Star Wars Episodio V El imperio contraataca (24 page)

BOOK: Star Wars Episodio V El imperio contraataca
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Las nubes corrían junto a las ventanillas de la carlinga y por último respiraron aliviados cuando el
Millennium Falcon
atravesó rugiendo un cielo crepuscular de color naranja rojizo.

Luke logró montar una de sus piernas encima de la veleta electrónica, que siguió soportando su peso. Pero el aire del tubo de escape le azotaba, por lo que le resultaba difícil no resbalar y caer del instrumento.

—Ben... —gimió en una agonía de dolor—. Ben...

Darth Vader llegó a la vacía plataforma de aterrizaje y vio cómo la mancha que era, el
Millennium Falcon
desaparecía en la lejanía.

Se volvió hacia sus dos asistentes.

—¡Traed mi nave! —ordenó.

Se retiró con el propósito de prepararse para el viaje, con el manto negro flotando a sus espaldas.

En algún punto cercano al pie del soporte de Ciudad de las Nubes, Luke volvió a hablar. Concentró su mente en alguien que según creía, se preocupaba por él y de alguna manera acudiría en su ayuda.

—Leia, escúchame —volvió a clamar lastimeramente—. Leia...

En ese preciso instante se rompió un enorme fragmento de la veleta, que cayó a toda velocidad hacia las nubes. Luke se sujetó a lo que quedaba de la veleta y luchó por sostenerse a pesar de la ráfaga de aire que lo golpeaba desde el tubo de escape.

—Parecen tres cazas —dijo Lando a Chewbacca con la vista fija en las imágenes de la pantalla computadora—. Podemos dejarlos atrás con facilidad —agregó, pues conocía tan bien como Han Solo las posibilidades del carguero.

Miró a Leia y se lamentó por la pérdida de la ciudad que administraba.

—Sabía que ese tinglado era demasiado bueno para durar —se quejó—. Lo echaré de menos.

Pero Leia parecía estar en las nubes. No se dio por enterada de los comentarios de Lando, tenía la vista fija en el vacío, como transfigurada. Al salir de su trance dijo, como si respondiera a algo que había oído:

—¿Luke?

—¿Qué? —inquirió Lando.

—Tenemos que volver —dijo la princesa con tono apremiante—. Chewie, dirígete al fondo de la ciudad.

Lando la miró, atónito:

—Un momento. ¡No volveremos allí!

El wookie ladró, mostrando por una vez su acuerdo con Lando.

—No discutas —ordenó Leia con firmeza, adoptando la actitud de quien está acostumbrado a que se cumplan sus órdenes—. Hazlo. ¡Es una orden!

—¿Qué ocurrirá con esos cazas? —argumentó Lando, señalando los tres cazas TIE que caían sobre ellos. Buscó con la mirada el apoyo de Chewbacca.

Pero Chewbacca gruñó amenazador, para demostrarle que sabía quién mandaba ahora.

—Está bien, está bien —accedió Lando comprensivamente.

Con toda la gracia y la velocidad que lo había hecho famoso, el
Millennium Falcon
se ladeó entre las nubes y reemprendió el camino de la ciudad. Mientras el carguero proseguía su carrera probablemente suicida, los tres cazas TIE que les perseguían imitaron la maniobra.

Luke Skywalker ignoraba la cercanía del
Millennium Falcon
. Apenas consciente, de algún modo conseguía mantenerse aferrado a la rechinante y oscilante veleta. El mecanismo se inclinó bajo el peso de su cuerpo y por último se desprendió por completo de su base; Luke cayó impotente a través de los cielos.

Sabía que esta vez no encontraría dónde sujetarse en la caída.

—¡Mire! —exclamó Lando y señaló a una figura que se hundía en la distancia—. Alguien cae...

Leia logró mantener la calma, sabía que el pánico los condenaría a todos.

—Ponte debajo de él, Chewie —le dijo al piloto—. Es Luke.

Chewbacca respondió instantáneamente y orientó con cuidado el
Millennium Falcon
en una trayectoria descendente.

—Abra la escotilla superior, Lando —indicó Leia.

Mientras salía de la carlinga, Lando pensó que aquella táctica era digna del mismísimo Han Solo.

Chewbacca y Leia vieron más claramente el cuerpo descendente de Luke y el wookie guió la nave hacia él. Mientras disminuía drásticamente la velocidad de la nave, la forma que caía a plomo pasó rozando el parabrisas y aterrizó con ruido sordo contra el casco exterior.

Lando abrió la escotilla superior. Advirtió que los tres cazas TIE se aproximaban al
Falcon
, mientras sus armas láser iluminaban el cielo crepuscular con abrasadoras franjas destructivas.

Lando asomó el cuerpo por la escotilla, logró coger el maltrecho guerrero y lo introdujo en el interior de la nave. En ese instante el
Falcon
se sacudió a causa de una explosión cercana que estuvo a punto de arrojar el cuerpo de Luke por la borda. Pero Lando le apretó la mano y lo retuvo con firmeza.

El
Millennium Falcon
se desvió de Ciudad de las Nubes y rugió a través de la densa capa brumosa. Hizo un viraje para eludir el cegador fuego antiaéreo de los cazas. La princesa Leia y el piloto wookie mantenían esforzadamente el curso de la nave. Pero menudeaban las explosiones alrededor de la carlinga con un estrépito que competía con los aullidos que emitía Chewbacca al operar frenéticamente los controles.

Leia conectó el intercomunicador.

—¿Luke está bien, Lando? —gritó por encima del ruido que dominaba la carlinga—. ¿Me oye, Lando?

Desde el fondo de la carlinga le llegó una voz que no era la de Lando.

—Sobrevivirá —replicó Luke débilmente.

Leia y Chewbacca se volvieron para ver a Luke malherido, ensangrentado y envuelto en una manta, mientras Lando le ayudaba a entrar en la carlinga. La princesa salió de la carlinga y, le abrazó con éxtasis.

Chewbacca, que aún luchaba por alejar la nave del alcance de fuego de los cazas TIE, echó la cabeza hacia atrás y ladró jubiloso.

Detrás del
Millennium Falcon
, el planeta de nubes retrocedía en la distancia. Pero los cazas siguieron en su persecución, disparando rayos láser y haciendo que la nave se balancease cada vez que la alcanzaban.

En la bodega del
Falcon
, Artoo-Detoo trabajaba diligentemente, entre constantes inclinaciones y balanceos, para rearmar a su dorado amigo. Trataba de reparar meticulosamente los errores cometidos por el bien intencionado wookie y emitía bips mientras desempeñaba la intrincada tarea.

—Muy bien —elogió el androide protocolario: tenía la cabeza en su lugar y el segundo brazo estaba casi completamente colocado—. Tan bueno como si fuese nuevo.

Artoo lanzó breves bips de inquietud.

—No, Artoo, no debes preocuparte. Estoy seguro de que esta vez lo lograremos.

En la carlinga, Lando no se mostraba tan optimista. Vio que las luces de advertencia del panel de control empezaban a destellar. De pronto empezaron a funcionar las alarmas de toda la nave.

—Están operando las pantallas desviadoras —informó a Leia y a Chewbacca.

Leia miró por encima del hombro de Lando y percibió otra señal amenazadoramente grande, que había aparecido en la pantalla del radar.

—Hay otra nave —dijo— mucho más grande, que intenta derribamos.

Luke miró serenamente por la ventanilla de la carlinga hacia el vacío sembrado de estrellas. Casi para sus adentros, comentó:

—Es Vader.

El almirante Piett se acercó a Vader que estaba en el puente de mando del más grande destructor galáctico imperial y miraba a través de las ventanillas.

—En unos instantes estarán al alcance del rayo tractor —informó confiadamente el almirante.

—¿Ha sido desactivada su hipertransmisión? —quiso saber Vader.

—Inmediatamente después de ser capturados.

—Bien —dijo la gigantesca figura vestida de negro—. Preparaos para el abordaje y disponed vuestras armas para el ataque.

Hasta ese momento el
Millennium Falcon
había logrado eludir los cazas perseguidores, ¿Pero lograría escapar al ataque del aciago destructor estelar, cada vez más cercano?

—No podemos cometer errores —afirmó Leia con tono tenso y la vista fija en la enorme señal de los monitores.

—Si mis hombres dicen que repararon este bebé es porque lo repararon —le aseguró Lando—. No tenemos por qué preocuparnos.

—Creo haber oído eso antes —murmuró Leia entre dientes. La nave volvió a oscilar debido a la conmoción producida por otra explosión láser, pero en ese momento empezó a destellar una luz verde en el panel de control.

—Las coordenadas están establecidas, Chewie —dijo Leia—. Ahora o nunca.

El wookie ladró para mostrar su acuerdo. Estaba listo para la fuga hipertransmisora.

—¡Adelante! —gritó Lando.

Chewbacca se encogió de hombros, como diciendo que valía la pena intentarlo. Tiró del regulador de velocidad de la luz, lo que alteró repentinamente el sonido de los motores iónicos.

Todos los que iban a bordo rogaron, a la manera humana o androide, que el sistema funcionara: era su única esperanza. Pero bruscamente el sonido se estranguló y se extinguió; Chewbacca aulló con desesperada frustración.

Una vez más, el sistema hipertransmisor les había fallado.

Y el
Millennium Falcon
seguía balanceándose bajo el fuego de los cazas TIE.

Desde el destructor estelar del Imperio, Darth Vader observaba fascinado cómo los cazas TIE disparaban incesantemente contra el
Millennium Falcon
. La nave de Vader caía sobre el fugitivo
Falcon
, faltaba poco para que el Oscuro Señor tuviese a Luke Skywalker en su poder.

También Luke lo presentía. Miró hacia afuera en silencio, con la certeza de que Vader estaba cerca, de que su victoria sobre él pronto sería plena. El jedi estaba malherido y exhausto: su espíritu se preparó para sucumbir a su destino. Ya no había ninguna razón para seguir luchando... ya no había nada en lo que creer.

—Ben —susurró desesperado— ¿por qué no me lo dijiste? Lando trató de ajustar algunos controles y Chewbacca saltó de su asiento para correr a la bodega.

Leia ocupó el lugar de Chewbacca y ayudó a Lando a pilotar el
Falcon
a través de la barrera de fuego.

En la bodega, el wookie corrió y adelantó a Artoo, que seguía trabajando en la compostura de Threepio. La unidad R2 empezó a emitir bips de asombro mientras observaba al wookie que intentaba frenéticamente reparar el sistema de hipertransmisión.

—¡Dije que estábamos condenados! —recordó a Artoo el aterrorizado Threepio—. Los motores de hipertransmisión vuelven a funcionar mal.

Artoo lanzó varios bips mientras articulaba una pierna.

—¿Cómo puedes saber tú qué es lo que funciona mal? —se burló el androide dorado—. ¡Ay! ¡Mi pie! ¡Y deja de parlotear! A través del intercomunicador sonó la voz de Lando en la bodega.

—Chewie, verifica los controles de desviación secundaria.

Chewbacca se dejó caer en el hoyo de la bodega. Trató de soltar una sección del panel con una enorme nave inglesa. Pero no logró moverla ni un milímetro. Rugiente de frustración empuñó la herramienta a modo de palo y golpeó el panel con todas sus fuerzas.

De forma improvista el panel de control de la carlinga salpicó a Lando y a la princesa con una lluvia de chispas. Ambos se echaron atrás sorprendidos, pero Luke no pareció notar que ocurriera nada a su alrededor. Tenía la cabeza baja en actitud de desaliento y profundo dolor.

—No podré oponerle resistencia —murmuró.

Lando volvió a ladear el
Millennium Falcon
en un nuevo intento por eludir, a los perseguidores.

Pero la distancia entre el carguero y los cazas era cada vez menor.

En la bodega del
Millennium Falcon
, Artoo corrió hasta un panel de control, dejando al airado Threepio farfullando en su lugar, sobre su única pierna. Artoo trabajó velozmente, confiando sólo en el instinto mecánico para reprogramar el circuito. A cada uno de los ajustes de Artoo destellaban brillantes luces hasta que, de pronto, en las entrañas de los motores de hipervelocidad del
Falcon
resonó un nuevo y poderoso zumbido.

El carguero se ladeó repentinamente, por lo que el sibilante androide R2 rodó al hoyo y aterrizó sobre el sorprendido Chewbacca.

Lando, que estaba de pie cerca del panel de controles, se tambaleó y chocó contra la pared de la carlinga. Pero al caer vio que las estrellas exteriores se convertían en infinitas y cegadoras franjas de luz.

—¡Lo logramos! —gritó victorioso.

El
Millennium Falcon
había entrado en hipertransmisión.

Darth Vader no abrió la boca. Contempló el vacío en el lugar donde un instante antes se encontraba el
Millennium Falcon
. Su profundo y negro silencio produjo pavor a los dos hombres que le acompañaban.

El almirante Piett y su capitán aguardaban, recorridos por escalofríos de miedo, preguntándose cuánto tardaran en sentir las invisibles garras en sus gaznates, pero el Oscuro Señor no se movió. Con las manos cruzadas en la espalda, guardó un silencio contemplativo. Después se volvió y abandonó lentamente el puente de mando con el manto de ébano flotando a sus espaldas.

XIV

Por fin el
Millennium Falcon
estaba a salvo, atracado sobre un enorme crucero rebelde. En la lejanía brillaba un glorioso destello rojo irradiado por una gran estrella del mismo color: un destello que esparcía su luz carmesí sobre el estropeado casco de la pequeña nave de carga.

Luke Skywalker descansaba en el centro médico del crucero estelar rebelde, donde le atendía Too-Onebee, un androide cirujano. El joven jedi permanecía pensativo mientras Too-Onebee observaba su mano herida.

Luke levantó la vista y vio a Leia que, seguida por See-Threepio y Artoo-Detoo, entraba en el centro médico para enterarse de sus progresos y quizá, para llevarle un poco de alegría. Pero Luke sabía que la mejor terapia que había recibido a bordo del crucero era precisamente la radiante imagen que tenía ante sus ojos.

La princesa Leia sonrió. Tenía los ojos muy abiertos y el rostro iluminado por un maravilloso resplandor. La vio idéntica a aquella primera vez un siglo atrás, le parecía a Luke en que Artoo-Detoo proyectó ante sus ojos la imagen holográfica de la princesa. Con su blanquísima túnica larga de cuello alto era una aparición angelical.

Luke levantó la mano y la ofreció al experto servicio, de Too-Onebee. El androide cirujano examinó la mano biónica ahora expertamente fundida en el brazo de Luke. A continuación, el robot rodeó la mano con una suave faja metalizada a la que añadió una pequeña unidad electrónica, ciñéndola suavemente. Luke cerró el Puño de su nueva mano y sintió las pulsaciones cicatrizantes impartidas por el aparato de Too-Onebee. Entonces relajó el brazo y la mano.

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