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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky (44 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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Birdlip, 27 de diciembre, 1942
El Conocimiento - Introducción

En esta ocasión hablaré primero de la "Octava de Trabajo". En ella el sonido
Do
representa la Valoración del Trabajo, pues nada puede comenzar a menos que haya una valoración. Y esto no tiene nada de misterioso. No podrán empezar nada a menos que piensen que vale la pena, y lo que vale una cosa es su valor para ustedes. Si se considera que una cosa no tiene valor alguno no se la valora. Ahora bien, la nota
Do
no suena necesariamente en el momento mismo en que un hombre se pone en contacto con el Trabajo. Quizá suene. Es decir, cuando se oyen las ideas del Trabajo éstas pueden caer en un lugar preparado de antemano en uno —es decir, en el Centro Magnético—. Es posible que sienta que allí está lo que deseaba. Esta valoración es debida a la acción de la clase de
Centro Magnético
en uno. Y en las diferentes personas el Centro Magnético es también diferente. Pero está en las partes emocionales de los centros —es decir, está en los lugares en que se siente el valor, porque la valoración es emocional—. Sin embargo, este por así decirlo, primer amor no dura. Es quizá un sentimiento muy bello, pero se desvanece, luego de haber cumplido su tarea, y se queda uno con la tarea de revaloración. Porque el Centro Magnético puede llevar a una persona al Trabajo, pero no la mantiene en él. Sin duda alguna todos han experimentado los primeros sentimientos de amor, esos sentimientos extraordinarios y ultraterrenos que sobrevienen en la primera juventud, que no son físicos sino más bien religiosos, y que parecen haber sido tocados por las influencias provenientes del Centro Emocional Superior. Y luego, más tarde, se presenta una tarea por completo diferente —la de las relaciones prácticas—. Ocurre lo mismo respecto del Trabajo. Y he pensado a menudo que repetimos la historia de nuestra vida amorosa en el Trabajo mismo. Sé, en mi caso, que cuando conocí por primera vez el Trabajo sentí nuevamente la misma admiración, el mismo sentido de misterio, de algo milagroso, que había sentido en mi primera juventud —sentimientos que por cierto parecían sustentarse por sí mismos y estar sólo relacionados superficialmente con un objeto exterior, una persona—. Pero sean cuales fueren las primeras emociones que se hayan sentido en conexión con las ideas del Trabajo y el descubrimiento de que exista tal cosa, por más extraordinarios que hayan sido los sentimientos experimentados, no es bastante. Aun cuando tengamos un Centro Magnético cabal, los sentimientos y emociones que surjan de él no perdurarán. Es preciso que conozcamos el objeto de nuestro amor y nos relacionemos prácticamente con él. Esta nota se llama
Re
en la Octava de Trabajo. La nota
Re
suena, cuando una persona empieza a estudiar las ideas del Trabajo y su enseñanza, y comienza a aplicar el Trabajo a sí mismo. Esta nota
Re
se llama "Aplicación del Trabajo a sí mismo". Y si la nota
Do,
que el Centro Magnético hizo sonar primero, no cambia de calidad, sino que sigue siendo sencillamente un sentimiento de lo milagroso, la nota
Re
no sonará con fuerza. Sin embargo, nadie podrá pasar al Trabajo a no ser que tenga un sentimiento inicial de lo milagroso. Es decir, un hombre debe sentir la diferencia entre la vida y el Trabajo. De otro modo el Trabajo caerá dentro de él en los lugares donde cae la vida —es decir, en aquellas partes de los centros que no pueden recibir el Trabajo y que no están preparadas para recibirlo—. El Hombre tiene partes de los centros para la vida y partes de los centros para el Trabajo. Está construido para la vida y para el Trabajo. Y, al no poseer el Centro Magnético, recibirá las ideas del Trabajo en las partes de los centros destinadas a la vida. Intentará añadir el Trabajo directamente a la vida como si fuera la misma cosa. Verterá el vino nuevo en los viejos odres, remendará su viejo abrigo con paño nuevo. La función del
Centro Magnético
es impedirlo. A veces se define el Centro Magnético como la capacidad de distinguir entre las influencias A y las influencias B, entre las influencias de la vida, creadas en la vida mecánica, y las influencias que provienen del exterior de la vida y que son sembradas en la vida mecánica. Si no existiera el Centro Magnético, nada sería posible en lo concerniente a la evolución interior. No sería posible transformación alguna del sentimiento de vida o del sentimiento de sí mismo. Sin embargo, como ya se dijo, una vez que el Centro Magnético ha desempeñado su papel,
ya no sirve más.
Nos introduce en un nuevo mundo. Y entonces es preciso encontrar el camino. Es decir, puede llevar a un hombre al Trabajo y ofrecerle la posibilidad de valorizar el Trabajo, pero esto es todo. Luego un hombre debe revalorizar el Trabajo por sí mismo mediante la aplicación de las ideas del Trabajo a sí mismo y a su punto de vista integral, y esto fortalecerá el
Do
en él. Es decir, la nota
Re
fortalecerá la nota
Do
en él, y cambiará su calidad en una
valoración consciente.
Al ver la verdad del Trabajo, un hombre lo valorizará cada vez más de un modo consciente, y esta revaloración fortalecerá
Do
y hará de esta nota un verdadero
Do
. Porque es preciso considerar si el
Do
dado por el Centro Magnético es en verdad un
Do
cuyo sonido fue
conscientemente
dado.

La tercera nota en la Octava de Trabajo, la nota
Mi,
es llamada "Entendimiento de las Dificultades Personales". Comprenderán fácilmente que sus aspectos son muchos, y muchos también sus significados para cada persona. Hay, por ejemplo, dificultades personales que aparecen en relación con nuestro
ser.
Y hay dificultades personales relacionadas con nuestro
conocimiento
—es decir, la aceptación de ciertos aspectos del Trabajo como conocimiento—. Porque son muchas las ideas extrañas que tienen que ver con el aspecto
conocimiento
del Trabajo —ideas que hemos oído muchas veces, pero que aún no hemos reconocido—. En este Trabajo tenemos que
pensar de una nueva manera.
Y esto es sólo posible mediante un nuevo conocimiento, porque se pensará siempre
de la misma manera
a menos de tener un nuevo conocimiento. Un nuevo pensamiento exige un nuevo conocimiento, pero un nuevo conocimiento no hará pensar de una manera nueva a menos que se lo reconozca. Empero, es preciso pensar de una nueva manera, porque de otro modo nunca se verá la propia vida y nunca se verá el significado del Trabajo. El Trabajo sobre el conocimiento es tan difícil como el Trabajo sobre el ser. Y hasta más difícil. Todo esto pertenece al entendimiento de las dificultades personales —la nota
Mi.

En el Trabajo se dicen muchas cosas difíciles. Significa ello que se dicen muchas cosas que chocan con
nuestras formas acostumbradas de conocimiento.
Se lo encuentra en todas las formas de enseñanza esotérica. Por ejemplo, Cristo dijo muchas veces a sus discípulos: "Si podéis soportarlo". Y esto significa que el conocimiento —el gran conocimiento—, el conocimiento sobre el Hombre y su situación en la Tierra y sus posibilidades, no es algo que se pueda comprender fácilmente, o que pueda unirse al conocimiento ordinario pensándose que es disparatado porque no corresponde a nuestras opiniones. El gran conocimiento exige un gran sacrificio y una larga lucha consigo mismo. Esta noche les daré la enseñanza del Trabajo sobre el
conocimiento
mismo, que no es fácil de aceptar y que debe ser pensada durante mucho tiempo para que llegue a ser parte de nuestra mente.

EL CONOCIMIENTO

Habla el señor Ouspensky:

"Durante una conversación que tuve con G. en nuestro Grupo, que ya empezaba a ser permanente, le pregunté: Si el antiguo conocimiento fue conservado y si, hablando en general, siempre existió un conocimiento distinto de nuestra ciencia y filosofía y que hasta las superaba, ¿Por qué se lo oculta tan cuidadosamente? ¿Por qué no está a la disposición de todos? ¿Por qué los hombres que poseen este conocimiento especial no están deseosos de darlo a la circulación general, por amor a una mejor y más exitosa lucha contra el engaño, el mal y la ignorancia?.

Creo que esta es una cuestión que surge por lo general en la mente de todo hombre al conocer por primera vez las ideas del esoterismo.

A esta cuestión hay dos respuestas, dijo G. En primer lugar este conocimiento no está oculto; y en segundo lugar, por su misma naturaleza, no puede estar a la disposición de todos. Primero, tendremos en cuenta la primera de estas aseveraciones. Les probaré después que el
conocimiento
(puso énfasis en la palabra) es mucho más accesible a aquellos capaces de asimilarlo de lo que por lo general se supone; y que toda la dificultad radica en que la gente o no lo desea o no puede recibirlo. Pero ante todo es preciso comprender otra cosa, a saber, que el conocimiento no puede pertenecer a todos, ni siquiera puede pertenecer a muchos. Tal es la ley. No lo comprenden ustedes porque no comprenden que el conocimiento, como todas las cosas en el mundo, es
material.
Es material, y esto significa que posee todas las características de la materialidad. Una de las primeras características de la materialidad es que la materia en un lugar dado y bajo condiciones dadas es limitada. Hasta la arena del desierto y el agua del mar están en cantidad definida e invariable. De modo que, si el conocimiento es material, significa entonces que hay una cantidad definida de conocimiento en un tiempo dado. Cabe decir que, en el curso de cierto período, digamos un siglo, la humanidad tiene a su disposición una cantidad definida de conocimiento. Pero sabemos, aun por una observación ordinaria de la vida, que la
materia de conocimiento
posee cualidades por entero diferentes sea que se la tome en cantidades pequeñas o grandes. Si se la toma en gran cantidad pero solamente por un hombre, o bien por un pequeño grupo de hombres, produce resultados muy buenos; en cambio, tomada en pequeña cantidad (es decir, un poco por cada una) por un gran número de personas, no produce resultado alguno; o hasta puede dar resultados negativos, contrarios a lo que se esperaba. Así, si cierta cantidad definida de conocimientos es distribuida entre millones de hombres, cada individuo recibirá muy poco, y esta pequeña cantidad de conocimiento no cambiará nada, ya sea en su vida, ya sea en su comprensión de las cosas. Y por más grande que sea el número de hombres que recibe esta pequeña cantidad de conocimiento, no cambiará nada en su vida, excepto, quizá, que la hará aún más difícil.

Pero si, por lo contrario, grandes cantidades de conocimiento se concentran en un pequeño número de hombres, entonces este conocimiento producirá grandes resultados. Desde este punto de vista es mucho más ventajoso que el conocimiento se conserve entre un pequeño número de personas y no se disperse entre las masas.

Si tomamos cierta cantidad de oro y decidimos dorar un número de objetos con él, es preciso conocer, o calcular, exactamente el número de objetos que se puede dorar con esta cantidad de oro. Si tratamos de dorar un número mayor, el dorado será desigual, por manchas, y el aspecto será mucho peor que si no tuviera oro en absoluto; de hecho, habremos perdido nuestro oro.

La distribución del conocimiento se basa exactamente en el mismo principio. Si el conocimiento se diera a todos, nadie lograría nada. Si se lo conserva entre unos pocos, cada uno recibirá no sólo bastante para guardar, sino para aumentar lo que recibe.

A primera vista esta teoría parece muy injusta, ya que la posición de aquellos a quienes, por así decir, se les niega el conocimiento con el fin de que otros puedan recibir una parte mayor, parece muy triste e inmerecidamente más dura de lo que habría de ser. En realidad, empero, esto no es en absoluto así; y en la distribución del conocimiento no hay la menor injusticia.

El hecho es que la enorme mayoría de la gente no desea ninguna clase de conocimiento; se niegan a aceptar su parte, y ni siquiera toman la porción que les es destinada en la distribución general para los propósitos de la vida. Esto es particularmente evidente en tiempo de locura de las masas tales como las guerras, las revoluciones, etc., cuando los hombres parecen perder de repente hasta la pequeña cantidad de sentido común que tenían y se convierten en autómatas completos, entregándose en gran número a una destrucción total —en otras palabras, hasta perdiendo el instinto de conservación de sí. Debido a ello, enormes cantidades de conocimiento permanecen, por así decir, sin que nadie las reclame y pueden ser distribuidas entre aquellos que comprenden su valor.

No hay nada injusto en esto, porque aquellos que reciben el conocimiento no toman nada que pertenezca a los demás, no privan a los demás de nada; sólo toman lo que los otros rechazaron por inútil y que en todo caso se hubiera perdido si nadie lo hubiese tomado.

El acopio de conocimiento por algunos depende del rechazo del conocimiento por los otros.

Hay períodos en la vida de la humanidad, que por lo general coinciden con el comienzo o la caída de las culturas y civilizaciones, en que las masas pierden irremediablemente la razón y empiezan a destruir todo lo que ha sido creado por los siglos y los milenios de cultura. Tales períodos de locura de las masas, que a menudo coinciden con cataclismos, geológicos, con cambios climáticos y similares fenómenos de carácter planetario, dejan en libertad gran cantidad de materia de conocimiento. Esto, a su vez, exige el trabajo de reunir esta materia de conocimiento que de otro modo se perdería. Así el trabajo de reunir esta materia de conocimiento desparramada coincide con frecuencia con el comienzo de la destrucción de cultura y civilizaciones.

Este aspecto de la cuestión es claro. La multitud no desea ni busca el conocimiento, y los dirigentes de la multitud, en su propio interés, tratan de fortalecer el miedo y la antipatía hacia todo lo nuevo y desconocido. La esclavitud en la cual vive la humanidad se basa en este miedo. Es difícil imaginar todo el horror de esta esclavitud. No comprendemos
lo que
está perdiendo la gente. Pero con el fin de comprender la causa de esta esclavitud basta ver cómo vive la gente, qué constituye el propósito de su existencia, el objeto de sus deseos, pasiones y aspiraciones, de lo que piensan, de lo que hablan, de lo que sirven y de lo que adoran. Consideren en qué gasta su dinero la humanidad culta de nuestro tiempo, qué es lo que impone el precio más alto, dónde están las grandes muchedumbres. Si pensamos un instante sobre estas cuestiones vemos claramente que la humanidad, tal como es ahora, con los intereses por los cuales vive, no puede esperar otra cosa diferente de lo que tiene. Pero, como he dicho ya, no puede ser de otro modo. Imaginemos que al conjunto de la humanidad se le destina una libra de conocimiento por año. Si este conocimiento se distribuye entre todos, cada uno recibirá tan poco que seguirá siendo tan tonto como antes. Pero, gracias al hecho de que muy pocos desean tener este conocimiento, aquellos que lo aceptan obtienen, digamos, un grano cada uno, y adquieren la posibilidad de llegar a ser más inteligentes. No todos pueden llegar a ser inteligentes aunque lo deseen. Y si llegaran a ser inteligentes ello no arreglaría las cosas. Existe un equilibrio general que no puede ser trastornado.

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