Bridget Jones: Sobreviviré (8 page)

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Authors: Helen Fielding

Tags: #Novela

BOOK: Bridget Jones: Sobreviviré
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Quizá sea cierto lo que dicen las Petulantes Casadas de que los hombres solteros están solteros sólo porque tienen defectos enormes. Por eso todo es tan jodidamente, jodidamente, jodidamente... No quiero decir que ser gay sea un defecto en sí, pero sí que lo es si eres la novia de uno que fingía no serlo. Voy a estar sola para el día de San Valentín por cuarto año consecutivo, y pasaré las próximas Navidades en la cama individual de casa de mis padres. Otra vez. Maldición. ¡Maldicioooón!

Ojalá pudiese llamar a Tom. Es típico de él irse a San Francisco justo cuando necesito consejo desde el punto de vista de un gay, típico. Él siempre me está pidiendo consejo, durante horas, sobre sus crisis con otros homosexuales y luego, cuando yo necesito consejo sobre una crisis con un homosexual, ¿qué hace él? Se va a la JODIDA SAN FRANCISCO.

Calma, calma. Me doy cuenta de que está mal echarle todas las culpas del incidente a Tom, sobre todo teniendo en cuenta que el incidente no tiene nada que ver con Tom, no debo medicarme culpando. Soy una mujer independiente, serena, receptiva y sensible, totalmente completa en sí misma... ¡Aaah! El teléfono.

—Bridget, soy Mark. Lo siento tanto... Lo siento tanto... Fue horrible que sucediera eso.

Él sí sonaba horrible.

—¿Bridget?

—¿Qué? —dije, intentando que me dejaran de temblar las manos para poder encender un Silk Cut.

—Sé lo que debe de haber parecido. Yo he tenido un
shock
tan grande como tú. No le había visto nunca en mi vida.

—Bueno, ¿y entonces quién era? —le espeté.

—Resulta que es el hijo de mi ama de llaves. Yo ni siquiera sabía que tuviese un hijo. Al parecer es esquizofrénico.

Se oían gritos de fondo.

—Ya voy, ya voy. Oh, Dios. Mira, voy a tener que solucionar esto. Por el ruido parece que esté intentando estrangularla. ¿Puedo llamarte más tarde? —Más gritos—. Espera, sólo... Bridget, te llamaré por la mañana.

Estoy muy confusa. Ojalá pudiese llamar a Jude o a Shaz para saber si la excusa es válida, pero ya es muy tarde. Quizá intente dormir.

9 a.m. ¡Aaah! ¡Aaah! El teléfono. ¡Hurra! ¡No! ¡Maldición! Acabo de recordar lo que ocurrió.

9.30 a.m. No era Mark sino mi madre.

—Sabes, cariño, estoy completamente furiosa.

—Mamá —la interrumpí resueltamente—. ¿Te importa que te llame desde el móvil?

Todo estaba volviendo a mí en oleadas. Tenía que cortar la llamada por si Mark estaba intentando llamar.

—¿Móvil, cariño? No seas ridicula, no has tenido uno de esos desde que tenías dos años. ¿Recuerdas? ¿Uno con pececitos? Oh. Papá quiere decirte algo pero... Bueno, ya está aquí.

Esperé pasando frenéticamente la mirada del móvil al reloj.

—Hola, querida —dijo papá en tono de hastío—. No se va a Kenia.

—Genial, bien hecho —dije, contenta de que como mínimo uno de nosotros no estuviese en crisis—. ¿Qué has hecho?

—Nada. Le ha caducado el pasaporte.

—¡Ja! Brillante. No le digas que puede conseguir uno nuevo.

—Oh, ya lo sabe, ya lo sabe —dijo él—. La cuestión es que, si quieres tener uno nuevo, has de tener una foto nueva. O sea que no es por respeto hacia mí, es simplemente una cuestión de coquetear con los oficiales de la aduana.

Mamá cogió el teléfono.

—Eso es absolutamente ridículo, cariño. Me hicieron la foto y parecía tan vieja como las montañas. Una dijo que lo intentase en una cabina, pero es peor. Me quedo con el pasaporte viejo y fin de la historia. Bueno, ¿cómo está Mark?

—Está bien —dije con voz aguda y entrecortada, evitando a duras penas añadir: le gusta acostarse con jóvenes orientales y juguetear con conejitos, ¿no te parece divertido?

—¡Bueno! Papá y yo hemos pensado que quizá tú y Mark querríais venir a comer mañana. No os hemos visto juntos. He pensado meter una lasaña en el horno con unas pocas judías.

—¿Puedo llamarte luego? Llego tarde a... ¡yoga! —dije, inspirada.

Conseguí librarme de ella después de una anormalmente corta arenga de quince minutos durante la cual quedó cada vez más claro que todo el poder de la Oficina de Pasaportes Británica no iba a ser un contrincante demasiado difícil para mamá y la foto vieja, y luego, desolada y confundida, busqué otro Silk Cut. ¿Ama de llaves? Quiero decir que, ya sabía que tiene un ama de llaves, pero... Y además toda aquella historia con Rebecca. Y vota a los
tories.
Quizá me coma un poco de queso. ¡Aaah! El teléfono.

Era Shazzer.

—Oh Shaz —dije tristemente, y empecé a contarle toda la historia.

—Para ahí —dijo incluso antes de que hubiese llegado a la parte del chico oriental—. Para. Te lo voy a decir una sola vez y quiero que me escuches.

—¿Qué? —le dije, pensando que si había alguien en el mundo incapaz de decir algo una sola vez —aparte de mi madre— ésa era Sharon.

—Déjalo.

—Pero...

—Déjalo. Ya tienes la señal de aviso: vota a los
tories.
Y ahora déjalo antes de que te impliques demasiado.

—Pero espera, eso no es...

—Oh, por amor de Dios —gruñó—. Ha hecho todo lo que ha querido, ¿no? Viene a tu casa, se lo hacen todo. Tú te vistes de punta en blanco para sus horribles amigos
tories y
¿qué hace él? Flirtea con Rebecca. Te trata con condescendencia. Y vota a los
tories.
Es todo tan manipulativo, paternalista...

Miré nerviosamente el reloj.

—Mmm, Shaz, ¿puedo llamarte desde el móvil?

—¡Qué! ¿Por si te llama? ¡No! —explotó.

Justo entonces empezó a sonar el móvil.

—Shaz, tengo que dejarte. Te llamaré más tarde.

Pulsé llena de impaciencia el botón del móvil.

Era Jude.

—Oh, oh, estoy tan resacosa. Creo que voy a vomitar. —Empezó a explicar una larguísima historia acerca de una fiesta en el Met Bar, pero tuve que detenerla porque sentí que verdaderamente todo el asunto del joven oriental era más apremiante. Realmente creo que eso era lo correcto. No estaba siendo egoísta.

—Oh, Dios, Bridge —dijo Jude cuando hube acabado—. Pobrecilla. Creo que lo has manejado muy, muy bien. De verdad. Realmente has avanzado.

Sentí una gran sensación de orgullo, seguida de perplejidad.

—¿Qué he hecho yo? —dije mirando a mi alrededor y pasando alternativamente de una sonrisa de autosatisfacción a un confuso parpadeo.

—Has hecho exactamente lo que dice en
Mujeres que aman demasiado.
No has hecho nada. Sólo desvincularte. No podemos solucionarles sus problemas. Simplemente nos desvinculamos.

—Vale, vale —dije asintiendo muy seria.

—No deseamos que les vaya mal. No deseamos que les vaya bien. No les llamamos. No les vemos. Simplemente nos desvinculamos. Y una mierda el hijo del ama de llaves. Si tiene un ama de llaves, ¿cómo es que siempre viene a tu casa y hace que tú laves los platos?

—Pero ¿y si
era
el hijo del ama de llaves?

—Venga, Bridget —dijo Jude con severidad—, eso es lo que se llama Negación.

11.15 a.m. He quedado con Jude y con Shazzer en el 192 para comer. Vale. No voy a caer en la Negación.

11.16 a.m. Sí. Estoy completamente desvinculada. ¡Ya lo ves!

11.18 a.m. Joder, joder, joder, no puedo creer que todavía no haya llamado. Odio el comportamiento pasivo-agresivo del teléfono en el mundo moderno de las citas, utilizando la no comunicación como forma de comunicación. Es terrible, terrible: una llamada o la ausencia de ésta marca la diferencia entre el amor y la amistad, o entre la felicidad y ser dejada a tu suerte en la despiadada guerra de trincheras de las citas, exactamente en la misma situación que antes pero sintiéndote incluso más jodida que la última vez.

Mediodía. No me lo podía creer. El teléfono empezó a sonar mientras yo lo miraba fijamente, como si lo hubiese hecho sonar con la energía de mi mente, y esta vez era Mark.

—¿Cómo estás? —me dijo en tono de hastío.

—Yo estoy bien —dije, intentando mostrarme desvinculada.

—¿Qué tal si te paso a buscar y vamos a comer algo y charlamos ?

—Mmm..., voy a comer con las chicas —dije, realmente bastante desvinculada.

—Oh,
Dios.

—Y Qué?

—Bridget. ¿Tienes idea de la noche que he pasado? Ese chico estaba intentando estrangular a su madre en la cocina, vino la policía y una ambulancia, dardos tranquilizantes, viajes al hospital, filipinos histéricos por toda la casa. De verdad que siento muchísimo que tuvieses que pasar por todo eso, pero yo también he pasado por ello, y no creo que fuera culpa mía.

—¿Por qué no has llamado antes?

—¡Porque cada vez que tenía un segundo para llamar, por teléfono o con el móvil, joder, estabas siempre comunicando!

Mmm. La desvinculación no había funcionado demasiado bien. Y él lo ha pasado realmente mal. He quedado con él para cenar y me ha dicho que pasará la tarde durmiendo. Solo, espero profunda y sinceramente.

domingo 2 de febrero

58,1 Kg. (excelente: me estoy transformando en un chico oriental), 3 cigarrillos (muy bien), 2.100 calorías (muy modesto), 1 novio otra vez (¡hurra!), libros de autoayuda que el novio recién reinstaurado ha contado en voz alta de forma incrédula y sin tomárselos en serio: 37 (sólo lógico en estos tiempos que corren).

10 p.m. En el apartamento. Todo vuelve a ir bien. Al principio la situación durante la cena fue un poco violenta, pero mejoró cuando decidí que creía su historia, sobre todo cuando él me dijo que tenía que ir hoy mismo a ver a su ama de llaves.

Pero entonces, cuando nos estábamos comiendo la
mousse
de chocolate, me dijo:

—¿Bridge? Anoche, incluso antes de que ocurriese todo aquello, empecé a sentir que las cosas no iban bien.

Sentí una fría convulsión de miedo en el estómago. Lo cual era verdaderamente irónico porque yo también había estado pensando que las cosas no iban bien. Aunque en realidad todo va muy bien si eres tú quien piensa que las cosas fallan en la relación, pero cuando la otra persona empieza a pensarlo, es como si alguien criticase a tu madre. Además, hace que empieces a pensar que estás a punto de ser abandonada, lo cual, aparte del dolor, la pérdida, el corazón roto, etc., resulta muy humillante.

—¿Bridge? ¿Estás hipnotizada?

—No. ¿Por qué pensabas que las cosas no iban bien? —susurré.

—Bueno, cada vez que intentaba tocarte, te apartabas como si fuese un viejo sátiro.

Gran sensación de alivio. Le expliqué lo de las horribles bragas y él se desternilló de risa. Pedimos un poco de vino dulce, los dos nos pusimos un poco alegres y, achispados, acabamos volviendo a mi piso y echando un fantástico polvo.

Por la mañana, cuando estábamos tirados frente al fuego leyendo los periódicos, empecé a preguntarme si tenía que sacar a colación de nuevo el asunto de Rebecca y el porqué de que él siempre se quedara en mi casa. Pero Jude me dijo que no debía hacerlo porque los celos son un rasgo muy poco atractivo para el sexo opuesto.

—Bridget —dijo Mark—, pareces haber entrado en trance. Te estaba preguntando por el significado del nuevo sistema de estanterías. ¿Estás haciendo meditación? ¿O es que de alguna manera el sistema de soportes de las estanterías es budista?

—Es por el cable de la electricidad —dije vagamente.

—¿Qué son todos estos libros? —dijo levantándose y echándoles un vistazo—.
¿ Cómo conseguir citas con mujeres jóvenes: guía para hombres mayores de treinta y cinco ? ¿ Si Buda tuviese citas ?
¿
Ir a por ello,
de Víctor Kyam?

—¡Son mis libros de autoayuda! —dije protectoramente.


¿Lo que quieren los hombres? ¿Más allá de la codependencia con un hombre incapaz de comprometerse? ¿ Cómo amar a tu hombre separado sin perder la cabeza?
Supongo que eres consciente de que estás formando el cuerpo de conocimiento teórico sobre el comportamiento del sexo opuesto más amplio del universo. ¡Empiezo a sentirme como un animal de laboratorio!

—Mmm...

Me estaba sonriendo.

—¿Se supone que los lees a pares? —dijo, cogiendo un libro de las estanterías—. ¿Para protegerte por ambos lados?
¿Feliz de estar soltera
con
Cómo encontrar a tu compañero ideal en treinta días? ¿El budismo sencillo
con
Ir a por ello
de Víctor Kyam?

—No —dije indignada—. Los leo uno a uno.

—¿Por qué diablos compras estas cosas?

—Bueno, de hecho tengo una teoría con respecto a eso —empecé a decir entusiasmada (porque realmente tengo una teoría con respecto a eso)—. Si consideras otras religiones del mundo como...

—¿Otras religiones del mundo? ¿Aparte de cuál?

Grrr. A veces desearía que Mark no tuviese una preparación tan jodidamente legalista.

—Aparte de los libros de autoayuda.

—Sí, me imaginaba que ibas a decir eso. Bridget, los libros de autoayuda no son una religión.

—¡Sí que lo son! Son una
nueva forma
de religión. Es casi como si los seres humanos fuesen corrientes de agua y al encontrar un obstáculo en su camino lo rebasasen y lo bordeasen espumeantes para encontrar otra senda.

—¿Rebasasen y bordeasen, Bridge?

—Lo que quiero decir es que cuando la religión organizada se desploma, entonces la gente empieza a intentar encontrar otro conjunto de reglas. Y, en efecto, como estaba
diciendo,
si lees libros de autoayuda ves que tienen muchas ideas en común con otras religiones.

—¿Como por ejemplo...? —dijo, haciendo girar la mano como para animarme a seguir.

—Bueno, el budismo y...

—No. ¿Como por ejemplo qué ideas?

—Bueno —empecé, sintiendo cierto pánico porque por desgracia la teoría todavía no está tan bien desarrollada en conjunto—, pensar en positivo. En
Inteligencia emocional
dice que el optimismo, pensar que todo acabará bien, es lo más importante. Luego, por supuesto, está el hecho de creer en uno mismo, como en
Confianza emocional.
Y, si te fijas en el cristianismo...

—¿Siiií?

—Bueno, ese fragmento que leen en las bodas, es lo mismo: «Esas tres cosas perduran: fe,
esperanza j
amor.» Y también está lo de vivir el momento... eso es
La carretera menos recorrida,
y también es un concepto budista.

Mark me miraba como si estuviese loca.

— ... Y el perdón: lo dice en
Usted puede sanar su vida,
que guardar el resentimiento es malo para uno, y que hay que perdonar a la gente.

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