Read Star Wars Episodio V El imperio contraataca Online
Authors: Donald F. Glut
—Sí, estoy seguro de que Threepio está con ellos.
El pequeño robot silbó una exclamación de entusiasmo.
—Espera, pronto llegaremos —aconsejó Luke pacientemente.
La cabeza de Artoo percibió los majestuosos enjambres estelares y sintió que sus entrañas estaban tibias y satisfechas a medida que el caza se deslizaba como una flecha celestial hacia el planeta que tenía una ciudad en las nubes.
Lando Calrissian y Darth Vader permanecían junto a la plataforma hidráulica que iluminaba la inmensa cámara congeladora de carbono. El Oscuro Señor estaba quieto mientras los ayudantes preparaban apresuradamente la estancia.
La plataforma hidráulica se alojaba, en un foso profundo situado en el centro de la cámara y estaba rodeada de innumerables tubos de vapor y enormes tanques de diversas formas que contenían sustancias químicas.
Cuatro soldados imperiales de asalto protegidos con armadura montaban guardia con los rifles láser en la mano. Después de observar la cámara, Darth Vader comentó para Calrissian:
—Es una instalación tosca, pero satisfará nuestras necesidades.
Uno de los oficiales del Señor del Sith se acercó a la carrera e informó:
—Lord Vader, se acerca una nave... un caza con ala en X.
—Perfecto —comento Vader fríamente—. Controlen el avance de Skywalker y déjenlo aterrizar.
—Pronto tendremos la cámara preparada para él.
—Sólo utilizamos está instalación para congelar carbono —dijo nerviosamente el administrador de la Ciudad de las nubes—. Sí lo mete ahí, puede morir.
Vader ya había considerado esa posibilidad. Sabía cuál era el modo de averiguar la potencia de esa unidad congeladora.
—No deseo que la presa del emperador sufra daño alguno. Primero lo probaremos —llamó a uno de los soldados de asalto y ordenó—: traiga a Solo.
Lando dirigió una rápida mirada a Vader. No estaba preparado para la maldad pura que se manifestaba en ese ser aterrador.
El caza con ala en X descendió velozmente y atravesó la densa capa de nubes que rodeaba el planeta.
Cada vez más inquieto, Luke observó las pantallas monitoras. Quizás Artoo tenía más información de la que él recibía a través de su panel. Preguntó al robot:
—¿No has captado ninguna nave patrulla?
La respuesta de Artoo fue negativa.
Totalmente convencido de que hasta ese momento no habían reparado en su llegada, Luke, siguió avanzando hacia la ciudad cuya visión le había perturbado.
Seis voraces ugnaughts preparaban frenéticamente la cámara congeladora de carbono mientras Lando Calrissian y Darth Vader, convertido ahora en el verdadero amo de Ciudad de las Nubes observaban la precipitada actividad. Los ugnaughts se deslizaron alrededor de la plataforma congeladora de carbono y bajaron hasta el foso una red de tubos que parecían el sistema circulatorio de un extraño gigante. Elevaron las mangueras de carbonita y las martillaron en su sitio. A continuación los humanoides alzaron el pesado contenedor en forma de féretro y lo colocaron firmemente sobre la plataforma.
Boba Fett entró a la carrera, seguido de un pelotón de seis soldados imperiales. Éstos empujaron a Han, a Leia y al wookie y les obligaron a entrar deprisa a la cámara. Atado con correas a la ancha espalda del wookie iba See-Threepio a medio montar y las piernas aún no conectadas iban toscamente apretadas contra su torso dorado. La cabeza del androide, que miraba en dirección contraria a la de Chewbacca, giró frenéticamente para tratar de averiguar a dónde iban y lo que les esperaba.
Vader se volvió hacia el cazador a sueldo:
—Colócalo en la cámara congeladora de carbono.
—¿Y si no sobrevive? —preguntó el calculador Boba Fett—. Vale mucho para mí.
—El Imperio compensará la pérdida —respondió Vader secamente.
—¡No! —protestó Leia acongojada. Chewbacca echó hacia atrás su peluda cabeza y lanzo un estentóreo aullido wookie. Después arremetió contra la fila de soldados que rodeaba a Han.
See-Threepio gritó asustado y alzó el único brazo que funcionaba para protegerse la cara.
—¡Espera! —gritó el robot—. ¿Qué haces? El wookie luchó y forcejeó con los soldados, sin inmutarse ante su número ni ante los gritos, asustados de Threepio.
—¡Oh, no...! ¡No me peguen! —suplicó Threepio e intentó proteger con el brazo sus piezas sueltas—. ¡No! ¡No es lo que quiere! ¡Tonto, peludo, serénate!
Mas tropas de asalto entraron a la cámara y se unieron a la refriega. Algunos soldados golpearon al wookie con las culatas de los rifles y en la lucha chocaron con Threepio.
—¡Caray! —chilló el androide—. ¡Yo no hecho nada!
Las tropas de asalto empezaban a dominar a Chewbacca y estaban a punto de destrozarle la cara con las armas cuando Han gritó en medio de la barahúnda:
—¡Chewie, no! ¡Basta, Chewbacca!
Únicamente Han Solo podía apartar de la pelea al enfurecido wookie. Han hizo un esfuerzo por liberarse de los guardias, logró apartarse de ellos y corrió para interrumpir la refriega. Vader hizo una señal a sus guardias para que dejaran actuar a Han y ordeno a los soldados que cesaran en la lucha. Han aferró los poderosos antebrazos de su amigo con intención de serenarlo y le miró con severidad.
El agitado Threepio aún se quejaba y protestaba.
—Claro que sí... basta, basta, —lanzó un suspiro robótico de alivio y exclamó—: ¡Gracias al cielo!.
Han y Chewbacca quedaron cara a cara y el primero miró seriamente los ojos de su amigo. Se abrazaron con firmeza y después Han le dijo al wookie:
—Compañero, reserva tus fuerzas para la ocasión en que haya más posibilidades —logró guiñar tranquilizadoramente un ojo, pero el wookie estaba acongojado y lanzó un triste gemido—. Sí ya lo sé —agregó Han e hizo todo lo posible por sonreír—. Comparto tu opinión. Cuídate. —Se dirigió a uno de los guardias—: Será mejor que lo encadenen hasta que esto acabe.
El calmado Chewbacca no rechazó a los soldados de asalto que le rodearon las muñecas con correas de sujeción. Han dio a su compañero un último abrazo de despedida y después se acercó a la princesa. La rodeó con sus brazos y se estrecharon como si no fueran a separarse nunca.
Después Leia le dio un beso prolongado y cargado de pasión. Cuando sus labios se separaron, la princesa tenía los ojos llenos de lágrimas.
—Te quiero —dijo suavemente—. No podía decírtelo antes, pero es la verdad.
Han esbozó su conocida sonrisa presuntuosa.
—Recuerda lo que acabas de decir porque volveré —adoptó una expresión de ternura y la besó cariñosamente en la frente.
Las lagrimas se deslizaron por las mejillas de Leia mientras Han se alejaba y caminaba sereno y orgulloso hacia la plataforma hidráulica que le esperaba.
Los ugnaughts corrieron a su lado, lo acomodaron en la plataforma y le ataron con firmeza los brazos y las piernas a la cubierta hidráulica. Han, solo y desvalido, miró por última vez a sus compañeros. Chewbacca miró tristísimo a su amigo y Threepio asomó la cabeza por encima del hombro del wookie para echar un último vistazo al valiente. El administrador fue testigo de lo que ocurría con una solemne expresión de pesar profundamente dibujada en el rostro. Las facciones de Leia estaban contorsionadas por el dolor mientras permanecía en actitud regia e intentaba mostrarse fuerte.
El rostro de Leia fue el último que vio Han cuando sintió que la plataforma hidráulica caía súbitamente. Mientras ésta descendía, el wookie lanzó un último y tétrico adiós. En ese terrible instante la sufriente Leia se volvió y Lando hizo una mueca de dolor.
Instantáneamente, un liquido ígneo se derramó dentro del foso y provocó una gran cascada fluida y chispeante.
Chewbacca apartó la vista del horroroso espectáculo y al girar, Threepio pudo observar mejor el procedimiento.
—Lo han cubierto con carbonita —informó el androide—. Es una aleación de gran calidad, mucho mejor que la mía. Quedará perfectamente protegido... si es que sobrevive al proceso de congelación.
Chewbacca dirigió una rápida mirada a Threepio por encima del hombro y con un rudo ladrido puso fin a la descripción técnica del robot.
Cuando el líquido se solidificó, unas enormes tenazas metálicas retiraron del foso la humeante figura. Ésta se enfriaba rápidamente y tenía forma humana identificable, pero carecía de rasgos y era rocosa como una escultura inconclusa.
Algunos hombres-cerdos que se protegían las manos con gruesos guantes negros, se acercaron al cuerpo rodeado de metal de Han Solo y dieron vuelta al bloque. Después de que la figura se estrellara contra la plataforma con un estentóreo fragor metálico, los ugnaughts la izaron hasta el contenedor en forma de féretro. A continuación colocaron a un lado un aparato electrónico en forma de caja y retrocedieron.
Lando, se arrodilló, dio vuelta a algunos diales del aparato y controló la válvula que medía la temperatura del cuerpo de Han, Suspiro aliviado y asintió con la cabeza.
—Está vivo —comunicó a los preocupados amigos del coreliano— y en perfecto estado de hibernación.
Darth Vader se dirigió a Boba Fett.
—Cazador a sueldo, es todo suyo —siseó—. Vuelvan a preparar la cámara para Skywalker.
—Acaba de aterrizar —le comunicó un ayudante.
—Ocúpese de que encuentre el camino hasta aquí.
Lando señaló a Leia y a Chewbacca y dijo a Vader:
—Ahora cogeré lo que me pertenece —estaba decidido a liberarlos de las garras del Oscuro Señor antes de que éste modificara los términos del acuerdo.
—Cójalos —dijo Vader—, pero mantendré aquí un destacamento para que los vigile.
—Eso no forma parte del acuerdo —protesto Lando con calor—. Me dijo que el Imperio no intervendría en...
—Pues yo altero los términos. Ruegue para que siga modificándolos.
Una súbita tensión se apoderó del cuello de Lando, señal amenazante de lo que le ocurriría si creaba dificultades a Vader. Lando se llevó automáticamente la mano al cuello, pero la tensión desapareció y él se volvió para mirar a Leia y Chewbacca. Quizás su expresión denotaba desesperación, pero ni la princesa ni él wookie sé dignaron mirarle.
Luke y Artoo avanzaban cautelosamente por un corredor desierto.
A Luke le preocupaba que hasta ese momento nadie les hubiese detenido para interrogarlos. No habían pedido su permiso de aterrizaje ni documentos de identidad, ni preguntado por el propósito de la visita. Al parecer, a ningún habitante de Ciudad de las Nubes le interesaba saber quiénes eran ese joven y su pequeño androide... ni qué hacían allí. Todo parecía de mal agüero y Luke se sentía inquieto.
Súbitamente oyó un sonido en el extremo del corredor. Se detuvo y se apretó contra la pared.
Contento al pensar que quizás estaban de nuevo entre androides y humanos conocidos, Artoo silbó y lanzó bips de entusiasmado. Luke le pidió con la mirada que callara y el pequeño emitió un último y débil chillido. Luke espió en una curva y vio que un grupo se acercaba desde un pasillo lateral.
A la cabeza del grupo iba una figura imponente con armadura y casco destartalados. Tras él guardias armados de Ciudad de las Nubes transportaban un cajón transparente pasillo abajo. Desde donde estaba, a Luke le pareció que el cajón contenía una figura humana flotante y semejante a una estatua. Detrás del cajón iban dos soldados de asalto imperiales, que le descubrieron.
Los soldados apuntaron en el acto y abrieron fuego.
Luke esquivó sus rayos láser y, antes de que pudieran hacer otra descarga, disparó su barrena y abrió dos agujeros chisporroteantes en las delgadas pecheras de los soldados.
Mientras los soldados caían, los dos guardias se llevaron rápidamente la caja con la figura por otro pasillo y el hombre cubierto con armadura apuntó a Luke, con su barrena láser y lanzó una descarga mortal. El rayo pasó junto al joven, arrancó un voluminoso fragmento de la pared que estaba a su lado y lo convirtió en una lluvia de partículas polvorientas. Cuando las partículas se asentaron, Luke volvió a asomarse y descubrió que el atacante anónimo, los guardias y el cajón habían desaparecido al otro lado de una gruesa puerta metálica. Al oír ruidos a su espalda, Luke se volvió y vio que Leia, Chewbacca, See-Threepio y un desconocido con manto bajaban por otro pasillo, custodiados por un reducido grupo de soldados imperiales.
El joven hizo un movimiento para llamar la atención de la princesa y gritó:
—¡Leia!
—¡No, Luke! —exclamó ella con la voz llena de miedo—. ¡Es una trampa!
Luke dejó atrás a Artoo y los siguió a la carrera.
Al llegar a una pequeña antesala, Leia y los demás, habían desaparecido. Oyó que Artoo silbaba frenético mientras se deslizaba rápidamente hacia la antesala. El joven se volvió deprisa y vio que una gigantesca puerta de metal bajaba estrepitosamente delante del sorprendido robot.
Al cerrarse esa puerta, Luke quedó separado del corredor principal. Buscó otra salida y vio que otras puertas metálicas se cerraban estrepitosamente en los vanos de la cámara.
Mientras tanto, Artoo seguía atontado por la sorpresa del peligro. Si hubiese rodado un poco más hacia la antesala, la puerta lo habría convertido en chatarra metálica. Apoyó su nariz de metal contra la puerta, emitió un silbido de alivio y se alejó en dirección contraria. La antesala estaba repleta de tubos siseantes y del suelo salía vapor. Luke exploró la estancia y reparó en una abertura situada encima de su cabeza, abertura que conducía a un lugar que ni siquiera podía imaginar. Avanzó para ver mejor y al hacerlo, la sección del suelo sobre la que estaba ascendió lentamente. Luke continuó en la plataforma elevadora, decidido a hacer frente al enemigo por cuya causa había viajado desde tan lejos.
Con el arma apretada en la mano, Luke subió hasta la cámara congeladora de carbono. Con excepción del siseo del vapor que salía de algunos de los tubos, la estancia estaba mortalmente silenciosa. Tuvo la impresión de que era el único ser viviente en esa cámara llena de máquinas extrañas y contenedores químicos, pero sintió que no estaba solo.
—Vader... —pronunció el nombre casi para sus adentros mientras miraba a su alrededor—. Lord Vader, siento su presencia. Déjese ver —provocó al enemigo oculto—. ¿O es que me teme?
Mientras Luke hablaba, las fugas de vapor formaron grandes nubes ondulantes. Imperturbable ante el calor abrasador, Vader apareció, caminó entre el vapor siseante y subió a la estrecha pasarela situada encima de la cámara, arrastrando la capa negra. Luke dio un cauteloso paso hacia la figura demoníaca vestida de negro y guardó su barrena.