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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky (58 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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Permítanme agregar unas palabras de la mayor importancia sobre la consideración exterior. No es posible considerar exteriormente a otra persona a menos de separar en ella los diferentes "Yoes". Y no es posible hacerlo mientras no se vean los diferentes "Yoes" dentro de uno mismo. Si siempre se piensa en uno mismo como "Yo", luego se pensará siempre en los otros como si tuvieran un solo y permanente "Yo". ¿Le es posible pensar en diferentes "Yoes" que están en usted y no decir "Yo" a todo cuanto hay en usted? En tal caso podrá, en el mismo grado, ver los diferentes "Yoes" en otra persona. Verá sus buenos y malos "Yoes". Ello lo ayudará a considerar exteriormente a una persona.

Birdlip, 3 de abril, 1943
Consideración Interna y Consideración Externa VII
sobre ser pasivo (1)

Se dijo la ultima vez, en relación con la consideración externa, que es necesario ser
pasivo
hacia otra persona. Hoy hablaremos sobre el significado que tiene en el Trabajo el ser
pasivo.
¿Cuál es el tema principal del Trabajo en lo que respecta a su lado práctico —es decir, en lo que concierne al trabajo sobre sí? ¿Y a este respecto qué significa el cambio interior? El trabajo práctico sobre sí es encauzado de tal modo que lo que en uno es en este momento activo se vuelve pasivo, y lo que es en este momento pasivo se vuelve activo. La personalidad, que es activa, debe llegar a ser pasiva de modo que la esencia, que es pasiva, se convierta en activa. Esta es la idea principal del trabajo práctico sobre sí. El Trabajo es una
segunda
educación. Ante todo la vida debe desarrollar la personalidad de un modo tal que rodee a la esencia. Esta es la primera educación. Luego, si un hombre desea proseguir su desarrollo, la personalidad debe llegar a ser pasiva de modo que la esencia pueda crecer y llegar a ser activa. Así se ve que tiene lugar gradualmente una
inversión.
Primeramente, un niño sólo nace con la esencia, que es activa. Luego la vida forma la personalidad en torno de la esencia, y la personalidad es activa. Esta situación no experimentará cambio alguno a menos que un hombre empiece a trabajar sobre sí. Si lo hace, la personalidad llegará a ser gradualmente pasiva y la esencia activa. De este modo hay tres orientaciones posibles: primero, en el niño, la esencia es activa; segundo, en el adulto, la personalidad es activa; y tercero, en el caso de un hombre que trabaja sobre sí, la personalidad es pasiva y la esencia es activa. Todo el fin del Trabajo finca en hacer que la personalidad adquirida sea pasiva. En el sentido de Trabajo llegar a ser pasivo significa el trabajo interior sobre la personalidad. Significa una eventual separación de la personalidad. Por la acción de la vida se ha formado en cada uno de nosotros una cosa compleja y compuesta de varias partes llamada personalidad. Ha sido formada por la imitación, por la costumbre, por la influencia del período en que se creció, por ejemplo, por fantasías que derivan de las novelas, de los dramas, de los filmes, por la atracción, por el culto de los héroes, y por mil y una otras influencias que actúan sobre nosotros desde el exterior y entran a través de los sentidos externos, desde la vida exterior. Todo ello forma el lado
adquirido
de nosotros y es llamado, por lo general, personalidad. La esencia es la cosa con la cual se nació: la personalidad es lo que se adquiere. Y asimismo aquello con lo cual se nació es cambiado por todas las cosas que se adquieren, se aceptan, se consienten y se cree en ellas y se identifica con ellas. Por lo tanto una nueva persona crece en torno de la esencia original. Esta es la personalidad. Y todo ello
debe
tener lugar porque la esencia por sí misma no puede crecer más allá de cierto límite. Un hombre no puede crecer directamente desde la esencia. Esta es una de las cosas extrañas que enseña el Trabajo.

Ahora bien, a consecuencia de la formación de la personalidad el centro de gravedad de la conciencia se traslada desde la esencia (en la infancia) a la personalidad adquirida debido a las circunstancias peculiares en que se es educado y a las cosas particulares que lo han interesado por una parte, o han atraído su vanidad por la otra. De este modo, por así decirlo, se pierde la base original y se llega a ser algo
adquirido,
algo inventado. El sentimiento del "Yo" pasa exteriormente a toda clase de sentimientos que derivan de la vida. Un hombre ya no conserva una verdadera estabilidad interior cuando su sentimiento de sí deriva de la vida. Es decir, siempre teme que algo pueda sucederle, o a su fortuna, o a su posición, o a su reputación. Ello se debe a que se identifica con todo lo que la vida ha formado en él y significa que sólo se siente a sí mismo a través de la personalidad. Pero cabe la posibilidad de otros sentimientos de sí que no deriven de la vida y la personalidad, y esos sentimientos procuran a un hombre un sentido de estabilidad que nada que le sea exterior puede quitarle. Y es desde esos sentimientos como un hombre empieza a sentirse libre, porque no depende de nada que esté fuera de él, y por eso nada puede serle arrebatado. Tal hombre deja de ser un esclavo de las cosas exteriores.

Hablaremos ahora de su niñez, cuando ingresó en el primer equipo de su escuela. Empezó entonces a sentirse a sí mismo exteriormente debido a este hecho y a llevar la gorra que le procuraba este sentimiento. Llegó a ser un hombre en el primer equipo y éste era su mayor sentimiento de "Yo". Luego lo expulsan del equipo. ¡Qué tragedia! Todo ello es necesario en relación con la primera educación. De este modo llega a ser esto o aquello, en la vida, tal como debe y es preciso que haga. Logra éste o aquel éxito y triunfo y así sucesivamente, y debe hacerlo. Es una especie de adiestramiento. Al comienzo es muy necesario. Todo ello forma sentimientos de sí en la personalidad, que, en resumidas cuentas, vive mediante la comparación con los otros. Es decir, por ejemplo, siente en sí mismo una pérdida en presencia de una persona que lleva una gorra más distinguida. Lo vuelvo a repetir, todo ello es muy necesario, pero proporciona un centro equivocado de gravedad. Supongamos que llega a ser un gran actor o un gran boxeador. No escuchará de buen grado los elogios que se hacen a otro actor u otro boxeador. ¿Por qué? Porque su sentimiento del "Yo" deriva de la personalidad y siente la pérdida del "Yo", una pérdida del sentimiento mismo de sí, si es aventájala por alguien. Pero todo ello prepara las ilusiones sobre el "Yo". Porque si tiene un vestigio o un verdadero sentimiento del "Yo", esto es imposible. El verdadero "Yo" no existe ni puede existir por medio de la
comparación.
Lo comprenderá si decimos que la personalidad vive generalmente por comparación, y basta estudiarse o estudiar a los otros a esta luz para ver con qué facilidad cualquier persona se conmueve o sufre, y qué endeble es el sentimiento del "Yo", con el cual la gente trata de seguir viviendo —esto es, el sentimiento del "Yo" que deriva de algún aspecto de la personalidad.

Por el momento mantengámonos en los grandes postulados del Trabajo que conciernen a la personalidad y la esencia. La tercera fuerza o fuerza neutralizante de la vida hace, y debe hacer, que la personalidad sea activa y la esencia pasiva. Así el Trabajo dice que si se pone en contacto con la tercera fuerza del Trabajo, que se opone a la vida, la personalidad debe llegar a ser gradualmente pasiva para permitir que la esencia se desarrolle. Toda evolución
individual,
todo verdadero desarrollo interior de sí, depende del
crecimiento de la esencia.
Si una persona está llena de falsos sentimientos de "Yo", de ideas inventadas sobre sí misma, luego no puede haber crecimiento de la esencia. El verdadero cambio interior es un desarrollo de la esencia —es decir, de la parte más real y profunda de sí. Para que ello tenga lugar, la personalidad debe llegar a ser gradualmente pasiva. Este es el verdadero significado de
ser pasivo
en el Trabajo. Es tornarse pasivo hacia la personalidad en sí mismo. De modo que cuando se dice que en la verdadera consideración externa es preciso ser pasivo, significa que se debe llegar a ser pasivo
a las reacciones de ¡a personalidad.
Y esto exige el trabajo sobre sí más consciente y más reconcentrado. Es decir, requiere un estado consciente interior muy activo. Y no debe suponerse que somos capaces de alcanzar este estado en un momento.

Debido a la formación de la personalidad, todos ustedes tienen maneras características, habituales de reaccionar ante las circunstancias y ante las otras personas. Si no le es posible observar sus reacciones típicas, su manera continua y mecánica de tomar las cosas y la gente, su acostumbrada conducta estereotipada, sus siempre repetidas manifestaciones desagradables, sus enfados y críticas, etc., claro es que ni siquiera sabe que tiene una
personalidad
adquirida. Se da a sí mismo por supuesto —como una especie de bulto sólido y virtuoso. Pero, aunque nos demos a nosotros mismos por supuestos con tanta facilidad, no somos una y la misma persona en diferentes momentos, tal como suponemos. No somos firmes. Si pudiéramos ver claramente que no somos una y la misma persona firme siempre, no nos daríamos por supuesto tal como lo hacemos. Una parte de nuestra vanidad y engreimiento que mantienen unida la personalidad nos dejarían. Es preciso recordar que la personalidad es
múltiple.
Está compuesta de muchos "Yoes" diferentes y contradictorios que fueron adquiridos. Y contiene también toda clase de otras cosas sobre las cuales a menudo habla el Trabajo: actitudes negativas, limitaciones, imágenes de sí mismo, asociaciones mecánicas, canciones, discos de gramófono, formas características de imaginación, estados negativos, formas características de mentira y, en suma, todo cuanto el lado práctico de este Trabajo nos enseña a notar y observar en nosotros mismos a lo largo de la vida. Una vez que el Trabajo comienza a actuar genuinamente sobre una persona, todas estas formas de sentimiento de sí, todos esos sentimientos de "Yo" que derivan de la personalidad, empiezan a disolverse. Pero a este respecto la acción del Trabajo es muy gradual, porque el Trabajo actúa sobre la gente con mucha suavidad y sólo en cuanto a lo que cada uno de nosotros puede soportar. Cuando se empieza a ver realmente algo en uno mismo, significa entonces que uno puede soportarlo. Si no se puede ver a ninguno de los "Yoes", significa que aun no se está pronto. Verse a sí mismo tal como se es en realidad, sería intolerable. Por eso la acción del Trabajo es gradual. Quizá se
pueda ver
algo —algún "Yo"— con el que, digamos, no 'Yo' mejor, se simpatiza, pero no es posible liberarse de él mientras no se vea o conozca y se lo prefiera, o mientras no se pueda liberarse de ese "Yo" sin que uno mismo corra peligro. Pero nos referiremos a este tema en la próxima disertación.

Regresemos ahora al significado de
ser pasivo.
En su sentido más lato significa ser pasivo respecto a la personalidad, y esto, a su vez, significa ser pasivo hacia sí mismo. ¿Es posible ser pasivo ante las objeciones que surgen mecánicamente durante cinco minutos? Pues bien, les aconsejo que observen cómo la personalidad reacciona a todos y a todo en cada instante. Es preciso trabajar sobre esta constante reacción mecánica con el fin de ser pasivo hacia sí mismo. Y esto exige un constante estado consciente de observación de sí. Nadie puede hacerlo por mucho tiempo. Pero se puede practicar el
ser pasivo
en este sentido por breve tiempo, digamos cinco minutos. Es preciso observar el momento en que se empieza a objetar interiormente —observar qué reacciones surgen en uno mismo— y tratar de ser pasivo hacia
ellas,
no hacia la gente que es la causa de que hayan surgido. ¿Es claro? Es preciso ser pasivo a las propias reacciones, no a la gente contra quien se reacciona. Para hacerlo es preciso estar despierto interiormente y ser capaz de ver los diferentes "Yoes" en uno y qué quieren decir y cómo desean obrar en ese momento.

Tratemos de aclarar este punto. ¿No comprenden que han
adquirido
muchas cosas en sí mismos a las que toman como si fueran
ustedes?
¿No concuerdan en que debido a la educación, la imitación, el ejemplo, a todo cuanto les fue enseñado, tienen toda clase de ideas, ambiciones, estimaciones, valores, juicios, expectativas, modos de mostrar la antipatía y simpatía, maneras características de hablar y, en suma, muchas
reacciones
típicas hacia la vida? ¿Y es acaso exagerado decir que todas esas reacciones construidas y adquiridas son por lo general tomadas por ustedes como si fueran
ustedes mismos?
Las cree necesarias, claro está, o naturales, porque piensa que están en
usted.
Pero el verdadero
usted, o
más bien, el verdadero "Yo" en usted,
no son
todas esas cosas a las que se aferra y a las que toma como
usted mismo.
Si toma esta sencilla base como punto de partida empezará a comprender lo que significa ser
pasivo
—es decir, pasivo hacia sí mismo— o más bien, pasivo hacia lo que siempre ha tomado como
usted mismo.
Para ser pasivo hacia sí mismo, es preciso no darse por supuesto a sí mismo. No existe tal "Yo" en uno. Cuando una persona, que está por completo identificada con su personalidad adquirida, dice, por ejemplo, "Yo pienso esto" "Yo pienso aquello", el Trabajo contesta: "¿Qué 'Yo' está hablando?" ¿No ve el poder de esta idea? ¿Y no puede aplicar el poder de esta idea de Trabajo a sí mismo? Por cierto no, si no empieza por dividirse usted mismo en diferentes "Yoes". Si se da a sí mismo por supuesto como algo sólido, no puede producirse en este caso la división de sí mismo y no será posible ningún cambio. La palabra 'Yo' le brotará de la boca a cada instante, pero no se dará cuenta que a cada instante el que habla es un "Yo" diferente. Un "Yo" vocifera, otro "Yo" habla tiernamente, y así sucesivamente. Empero no se da cuenta de que cada "Yo" es totalmente diferente. Es un terrible choque para el auto-engreimiento advertir que no hay tal "Yo". Pero a menos que esto empiece a vislumbrarse, nunca será capaz de ser pasivo hacia
sí mismo.
No puede empezar a ser pasivo hacia sí mismo a no ser que se vea a sí mismo como muchas personas diferentes por medio de la observación interior y sepa distinguir sus diferentes "Yoes" y en especial cuál es el "Yo" al que nunca debe permitir que se haga cargo de sí. La próxima vez hablaremos más extensamente sobre la
identificación consigo mismo,
y las diferentes formas de practicar la separación interior. Diré aquí que nunca se debe permitir que pierdan su autoridad los "Yoes" que valorizan este Trabajo. Es preciso observar los "Yoes" con los cuales se concuerda. No permitir en uno la compañía de gente inoportuna. Recordar que se es una ciudad, con barrios bajos y calles peligrosas, y también hermosas calles y buenos ciudadanos. Recordar que se es una casa llena de sirvientes a quienes nadie controla. ¿Acaso nuestra primera educación no nos enseñó a no salir con gente inconveniente fuera de nosotros? Nuestra segunda educación nos enseña a no estar acompañados por "Yoes" equivocados dentro de nosotros. Nuestra primera educación es
externa:
nuestra segunda educación es
interna.
La vida no nos da la segunda educación. Sólo la enseñanza esotérica nos imparte la segunda educación —es decir, para quienes están buscando algo que difiera de la vida.

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