101+19= 120 poemas (6 page)

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Authors: Ángel González

Tags: #poesía

BOOK: 101+19= 120 poemas
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Llegó también la guerra un mal verano.

Llegó después la paz, tras un invierno

todavía peor. Esa vez, sin embargo,

no devolvió lo arrebatado el viento.

Ni la lluvia

pudo borrar las huellas de la sangre.

Perdido para siempre lo perdido,

atrás quedó definitivamente

muerto lo que fue muerto.

Por eso (y por más cosas)

recuerdo muchas veces a mi madre:

cuando el viento

se adueña de las calles de la noche,

y golpea las puertas, y huye, y deja

un rastro de cristales y de ramas

rotas, que al alba

la ciudad muestra desolada y lívida;

cuando el rayo

hiende el aire, y crepita,

y cae en tierra,

trazando surcos de carbón y fuego,

erizando los lomos de los gatos

y trastocando el norte de las brújulas;

y, sobre todo, cuando

la guerra ha comenzado,

lejos —nos dicen— y pequeña

—no hay por qué preocuparse—, cubriendo

de cadáveres mínimos distantes territorios,

de crímenes lejanos, de huérfanos pequeños...

BREVES ACOTACIONES PARA UNA BIOGRAFÍA (1969)
OTRAS VECES

Quisiera estar en otra parte,

mejor en otra piel,

y averiguar si desde allí la vida,

por las ventanas de otros ojos,

se ve así de grotesca algunas tardes.

Me gustaría mucho conocer

el efecto abrasivo del tiempo en otras visceras,

comprobar si el pasado

impregna los tejidos del mismo zumo acre,

si todos los recuerdos en todas las memorias

desprenden este olor

a fruta mustia y a jazmín podrido.

Desearía mirarme

con las pupilas duras de aquel que más me odia,

para que así el desprecio

destruya los despojos

de todo lo que nunca enterrará el olvido.

SIEMPRE LO QUE QUIERAS

Cuando tengas dinero regálame un anillo,

cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,

cuando no sepas qué hacer vente conmigo

—pero luego no digas que no sabes lo que haces.

Haces haces de leña en las mañanas

y se te vuelven flores en los brazos.

Yo te sostengo asida por los pétalos,

como te muevas te arrancaré el aroma.

Pero ya te lo dije:

cuando quieras marcharte ésta es la puerta:

se llama Ángel y conduce al llanto.

MERIENDO ALGUNAS TARDES

Meriendo algunas tardes:

no todas tienen pulpa comestible.

Si estoy junto a la mar

muerdo primero los acantilados,

luego las nubes cárdenas y el cielo

—escupo las gaviotas—,

y para postre dejo las bañistas

jugando a la pelota y despeinadas.

Si estoy en la ciudad

meriendo tarde a secas:

mastico lentamente los minutos

—tras haberles quitado las espinas—

y cuando se me acaban

me voy rumiando sombras,

rememorando el tiempo devorado

con un acre sabor a nada en la garganta.

ESO ERA AMOR

Le comenté:


Me entusiasman tus ojos.

Y ella dijo:


¿Te gustan solos o con rímel?


Grandes,

respondí sin dudar.

Y también sin dudar

me los dejó en un plato y se fue a tientas.

MI VOCACIÓN PROFUNDA

Yo buceo debajo de las cosas.

La gente dice: buzo,

y yo emerjo desde el fondo de las mesas,

chorreando tallarines como un tritón de alcoba.

Una vez crucé un año debajo de los días.

Cuando llegué de nuevo al mes de enero

tuvieron que hacerme la respiración boca a boca.

Me dio tanto asco que volví a sumergirme.

Nada hay comparable, sin embargo,

al gozo inoxidable de trocearse en dedos,

narices, ojos, penes, labios, cabellos, risas,

y refugiarse en vasos individuales llenos de ginebra con menta

hasta que alguien nos diga agitando banderas:

comencemos de nuevo;

la guerra ha terminado con el triunfo de mayo.

HOY

Hoy todo me conduce a su contrario:

el olor de la rosa me entierra en sus raíces,

el despertar me arroja a un sueño diferente,

existo, luego muero.

Todo sucede ahora en un orden estricto:

los alacranes comen en mis manos,

las palomas me muerden las entrañas,

los vientos más helados me encienden las mejillas.

Hoy es así mi vida.

Me alimento del hambre.

Odio a quien amo.

Cuando me duermo, un sol recién nacido

me mancha de amarillo los párpados por dentro.

Bajo su luz, cogidos de la mano,

tú y yo retrocedemos desandando los días

hasta que al fin logramos perdernos en la nada.

PROCEDIMIENTOS NARRATIVOS (1972)
ÉGLOGA

Me eduqué en una comunidad religiosa

que contaba con monjas muy inteligentes.

Los jueves se exhibían en los claustros.


Dame la manita
,

les decían los visitantes

ofreciéndoles bombones y monedas.

Pero ellas no daban nada: al contrario,

pedían continuamente.

En domingo tocaban las campanas.

Era hermoso mirarlas, tan lustrosas,

lamiéndose los velos cuando en marzo

el sol de mediodía presagiaba tormenta.

Había una, sobre todo, que era muy cazadora.

Perseguía a las niñas más allá de las tapias

y las traía sujetas por el pelo

hasta los breves pies de la madre abadesa.

Al caer de la tarde paseaban

por una carretera sombreada de chopos.

Se cruzaban con carros y rebaños,

caminaban ligeras, y el murmullo

de sus voces

el viento lo llevaba y lo traía

volando por los campos

entre esquilas y abejas,

como un tierno balido gregoriano.

Si oían a lo lejos la bocina de un coche,

se dispersaban hacia las cunetas,

ruidosas, excitadas y confusas.

Cuando el aire

quedaba limpio de polvo y estrépito,

se las podía ver, al fin tranquilas,

picoteando moras en las zarzas.

A la hora del ángelus,

fatigadas y dóciles,

ellas mismas volvían a las celdas,

como si las llevase del rosario

—tironeando dulce y firmemente—

la omnipresente mano de su Dueño.

QUINTETO ENTERRAMIENTO PARA CUERDA EN CEMENTERIO Y PIANO RURAL

El primer violín canta

en lo alto del llanto

igual que un ruiseñor sobre un ciprés.

Como una mariposa,

la viola apenas viola

el reposo del aire.

Cruza el otro violín a ras del
cello
,

semejante a un lagarto

que entre dos manchas verdes

deja sólo el recuerdo de la luz de su cola.

Piano negro,

féretro entreabierto:

¿quién muere ahí?

Sobre los instrumentos,

los arcos

dibujan lentamente

la señal de la cruz

casi en silencio.

Pianista enlutado

que demoras los dedos

en una frase grave, lenta, honda:

todos

te acompañamos en el sentimiento.

FINAL CONOCIDO

Después de haber comido entrambos doce nécoras,

alguien dijo a Pilaros:


¿Y qué hacemos ahora?

Él vaciló un instante y respondía

(educado, distante, indiferente):


Chico, tú haz lo que quieras
.

Yo me lavo las manos.

MUESTRA, CORREGIDA Y AUMENTADA, DE ALGUNOS PROCEDIMIENTOS NARRATIVOS Y DE LAS ACTITUDES SENTIMENTALES QUE HABITUALMENTE COMPORTAN (1976)
INTRODUCCIÓN A UNOS POEMAS ELEGIACOS

Dispongo aquí unos grupos de palabras.

No aspiro únicamente

a decorar con inservibles gestos

el yerto mausoleo de los días

idos, abandonados para siempre como

las salas de un confuso palacio que fue nuestro,

al que ya nunca volveremos.

Que esas palabras,

en su inutilidad

—lo mismo que las rosas enterradas

con un cuerpo querido

que ya no puede verlas ni gozar de su aroma—

sean al menos,

cuando el paso del tiempo las marchite

y su sentido oscuro se deshaga o se ignore,

eterno —si eso fuese posible— testimonio,

no del perdido bien que rememoran;

tampoco de la mano

—borrada ya en la sombra—

que hoy las deja en la sombra,

sino de la piedad que la ha movido.

ENTONCES

Entonces,

en los atardeceres de verano,

el viento

traía desde el campo hasta mi calle

un inestable olor a establo

y a hierba susurrante como un río

que entraba con su canto y con su aroma

en las riberas pálidas del sueño.

Ecos remotos,

sones desprendidos

de aquel rumor,

hilos de una esperanza

poco a poco deshecha,

se apagan dulcemente en la distancia:

ya ayer va susurrante como un río

llevando lo soñado aguas abajo,

hacia la blanca orilla del olvido.

A MANO AMADA

A mano amada,

cuando la noche impone su costumbre de insomnio,

y convierte

cada minuto en el aniversario

de todos los sucesos de una vida;

allí,

en la esquina más negra del desamparo, donde

el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,

los recuerdos me asaltan.

Unos empuñan tu mirada verde,

otros

apoyan en mi espalda

el alma blanca de un lejano sueño,

y con voz inaudible,

con implacables labios silenciosos,

¡el olvido o la vida!
,

me reclaman.

Reconozco los rostros.

No hurto el cuerpo.

Cierro los ojos para ver más hondo,

y siento

que me apuñalan fría,

justamente,

con ese hierro viejo:

la memoria.

REVERBERA LA MÚSICA EN LOS MUROS..

Reverbera la música en los muros

y traspasa mi cuerpo como si no existiese.

¿Soy sólo una memoria que regresa

desde el cabo remoto de la vida,

fiel a una invocación que no perdona?

Música que rechazan las paredes:

sólo soy eso.

Cuando ella cesa también yo me extingo.

A VECES, EN OCTUBRE, ES LO QUE PASA...

Cuando nada sucede,

y el verano se ha ido,

y las hojas comienzan a caer de los árboles,

y el frío oxida el borde de los ríos

y hace más lento el curso de las aguas;

cuando el cielo parece un mar violento,

y los pájaros cambian de paisaje,

y las palabras se oyen cada vez más lejanas,

como susurros que dispersa el viento;

entonces,

ya se sabe,

es lo que pasa:

esas hojas, los pájaros, las nubes,

las palabras dispersas y los ríos,

nos llenan de inquietud súbitamente

y de desesperanza.

No busquéis el motivo en vuestros corazones.

Tan sólo es lo que dije:

lo que pasa.

ELEGÍA PURA

Aquí no pasa nada,

alvo el tiempo:

irrepetible

música que resuena,

ya extinguida,

en un corazón hueco, abandonado,

que alguien toma un momento,

escucha

y tira.

TODO SE EXPLICA

La esperanza —antes tan diligente—

no viene a visitarnos hace tiempo.

Últimamente estaba distraída.

Llegaba siempre tarde, y nos llamaba

con nombres de parientes ya enterrados.

Nos miraba con ojos que le transparentaban,

igual que esos espejos que pierden el azogue.

Nos tocaba con manos realmente imperceptibles,

y amanecíamos llenos de arañazos.

También daba monedas que luego no servían.

Pero ahora, ni eso.

Hace ya tanto tiempo que no viene,

que hasta llegué a pensar:

¿si se habrá muerto?

Después caí en la cuenta

de que los muertos éramos nosotros.

ESTOY BARTOK DE TODO..

Estoy bartok de todo,

bela

bartok de ese violín que me persigue,

de sus fintas precisas,

de las sinuosas violas,

de la insidia que el oboe propaga,

de la admonitoria gravedad del fagot,

de la furia del viento,

del hondo crepitar de la madera.

Resuena bela en todo bartok:tengo

miedo.

La música

ha ocupado mi casa.

Por lo que oigo,

puede ser peligrosa.

Échenla fuera.

POÉTICA a la que intento a veces aplicarme.

Escribir un poema: marcar la piel del agua.

Suavemente, los signos

se deforman, se agrandan,

expresan lo que quieren

la brisa, el sol, las nubes,

se distienden, se tensan, hasta

que el hombre que los mira

—adormecido el viento,

la luz alta—

o ve su propio rostro

o —transparencia pura, hondo

fracaso— no ve nada.

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