Carta sobre la tolerancia y otros escritos (7 page)

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Authors: John Locke

Tags: #Tolerancia, #Liberalismo, #Empirismo, #Epistemología

BOOK: Carta sobre la tolerancia y otros escritos
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Esta separación puede realizarse de dos modos:

Primero, cuando la parte mayor o la más fuerte de la iglesia se separa de las otras excluyéndola de su comunidad porque no quieren seguir ciertas opiniones que se encuentran en palabras expresas en la Biblia. Y no es el reducido número de los separados ni la autoridad del gobernante lo que puede hacer a un hombre culpable de herejía, sino que es herético quien divide a la iglesia en partes, introduce nombres y signos de diferencia y voluntariamente provoca una separación por motivo de opiniones.

En segundo lugar, cuando alguien se aparta por propia voluntad de la - comunidad eclesiástica porque no se profesan ciertas opiniones que las Sagradas Escrituras no enseñan expresamente.

Estos dos tipos resultan heréticos porque cometen error en las cosas fundamentales y lo hacen a conciencia, pues habiendo puesto a la Biblia como único fundamento de su fe, agregan en seguida otro fundamento, esto es, ciertas opiniones que no se encuentran en ningún lugar de la Biblia. Como muchos no quieren reconocer estas opiniones adicionales como necesarias y fundamentales, provocan una separación, ya apartando a los demás, ya apartándose ellos. Y no es propio el decir que su credo y reglas son concordantes con las Escrituras y con las analogías de fe, puesto que si son concebidos a partir de palabras expresas de la Biblia, no existe problema alguno ya que estas palabras son, por consentimiento universal, nacidas de inspiración divina.
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Si los artículos que exiges sean profesados pertenecen a la Sagrada Escritura, obrarás por cierto bien al creer y profesar cuanto concuerda con las reglas de la fe, mas obrarás muy mal al imponerlas a quienes no les parecen doctrinas indudables y tres herético si por este motivo haces nacer una separación, que no concibo a ser alguno que se atreva a ostentar sus conclusiones e interpretaciones de las Escrituras como asunto de inspiración divina ni a comparar artículos de fe que él ha creado con la autoridad que representa la Biblia. Concuerdo en que existen ciertos puntos tan evidentemente concordantes con las Escrituras que nadie puede negar que sean derivados de la palabra divina: acerca de éstos no puede haber disidencias. Lo que tú tomas como legítima deducción de las Escrituras, no has de imponerlo a los demás como necesario articulo de fe porque creas que es concordante, a menos que consideres justo el que otros te impongan sus opiniones y que te vieras expuesto a admitir y profesar las opiniones diversas de luteranos, calvinistas, arminianos, anabaptistas y otras sectas, sustentadas porque sus intérpretes de símbolos, sistemas y confesiones mantengan estos puntos como genuinas deducciones de las Escrituras. No deja de extrañarme la infeliz arrogancia de quienes piensan que son precisamente ellos quienes pueden ofrecer con mayor luminosidad y nitidez que el Espíritu Santo es lo más necesario para la salvación.

Hasta aquí lo concerniente a herejía, término aplicado comúnmente a las opiniones doctrinarias. Examinemos ahora el cisma, falta vecina a la herejía, que ambas palabras, a mi entender, significan separación de la comunidad eclesiástica, misma que se realiza por causas superfluas. Puesto que el uso, que es norma y juez en materia de lenguaje, ha determinado que la herejía se relaciona con errores de la fe y el cisma con los del culto, hemos de verlos a la luz de esta distinción.

El cisma, habiendo acordado las razones antes apuntadas, no es más que una separación en la comunidad de la iglesia por causas del culto, el cual no es parte necesaria. Y, bien, nada en el culto divino ni en la disciplina puede ser necesario para la comunidad cristiana, salvo lo que Cristo, nuestro legislador, o los apóstoles por inspiración del Espíritu Santo, han dispuesto con palabras expresas.

Resumiendo, quien no niega nada de lo expresado evidentemente ni toma motivo de lo no evidente para separarse, no puede ser herético ni cismático, aunque sea mal visto por algunas sectas cristianas o por más que sea declarado por algunas personas como un hombre falto de verdadera religión cristiana.

Todo esto pudo haberse explicado más detalladamente, pero lo considero suficiente para una persona de vuestra perspicacia.

Ensayo sobre el entendimiento humano (1690)
[selección]
Libro I
Capítulo I

1.- Una investigación del conocimiento es agradable y útil.

Ya que es el entendimiento quien coloca al hombre por encima de los demás seres sensibles y le da toda la ventaja y dominio que tiene sobre éstos, de cierto que es por su nobleza un tema digno de nuestro esfuerzo para investigarlo. El entendimiento, como el ojo, aunque nos hace percibir, ver las cosas, no se advierte a sí mismo y es necesario artes y trabajos para ponerlo lejos y convertirlo en su propio objeto. Más cualesquiera sean las dificultades que encontremos en el camino de esta investigación, cualesquiera las cosas que nos mantienen tan en la obscuridad sobre nosotros mismos, aseguro que toda luz que podamos hacer sobre nuestra mente, todo conocimiento que adquiramos sobre el entendimiento, no solamente nos agradará, sino nos conferirá ventajas para reglar nuestros pensamientos en otras investigaciones.

2.-Designio.

Así, siendo mi propósito investigar la certidumbre original y los alcances del conocimiento humano, así como los fundamentos y grados de creencia, opinión y asentimiento, no he de inmiscuirme en consideraciones físicas sobre la mente: bastará para mis fines el considerar la facultad humana de discernimiento tal como es empleada con los objetos que tiene que tratar. E imaginaré no estar del todo equivocado en los pensamientos que tengo sobre el particular si, con este método histórico, llano, puedo lograr una explicación sobre cómo nuestro entendimiento llega a alcanzar las nociones de cosas que tenemos, y si puedo establecer medidas de nuestro conocimiento seguro o fundamento de las persuasiones humanas que son tan contrarias, diferentes y variadas como afirmadas en una y otra parte como seguras, afirmadas con toda confianza, que quien ojeara las opiniones de la humanidad observando a la vez su posición, quien observara el afán con que se mantienen estas opiniones, quizá tendría razón para sospechar que o no existe lo que se llama la verdad o carece el hombre de los medios para tener conocimiento cierto de ella.

3.- Método.

Por esto, es menester buscar los limites entre la opinión y el conocimiento, examinando por qué medidas, en lo que no tenemos conocimiento cierto, debemos frenar nuestro asentimiento y moderar nuestros deseos de persuadir, y para ello seguiré el siguiente método:

Ante todo, investigaré el origen de estas ideas, nociones o como queráis llamarlas, que observa el hombre sabiendo que las tiene en su mente e investigaré, asimismo, las maneras con que el entendimiento llega a estar provisto de ellas.

En segundo término, procuraré mostrar la clase de conocimiento que tiene el entendimiento a través de estas ideas, así como la certeza, alcance y evidencia del mismo.

En tercer término, investigaré la naturaleza y fundamentos de la fe u opinión, por la cual entiendo ese asentimiento que damos a una proposición como verdadera, aunque no tengamos conocimiento cierto de esa verdad. Llegado a esto, tendremos oportunidad de examinar las razones y grados de asenso.

4.- Es útil conocer el alcance de nuestra comprensión.

Si con esta investigación sobre la naturaleza del entendimiento logro descubrir sus poderes: dónde llegan, dónde faltan, a qué se prestan, supongo que ello resultará útil para convencer al ocupado intelecto del hombre para que sea más cauto al entrar en cuestiones que exceden su comprensión, menos atrevido cuando está en el límite de su capacidad y con ello pueda detenerse en callada ignorancia frente a las cosas que están más allá de nuestra posibilidad.

5.- Nuestra capacidad es adecuada a nuestro estado y preocupaciones.

Aunque la comprensión de nuestro entendimiento es muy breve respecto a la gran extensión de las cosas, tenemos suficiente motivo para ensalzar al bondadoso autor de nuestro ser debido al grado y proporción del conocimiento que nos ha donado, tan superior al del resto de habitantes de esta tierra. Los hombres tienen, pues, motivos para encontrarse satisfechos con lo que Dios ha considerado adecuado para ellos, pues, como dice San Pedro, les ha dado todo cuanto es necesario para la comodidad de la vida y el practicar la virtud. Y ha puesto al alcance de su descubrimiento la manera de sostenerse en esta vida y prepararse adecuadamente para otra mejor... No será excusa para un súbdito ocioso y mal dispuesto que se niega a atender su negocio a la luz de una vela el alegar que no tiene amplia luz de sol. La bujía que llevamos nosotros alumbra lo bastante para conseguir nuestros fines y los descubrimientos que gracias a ella hiciéramos deberían satisfacernos. Usamos rectamente nuestro entendimiento al manejar los objetos de esa manera en que resultan adecuados a nuestras facultades y sobre fundamentos capaces de sernos propuestos, más no exigir absoluta demostración o pedir certidumbre donde sólo se halla probabilidad, la cual basta para gobernar nuestros negocios: si hemos de dudar de todo porque no tenemos certeza de todas las cosas, pareceremos mucho un hombre que teniendo piernas no quiere caminar y se queda sentado porque no tiene alas para volar.
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6.- El conocimiento de nuestra capacidad es un remedio al escepticismo y al ocio.

Al conocer nuestras fuerzas, sabremos mejor lo que debemos emprender con mayores probabilidades de éxito. Cuando hayamos examinado bien y calculado los poderes de nuestra mente, sabiendo lo que podemos esperar de ellos, no nos inclinaremos ni a quedarnos inmóviles, desesperando de saber algo, ni a ponerlo todo en duda debido a que hay cosas que no se comprenden. Útil le resulta al marinero saber el largo de la sonda, aunque no pueda medir con ella todas las profundidades del océano: sólo le interesa saber que es lo suficientemente larga para tocar el fondo en los puntos necesarios para dirigir su navegación evitando los bancos que pueden dañarla. Y nuestro negocio no consiste en saber todas las cosas, sino solamente las que atañen a nuestra conducta. Y si logramos descubrir las medidas mediante las cuales tina criatura racional, como el hombre según se halla en este inundo, puede y debe gobernar sus opiniones y actos, no tendremos por qué preocuparnos de que otras cosas escapen a nuestro conocimiento.

7.- Origen de este ensayo.

Estas cuestiones han originado el presente ensayo respecto al entendimiento, pues he pensado que para satisfacer diversas preguntas en que cae el intelecto humano, es necesario ante todo emprender un examen de nuestro mismo entendimiento, así como estudiar nuestras facultades e investigar en sus posibilidades. Mientras esto no se llevara a término, sospecharía que empezábamos por el extremo opuesto y en vano buscaríamos satisfacción en una posesión tranquila de las verdades que más nos interesan, soltando nuestro pensamiento en el vasto océano del ser, como si todo este dominio ilimitado fuera posesión natural e indudable de nuestro entendimiento y nada estuviera fuera de sus decisiones o ajeno a su comprensión. Extendiendo los hombres sus investigaciones más allá de su capacidad y dejando al pensamiento errando en honduras insondables, no es de extrañar que se planteen miles de cuestiones y se multipliquen disputas inaclarables y que sólo sirven para continuar las dudas, aumentarlas y hundirlos en un escepticismo total. Mas si, por el contrario, consideráramos bien las capacidades de nuestro entendimiento, una vez descubierto nuestro alcance, estableciendo el horizonte que corta los límites de las partes iluminadas y las oscuras de las cosas, entre lo que es y no es comprensible, quizá los hombres aceptarían con menor escrúpulo el confesar ignorancia de lo uno y emplearían su pensamiento y razón con más ventaja y satisfacción en lo demás.

8.- Lo que se entiende por idea.

He creído pertinente decir lo anterior acerca de la causa del presente ensayo sobre el entendimiento humano, mas antes de pasar a lo que he pensado sobre el tema, debo pedir perdón al lector por el frecuente uso de la palabra "idea", que encontrará en el texto que sigue. Como esta es la palabra que mejor expresa cualquiera cosa que sea objeto del entendimiento al pensar el hombre, la he usado para expresar cuanto se entiende por fantasma,
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noción, especie o cualquier cosa en que el entendimiento pueda pensar, y no podría evitar su frecuente uso.

Presumo que hay tales ideas en la mente del hombre.Cada cual tiene conciencia de ellas en sí mismo, y las palabras y actos de los semejantes nos convencerán de que también están en los demás.

Nuestra primera pregunta será, así, cómo llegan a la mente.

Capítulo II

1.- Basta mostrar el camino por el que llegamos a cualquier conocimiento para probar que no es innato.

Es opinión indubitable entre algunos hombres que en el entendimiento existen ciertos principios innatos, ciertas nociones primarias, innatos caracteres estampados en la mente que el alma recibe con su primer ser y trae consigo al mundo. Bastaría, para convencer al lector no prejuiciado por esta afirmación, que yo mostrara (como espero hacerlo a lo largo de este discurso) cómo los hombres, con el mero empleo de sus facultades naturales, pueden alcanzar todo el conocimiento que poseen sin ayuda de ninguna impresión innata y pueden también llegar a la certeza sobre algo sin ninguna de estas nociones o principios originarios, pues me imagino que todos acordarán que sería impertinente suponer que la idea de color es innata en una criatura a quien Dios ha dado vista y poder para percibirla del exterior. No menos irrazonable sería el suponer varias verdades a las impresiones de la naturaleza y a los caracteres innatos cuando observamos en nosotros facultades aptas para alcanzar el conocimiento de ellas, con tanta facilidad y certeza como si estuvieran impresas en la mente.

Mas como no se permite al hombre, sin reprochárselo, el seguir sus pensamientos particulares en la búsqueda de la verdad cuando es conducido un poco aparte del camino conocido, he de establecer las razones que me hicieron dudar de la verdad de esta opinión. Si estoy equivocado, lo dejo a consideración de quienes, como yo, están dispuestos a encontrar la verdad dondequiera se encuentre.

2.- El asenso general es el mayor argumento.

Nada se da por sabido por tantas personas como que existen ciertos principios que son a la vez especulativos y prácticos (porque así lo dicen) en que conviene universalmente toda la humanidad, mismos que, según argumentan, deben ser impresiones constantes en las almas que se dan con el primer ser y traen consigo al mundo, como lo hacen necesaria y realmente con sus facultades.

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