Taller de escritura creativa para niños y adolescentes (14 page)

BOOK: Taller de escritura creativa para niños y adolescentes
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Escribir

Una vez aclarados los puntos anteriores, el maestro les invita a escribir un texto siguiendo, en la medida de lo posible, las pautas del cuento.

6

Los jóvenes escritores

Consigna: Contar una historia que me contaron

El cuento de China

Había una vez una niña que se llamaba Mei-Xin, de la provincia de Uando, en China. Y en el país de China había muchas niñas que tenían juguetes pero ¿sabes qué no tenían? No tenían papá ni mamá. Y en otro pueblo había unos padres que querían una niña de China y escribieron muchas cartas y pasaron muchos días y muchos días hasta que un día cuando Ana estaba de tiendas la llamó un señor de China y le dijo a Ana que era madre de una niña y ¿cuántos años tiene? dos años le dice el señor. Y Ana aún tiene que esperar pero pudo ver la foto de Yang Mei- Xin y cuando la vio, el lunes, porque ya era lunes, Ana le dijo que te­nían mucha suerte.

Y
ANG
M
EI-
X
IN
, 6 años

 

Consigna: Abecedario poético

Los animales

A

F

Abubillas vienen

El flamenco

y abubillas van

vuela con una rosa

y el sol se cansa de verlas pasar     

 y un camaroncito

porque abubillas vienen

y un poquito de temblor.

y abubillas van

G
UILLE
F
ALCONES
, 7 años

 

Consigna: Cuento libre

Una noche en la que todo el mundo dormía los muñecos de mi habitación cobraron vida. La primera fue la osita Rosita, la segunda fue Copita de Nieve, después Mic, y por último, María la coneja con su bebé. Todos salieron de mi habitación y, uno por uno, fueron bajando la escalera. Des­pués la osita Rosita abrió la puerta de la calle y salieron. Suerte que se mancharon las patas, porque después para volver a casa seguirían las pisadas. Bien, seguimos con la historia: llevaban un mapa y además es difícil perderse en mi barrio.

Pasearon un buen rato hasta media noche. Después volvieron a casa siguiendo sus pisadas. Cuando yo me desperté estaban todos en su sitio pero nadie se dio cuenta de esta historia. Quizá solo ha pasado en mi imaginación.

M
IRANDA
T
EIXIDÓ
, 8 años

 

Consigna: Ruletas de palabras

Consigna: Haiku

Onecer en el tajo

Lágrimas secas

onecer en el tajo de moho de una flor     

caen

haciendo una cascada.

verde fuera bonita por dentro

Onecer en el tajo

Onecer en el moho.

J
OSE
F
ALCONES
, 9 años

 

Consigna: Me invento la historia de los signos

Las comillas

Estaban cansadas de siempre tener que apartar a las otras palabras para que no molestasen a «las más importantes», en fin, que ser segurata es muy cansino, ya que aparte de cubrirlas estaban bajo el control de éstas las cuales les mandaban. Tan cansadas estaban que un día dijo una: «Yo me largo». Y se largó así, sin más. Las otras pensaron que era una buena idea irse y ellas también dimitieron. Juntas decidieron montar una empresa que se llamó
Las comas
y se encargaba de separar diferentes frases a ver si así todo tenía un poco más de sentido.

A
NGO
F
ALCONES
, 13 años

 

Consigna: Poema libre

Consigna: Haiku

Hacia el futuro se aleja      

En el atardecer de verano   

dejando el pasado

las aves reposan

sin memoria ni cabeza.

bajo las nubes.

I
LDE
F
ALCONES
, 15 años

 

Consigna: Me como algo y me transformo

Me como un jardín, despacio para podérmelo comer todo; saboreo la hierba seca de la tarde y voy recordando sabores olvidados o
inertos
. Saboreo el encuentro con la flor, lo saboreo más que ningún otro encuentro, me como los pétalos, el tallo, las raíces, hasta no dejar nada. Me como cuatro árboles separados por un balancín, me como las manzanas, los plátanos, las peras y las almendras de mi jardín. Me como a mi abuela que está sentada en el balancín leyendo
Mortal y rosa.
Así que me como también su libro, me como por lo tanto expresiones, palabras, muertes, acentos, comas, me como a Francisco Umbral, me como la naranja mecánica de Stanley Kubrick sobre todo porque no tiene mucho que ver. Me como tres vasos que se olvidaron de recoger llenos de conversaciones estúpidas que se crean por la noche. Me como todos los pájaros de color turquesa y el olor de todas las rosas. Me como los problemas que deposito cada mañana y no se desvanecen.

Me como mi jardín para que nadie se lo coma antes.

G
RETA
F
ERNÁNDEZ
, 13 años

 

Consigna: Inventar palabras

(fragmento)

Arlinta

Caminaba despacio. Las baldosas rojas como la sangre pasaban por debajo de ella, espantadas. Y luego se burlaban, desdeñosas, superiores. Hipó­critas. Entonces enfilaba su camino de grava que conducía a aquella casa pequeña y decrépita. La maldad se colgaba a su alrededor, pero Arlinta la espantaba con un brusco golpe de viento y retrocedía medio muerta.

Entraba por la puerta de madera, las termitas cuchicheaban explicándose secretos de muertos y ella le veía, dormido en una esquina, enrollado en sí mismo, en sus excrementos y sus miedos y sus sudores y su de­mencia puñetera. Se acercaba a él y sentía una sombra de remordimiento, pero la pena caída dentro, en el centro mismo del cuerpo, la empujaba hacia el hombre. En el instante en que sentía la pena como un puñal de llamas en los ojos y en el corazón y en el alma, él abría los ojos.

O
RIOL
R
OCHE,
13 años

 

Consigna: Texto libre

(fragmento)

Hubo un tiempo en que no quería recordar. Me adentraba en las inicuas estancias de la memoria, y una vez allí lloraba, solamente por oír el llanto al que nada le atrae la fuerza de sí mismo, un llanto húmedo y categórico, del cual apenas me inundaba.

Los recuerdos, al adentrarse la noche, perdían los párpados. Sus imágenes se tornaban de una crueldad inmarcesible, y cada nervio de mi cuerpo alcanzaba el sufrimiento acallado: parecía que su contenido fuera plenamente inexistente. Pero cuando lo vi, sin mudanzas ni convulsiones, mi alma pegada en las respectivas estancias de la memoria, empecé a comprender lo que realmente sucedía: ya no había recuerdos, todo mi ser se había convertido en aquello que tanto había ansiado, ya no era yo, había perdido las propiedades de mí mismo y apenas era un efímero y perecedero recuerdo hallando su plenitud en la desaparición y en la desdicha.

P
OL
R
UIZ DE LA
G
ARZA
, 14 años

 

Consigna: El juego de las instrucciones

Manual de instrucciones para levantarse

Partiendo del principio de que todo lo que sube baja, usted debe hacerse a la idea de que ninguna forma de levantarse es permanente. Para un le­vantamiento real o físico es necesario un pequeño impulso inicial. Llegará el momento en que usted necesite encontrar un equilibrio, en el que su peso esté distribuido equitativamente; una vez lograda esa etapa, sus pies encontrarán su posición en la tierra. Si sufre usted de vértigo, el proceso deberá ser realizado con más lentitud.

Para un levantamiento metafórico o moral se deberá partir de otro principio, el que dice que una vez se ha tocado el fondo, el único camino que queda se dirige hacia arriba. Es aconsejable el uso de ciertas sustancias como el café, si el impulso necesario no se encuentra; si es usted bipolar o ciclotímico, deberá tener en cuenta que la altura a la que llegue será inversamente proporcional a la siguiente caída.

M
ARINA
T
ORRINGTON
, 16 años

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