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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky (57 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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Si basa su existencia en la consideración interior, su vida terminará como la de la mayoría de la gente. Tendrá, pues, una vida parcial, no trabajada, no digerida, llena de cosas desdichadas dejadas a un lado, pudriéndose por así decirlo, en el pasado, tantos sentimientos violentos o acerbos, tantos lugares a los cuales se apegó por la identificación pasada. Por cierto todo esto sucede por no haberse dado el Primer Choque Consciente, por no permitir que la vida recaiga en el Trabajo sobre sí. Creo que todos comprenden cuántas veces la consideración interior ha estropeado la vida y cuan terrible es esta forma de identificación. En realidad es como si se contemplara la vida al revés. Y las gentes que sólo son capaces de consideración interior y que sienten que los otros han de ser diferentes, que se juzgan unos a otros tan equivocadamente acumulan entre ellos, por así decirlo, una masa de material pesado, denso, negativo, a la cual se apegan y que no quieren abandonar. Pero la consideración exterior es por entero diferente. Limpia. Libera. Une lo que falta descubriendo el otro lado de las cosas y haciendo comprender el efecto de lo que se hace. Cancela todos los sentimientos de ser acreedor uniendo el debe y el haber de las cuentas. Una hora de consideración exterior lo liberará de los efectos de semanas de consideración interior. Y cuanto más se examina uno por la observación, en este momento mismo, más verá la clase de persona que ha sido toda la vida, más será capaz de considerar exteriormente en una forma correcta. Pero es preciso recordar que la consideración exterior sólo comienza, en su aplicación práctica, cuando se pone uno en el lugar de otra persona y se contempla, por así decirlo, desde la mente y la conciencia de la otra persona tal como ésta lo ve. Por eso no hay que creer que la consideración exterior consiste únicamente en hacer algo para otra persona.

Birdlip, 27 de marzo, 1943
Consideración Interna y Consideración Externa VI

Mientras se siga considerando externamente a otra persona con el fin de cambiarla —es decir, mientras se siga pensando que la otra persona debiera ser diferente— no se está considerando externamente, sino que se lo está haciendo interiormente. La consideración interna se basa en el pensamiento de que los otros debieran ser diferentes, y de ello deriva el "pedir cuentas" a los otros. Es preciso entender claramente este punto. Usted siente que otra persona no debiera tratarlo como lo hace, o no debiera molestarlo, o no debiera ser como es. ¿Tiene exigencias o no? Desde luego las tiene. Ahora bien, en la verdadera consideración externa no se puede empezar desde este punto. Parte de la idea de que tiene razón y que la otra persona está equivocada. Y porque piensa que tiene razón y los otros no la tienen, siente que falta algo que deberían haber hecho, que le deben una conducta, ideas de los otros deberían corresponder a las suyas y porque no lo hacen siente que falta algo que deberían haber hecho, que le deben una conducta recta, según sus normas privadas de lo que es justo y de lo que es injusto. No entiende que todo esto significa colocarse en la posición de juez. Está juzgando a la otra persona según sus ideas preconcebidas acerca de cómo debe ser esa persona. Este es el origen de la consideración interior en cuanto al aspecto que se llama "pedir cuentas" a los demás. En suma, siente que la otra persona le debe algo. Ahora bien, si trata de considerar exteriormente a otra persona partiendo de la idea de que la otra persona debería ser diferente, su consideración exterior no será otra cosa que consideración interior. No hace intento alguno para partir de la base correcta de la consideración exterior, que es ponerse en la situación de la otra persona. Por el contrario, parte de su propia situación. Y si se la compara con la verdadera consideración exterior, esto no es sino una forma de hipocresía y es probable que termine por encogerse de hombros y diga: "Pues bien, hice todo lo que pude por esa persona y no pude hacer más." De este modo se lavará las manos sintiéndose lleno de mérito y virtud. Pero le aseguro que la consideración exterior en el sentido del Trabajo no se asemeja en absoluto a este proceder. Tome un hombre mecánico ordinario, es decir, una persona ordinaria. Está lleno de limitaciones, prejuicios, actitudes negativas, imágenes de sí, vanidad, discos típicos de gramófono. Supongamos que intente, tal como es, considerar exteriormente, ponerse realmente en la vida de otra persona, en su situación, en su mente. ¿Cree usted que será capaz de hacerlo? Por supuesto no. Si no se ve a sí mismo, ¿cómo podría ver a otra persona? Y si no ve a la otra persona, ¿cómo se puede poner en la posición de otra persona? Por eso se dice que antes de empezar a considerar exteriormente, es preciso haber llegado a cierto grado de observación de sí y sólo según el grado de observación y de conocimiento de sí le será posible considerar exteriormente a otra persona. Hasta el punto en que se conoce a sí mismo, así conocerá a la otra persona: hasta el punto en que se ve a sí mismo, así podrá ver a los otros. ¿Acaso cada uno de ustedes sabe hasta qué punto suele ser cansador, difícil, desagradable, lleno de prejuicios, exigente? ¿Se han dado cuenta de ello? Si lo han hecho, entonces están en una mejor posición para considerar exteriormente a la demás gente, porque al ver los defectos de los otros verán también sus propios defectos. Pero en la forma en que estamos hechos, miramos al exterior desde nuestros sentidos, y no nos miramos interiormente, vemos únicamente los defectos de las otras personas, y para saldar las cuentas se necesita una vida entera de trabajo y discernimiento. Todos nos hacemos imágenes de nosotros mismos; todos somos, de un modo u otro, relamidos. Permítanme que les dé la definición de la palabra
relamido.
Se aplica a una persona afectada, demasiado pulcra, pagada de sí, que "se afana en guardar la apariencia de respetabilidad, que es absurdamente satisfecha de sí y complaciente". Una cosa es muy cierta, y es que, cuanto más sinceramente nos observamos a nosotros mismos y lo que está en nosotros, tanto menos relamidos seremos. Y de ahí se sigue que creer conocer lo que debería ser la otra persona ya no nos satisface. Así juzgaremos menos y en consecuencia nos será más fácil ponernos en la posición de otra persona. Recordarán los dos ejemplos de oración en los Evangelios, el hombre que rogaba a Dios agradeciéndole por no ser como los demás hombres, y el hombre que se golpeaba el pecho y decía que era un pecador. ¿Cuál de estos dos hombres sería el más capaz de consideración exterior? ¿Y por cuál de esos dos hombres preferirían ustedes ser juzgados? En el Trabajo hay una frase que habrán oído más de una vez y es que, a menos que un hombre se dé cuenta de su propia
nadidad,
no podrá
hacer
el Trabajo. No saltará para apoderarse de la cuerda que de lo alto bajan para salvarlo. Pero todo esto requiere tiempo: y es preciso tomar el Trabajo etapa tras etapa, en una comprensión gradual. Nadie puede adelantarse a sí mismo, es decir, a su nivel de ser. Así como cambia el ser, así cambia la comprensión. Ahora bien, la consideración exterior es trabajar sobre el ser, como ya se dijo. El ser es por lo general la manera de tomar las cosas. En la vida, en realidad, las personas no se consideran exteriormente las unas a las otras debido a su nivel de ser. Si en realidad la gente se considerase exteriormente una a otra la guerra sería imposible. Pero la guerra es posible porque el nivel de ser del Hombre, tal como es sólo permite la consideración interior, la sed de venganza, etc. Así comprenderán que considerar exteriormente en el sentido de trabajo es dar un paso más allá del común nivel de ser. O, para decirlo de otro modo, si en realidad se puede considerar exteriormente, el nivel de ser será diferente.

Ahora bien, toda la consideración exterior, en el sentido de Trabajo, exige esfuerzo, mientras que la consideración interior es fácil, mecánica, desenfrenada. El sabor de las dos es muy diferente. Un esfuerzo consciente tiene un sabor muy distinto de una reacción mecánica y automática. Ofenderse es extremadamente fácil. Es una reacción mecánica. No exige ningún esfuerzo consciente. No ofenderse, o
transformar
el estar ofendido, es difícil. Requiere un esfuerzo consciente. Exige que se piense mucho, que los reajustes interiores sean múltiples, que se recuerde muchas veces a qué se asemeja uno mismo, etc., para transformar el primer impacto de estar ofendido. Pero este es un verdadero trabajo sobre sí. ¿Desea en verdad pertenecer a la espantosa cadena de causa y efecto que constituye la humanidad mecánica o desea escapar a ella? Si desea esto último, debe trabajar sobre sus reacciones mecánicas. Si sigue la ley de "ojo por ojo, diente por diente", entonces se quedará para siempre en el círculo de la humanidad mecánica que no conduce a parte alguna. El esoterismo trae una nueva ley —la ley de la no identificación, la ley de la observación de sí—, de hecho, la aplicación del Trabajo mismo a la vida cotidiana. Este Trabajo es el cristianismo esotérico. Cristo dijo: "Os traigo una nueva ley". El Trabajo dice la misma cosa. ¿No ven acaso cómo el Trabajo les trae nuevas leyes de conducta, interior y exterior? ¿Cómo pueden decir entonces que no saben lo que significa pensar desde las ideas del Trabajo?

Ahora bien, la consideración exterior a una persona en el Trabajo, o en la vida, como se prefiera, puede constituir un fin. Cabe agregar, es preciso practicar la consideración exterior en el Trabajo, pero si esto no es posible —o, digamos, por el momento no es fácil— entonces es preciso hacer lo mismo en la vida. La vida
puede
convertirse en una maestra. Se convierte en una maestra tan pronto como se empieza a trabajar
desde uno mismo,
desde un genuino deseo de trabajar, lo cual significa una valoración del Trabajo. Recuerde que el Trabajo suele convertirse en algo muy frío y distante si uno no lo mantiene vivo y no lo mantendrá vivo si no lo ama. Considerar exteriormente a una persona en la vida es la misma cosa que hacerlo en el Trabajo, sólo que no será ayudado necesariamente por la otra persona, y por eso sus intentos de consideración exterior se podrán convertir fácilmente en una forma acrecentada de consideración interior. Es preciso tener en cuenta la
segunda fuerza
, es decir, las dificultades. Será inútil, desde luego, si parte de una posición superior y trata de poner a la otra persona en el buen camino. Recuerde que cuando se siente ofendido empieza a considerar interiormente. Es preciso mostrar una completa pasividad hacia la otra persona y trabajar
sobre sí mismo
todo el tiempo, si es posible, y no ofenderse. Si su propósito es sincero, es probable que lo lleve a cabo.
Nunca
se debe desaprobar, o mostrar que se desaprueba. Es preciso estar pronto para soportar acusaciones falsas. Y por supuesto debe estar pronto para soportar las desagradables manifestaciones de la otra persona y no perder los estribos y empezar a cantar: "Aquí me tiene, haciendo todo lo posible para ser agradable." una vez que esto empieza, significa que se entregó usted a la consideración interior. Y si lo hace, parte de una base muy endeble, es decir, su propósito no es verdadero, ni maduro. Y considerar exteriormente una persona en la vida, quiere decir que debe cambiar, que debe saber lo que significa ser "todas las cosas para todos los hombres". Debe ser capaz de comer y beber y hacer bromas y escuchar y charlar sin que haya vestigio alguno del Trabajo tras suyo.
Quizá
se le ofrezca la oportunidad de decir algo, y quizá no. No importa. Una persona en el Cuarto Camino del Trabajo debe ser capaz de comportarse en la vida de un modo muy natural. Ninguna clase de superioridad, ninguna indirecta, ninguna persuasión, ninguna observación oscura debe aparecer. Si
trabaja
sobre sí mismo, cuando la otra persona se pone difícil,
eso
hará que ella perciba que
usted es diferente.
Pero no debe mostrarlo abiertamente. Cuando la vida se convierte en maestra, entonces se llega al trabajo superior. Y en tal caso se está bien adentrado en el Cuarto Camino. Pero es difícil —¡oh, qué difícil!— y exige un arduo y largo trabajo sobre sí y una paciente comprensión. Es preciso, por así decirlo, ser capaz de sufrir toda clase de cosas por parte de los demás y empero seguir trabajando. Pero si considera exteriormente a una persona en la vida, sintiéndose superior, y de este modo juzga constantemente y lo muestra con franqueza, no está trabajando. Esto no conduce al Cuarto Camino. Llegar a ser
pasivo
hacia otra persona en el sentido del Trabajo exige un arduo trabajo interior, en especial para una persona que está en la vida. De
alguna
manera, es más fácil que ser pasivo hacia una persona en el Trabajo. Pero es preciso que comprendan por sí mismos, por la experiencia lo que quiero decir. Ya saben ustedes cómo en la vida las gentes siempre tratan de enmendarse censurándose unas a otras, criticando siempre a los demás. Es totalmente inútil y lleva a una inacabable lucha en la vida. En cambio, ser
pasivo
hacia una persona y trabajar sobre sí desde esta base —porque el ser pasivo requiere un constante trabajo interior sobre sí— esto, tengan la seguridad, produce un cambio en la otra persona, porque el trabajo deja
lugar
en ella para que pueda producirse el cambio. Pero si usted reacciona siempre mecánicamente no deja lugar a la otra persona para que pueda moverse y cambiar. Al no reaccionar mecánicamente, sí se lo permite. En lo concerniente a la consideración externa hacia una persona en la vida, recuerde que debe
proponérselo
realmente. ¿Lo desea verdaderamente o no? Es menester que tenga un propósito genuino, maduro, consciente, surgido a la luz del Trabajo y al cual pueda aferrarse cada vez que se recuerde a sí mismo y cada vez que piense en lo que está haciendo prácticamente en el Trabajo. Sólo en este caso el Trabajo lo ayudará. Si la base de su propósito es sólo un propósito de vida, no podrá conducir la fuerza del Trabajo. Es preferible trabajar desde un propósito de vida. Nos han dicho de hacernos amigos del Becerro de Oro de la Iniquidad. En la verdadera relación
en el Trabajo
esto no basta. Por cierto dista mucho de ser suficiente. Pero en la consideración exterior a una persona
en la vida,
tiene cabida lo que pertenece al propósito de vida, si ayuda al propósito de Trabajo. Les daré un ejemplo: si temen perder un empleo, una posición, etc., su propósito de vida suele ayudar a su propósito de Trabajo a ser pasivo ante las manifestaciones desagradables. Está permitido. Pero es preciso conocer cuál es cuál, y cuándo aparece el Trabajo genuino, y comprender lo que se está haciendo, y cuáles son las consideraciones de vida que inducen a hacerlo. El caso es diferente cuando una persona está colocada de tal modo que su contacto con el Trabajo depende de su consideración exterior a la gente en la vida. Esto
puede
hacerse, únicamente requiere inteligencia y pasividad ante la crítica. Exige en especial la capacidad del
silencio interior.
La charla equivocada creará desde luego dificultades. Es decir, en este Trabajo una persona, que está rodeada en la vida por gente que carece de centro magnético, debe comportarse en forma ordinaria —debe guardar silencio, no de una manera evidente o sospechosa, sino un silencio realmente interior, de modo que los otros no observen nada de inusitado. Esta será una parte de su trabajo. Su otro trabajo consistirá en no reaccionar mecánicamente como siempre lo hizo. Hablamos de aquellas personas en el Trabajo que están emparentadas con personas que no están en el Trabajo. Ahora hablaremos de aquellas personas en el Trabajo que por alguna razón desean trabar relaciones con aquellas que no están en el Trabajo. Toda la cuestión radica entonces en el centro magnético. Si siente el Trabajo emocionalmente, verá que le es difícil ponerse en contacto con aquellos que no lo pueden sentir de ese modo. Luego de algunas conversaciones con ellos observará que aparece una escisión. No eche la culpa al Trabajo. El Trabajo lo guía hacia ciertas personas, y no hacia otras. Es preciso escuchar el Trabajo, por así decir, en la mejor forma posible. También es necesario recordar que la diferencia entre una persona que conoce algo de este Trabajo y una persona que no conoce nada es considerable. De hecho, un abismo las separa. En la sociedad se suele simpatizar con una persona y ser atraído por ella y desear llevarla al Trabajo, pero si no hay centro magnético y toda la conversación se limita a la vida, sentirá entonces, como ocurre en realidad, que entre ustedes hay un abismo. En la vida hay personas muy agradables que no tienen cabida en el Trabajo. Y es así como deben ser las cosas. Sólo nos podemos encontrar por medio de una comprensión común, no por las apariencias externas o los cuerpos físicos. Entendámoslo. Una persona que comienza a comprender el Trabajo verá que no le es fácil unirse a quien carece de centro magnético. Recuerde que la posesión de un centro magnético es una señal de nivel de
ser.
Algunas personas lo tienen sin saberlo. Pero en general la gente que posee diferentes niveles de ser no se unen. ¿Cómo podrían hacerlo? Comprenda que el
centro magnético
es algo muy importante, en relación con el signo del ser de un hombre. Un hombre puede ser muy inteligente y un buen científico, y carecer del sentido de algo superior —no tener sentimiento alguno de una Mente Más Grande. Un hombre situado en la vida en una posición superior no posee necesariamente un centro magnético y por lo general no lo tiene. La vida no es un patrón para estimar a una persona según la valoración del Trabajo, salvo con relación al Buen Amo de Casa. Ni Herodes ni Pilatos estaban prontos para la enseñanza esotérica de Cristo. De seguro que todo esto es evidente. Los valores de vida y los valores de Trabajo son muy diferentes: un hombre importante en la vida no es un hombre importante en el Trabajo. No se puede hablar de este Trabajo a un hombre que tuvo mucho éxito en la vida, pensando que lo comprenderá. Quiero decir que no hay que pensar que una alta posición en la vida significa una elevada comprensión de este Trabajo. De hecho, muy a menudo es todo lo contrario. Esta idea exige mucho tiempo para que penetre en la gente.

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