaba efectuando una gira por Estados Unidos y sería exhibida en Nueva York y Washington, D.C. Un avance del despegue del mayor L. Gordon Cooper, Jr., que iba a ser lanzado a un viaje de dos días y veintidós órbitas en torno a la Tierra en la Faith 7, el vuelo final del Proyecto Mercury. Una declaración de la Casa Blanca de que la ayuda al Vietnam del Sur proseguía, y que la guerra podía ser ganada a finales de 1965 si la crisis política que se estaba desarrollando allí no afectaba significativamente el esfuerzo militar. Los generales sonreían a la cámara, prometiendo un firme esfuerzo junto al ejército regular vietnamita y una rápida operación de limpieza en la región del delta. En Nueva York, los esfuerzos por salvar la estación de Pennsylvania habían fracasado, y el clásico edificio empezaba a derrumbarse ante la gran bola de los equipos de demolición para dejar paso al nuevo Madison Square Garden. El edificio de la Pan Am, inaugurado hacia un mes, parecía ya un ejemplo de la plaga urbanística del futuro. Delante de la cámara, un crítico denunció la demolición de la estación Penn y declaró que el Pan Am era una atrocidad arquitectónica, contribuyendo a congestionar una zona ya de por sí atestada. Gordon se mostró de acuerdo. El crítico cerró su intervención con una aguda observación acerca de que citarse debajo del reloj del hotel Biltmore, justo al otro lado de la calle del Pan Am, ya no iba a representar ninguna emoción especial. Gordon se echó a reír sin saber exactamente por qué. De pronto sus simpatías se invirtieron. Nunca se había citado con ninguna chica en el Biltmore; eso formaba parte del tipo de ritual vacío de los anglosajones blancos protestantes, abierto a los de Yale y a los chicos que se identificaban con
El guardián en el centeno
. Aquél no era su mundo ni nunca lo había sido.

—Si ése es el pasado, al diablo —murmuró para sí mismo. Penny le lanzó una mirada interrogadora pero no dijo nada. Gruñó, impaciente. Quizás el vino le estaba haciendo demasiado efecto.

Entonces apareció Saul.

—Desde la universidad de Yale, esta misma tarde, un anuncio sorprendente —empezó Cronkite—. El profesor Saul Shriffer, un astrofísico, dice que existe una posibilidad de que recientes experimentos hayan detectado un mensaje de una civilización de más allá de nuestra Tierra.

Cambiaron a un plano de Saul señalando a un punto en un mapa estelar.

—Las señales parecen llegar de la estrella 99 de Hércules, similar a nuestro propio Sol. La 99 de Hércules se halla a 51 años luz de distancia. Un año luz es la distancia…

—Le están dedicando mucho tiempo —dijo Penny, sorprendida.

—¡Chissst!

—… luz recorre en un año, a una velocidad de trescientos mil kilómetros por segundo. —Un plano de Saul de pie junto a un pequeño telescopio—. El posible mensaje fue detectado de una forma que los astrónomos no habían anticipado… en un experimento realizado por el profesor Gordon Bernstein…

—Oh, Jesús —gruñó Gordon.

—… en la Universidad de California en La Jolla. El experimento implicaba una medición a bajas temperaturas de cómo se alinean los átomos en un campo magnético. Los experimentos de Bernstein siguen realizándose todavía… no hay ninguna certeza, de hecho, de que estén recogiendo alguna señal de una distante civilización. Pero el profesor Shriffer, un colaborador de Bernstein que descubrió el código en la señal, dice que desea alertar a la comunidad científica. —Una imagen de Saul escribiendo ecuaciones en la pizarra—. Ésta es una sorprendente parte del mensaje. Una imagen… Una bien dibujada versión de las entrelazadas curvas. Saul permanecía de pie junto a ella hablando a través de un micrófono que sostenía en su mano.

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