Read Contra el viento del Norte Online
Authors: Daniel Glattauer
Emmi, sencillamente tengo miedo de perder mi «segunda voz», la voz de Emmi. Quiero conservarla. Quiero ser prudente con ella. Se me ha hecho imprescindible.
Leo
Tres horas después
Re:
Volviendo a uno de mis temas favoritos: lo lamento, pero ¡NO ME DA IGUAL CUÁNDO, CÓMO, CON QUIÉN Y CON QUÉ FRECUENCIA HACES EL AMOR! Si soy la voz elegida, la «segunda voz» de alguien, también tengo derecho a voto cuando se trata de evaluar la conveniencia de cuándo, cómo, con quién y con qué frecuencia hace el amor ese alguien. (Debo admitir que hasta ahora me he ocupado relativamente poco del «cómo», querido Leo. Pero puedo ponerle remedio.) Bueno, ahora te dejo a solas con tu voz de solista. Continuará mañana.
Besito,
Emmi
Una hora y media después
Fw:
¿Puedo ser cínico yo también alguna vez, estimada Emmi? En el caso de que yo fuera el «monstruo greñudo» del café Huber, ¿tampoco te daría igual cuándo, cómo, con quién y con qué frecuencia hago el amor? O dicho de otra manera: ¿no será que no te da igual cuándo, cómo, etc., sólo porque en los mensajes que me escribes persigues un ideal de hombre respecto al cual —pese a la dicha del amor conyugal con Bernhard— es imposible que te dé igual cuándo, cómo, etc.? Así se confirmaría mi teoría de que cada uno de nosotros es la voz de la fantasía del otro. ¿Acaso eso no es lo bastante bonito y valioso para dejarlo así?
Al día siguiente
Asunto: Primera respuesta
Querido Leo:
¿Sabes qué es lo que realmente detesto de ti? Tus expresiones referentes a mi marido. «Pese a la dicha del amor conyugal con Bernhard»: ¿a qué viene esa chorrada? «Dicha del amor conyugal» suena —deliberadamente— a «cumplimiento de los deberes conyugales de cohabitación matrimonial». O: «Práctica periódica de relaciones sexuales, aprobada por un empleado del registro civil, con el correspondiente intercambio de fluidos corporales». Te burlas de mi matrimonio, querido Leo. Y soy muy susceptible al respecto. ¡Déjalo ya!
45 minutos después
Fw:
Emmi:
Hablas de sexo continuamente. Ya es patológico.
Una hora después
Re:
Aún no he empezado a hablar de sexo, amigo mío. Ayer hiciste algunas importantes jugadas al respecto. Por ejemplo, lo de las «fantasías eróticas». Necesitaste dos negaciones para decirme que no es que no las hayas tenido nunca al pensar en mí. ¡Ése es el estilo de Leo! Otro habría dicho: «A veces pienso en ti de un modo erótico, Emmi». Leo Leike dice: «No es que nunca piense en ti de un modo erótico, Emmi». ¿Y después te sorprendes de que yo no deje el tema? No es que lo mío sea patológico, es que tu conducta erótica verbal es muy peculiar, querido Leo. Resumiendo, no me creo tus elevadas reflexiones pastorales sobre el sexo. Pues ¿qué hace el bueno de Leo con sus fantasías eróticas doblemente negadas? Cita: «Procuro mantenerte al margen de ellas, no tengo derecho a exigirte tanto»... ¿Que no quieres exigirme tanto? Me pregunto qué clase de fantasías serán esas que tanta exigencia implican. Dímelo con confianza.
20 minutos después
Re:
¡Ah!, algo más, maestro Leo. Ayer escribiste: «No empecemos a invadir la intimidad del otro». Te diré una cosa: lo que hacemos aquí, de lo que hablamos aquí es de cuestiones íntimas, íntimas y nada más que íntimas, desde los primeros mensajes hasta hoy, en continuo incremento. No escribimos sobre nuestros trabajos, no revelamos nuestros intereses, ni siquiera mencionamos aficiones, hacemos como si no existiera la cultura, ocultamos la política, es más, hasta nos las arreglamos con relativamente pocos partes meteorológicos. Lo único que hacemos y que nos hace olvidar todo lo demás es que invadimos nuestra intimidad, tú la mía, yo la tuya. No se puede ser más invasor de la intimidad. Deberías ir admitiendo que somos «íntimos» y, por excepción, lo somos en un sentido muy distinto del que correspondería a mi supuesto tema favorito. Es más: yo diría que lo excede con creces.
Buenas noches,
Emmi
Una hora y media después
Fw:
Querida Emmi:
¿Sabes qué es lo que YO detesto de ti? Tu continuo «señor Leo», «maestro Leo», «profesor Leo», «el señor psicólogo del lenguaje», «el señor teólogo moral». Hazme un favor. Déjalo en Leo. Tus sarcásticos mensajes resultarán igualmente buenos, mordaces y certeros. Gracias por tu comprensión.
Leo
Diez minutos después
Re:
¡Ufff ..! Hoy no me caes bien.
Un minuto después
Fw:
Yo a mí tampoco.
30 segundos después
Re:
Eso ha sido muy amable de tu parte, lo admito.
20 segundos después
Fw
Gracias.
15 segundos después
Re:
No hay de qué.
Una hora y media después
Fw:
¿Ya estas durmiendo?
Tres minutos después
Re:
Rara vez lo hago en tu presencia.
Buenas noches.
30 segundos después
Fw:
Buenas noches.
40 segundos después
Re:
¿Piensas mucho en tu madre? Me gustaría librarte un poco de eso.
30 segundos después
Fw:
Es lo que acabas de hacer, querida Emmi. Buenas noches.
Tres días después
Asunto: Fin de la pausa
Querida Emmi:
Hemos hecho una pausa de tres días en los mensajes. Ya podríamos ir retomándolos, me parece. Espero que tengas un buen día de trabajo. Pienso mucho en ti, temprano por la mañana, al mediodía, por la tarde, por la noche, en los intervalos, un rato antes y un rato después de cada intervalo. Y también durante.
Saludos cariñosos,
Leo
Diez minutos después
Re:
M, Ma, Mae, Maes, Maest... Querido Leo:
¡Tú has hecho una pausa en los mensajes, no yo! Yo me he limitado a observarte atentamente mientras hacías una pausa. Y esperaba que acabaras con ella de una vez. He esperado con mucha impaciencia. Pero ha valido la pena. Aquí estás de nuevo y piensas en mí. Así me gusta. ¿Estás bien? ¿Tienes tiempo y ganas de tomar una copa de vino conmigo, hoy a última hora de la tarde o temprano por la noche? Separados, por supuesto. O sea, tú y tu Emmi imaginaria. Yo y el Leo virtual. Mientras, nos escribimos cuatro letras. ¿Quieres?
Ocho minutos después
Fw:
Sí, Emmi, podemos hacerlo. ¿Tu B, Be, Ber, Bern, Bernh... tu marido no está en casa por las noches?
Tres minutos después
Re:
Te divierte hacer ese tipo de preguntas, ¿verdad? Siempre suena un poco como si quisieras castigarme por estar felizmente casada. Claro que está Bernhard. Está en su estudio preparándose para el día siguiente, o sentado en su sofá leyendo, o acostado en su cama durmiendo. A partir de medianoche, por lo general, lo tercero. ¿Satisfecho con la respuesta?
Seis minutos después
Fw:
Sí, gracias. Cuando hablas de tu marido, Emmi, siempre suena un poco como si quisieras demostrarme lo aislado e independiente que puede uno vivir cuando está —o a pesar de estar, o precisamente por estar— felizmente casado. Así, no escribes «en el estudio», sino «en su estudio». Él no está sentado «en nuestro sofá», sino «en su sofá». Es más, ni siquiera está acostado «en nuestra cama», está acostado «en SU cama».
Cuatro minutos después
Re:
Querido Leo:
No vas a creerme, pero efectivamente en nuestro caso cada uno tiene su propia habitación, su propio sofá y hasta su propia cama. Por raro que parezca, cada uno tiene su propia vida. ¿Estás escandalizado?
25 segundos después
Fw:
¿Entonces por qué vivís juntos?
18 minutos después
Re:
¡Eres encantador, Leo! Inocente como un veinteañero. Ni en la puerta de nuestros estudios hay letreros pegados con la inscripción PROHIBIDA LA ENTRADA, ni se prohíbe la permanencia de «personas no autorizadas» en nuestros sofás. Nuestras camas tampoco tienen un rótulo que ponga ¡CUIDADO CON EL PERRO! En una palabra: si bien cada cual tiene su reino, los dos estamos cordialmente invitados a entrar en el reino del otro o, como decíamos el otro día, a «penetrar en la esfera privada del otro». Qué, ¿deseas saber algo más sobre el matrimonio?
30 segundos después
Fw:
¿Y qué edad tienen los niños?
35 minutos después
Re:
Fiona, 16, y Jonás, 11. «Mi Bernhard» es un poco mayor que yo. Bien, querido Leo, la clase sobre la familia ha terminado. Me gustaría mantener a los niños alejados de nuestra conversación. Hace unos meses me escribiste que charlar conmigo era para ti una especie de «terapia de superación de Marlene». (Desde luego, no sé si eso aún sigue siendo válido, podrías comunicármelo si alguna vez se presenta la ocasión.) Para mí, escribirte y leer tus mensajes es una especie de «tiempo muerto familiar». Sí, es una islilla fuera de mi universo cotidiano, una islilla en la que me gusta mucho estar a solas contigo, si no te importa.
Cinco minutos después
Fw:
No me importa, Emmi. Es que sencillamente a veces me asalta la curiosidad por saber qué te ocurre lejos de nuestra difusa islilla, cómo es tu arraigada vida en tierra firme, en el puerto seguro del matrimonio. (Perdona, es que ahora venía muy al caso.) Pero ya soy todo isla de nuevo. Bueno, ¿cuándo nos tomamos esa copa de vino? ¿A medianoche te parece demasiado tarde?
Dos minutos después
Re:
¡A medianoche me parece estupendo! Así que espero ansiosamente nuestra cita.
20 segundos después
Fw:
Yo también.
Hasta luego.
A medianoche
Sin asunto
Querida Emmi:
Aquí está Leo, que te desea una maravillosa medianoche, a solas los dos, exclusivamente para nosotros. ¿Puedo abrazarte, Emmi? ¿Puedo darte un beso, Emmi? Te doy un beso. Bien, ahora bebamos. ¿Qué bebes? Yo, un Sauvignon Visintini, Colli Orientali del Friuli, cosecha 2003. ¿Y tú? Escríbeme ahora mismo, Emmi, pero ahora mismo, ¿vale? ¿Qué bebe Emmi? Yo bebo vino blanco.
Un minuto después
Re:
¡¡¡Pero no es la primera copa, Leo!!!
Ocho minutos después
Fw:
¡Ah..., ahí vuelve a escribir Emmi! Emmi. Emmi. Emmi. Estoy un poco borracho, pero sólo un poco. Me he pasado toda la tarde bebiendo y esperando que sea medianoche, que venga Emmi a visitarme. Sí, es verdad. No es la primera botella. Añoro a mi Emmi. ¿Quieres venir a casa? Apagaremos la luz. No tenemos por qué vernos. Sólo quiero sentirte, Emmi. Cerraré los ojos. Con Marlene nada tiene sentido. Nos desangramos. No nos amamos. Ella cree que nos amamos, pero no, no es amor, es sólo dependencia, posesión. Marlene no quiere soltarme, y yo... yo no puedo retenerla. Estoy un poco borracho. Pero no mucho. ¿Vienes, Emmi? ¿Nos besamos? Mi hermana dice que eres hermosísima, Emmi, seas la que seas. ¿Has besado alguna vez a un desconocido? Voy a tomar otro trago de vino blanco del Friuli. Bebo a nuestra salud. Ya estoy un poco borracho. Pero no mucho. Ahora te toca a ti de nuevo. Escríbeme, Emmi. Escribir es como besar, pero sin labios. Escribir es besar con la mente. Emmi, Emmi, Emmi.
Cuatro minutos después
Re:
Bueno me había imaginado que nuestra primera cita a medianoche sería algo distinta. ¡Leo, borracho como una cuba! Aunque tiene su encanto. Mira, Leo, seré breve, de todos modos es probable que ya no distingas las letras. Pero si te apetece, y si lo logras, cuéntame más acerca de lo que haces «en casa». Eso sí, no escribas nada de lo que puedas arrepentirte de madrugada o por la mañana, cuando despiertes del delirio. Pues yo estoy bebiendo una copa de vino tinto francés del valle del Ródano, cosecha 1997. ¡Brindo por ti! No obstante, te aconsejaría que te pases al agua mineral. ¡O hazte un café bien cargado!
50 minutos después
Fw:
Eres muy severa, Emmi. No seas tan severa. No quiero un café. Quiero a Emmi. Ven a casa. Bebamos otra copita de vino. Podemos tener los ojos vendados, como en la película. No recuerdo cómo se llamaba la película, tendría que pensar. Me encantaría besarte. Me da igual qué aspecto tengas. Me he enamorado de tus palabras. Puedes escribir lo que te apetezca. Puedes ser severa si quieres. Me gusta todo. Es que tú no eres nada severa. Te obligas a serlo, sólo quieres parecer más fuerte de lo que eres. Marlene no bebe una gota de alcohol. Marlene es una mujer muy sobria, pero fascinante, eso dicen todos los que la conocen. Salía con un piloto de España. Pero ya se acabó. Dice que para ella no hay más que un hombre, y ese hombre soy yo. Mira, es mentira. Yo ya no existo para ella. Duele tanto cuando te separas... Ya no quiero separarme más de Marlene. A mamá le caía bien. Mi madre está muerta, era desgraciada. Es muy distinto a como yo pensaba. Una parte de mí ha muerto también. No lo había notado hasta que murió. Mi madre no se ocupaba mucho de mí, sólo de mi hermana menor. Mi padre emigró a Canadá y se llevó a mi hermano mayor. Yo me deslicé por alguna parte intermedia. Me pasaron por alto. Era un niño silencioso. Puedo enseñarte fotos. ¿Quieres ver fotos? En carnaval yo siempre era Buster Keaton. Me gustaban los héroes mudos, tristes, cómicos, que sabían hacer muecas. Ven, bebamos otra copa a nuestra salud y miremos fotos de los carnavales. Es una pena que estés casada. No, está bien que estés casada. ¿Engañas a tu marido, Emmi? No lo hagas. Duele mucho cuando te engañan. Ya estoy un poco borracho, pero todavía no he perdido la lucidez. Marlene me engañó una vez. Mejor dicho, que yo sepa, una vez. Ves a Marlene y sabes que te engaña. Emmi, voy a enviar esto. Te mando un beso. Y otro beso. Y otro beso. Y otro beso. Da igual quién seas. Siento nostalgia de intimidad. No quiero pensar en mi madre. No quiero pensar en Marlene. Quiero besar a Emmi. Estoy un poco borracho, perdona. Voy a enviar esto. Luego me iré a dormir. Te mando un beso de buenas noches. Es una pena que estés casada. Creo que hubiéramos hecho buena pareja. Emmi. Emmi. Emmi. Me gusta escribir Emmi. Una vez el dedo corazón izquierdo, dos veces el dedo índice derecho, y otra vez, dos hileras por encima, el dedo corazón derecho. EMMI. Podría escribir mil veces Emmi. Escribir Emmi es besar a Emmi. Vámonos a dormir, Emmi.