Me arrastré hacia delante y lamí el borde de su estómago, por lo que mi lengua cayó justo por debajo de la cintura de la seda, un eco de lo que había hecho a sus pantalones. Podía sentir su presión contra la tela fina, su dureza rozando mi barbilla cuando me mudé a la cintura.
Volví a la derecha y las cicatrices que se escurrían hasta la mitad del muslo. Le lamí, le bese, y poco a poco a lo largo de ellas hasta que gritó. Entonces hice lo mismo con su otro muslo, yendo más bajo hasta que lamí la parte posterior de la rodilla, y se lamentó.
Jean-Claude dijo con una voz casi ahogada.
—
Ma petite
, por favor.
Miré hacia arriba, la punta de la lengua seguía jugando ligeramente en el mismo borde de la curva de la rodilla de Asher. Los ojos de Asher rodaron casi de vuelta en su cabeza. Sabía esas cosas a través de las memorias de Jean-Claude que solo un amante puede saber, como el hecho de que él adoraba que le lamieran el dorso de sus rodillas.
—Por favor, ¿qué? —pregunté.
—Por favor, termina.
Sabía lo que quería decir. Me arrastré de nuevo hasta que estuve arrodillada entre sus piernas. La seda azul estaba estirada, y esta vez fue muy erótico.
Metí mis dedos en la parte superior de la seda, y las manos de Asher se extendieron ansiosas, ayudando a deslizar la seda hasta la cintura. Tiré de la seda por los muslos, pero me paré prestando atención a otra cosa, porque estaba mirando lo que había sido revelado.
Las cicatrices le corrían desde el muslo hacia la ingle, como gusanos blancos congelados bajo la piel, pero se detuvieron a pocos centímetros por debajo de la ingle, y dejándole espeso y largo, y recto, y perfecto.
Tenía una imagen confusa de él con las cicatrices frescas, y era deforme, no podía estar completamente erecto, torcida hacia un lado, no podía ser posible.
Tuve que mover la cabeza para borrar la memoria. Vi la mirada de Jean-Claude. Nunca lo había visto con un aspecto tan absolutamente perdido, sorprendido, asombrado. Nunca había visto tantas diferentes emociones fluir a través de su rostro. Finalmente fue atrapado entre la risa y las lágrimas.
—
Mon ami
, que…
—Había un médico hace unos pocos años, que pensaba que la mayoría de las cicatrices estaban en el prepucio, y lo estaban.
Jean-Claude recostó su cabeza sobre el hombro de Asher, perdido en el pelo de oro, y lloró y lloró.
—Todo este tiempo… todo este tiempo, y pensé que era culpa mía, que estaba en ruinas, y fue mi culpa.
Asher le golpeó en la espalda y le acarició el cabello a Jean-Claude.
—Nunca fue culpa tuya,
mon ami
. Si hubieras estado con nosotros cuando nos cogieron, te habrían hecho lo que me hicieron, y no hubiera podido soportarlo. Si no hubieras estado libre para salvarme, estaría muerto, junto conmigo, y Julianna.
Se abrazaron y lloraron, y se rieron, y sanaron, y de repente yo era superflua, arrodillada sobre la cama en mi ropa interior. Y por una vez, no me importó en lo más mínimo.
TRECE
Jean-Claude lanzó el
ardeur
con menos de una hora para salir, antes de que ellos murieran. No quería quedar atrapada debajo de nadie cuando eso sucediera. Pero había negado el
ardeur
durante más tiempo del que nunca antes había hecho, y era como una fuerza de la naturaleza, una tormenta que rompía sobre nosotros, quitándole la ropa a Jean-Claude y lo que quedaba de la mía.
Tomé a Asher en mi boca y exploré su perfección, encontré una fina cicatriz que se arrastraba sobre su escroto. Chupe la cresta del tejido de la cicatriz en mi boca y lo escuche gritar por encima de mí.
Fue fortuito más que planeado lo que puso a Jean-Claude debajo de mí, dentro de mí, con Asher a mi espalda, su peso sobre ambos, sin ninguna apertura por reclamar. O sin ninguna apertura la cual yo estuviera dispuesta a compartir. Podía sentir la longitud de Asher apretada contra mi espalda. Cada vez que Jean-Claude se empujaba a sí mismo dentro de mí, Asher se empujaba a sí mismo contra mi espalda, encajado entre las mejillas de mis nalgas. Sumidos en la perfección. Cuando uno se movía, el otro se movía. Hasta que en algún lugar en medio de todo eso, le rogué a Asher que entrara en mí, que me tomara.
La voz de Jean-Claude llegó hasta mí como desde una gran distancia.
—
Non, mon chardonneret
, no hemos hecho ninguna preparación. Nunca lo has hecho antes.
Vagamente me había dado cuenta de lo que había pedido y fui feliz de que alguien pudiera pensar lo suficientemente bien como para evitar que los demás me hiciesen daño. Pero una parte de mí estaba enojada, el
ardeur
quería a Asher dentro, quería beber de él.
Cabalgué el cuerpo de Jean-Claude, mientras que el cuerpo de Asher cabalgaba el mío. Las manos de Jean-Claude estaban en mi cintura, sosteniéndome en mi lugar, estabilizándome, dirigiéndome, de la misma manera que llevas a una pareja de baile. Una de las manos de Asher se acomodaba en la cama, pero la otra se había escurrido hasta uno de mis pechos, la mano amasaba y tiraba de él, lo justo para estar cerca del dolor.
Sentí la presión construyéndose dentro de mí, ese sentimiento que precede a la explosión, y quería llegar, sin embargo, todavía no. Quería a Asher, como tenía a Jean-Claude. Lo que quería, lo necesitaba perforando mi cuerpo.
—¡Por favor, por favor, Asher, te necesito dentro de mí, por favor!
Puso mi pelo a un lado y desnudó mi cuello. El
ardeur
quemó a través de mí.
—Sí, Asher, sí.
Ese cálido pozo profundo se estaba llenando dentro de mí, aunque hacía solo unos segundos que él se había unido a nosotros. Quería su liberación con la nuestra. Lo quería con nosotros.
Parecía que había algo más que debía recordar, pero se perdió con los latidos del cuerpo de Jean-Claude, el ritmo de mis caderas, la sensación de sus manos en mi cintura, la mano de Asher en mi pecho, lo suficientemente fuerte para que doliera, la sensación de tenerlo tan sólido, tan mojado contra mi cuerpo, de modo que se movía a través del canal de su propia humedad, sin embargo, sabía que todavía no había llegado. Levanto la mano de la cama y echó mi cabeza hacía un lado, sosteniéndola, forzando mi cuello estirado y limpio.
Era como si ambos supieran lo que mi cuerpo estaba a punto de hacer, como si pudieran oler, escuchar o saborear. En el momento en el que el calor se derramaba sobre el borde, como si la primera gota se derramara sobre mi piel, mi cuerpo se apretó; golpeando a Asher. Hubo un momento de dolor agudo, primero dolor y después placer, y me acordé de lo que había olvidado. La mordida de Asher era placentera.
Monté ese placer una y otra y otra vez hasta que grité, sin palabras, sin sonido, sin piel, sin huesos, sin nada, excepto el placer que se derramaba caliente. No había nada más.
Jean-Claude llegó mientras gritaba, sus uñas se clavaron en mi piel, lo que me trajo de vuelta, recordándome que tenía un cuerpo, que tenía piel, con los músculos y huesos debajo de ella. Asher llegó como una ola hirviendo contra mi espalda, con su boca bloqueada en mi garganta. Nos alimentamos los unos de los otros.
Mi
ardeur
bebió de Jean-Claude a través de la humedad caliente de mi cuerpo, a través de mi piel donde quiera que él la tocara. Su
ardeur
bebía debajo de mí a través de su largo eje como una mano dentro de mi cuerpo tomándolo todo. Mi
ardeur
bebió de Asher, absorbiendo donde tocaba mi piel, chupando mientras se saciaba de mí. La sensación de su boca, cerrada en mi cuello era como una trampa, el
ardeur
le chupaba a través de su boca y él chupaba mi sangre, alimentándose, tragando, bebiendo de mí. Mientras se alimentaba, trajo un orgasmo tras otro hacía mí, ola tras ola de placer, y no fue hasta que Jean-Claude gritó debajo de mí que me di cuenta de que a través de nuestras marcas, él era capaz de sentir lo que yo sentía.
Asher nos montó a los dos, nos montaba y nos llevaba, ola tras ola, hasta que retrocedió con sangre aun brotando de su boca y supe que había tomado más de lo que necesitaba para alimentarse. No me iba a matar, pero en ese momento de lucidez no creí que eso importara. Con esa clase de placer que daba, si mataba, tal vez, tal vez me dejase morir.
Me desplome contra la parte superior del cuerpo de Jean-Claude, con espasmos, incapaz de controlar mi cuerpo, sin poder hacer algo más que tiritar. Jean-Claude estaba temblando debajo de mí. Asher se derrumbó encima de nosotros. Lo sentí temblar contra mi espalda. Nos quedamos temblando, esperando que alguno de nosotros fuese capaz de moverse lo suficiente para caminar, o gritar, o algo. Después llegó la aurora y sentí sus almas escapar, sentí sus cuerpos aflojarse y vaciarse. Estaba apretada contra el pulso frenético y el calor de sus cuerpos, el sudor frío en nuestra piel y de repente, Asher era pesado y Jean-Claude estaba totalmente relajado con todo el peso.
Luché por salir de entre ellos, pero mis brazos y mis piernas no estaban trabajando todavía. No quería estar aquí, mientras sus cuerpos se enfriaban. No podía levantarme. No podía quitar a Asher de encima de mí. No podía hacer que mi cuerpo trabajase. ¿Cuánta sangre había perdido? ¿Demasiada? ¿Cuánta?
Estaba mareada, y no podía decir que fuera solo por el sexo, o si Asher realmente había bebido demasiada sangre. Traté de quitármelo de encima, ya debería haber sido capaz de hacer eso, y no podía. El primer indicio de nauseas me golpeó, y supe que era por la pérdida de sangre. Me toqué el cuello y encontré que la sangre seguía saliendo de las heridas de punción. Lo cual no debería estar sucediendo. ¿Debería? Nunca había donado sangre voluntariamente. Y no sabía cuánto tiempo sangraban las heridas.
Traté de levantar los brazos, como haciendo palanca, y el mundo nadaba en ríos de colores, el mareo amenazó con hundir mi mundo. Hice lo único en que podía pensar.
Grité.
CATORCE
La puerta se abrió y era Jason. Creo que nunca fui tan feliz de verlo. Me las arregle para decir.
—Ayúdame. —Mi voz sonaba débil y asustada, y lo odiaba, pero también sentía náuseas y mareos, los cuales no eran post-cóitales, eran por la pérdida de sangre.
Ahora que podía ver de nuevo, me di cuenta de que estaba empapada en sangre y otras cosas, pero sobre todo era la sangre lo que me preocupaba, porque era toda mía.