Bridget Jones: Sobreviviré (32 page)

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Authors: Helen Fielding

Tags: #Novela

BOOK: Bridget Jones: Sobreviviré
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domingo 24 de agosto

Minutos que he llorado: O (¡hurra!).

Mucho más alegre porque he podido dormir. Creo que voy a encontrar a Phrao. Phrao es mi amiga porque fue trasladada al mismo tiempo que yo y le dejé mi Wonderbra. A pesar de no tener pechos que cubrir, pareció gustarle: siempre está andando por ahí con el Wonderbra puesto y diciendo «Madonna». No puedo evitar pensar que es amor interesado o amor de cajón de ropa interior, pero los pobres no escogen y está bien tener una amiga. Y tampoco quiero que sea como cuando los rehenes de Beirut salieron y era obvio que a nadie le gustaba realmente Terry Waite.

¿Ves? Puedes acostumbrarte a todo si lo intentas. No voy a caer en una depresión. Seguro que en casa están haciendo algo. Shazzer y Jude estarán organizando campañas en los periódicos como la de John McCarthy y manifestándose delante de la Cámara de los Comunes con banderas con mi rostro y antorchas.

Tiene que haber algo que yo pueda hacer. A mi modo de ver, salir depende de capturar a Jed y obtener una confesión, con lo cual deberían de poner un poco más de esfuerzo en capturar y obtener.

2 p.m. ¡Hurra! De repente soy la mujer más popular de la celda. Le estaba enseñando las letras de las canciones de Madonna a Phrao, porque ella está obsesionada con Madonna, cuando un pequeño grupo empezó a formarse a nuestro alrededor. Parecieron considerarme una diosa porque me sabía toda la letra de «Immaculate Collection». Acabé, forzada por la demanda popular, cantando «Like a Virgin» subida a una pila de colchones, llevando el Wonderbra y el sarong y utilizando un tampax como micrófono, momento en el que

el guarda empezó a gritar con una voz muy aguda. Levanté la mirada y vi que el representante del cónsul británico acababa de entrar.

—Ah, Charlie —dije con una sonrisa bajándome de los colchones y acercándome a él a toda prisa, al mismo tiempo que intentaba subirme el sarong hasta por encima del sujetador y recobrar mi dignidad—. ¡Estoy tan contenta de que hayas venido! ¡Tenemos muchas cosas de que hablar!

Charlie parecía no saber hacia dónde mirar, pero al parecer no podía evitar mirar continuamente en dirección al Wonderbra. Me trajo una bolsa de la embajada británica que contenía agua, galletas, bocadillos, repelente para insectos, algunos bolígrafos y papel de escribir y, lo mejor de todo, jabón.

Me quedé absolutamente anonadada. Era el mejor regalo que me habían hecho en toda mi vida.

—Gracias, gracias, no sé cómo agradecértelo lo suficiente —dije emocionada, a punto de rodearle con mis brazos y follármelo contra los barrotes.

—No hay de qué, de hecho, es la distribución estándar. Te habría traído una antes, pero toda la maldita gente del despacho no dejaba de coger los bocadillos.

—Ya veo —dije—. Bueno, Charlie. Jed.

Mirada vaga y vacía.

—¿Te acuerdas de Jed? —dije en un tono de Escucha-A-Mamá—. ¿El tío que me dio la bolsa? Es muy importante que lo cojamos. Me gustaría darte muchos más detalles sobre él y que entonces me envíes a alguien de la brigada antidroga que pueda dirigir la búsqueda.

—Vale —dijo Charlie, serio pero al mismo tiempo poco convencido—. Vale.

—Venga, vamos —dije transformándome en una persona tipo Peggy Ashcroft de los últimos días del imperio británico en la India que estuviera a punto de

golpearle en la cabeza con una sombrilla—. Si las autoridades de Tailandia están tan interesadas en dar ejemplo en lo de las drogas como para encarcelar a occidentales inocentes sin juzgarlos, como mínimo tienen que mostrar algún interés en atrapar a los traficantes.

Charlie se me quedó mirando tontamente.

—Ya, vale, vale —dijo frunciendo el ceño y asintiendo enérgicamente, sin que la más mínima chispa de comprensión le iluminase la mirada.

Charlie, después de que se lo hube explicado algunas veces más, de repente vio la luz.

—Ya, ya. Veo lo que quieres decir. Ya. Ellos tienen que ir tras el tío que te ha metido aquí porque si no parece que no estén haciendo ningún esfuerzo.

—¡Exacto! —dije sonriente, encantada con mi obra.

—Vale, vale —dijo Charlie mientras se ponía en pie, todavía con su seria expresión en el rostro—. Voy a hacer que se pongan a trabajar en esto ahora mismo.

Mientras le observaba marcharse me asombraba de que tal criatura pudiese haber ascendido por el escalafón del servicio diplomático británico. De repente tuve una idea luminosa.

—¿Charlie? —dije.

—Sí —dijo él bajando la mirada para comprobar que no tenía la bragueta abierta.

—¿Qué hace tu padre?

—¿Papá? —El rostro de Charlie se iluminó—. Oh, trabaja en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Es un maldito carroza.

—¿Es un político?

—No, de hecho es funcionario. Era la mano derecha de Douglas Hurd.

Comprobé rápidamente que los guardas no estaban mirando y me eché un poco hacia adelante.

—¿Qué tal te va tu carrera aquí?

—Para serte completamente sincero, está un poco

jodidamente estancada —dijo alegremente—. Maldito agujero negro de Calcuta a no ser, claro está, que vayas abajo, a las islas. Oh, perdona.

—¿No te iría realmente bien obtener un éxito diplomático? —empecé a tentarle—. ¿Por qué no le haces una llamadita a tu padre...?

lunes 25 de agosto

45 Kg. (delgadez en busca de atención) número de... oh, joder, el cerebro se ha disuelto. Seguro que va bien para adelgazar.

Mediodía. Un día malo y deprimente. Debía de estar loca para pensar que podía influir en algo. Estoy machacada por los mosquitos y las pulgas. Tengo náuseas y me siento débil, no paro de tener diarrea, algo delicado teniendo en cuenta la situación del orinal. Sin embargo, por un lado está bastante bien porque el delirio hace que todo sea irreal: mucho mejor que en la realidad. Ojalá pudiese dormir. Hace tanto calor... Quizá tenga malaria.

2 p.m. Maldito Jed. O sea, ¿cómo puede alguien ser tan...? Pero no debo guardar resentimientos o me hará daño. Desvincular. No le deseo enfermedades, no le deseo suerte. Me desvinculo.

2.01 p.m. Maldito jodido perro cerdo bastardo del infierno. Espero que su cabeza acabe clavada en una estaca.

6 p.m. ¡Resultados! ¡Resultados! Hace una hora vino el guarda y me sacó de la celda a empujones. Ha sido fantástico salir de la celda y alejarme del mal olor.

Me llevaron a una pequeña habitación de interrogatorios con una mesa de fórmica que simulaba madera, un armario gris metálico para documentos y un ejemplar de una revista porno gay japonesa, que el guarda se apresuró a sacar cuando un distinguido hombre tailandés bajo y de mediana edad entró y se presentó como Dudwani.

Resultó ser de la Brigada Antidroga y un hueso duro de roer. El bueno y viejo Charlie.

Empecé con los detalles de la historia, los vuelos en los que Jed había llegado y probablemente se había ido, la bolsa, la descripción de Jed.

—Así que, ¿seguro que pueden dar con él con esto? —concluí—. Sus huellas dactilares tienen que estar en la bolsa.

—Oh, sabemos dónde está —dijo como no tomando la cosa en serio—. Y él no tiene huellas dactilares.

Guau. Sin huellas dactilares. Como no tener pezones o algo así.

—¿Y por qué no lo han capturado?

—Está en Dubai —dijo de modo desapasionado.

De repente me sentí muy molesta.

—Oh, así que está en Dubai, ¿verdad? —dije—. Y lo saben todo sobre él. Y saben que lo hizo. Y saben que yo no lo hice y que él hizo que pareciese que fui yo quien lo hizo y yo no lo hice. Pero por la noche usted se va a casa con sus deliciosos palitos de saté y con su mujer y su familia y yo me quedo aquí por el resto de mi años fecundos por algo que no he hecho sólo porque no se puede molestar en coger a alguien que confiese por algo que yo no he hecho.

Me miró consternado.

—¿Por qué no hacen que confiese? —le dije.

—Está en Dubai.

—Bueno, pues entonces consigan que otra persona confiese.

—Señora Jones, en Tailandia, nosotros...

—Alguien debió de haberle visto entrar en la choza o debió de haber entrado porque él se lo dijo. Alguien debió de coser el forro con las drogas en el interior. Lo hicieron con una máquina de coser. Vaya a investigar, como se supone que debe hacer.

—Estamos haciendo todo lo que podemos —dijo fríamente—. Nuestro gobierno se toma muy en serio cualquier violación de los códigos sobre drogas.

—Y mi gobierno se toma muy en serio la protección de sus ciudadanos —dije pensando un momento en Tony Blair entrando a toda prisa y golpeando al agente tailandés en la cabeza con una cachiporra.

El hombre tailandés se aclaró la garganta para hablar.

—Nosotros...

—Y yo soy una periodista —le interrumpí—. De uno de los programas de actualidad más importantes de la televisión británica —dije intentando luchar contra la imagen de Richard Finch diciendo: «Estoy pensando en Harriet Harman, estoy pensando en ropa interior negra, estoy pensando...»

»Están planeando una fuerte campaña a mi favor.

Inciso mental para Richard Finch: «Oh, Bridget-a-quien-le-cuelga-el-bikini no ha regresado de sus vacaciones, ¿verdad? Besuqueándose en la playa se olvidó de coger el avión.»

»Tengo contactos en los cargos más importantes del gobierno y yo creo que, teniendo en cuenta el clima actual —me detuve para mirarle con intención, quiero decir, el clima actual siempre es algo, ¿verdad?—, en nuestros medios de comunicación estaría muy mal visto que yo fuese encarcelada en estas condiciones francamente espantosas por un crimen que no está claro y que incluso usted ha admitido que yo no he cometido, mientras las fuerzas policiales de aquí es

tan fracasando a la hora de hacer cumplir sus propias leyes a su propia gente y de investigar este crimen como es debido.

Me rodeé con el sarong con una dignidad tremenda, me eché hacia atrás en la silla y le miré con frialdad. El oficial se revolvió en su asiento, miró sus papeles. Entonces, con el bolígrafo en equilibrio sobre la mano, levantó la mirada.

—Señora Jones, ¿podemos volver al momento en que se dieron cuenta de que habían forzado la entrada de su choza?

¡Ja!

miércoles 27 de agosto

50,7 Kg., 2 cigarrillos (pero a un precio horrible), fantasías relacionadas con Mark Darcy/Colin Firth/el príncipe William irrumpiendo aquí y diciendo: «¡En nombre de Dios y de Inglaterra, soltad a mi futura mujer!»: constantes.

Dos preocupantes días en los que no ha ocurrido nada. Ni una palabra, ni visitas, sólo peticiones constantes de que cantase canciones de Madonna. Seguir leyendo el «If» sólo me sirve para mantener la calma. Y entonces esta mañana Charlie ha aparecido... ¡de un humor diferente! Extremadamente serio, top level y demasiado confiado, con otro envío de bocadillos de queso de crema que —dada la fantasía previa de la fecundación en la cárcel— no quise comer.

—Ya. Las cosas están empezando a moverse —dijo Charlie con el profundo aire de un agente del gobierno cargado de explosivos MI5 ocultos—. De hecho va endiabladamente bien. Parece que el Ministerio de Asuntos Exteriores está empezando a mover las tripas.

Intentando no pensar en pequeñas cagadas de alto nivel enviadas en cajas de regalo.

—¿Has hablado con tu padre?

—Ya, ya —dijo—. Lo saben todo al respecto.

—¿Ha salido en los periódicos? —dije, emocionada.

—No, no. Silencio, silencio. No queremos llamar la atención. Bueno. Hay correo para ti. Tus amigas se lo han enviado a papá. De hecho papá ha dicho que eran tremendamente atractivas.

Abrí el sobre grande marrón del Ministerio de Asuntos Exteriores con las manos temblorosas. La primera carta era de Jude y Shaz, escrita con cuidado, casi codificada, como si pensasen que quizá los espías la leerían.

Bridge, no te preocupes, te queremos. Vamos a sacarte de aquí. Jed ha sido localizado. Mark Darcy está ayudando (!).

El corazón me dio un vuelco. Eran las mejores noticias posibles (aparte, obviamente, de que me levantasen la sentencia de diez años de cárcel).

Recuerda Elegancia Interior y el potencial de la dieta en la cárcel. Pronto 192.

Repítete: «No debo preocuparme. Las chicas encima.»

Todo nuestro amor,

JUDE y SHAZ.

Miré la carta parpadeando de emoción y entonces abrí el otro sobre con impaciencia. ¿Quizá fuese de Mark?

Estaba escrita en la parte de atrás de una concertina de fotos del lago Windermere y decía:

Visitando a la abuelita en St. Anne's y dando una vuelta por los lagos. El tiempo es un poco cambiante pero hay unas
factory shops
geniales. ¡Papá se ha comprado una zamarra! ¿Puedes llamar a Una y comprobar que haya puesto el temporizador?

Con amor,

MAMÁ.

sábado 30 de agosto

50,7 Kg. (esperanza), 6 copas de alcohol (¡hurra!), O cigarrillos, 8.755 calorías (¡hurra!), número de veces que be comprobado que la bolsa no tenga drogas en su interior: 24.

6 a.m. En el avión. ¡Me voy a casa! ¡Libre! ¡Delgada! ¡Limpia! ¡Con el pelo resplandeciente! ¡Con mi ropa limpia! ¡Hurra! Tengo la prensa amarilla, el
Marie-Claire y
el
Helio!
Todo es maravilloso.

6.30 a.m. Inexplicable caída en picado. Desorienta volver a estar apretujada en un avión en la oscuridad con todo el mundo durmiendo. Siento una gran presión para estar eufórica pero me siento verdaderamente desmadrada. Anoche vinieron los guardas y me llamaron. Fui llevada a una habitación y me devolvieron mi ropa, me encontré con un nuevo oficial de la embajada llamado Brian que llevaba una extraña camisa de nailon de manga corta y gafas de alambre. Dijo que había habido un «progreso» en Dubai y presión desde el más alto cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores y que tenían que sacarme del país de inmediato antes de que el clima cambiase.

En la embajada todo fue extraño. Allí no había nadie excepto Brian, quien me llevó directamente a un cuarto

de baño muy sencillo y de estilo antiguo donde había una pila con todas mis cosas y me dijo que me diese una ducha y me cambiase, pero que lo hiciese a toda prisa.

No me podía creer lo delgada que estaba, pero no había secador de pelo así que el pelo seguía estando bastante loco. Obviamente no era importante pero habría estado bien estar guapa al regresar. Estaba empezando con el maquillaje cuando Brian llamó a la puerta y dijo que nos teníamos que ir ya.

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