Saga Vanir - El libro de Jade (38 page)

BOOK: Saga Vanir - El libro de Jade
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Era tan hermoso y masculino a la vez... Aileen no pudo más que exhalar el aire entrecortadamente y humedecerse los labios.

—En realidad, Aileen, tengo cosas de tu padre que te pertenecen a ti.

—¿Cosas? —repitió ella abrazándose con los brazos.

—Sí. Tú eres su heredera. Su hija ilegítima. Todo lo suyo es tuyo. Aileen sintió como se le aceleraba el corazón y lo obligó a serenarse.

—Tal vez esta noche, después de visitar la sede de Londres de Newscientists, aceptes en venir conmigo para que pueda enseñarte de lo que te estoy hablando.

—¿Esta noche? —había quedado con Daanna en Birmingham. Noah y Adam irían allí a hacer guardia y habían accedido a llevarla con ella. —No creo que pueda. Caleb endureció la mirada.

ed

—Vendrás —ordenó.

Ja

—No me des órdenes —tensó los músculos de su espalda. Por fin. Se había acabado el hechizo.
deor

—No tienes nada que hacer y lo que tengo que enseñarte te agradará mucho.
bi L

¿Ella y él solos? No estaba muy convencida.

lE -

—Tu hermana y yo nos vamos a encontrar en Birmingham. Noah y Adam me llevarán. No
1 0r

puedo ir contigo.

in

Su hermana era una completa estúpida, pensó irritado.

Vaeir

—Está bien —cedió perceptiblemente cansado. —Que mi hermana te lleve entonces. No
eS

deberías ir a Birmingham esta noche, no es muy seguro.

-tin

—¿Y eso por qué? —se cruzó de brazos y levantó una ceja altivamente.
el

—Mañana es luna llena, solsticio de verano. Los lobeznos y los nosferátums saldrán de caza. Y

Vaa

tú vas a ser una presa con una inmensa diana en tu precioso culo. Hoy estarán muy alterados.
Len

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¿Precioso culo? Un buen halago. Miró el reloj digital de hombre Dolce que le había comprado su abuelo y relajó los hombros. —Nos están esperando.

Caleb no contestó. Su cuerpazo pasó por al lado de Aileen, con pasos ágiles y largos. Ella elevó

la comisura de sus labios y lo siguió reprimiendo una ancha sonrisa. Caleb estaba aprendiendo a ceder terreno, y eso era positivo. Ese vanirio abusón y mandón tenía que morderse la lengua ante ella y no pasarse de la raya. Aileen disfrutaba con su pequeña tortura.

Miró cómo los músculos de su ancha espalda se movían debajo de la chaqueta, pero entonces se acordó de las heridas. ¿Le dolería? No. Seguramente ya habrían cicatrizado. Preocupada por él, siguió caminando hasta la mansión.

Estaban en Londres. Caleb miró el edificio de estilo modernista que se erguía ante ellos. Un edificio que parecía silencioso, donde no debían trabajar muchas personas, pero donde él sabía muy bien con lo que allí se investigaba. Si fuera por él, ahora mismo entraba y hacía arder a todos los que allí se encontraban. Sin embargo, habiendo vivido la experiencia de Aileen, ya no tenía tan claro que todos los que trabajaban en Newscientists supieran en qué trabajaba esa empresa realmente.

Pero él sí. Recordaba el día en que él y Samael, habían encontrado los pedazos de Thor en uno de los contenedores de la calle Oxford. El olor les había llevado hasta sus extremidades cercenadas.

Aún recordaba las lágrimas de Samael, mientras apretaba uno de los brazos de su hermano a su pecho. Samael... no cuadraba esa imagen con lo que habían descubierto. Caleb apenas había podido respirar en cuanto pudo darse cuenta de que, efectivamente, la carne inanimada que tenían enfrente era la de su mejor amigo. ¿Cómo podían haberlo tirado allí?

¿Por qué? ¿Con qué intención? Aquello había sido una auténtica aberración. Si algún humano hubiera descubierto las partes de ese cuerpo, y los medios hubiesen investigado el caso, no sólo se habría creado una psicosis, sino que si los forenses hubiesen analizado la sangre de ese cuerpo...

¿qué habría pasado? No era sangre humana.

Lo que sabían seguro era que había sido enviado desde Barcelona, tal y como indicaba el sello del brazo de Thor. Ahora tenía que descubrir si el cuerpo había salido de ese edificio o si realmente no había llegado a entrar en él. ¿Quién? ¿Cómo? Y ¿por qué? Eran las preguntas que tenía en mente. Recordó la noche en que Samael y él interceptaron la caza de un vanirio a manos

de dos de los cazadores de Newscientists. Bebieron de ellos, sólo para descubrir qué hacían.
ed

Aquellos hombres no sabían muy bien por qué hacían nada de eso, eran unos mandados. Pero sin
Ja

embargo, eran ejecutores de vanirios. Entonces a través de su sangre, vieron lo que hacían.
deo

Mujeres, niños, maltratados, abiertos en canal... todos sometidos a todo tipo de estudios. Unos
rbi

mandaban y ellos obedecían como robots.

LlE -

Observó como el Hummer de Noah aparcaba justo al lado de su Cayenne. Caleb miró de reojo a
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Aileen, que salía del coche con su porte elegante y su innegable atractivo. Era imposible que no
rin

llamara la atención. Su melena negra, brillaba haciendo colores azulados. Sus ojos violeta lo
Va

miraron y él apartó los suyos verdosos para volver a mirar al edificio. Él no había querido viajar con
eire

ellos.

S -

Aileen echó los hombros hacia atrás y se colocó a su lado. El viaje con Noah y Adam había sido
tine

silencioso. Adam era callado de por sí, y Noah y ella no se hablaban después del episodio de los
l

latigazos. Sólo se habían dirigido la palabra para indicarle a Aileen como debía de proceder en el
Vaa

interior del edificio.

Len

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Se creían que era tonta... Ella sabía bien cómo funcionaba esa empresa. Ya tenía su propio plan para extraer información. Sólo esperaba dar pronto con su objetivo.

—Entraré contigo —dijo Noah protector.

—No —contestó ella.

—Entrarás con él y con Adam —le ordenó Caleb a regañadientes. Aileen frunció el ceño sin comprenderlo. Pensaba que Caleb no quería que el berserker estuviera cerca de ella.

—He dicho que no. Me puedo defender sola.

—No sabes qué tipo de personas están trabajando allí dentro —replicó él cruzado de brazos y apoyado en la puerta del coche.

—Necesito desarrollar mis nuevas habilidades —dijo con suficiencia. —Ahora sería un buen...

—Basta, Aileen. Deja de comportarte como una niña tonta y haznos caso —la regañó él con frialdad. La tomó de los hombros y le apretó hasta que ella sintió una punzada de dolor.

—Me haces daño, monstruo —espetó con desdén.

—Vas a obedecerme. ¿Me oyes? —sacó todo el instinto animal que tenía en su interior. —Esto no es ningún juego. Sabemos que estos humanos están aliados con nosferátums y lobeznos, y tú

hueles demasiado bien ¿Me entiendes? —estaba loca si creía que él la iba a dejar expuesta al peligro. —Si tienen a alguien de su especie trabajando con ellos en el interior del edificio, en cuanto entres te percibirán y entonces yo te pareceré un ángel al lado de ellos. Aileen dibujó una línea prieta y temblorosa con sus labios y puso todos los músculos de su cuerpo en tensión. ¿Niña tonta? ¿Pero qué se había creído ese Pedro Picapiedra?

Vete a la mierda, monstruo. No me hables así.

Caleb la miró de reojo y no pudo evitar que sus labios dibujaran una sonrisa maliciosa de superioridad. La soltó y se apoyó de nuevo en su coche. Noah y Adam no intercedieron.

—Los transportes suelen llegar a las siete en los lugares de destino —explicó Aileen sorprendida por la furia de Caleb. —Cada día se envían cajas desde Barcelona a todos los edificios filiales de Newscientists. Veamos si hoy llega también mercancía. El camión tiene que estar al llegar.

Dicho y hecho. Un enorme trailer con las siglas MRW en el lateral se paró delante del edificio. Dos hombres bajaron de la cabina del conductor y se dirigieron a abrir las puertas traseras para bajar la mercancía.

—¿Quién tramita los envíos? —preguntó contrariada. —Yo no estoy allí para hacerlo...

—Bueno, ahora sabremos quién es el segundo al mando —contestó

e

Caleb.

d

Ja

—Llevan los albaranes —advirtió ella. —Hay que interceptarlos antes de que entren al edificio.
deo

Caleb la miró desafilándola con los ojos.

rbi

No se te ocurra desobedecerme, Aileen. Quédate ahí. Por favor.
LlE -

Toda la piel se le puso en tensión. El corazón se le aceleró, la sangre se le subió a la cabeza y
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sentía que mil mariposas revoloteaban en su estómago. Caleb volvía a abrir comunicación mental
rin

con ella. Se sentía bien, sorprendida y agradecida.

Vae

¿Has dicho, por favor? Eso está mejor, monstruo. La educación puede abrirte muchas puertas.
ireS

Quiero que mires bien lo que voy a hacer, Aileen. Tú tendrás que utilizar tus poderes pronto y yo

-ti

te voy a enseñar cómo.

nel

¿Qué vas a hacer?
Estaba eufórica por poder hablar así con él.
Vaa

Len

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Voy a atraerlos a mí, les voy a ordenar que entren dentro de la cabina del camión y que se echen
una cabezadita.

Aileen sonrió para sus adentros haciendo negaciones con la cabeza.
Enséñame, entonces.

Lo captó todo. Captó como Caleb enviaba una onda mental a los dos hombres, y como los hechizaba con la mirada al mismo tiempo que les ordenaba y los obligaba a obedecer sus deseos, bajando su tono de voz.

Noah y Adam vieron asombrados como los transportistas se metían en la amplia cabina y se desnudaban. Luego le entregaban los dos uniformes y Caleb con un movimiento de cabeza les hacía dormirse.

Nadie entró ni salió del edificio, actuó con velocidad y eficacia. Caleb les indicó con un gesto de la mano que se dirigieran a él. Los tres corrieron hasta donde él se encontraba.

—Noah y Adam, tomad —les ofreció los uniformes.

—Vaya, vaya... colmillos —susurró Noah asombrado. —Eres un buen mentalista.

—Soy vanirio, es mi don.

Uno de los muchos, pensó Aileen mirándolo con intensidad. Caleb la miró a su vez, y le sonrió.
Gracias, Aileen.
Sintiendo todo el dolor físico que sentía en ese momento, hambriento y muy vulnerable, no sólo le agradecía que lo hubiese obedecido, sino que le diese la oportunidad de poder enlazarse con ella de ese modo mental. Aquello era un gran sedante para él. Pero necesitaba el enlace físico para poder recuperar toda su vitalidad. En cuanto al emocional... parecía un imposible en aquel instante.

En unos minutos Noah y Adam adoptaron las personalidades de Mark y Billy, los dos transportistas de MRW.

—Tú entrarás con ellos —le dijo Caleb a Aileen. —Todas éstas cajas tienen que ir a alguna de las salas o de los laboratorios de este edificio. Vas a dirigirte al recepcionista y le vas a sugestionar como yo he hecho con éstos dos. Procura que Noah y Adam oigan sus indicaciones.

—Lo intentaré.

—Una vez dentro, mientras Noah y Adam averiguan qué hay en el edificio y qué hacen en él, tú

tendrás que extraer de su mente todas las contraseñas y archivos de las bases de datos.

—¿Lo obligo a hacer un
backup
de todo el ordenador?

—Sí, eso también nos será de gran ayuda. Pero necesitamos los passwords, direcciones de
e

email, encriptados, etc… ¿Me entiendes?

d

Ja

—Sí.

deo

—No te alejes de la recepción. Ni se te ocurra internarte por ahí dentro, ¿de acuerdo?

rbi

—Está bien, Caleb.

LlE -

Caleb se quedó inmóvil por un momento. Cómo le gustaba oír su nombre en boca de Aileen, de
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nuevo.

rin

—Esperarás a que lleguen los dos chuchos —le ordenó con una sonrisa.
Vaei

—Que te den —espetó Noah colocándose bien las solapas del uniforme.
reS

Los miró a los dos. Ayer Noah estaba azotando a Caleb y hoy debían trabajar juntos. Debía de

-ti

ser muy duro, sobre todo para Caleb.

nel

Aileen asintió como una niña obediente y ligeramente asustada.

Vaa

—¿Qué harás tú?

Len

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Hablar así con Caleb era muy reconfortante. Siempre que la respondía, su cuerpo reaccionaba del mismo modo que lo haría si la hubiese acariciado lánguidamente.

—Aquí hay varios palés. Quiero ver qué es lo que hay en el interior y además tengo que
controlar a los dos bellos durmientes de la cabina.

—Pero la gente te puede ver. Les extrañará que haya alguien vestido de paisano dentro de un
camión.

—No, ángel. No me verán si yo no quiero.

—Claro, olvidaba que eres superman
—contestó alzando una ceja.

—No... soy un celta con muchos, muchos poderes. Ten cuidado. Te esperaré aquí mismo.

—Y tú... tú también ten cuidado.

Se dio media vuelta y se internó dentro del edificio. Tras ella Noah y Adam la seguían con los albaranes.

Caleb sintió como se hinchaba como un gallo al reconocer la preocupación por él en la voz de Aileen. Su relación empezaba a cambiar.

Debía darse prisa y descubrir lo que había en el interior de esos envíos. Dios, se sentía tan mal físicamente. Pero no permitiría que nada le pasara a Aileen, él estaría con ella mentalmente. En el interior no había ni un alma, a excepción del recepcionista. El suelo era de mármol claro y muy caro. Había algunas plantas altas y de tallos gruesos estratégicamente colocadas en la entrada, en las esquinas del salón, a cada lado del ascensor y en la inmensa recepción, donde un chico joven de menos de treinta años babeaba al ver el cuerpo de Aileen dirigiéndose a él.

—¿La puedo ayudar en algo, señorita?

El chico era delgado, pelirrojo, con el pelo peinado hacia atrás y untado con gomina, y con algunas pecas salteadas por la cara. Sus ojos marrones la miraban deleitándose en cada una de sus curvas, comiéndosela con los ojos.

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