»Seguirá una orden especial para la capital del Reich y sus alrededores, en especial para las grandes instalaciones de radio de Nauen, Königswusterhausen, Zeesen, Rehmate y Beelitz».
{405}
Al salir de prisión, Seebauer, uno de mis jefes de sección en aquella época, me comunicó que cuando estuve enfermo, en la primavera de 1944, Hitler había pensado ya en Saur.
{406}
En su última reunión estratégica, celebrada el 27 de abril de 1945; Hitler reaccionó con dureza: «Desobedecer una orden dada por mí significa, cuando se trate de un jefe del Partido, su inmediata aniquilación […]. No puedo imaginar que un jefe del Partido a quien yo dé una orden se atreva a no cumplirla». (Estenograma reproducido en el número 3 de
Spiegel
, 1966)
{407}
Otros extractos de esta carta:
«Abandonar mi puesto, incluso aunque usted así me lo ordenara, sería para mí en estos momentos decisivos una deserción frente al pueblo alemán y también frente a mis leales colaboradores. A pesar de ello, y sin considerar las consecuencias que ello puede acarrearme, me siento obligado a informarle, con franqueza y sin tapujos, de mi punto de vista frente a los acontecimientos. He sido de los pocos que siempre le han hablado honradamente y con franqueza, y así seguiré […].
»Creo en el futuro del pueblo alemán. Creo en una Providencia justa e implacable y, por consiguiente, creo también en Dios. Sentí un profundo dolor al ver, en los días de victoria de 1940, que amplios sectores de nuestra jefatura perdían la serenidad. En aquel momento habríamos debido acreditarnos frente a la Providencia con una actitud de decoro y de humildad interior. De haberlo hecho así, la victoria habría estado con nosotros. Pero en aquellos meses el Destino nos estimó demasiado débiles para afrontar éxitos mayores. Nuestra indolencia y nuestra pereza nos llevaron a desperdiciar un año valiosísimo para la industria de armamentos y para nuestro desarrollo, y con ello nos hicimos responsables de que en los años decisivos de 1944 y 1945 muchas cosas llegaran demasiado tarde. Si hubiéramos adelantado un año todas nuestras innovaciones, nuestro destino sería distinto. Como si la Providencia hubiera querido prevenirnos, a partir de entonces todos los hechos militares fueron seguidos de un infortunio sin igual. Jamás en una guerra las circunstancias externas, como el mal tiempo, han desempeñado un papel tan decisivo y desafortunado como en esta contienda, precisamente la más tecnificada de todas. Las heladas de Moscú, las nieblas de Stalingrado y el cielo despejado durante la ofensiva de invierno de 1944 en el frente occidental […].
»Sólo podré continuar trabajando con dignidad, convicción y fe en el futuro si usted,
mein Führer
, sigue apoyando como hasta ahora el mantenimiento de la energía vital de nuestro pueblo. No voy a entrar en detalles sobre la orden de destrucción promulgada por usted el 19 de marzo de 1945, que, mediante medidas apresuradas, despojará al pueblo alemán de sus últimas posibilidades industriales y cuyo conocimiento conmocionará profundamente a la población. Todas estas son cosas que, aunque decisivas, soslayan lo fundamental […].Tiene usted que comprender lo que ocurre en mi fuero interno. No puedo rendir todo lo posible ni inspirar la confianza necesaria si, al tiempo que invito a los trabajadores a sacrificarse al máximo, preparamos la destrucción de lo que constituye la base de su existencia».
{408}
El texto del decreto era el siguiente: «El
Führer
Cuartel general, 30 de marzo de 1945
Para unificar la ejecución de mi decreto del 19 de marzo de 1945, ordeno:
1. Las medidas de destrucción de instalaciones industriales tienen por único objeto impedir que el enemigo aproveche estas instalaciones y servicios para aumentar su fuerza combativa.
2. Las medidas que se adopten no deberán debilitar de ningún modo nuestra propia fuerza combativa. La producción deberá mantenerse en lo posible hasta el último momento, aun a riesgo de que alguna industria caiga intacta en manos del enemigo en caso de producirse un rápido avance. Por consiguiente, las instalaciones industriales de todo tipo, incluidas las de abastecimientos, no serán destruidas hasta que estén directamente amenazadas por el enemigo.
3. Mientras que, en el caso de puentes y otros puntos de comunicación, sólo su total destrucción puede impedir que el enemigo haga uso de ellas, en las instalaciones industriales se puede lograr el mismo resultado mediante una paralización eficaz.
La destrucción total de empresas de especial importancia (por ejemplo, centros de municiones, importantes fábricas químicas, etc.) será establecida por el ministro de Armamentos y Producción de Guerra en cumplimiento de mis instrucciones.
4. La puesta en práctica de las medidas de paralización y destrucción de las instalaciones industriales y otros servicios será ordenada por el jefe regional y comisario de defensa del Reich, quien velará por su cumplimiento.
La ejecución de la orden será de la exclusiva incumbencia de las centrales y delegaciones del Ministerio de Armamentos y Producción de Guerra.
5. El ministro de Armamentos y Producción de Guerra cuenta con mi aprobación para dictar las disposiciones necesarias para que se ejecute la orden. Él podrá impartir instrucciones concretas a los comisarios de defensa del Reich.
6. Estos mismos principios son aplicables a las empresas e instalaciones enclavadas en la zona de combate.
Firmado: Adolf Hitler». El decreto se refería únicamente a la industria. La orden de destrucción de los canales de navegación, instalaciones ferroviarias y de transmisiones y puentes no habían sufrido modificación alguna.
{409}
La orden, cursada a través de Jodl, fue promulgada el 29 de marzo y comunicada por Bormann a los jefes nacionales y regionales el 30 del mismo mes.
{410}
Estas disposiciones se enumeran en el «Asunto Secreto del Reich» del 30 de marzo de 1945.
{411}
El télex que dirigí a todos los encargados de vías de navegación que estaban bajo mis órdenes rezaba así:
«Las voladuras de esclusas, diques, presas, puentes sobre canales e instalaciones portuarias no se llevarán a efecto sin mi autorización, tal y como lo dispone el decreto del
Führer
del 30 de marzo de 1945. Comuníquese a la plana mayor de la Wehrmacht, con el ruego de que sean informadas las dependencias militares».
{412}
Por ejemplo, un radiograma enviado por el jefe regional Uiberreither decía así:
«Radiograma - PZRn.° 5/6 0830 3-4-1945 Al ministro del Reich Albert Speer Berlín W 8.
En relación con la orden del
Führer
del 19 de marzo, solicito instrucciones detalladas sobre las empresas de armamentos de mi región que no hayan de ser destruidas en ningún caso. Dado que la situación militar es muy insegura, se puede contar con un ataque por sorpresa en cualquier momento. Llamo su atención sobre las fábricas de aviación de Marburg, Steyr y Daimler-Puch-Graz, y sobre el traslado de industrias. Las industrias de armamentos de la Alta Estiria han de ser consideradas teniendo en cuenta mi desconocimiento de la situación militar en el Bajo Danubio. ¿Deben ser destruidas las centrales hidráulicas del Drave y el Mur, así como las centrales de vapor, antes de dejar que caigan intactas en manos del enemigo? Aquí sus directrices sólo tienen una validez condicionada, ya que no se puede hablar de un frente continuo.
Firmado: jefe regional Uiberreither».
Mi respuesta fue la siguiente: «Al jefe regional Uiberreither, Graz. Berlín, 3-4-1945.
De acuerdo con la orden del
Führer
del 30 de marzo de 1945, no va a haber tierra quemada. Todas las instalaciones y servicios habrán de ser paralizados, de forma que no contribuyan a acrecentar el potencial bélico enemigo. En casi todos los casos bastará con una paralización duradera realizada por especialistas, lo que nos permitirá lograr el fin señalado por el
Führer
. Esto afecta también a las industrias citadas por usted en su radiograma. Con su orden del 30 de marzo de 1945, el
Führer
ha anulado a propósito las diversas posibilidades de interpretación de la orden del 19 del mismo mes, decidiéndose de manera inequívoca por la paralización. Así pues, únicamente se realizarán destrucciones en los casos en los que el fin previsto no pueda lograrse por medio de una paralización.
Por lo demás, el
Führer
establece que se debe trabajar hasta el último momento. Las centrales eléctricas sólo deben ser paralizadas.
Firmado: Speer».
{413}
El decreto de Hitler del 7 de abril de 1945 (con los pasajes tachados por él) decía así:
«Para unificar la ejecución de mi decreto de 19 de marzo de 1945, ordeno lo siguiente respecto a transportes y comunicaciones:
1. Los puentes de importancia operativa han de ser destruidos de tal manera que el enemigo no pueda utilizarlos.
El Alto Mando de la Wehrmacht fijará en cada caso en qué lugares y sectores (cursos fluviales, trayectos de autopista, etc.) hay que destruir dichos puentes. Se castigará con el máximo rigor la desobediencia a esta orden de destrucción.
2. Todos los puentes restantes se destruirán únicamente cuando los comisarios de defensa del Reich, en colaboración con las oportunas dependencias del Ministerio de Transportes del Reich y con el ministro de Armamentos y Producción de Guerra, determinen la paralización de sus producciones o la imposibilidad de transportarlas a causa de la proximidad del enemigo o por sus actividades.
Con objeto de poder mantener hasta el último minuto la producción exigida en mi decreto del 30 de marzo de 1945, [también (tachado)] deberán conservarse las vías de circulación hasta el último momento, [incluso a riesgo de que, en caso de producirse un rápido movimiento del enemigo, pudiera caer en sus manos un puente intacto, a excepción de lo señalado en el apartado 1 (tachado)].
3. El resto de objetos y equipamientos que tengan importancia para la circulación (construcciones artísticas de cualquier clase, instalaciones viarias, servicios y dispositivos), así como las instalaciones de Transmisiones del Reich, Ferrocarriles del Reich y sociedades privadas, se paralizarán de modo duradero.
En todas las medidas de destrucción y evacuación, a excepción de los citados en el apartado 1, deberá procurarse que cuando se recuperen los territorios perdidos estos puedan ser reutilizados para la producción alemana.
Cuartel general, 7 de abril de 1945.
Adolf Hitler».
El decreto presentaba varias ventajas. Era de suponer que los departamentos afectados difícilmente podrían realizar a tiempo las necesarias comprobaciones. Debía suspenderse la orden de destrucción, vigente hasta entonces, de instalaciones ferroviarias y de transmisiones, locomotoras y vagones, así como el hundimiento de buques. La amenaza de aplicar duros castigos quedaba limitada a la destrucción de puentes de importancia operativa, ya que en los apartados 2 y 3 quedaba expresamente excluida.
{414}
Mediante su telegrama urgente KR - n.° 003403/45 gKdos, del 7 de abril de 1945, Keitel transmitió únicamente instrucciones para destruir los puentes de importancia operativa, pero evitó desarrollar los elementos positivos del decreto de Hitler por medio de una interpretación igualmente positiva.
{415}
El borrador de este discurso es del 8 de abril de 1945; el borrador con las correcciones para la prensa es del 10 de abril del mismo año.
{416}
Según me explicó Saur mientras estábamos en la prisión de Nuremberg, Hitler dijo por aquellos días que «Speer era el mejor de todos».
{417}
Ya se conocía el plan de división de Alemania; Holstein se encontraba en la zona inglesa. Yo creía que los ingleses se comportarían caballerosamente con las familias de los altos mandos nacionalsocialistas; además, la finca pertenecía a la jurisdicción de Dönitz, adonde tenía la intención de dirigirme cuando llegaran los últimos días.
{418}
A este respecto, el doctor Gerhard Klopfer dijo, en su declaración jurada de julio de 1947:
«Poco tiempo después, Speer, por mediación del doctor Hupfauer, quiso saber qué opinaba de sus propósitos de pronunciarse públicamente en favor del doctor Brandt en el proceso que se seguía contra él. Yo le hice saber que estaba convencido de que el procedimiento iniciado contra Brandt apuntaba a la vez contra él. Le dije que, en una situación tan delicada como aquella, si aparecía en público daría al instigador del procedimiento (Bormann) el motivo que esperaba para descargar el golpe que seguramente ya habría proyectado contra él».
{419}
Von Below, asistente de Hitler para la Luftwaffe, puso en orden este asunto.
{420}
Ya había expuesto a Hitler estas consecuencias en mi memoria del 15 de marzo de 1945. Véase el capítulo XXIX, nota 6.
{421}
Se destruyeron 84 de los 950 puentes de Berlín. No hay duda de que la postura de Heinrici contribuyó a este favorable resultado. Además, dos de mis colaboradores berlineses, Langer y Kumpf, se comprometieron a obstaculizar en lo posible la voladura de puentes incluso durante los combates.
{422}
Texto completo del discurso, escrito el 16 de abril de 1945: «Jamás un pueblo civilizado ha recibido tan duro golpe, jamás la desolación y los daños causados por la guerra han sido tan grandes como en nuestro país y jamás un pueblo ha hecho frente a la dureza de la guerra con mayor tenacidad, resistencia y fe que vosotros. Ahora todos os sentís profundamente abatidos y conmocionados. Vuestro amor se transforma en odio y vuestra tenacidad en cansancio e indiferencia.
»Pero eso no debe ser así. Durante esta guerra el pueblo alemán ha demostrado una unión que en el futuro provocará la admiración de una historia justa. Precisamente en este momento no debemos dejarnos llevar por el dolor ni debemos llorar por el pasado. Sólo podremos seguir soportando nuestra suerte si trabajamos con tesón. Y podremos ayudarnos si establecemos de forma real y objetiva lo que hace falta en este momento.
»Ahora sólo tenemos un cometido importante: evitar todo lo que pueda arrebatar por completo al pueblo alemán las bases de su existencia, ya tan limitadas. Mantener nuestros lugares de trabajo, conservar las vías de comunicación y el resto de puntos importantes para el abastecimiento constituyen la principal premisa para sostener la fuerza vital de nuestro pueblo. Por consiguiente, en esta fase de la guerra hay que evitar todo lo que pueda producir nuevos daños a nuestra economía.