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Authors: Kevin J. Anderson

Campeones de la Fuerza (38 page)

BOOK: Campeones de la Fuerza
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El
Triturador de Soles
vibraba y oscilaba debido a las terribles tensiones de los campos gravitatorios. Luke experimentó un extraño estiramiento de su mente mientras permitía que sus sentidos se fueran desplegando hacia el exterior, como si estuviera siendo arrastrado hacia los insondables agujeros negros.

Kyp pilotaba el
Triturador de Soles
con los ojos abiertos, las mandíbulas tensas y los labios fruncidos en una mueca feroz.

—Ya casi hemos atravesado el muro —murmuró por entre sus dientes apretados.

Luke y Kyp llegaron por fin a la burbuja de calma escondida en el centro del cúmulo después de haber atravesado una eternidad de colores súper recalentados.

Luke parpadeó para aclararse la vista y buscó con la mirada el prototipo de la
Estrella de la Muerte
, esperando ver cómo disparaba su temible superláser contra la flota de asalto de Wedge. Pero lo que vio fue una batalla espacial de un tipo muy distinto. Las fuerzas de la Nueva República disparaban sin cesar y los cazas espaciales estaban enzarzados en frenéticos duelos individuales, pero no se desplegaban contra la
Estrella de la Muerte
, sino contra la letal silueta en forma de punta de flecha de un Destructor Estelar cuyo casco estaba cubierto de cicatrices y quemaduras.

—¡Es la almirante Daala! —exclamó Kyp con la voz enronquecida por el odio.

34

La estructura esquelética del prototipo permanecía escondida al otro lado del cúmulo de las Fauces con todos sus sistemas de energía desconectados mientras Tol Sivron, Golanda, Doxin, Yemm y el capitán de las tropas de asalto celebraban una reunión para analizar y discutir las implicaciones de su nueva situación.

Habían necesitado algún tiempo para encontrar un almacén vacío que pudiera ser reconvertido en una sala de conferencias adecuada, y habían tenido que prescindir de sus bebidas calientes y su repostería matinal. Pero Sivron era consciente de que estaban pasando por momentos muy graves, y eso quería decir que todos tendrían que hacer sacrificios en nombre del Imperio.

—Le agradezco mucho que nos haya señalado ese hueco en nuestros planes, capitán —dijo, obsequiándole con una sonrisa llena de dientes puntiagudos.

El capitán de las tropas de asalto les había mostrado un apéndice de los procedimientos de emergencia donde había una cláusula referente al secreto total que debía envolver todos los inventos de la Instalación de las Fauces. La cláusula, que se encontraba bajo el subencabezamiento «Diseminación de información», no podía ser más clara: «El acceso de los rebeldes a las investigaciones y los datos desarrollados por la Instalación de las Fauces deberá ser impedido cueste lo que cueste.» El capitán había afirmado que esa cláusula podía ser interpretada como una orden de destruir la Instalación de las Fauces después de que hubiera sido conquistada por las fuerzas rebeldes.

—«Cueste lo que cueste» —repitió el capitán—. Está claro que eso significa que debemos destruir la Instalación antes que permitir que los rebeldes tengan acceso a nuestro trabajo.

—Bueno, eso nos da otra oportunidad de disparar nuestro superláser por el bien del Imperio —dijo Doxin, y enarcó sus cejas delgadas como alambres de tal forma que su cuero cabelludo se llenó de arruguitas, adquiriendo un curioso parecido con una duna surcada por las orugas de un vehículo todo terreno.

Yemm, el devaroniano, seguía pasando las páginas y examinaba párrafo tras párrafo de las normas de procedimiento, estudiando la terminología en su cuaderno de datos.

—No encuentro nada que contradiga la interpretación del capitán, director Sivron —dijo por fin.

—Muy bien, entonces queda aprobada la moción —dijo Sivron—. Llevaremos el prototipo de regreso a las Fauces, utilizando para ello nuestra trayectoria de vuelo anterior. Ocúpese de los detalles, capitán.

—Sí, señor —dijo el capitán de las tropas de asalto.

—Bueno, entonces todo resuelto —dijo Tol Sivron mientras hacía repiquetear sus largas garras sobre la superficie de la mesa—. Si no hay ningún otro tema del que hablar, se levanta la sesión.

Todos se pusieron en pie para marcharse, alisándose los uniformes y empezando a alejarse de la mesa.

Tol Sivron cogió un pequeño cronómetro, vio que sólo habían transcurrido dos horas y parpadeó mientras sus ojillos se llenaban de sorpresa. Había sido una de las reuniones más cortas que había presidido en toda su carrera como administrador científico.

35

Cetrespeó tenía tanto trabajo con las configuraciones y tácticas de batalla y los enjambres de naves que giraban locamente alrededor de las cinco lanzaderas de asalto de la clase gamma que se vio obligado a concentrar toda su atención en la batalla, y acabó olvidándose por completo de su miedo.

El
Gorgona
flotaba ominosamente sobre ellos, descargando andanadas contra la Instalación de las Fauces o disparando contra las naves de la Nueva República.

Chewbacca gruñó y entrecerró sus ojos ribeteados de pelaje para estudiar la pauta de fuego del Destructor Estelar. Después dejó escapar un bufido, gruñó una idea a Cetrespeó y conectó el haz de banda estrecha nave-a-nave del sistema de comunicaciones sin esperar a que Cetrespeó respondiera.

Chewbacca habló rápidamente en el lenguaje wookie, lo que Cetrespeó consideró como una decisión muy prudente desde el punto de vista táctico. Cetrespeó era un androide de protocolo y comprendía más de seis millones de formas de comunicación, pero dudaba mucho de que a bordo del
Gorgona
hubiese alguien capaz de entender lo que estaba diciendo Chewbacca.

Cetrespeó salió de su estado de máxima concentración para dirigirse al wookie en el mismo instante en que Chewbacca recibía las respuestas de los pilotos wookies de las otras lanzaderas de asalto.

—Discúlpame, pero es que sencillamente no veo ninguna forma de que podamos destruir todas las hileras de cañones turboláser de estribor del Destructor Estelar —dijo—. Es un suicidio, Chewbacca... ¿Por qué no esperamos a que lleguen más cazas de las naves de la Nueva República? Creo que sería la estrategia más prudente y menos peligrosa.

Chewbacca dejó escapar un gruñido amenazador, y Cetrespeó pensó que sería mejor no continuar insistiendo.

Un ala de combate de cazas TIE pasó a toda velocidad ante ellos disparando andanadas con sus cañones láser. Una lanzadera de asalto atravesó el fuego cruzado, y cuando Cetrespeó reconstruyó las imágenes un momento después, llegó a la conclusión de que había recibido ocho impactos directos en sólo dos segundos. Sus escudos dejaron de funcionar. Las planchas del casco se doblaron, y la lanzadera estalló mientras los cazas TIE volvían con un rugido de motores para enfrentarse con los cazas X y los cazas Y que estaban surgiendo de los navíos de combate de la Nueva República.

Chewbacca lanzó un rugido impregnado de pena al ver morir a algunos de sus amigos recién rescatados. El grito fue coreado por los otros wookies a través del sistema de comunicaciones.

La explosión hizo que Cetrespeó experimentase una repentina desorientación, ya que había estado parcialmente conectado a la nave destruida, y el androide sintió como si una parte de sí mismo también hubiera quedado destruida.

—¡Oh, cielos! —exclamó, y concentró su atención en la delicada labor de coordinar las maniobras de las otras lanzaderas—. Cuentas con todo mi apoyo, Chewbacca. No podemos permitir que hagan algo así.

Chewbacca indicó que estaba de acuerdo con un rugido y asestó una afable palmada de camaradería en la espalda de Cetrespeó, con el resultado de que faltó muy poco para que el androide atravesara los paneles de control.

Un puntito luminoso surgió repentinamente de la nada y pasó a toda velocidad por delante de ellos, y Cetrespeó consiguió congelar la imagen en sus sensores ópticos. La grabación le mostró la silueta cristalina y llena de ángulos de un diminuto aparato biplaza, y el androide la reconoció al instante.

—Oh, vaya... ¿No es el
Triturador de Soles
? —preguntó.

Chewbacca puso cara de preocupación y lanzó un rugido desafiante mientras las cuatro lanzaderas de asalto restantes sobrevolaban el
Gorgona
por estribor. Avanzaron a toda velocidad sobre la compleja topografía del casco, convertida en una mancha borrosa llena de protuberancias indescifrables, cañerías, pozos de combustible, mirillas y equipo de apoyo vital. Las baterías turboláser de gran calibre de Daala alternaban sus andanadas contra la Instalación de las Fauces con los disparos contra los cazas estelares de la Nueva República.

Siete cazas TIE se separaron de la oleada atacante principal y trazaron un círculo para volver hacia el escuadrón de Chewbacca, pero los wookies lanzaron una ráfaga destructora con los cañones desintegradores pesados de la lanzadera de asalto. El viejo Nawruun y varios wookies más estaban sentados en los puestos artilleros, y disparaban implacablemente contra el enemigo.

Una telaraña de haces desintegradores surgió de las lanzaderas y causó graves daños en cuatro de los cazas TIE atacantes, dejándolos inutilizados. Otros dos viraron a toda prisa para huir de la repentina destrucción infligida por aquella gran potencia de fuego y chocaron con un flanco del
Gorgona
. El único superviviente del grupo de ataque se alejó en busca de refuerzos.

Chewbacca dejó escapar un gruñido de satisfacción.

Las lanzaderas de asalto descargaron un diluvio de destrucción sobre las baterías turboláser del Destructor Estelar, haciendo varias pasadas por encima de ellas y lanzando toda su dotación de proyectiles fragmentadores. Los sistemas de armamento estallaron y las planchas del casco se llenaron de erupciones humeantes, y el
Gorgona
quedó totalmente indefenso por un lado.

—¡Muy bien hecho, Chewbacca! —gritó Cetrespeó—. Lo has conseguido...

Chewbacca estaba ronroneando de pura satisfacción, y un instante después pudieron oír los ensordecedores rugidos de triunfo que surgieron de la parte de atrás de la lanzadera de asalto y el compartimento artillero. Pero los cazas TIE de refuerzo ya estaban aproximándose, y Cetrespeó decidió que había llegado el momento de poner fin a las frivolidades.

—Discúlpeme, señor, pero... Bueno, ¿no cree que sería preferible que nos retiráramos ahora mismo?

Kyp Durron dirigió el
Triturador de Soles
hacia un hangar en uno de los planetoides, maniobrándolo con tanta habilidad como el más consumado de los pilotos espaciales. El joven Jedi introdujo la nave en forma de espino por el hueco de las puertas blindadas y la metió en el hangar.

Luke dejó que Kyp se encargara de pilotar la nave mientras él utilizaba el sistema de comunicaciones, transmitiendo a la fragata de escolta primero y al centro de operaciones de la Instalación después.

—¿Estás ahí, Wedge? —preguntó—. ¿Te encuentras bien? Dime qué está pasando... Soy Luke.

Una respuesta surgió del comunicador, acompañada por una cacofonía de alarmas y órdenes dadas a gritos, informes de situación y el estrépito de fondo de los impactos directos obtenidos por el Destructor Estelar.

—¡Luke, estás vivo! ¿Qué estás haciendo aquí?

Luke cayó en la cuenta de que Wedge había entrado en el cúmulo de las Fauces antes de que Exar Kun fuese derrotado.

—Hemos traído el
Triturador de Soles
hasta aquí para destruirlo —explicó—, pero parece que tú tienes unos cuantos problemas particulares.

—Necesitaría unas cuantas horas para contarte todo lo que ha ocurrido desde que iniciamos esta operación, Luke —replicó Wedge con voz tensa y entrecortada—. ¿Estás a salvo?

—De momento estamos perfectamente, Wedge. Nos hemos posado en uno de vuestros hangares de mantenimiento.

—Excelente. Cualquier ayuda que puedas prestarnos nos vendrá de maravilla, eso te lo aseguro...

Kyp abrió la escotilla del
Triturador de Soles
después de haber asegurado la nave sobre la pista, y los dos bajaron por la escalerilla metálica. Después empezaron a trotar por los pasillos curvos que se abrían paso a través de la roca muerta. El palpitar rítmico de las repetidas andanadas de Daala creaba ecos que resonaban dentro de los túneles.

Entraron en el centro de operaciones e intentaron extraer algún sentido de la frenética actividad preparatoria que Wedge había organizado.

Wedge Antilles corrió hacia su amigo para darle un abrazo, y los dos se dieron palmadas en la espalda.

—Me alegra tanto que vuelvas a estar con nosotros... —dijo Wedge en un tono que estaba lleno de preguntas no formuladas. Después lanzó una mirada de desconfianza a Kyp Durron, que permanecía inmóvil en el umbral con expresión contrita—. ¿Qué está haciendo él aquí?

Qwi Xux había aparecido al lado de Wedge y también acababa de ver a Kyp, y dio un paso hacia atrás mientras dejaba escapar un jadeo ahogado.

—Lo siento mucho —dijo Kyp en voz baja y suave.

Luke se volvió hacia Wedge.

—Kyp ha venido aquí para ayudarnos, Wedge —dijo—. Ha vuelto del lado oscuro, y yo he hecho las paces con él. Si continúas teniendo una deuda pendiente con Kyp... Bueno, entonces tendrás que esperar a que todo esto haya terminado antes de vértelas con él.

Wedge miró a Qwi, y vio que su delgado rostro de facciones delicadas se tensaba durante unos momentos antes de que acabara asintiendo de manera casi imperceptible con la cabeza.

—Kyp ha venido aquí para destruir el
Triturador de Soles
como forma de hacer penitencia, pero ahora... —Luke puso la mano sobre el hombro de su estudiante y lo apretó—. Ahora somos dos Jedi que ofrecen sus servicios en esta batalla.

Wedge se volvió hacia uno de los comandos.

—Quiero que me proporcionen una evaluación de la situación actual —dijo.

El equipo táctico respondió al instante con una veloz lista de cazas estelares desplegados, disparos lanzados y un recuento de pérdidas enemigas y aliadas.

—El grupo de Chewbacca parece haber destruido todas las baterías turboláser de estribor del
Gorgona
.

Wedge puso cara de alivio.

—Si consiguiéramos seguir causando daños a Daala más deprisa de lo que ella nos los causa a nosotros... —murmuró, y meneó la cabeza.

—¿Dónde está Han? —preguntó Luke.

Kyp se irguió y aguardó la respuesta con expresión anhelante. Wedge frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

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