Por qué fracasan los países (12 page)

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Authors: James A. Daron | Robinson Acemoglu

BOOK: Por qué fracasan los países
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La creación de la prosperidad y la pobreza

 

 

La economía del paralelo 38

 

En el verano de 1945, cuando la segunda guerra mundial tocaba a su fin, la colonia japonesa de Corea empezó a hundirse. Al cabo de un mes de la rendición incondicional de Japón el 15 de agosto, Corea fue dividida en dos esferas de influencia siguiendo el paralelo 38. La zona al sur de éste fue administrada por Estados Unidos y la del norte, por Rusia. La frágil paz de la guerra fría terminó en junio de 1950, cuando el ejército de Corea del Norte invadió Corea del Sur. A pesar de que inicialmente los norcoreanos hicieron grandes incursiones y conquistaron la capital, Seúl, en el otoño ya se habían retirado por completo. Fue entonces cuando Hwang Py
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n y su hermano fueron separados. Hwang Py
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n consiguió esconderse y evitó ser reclutado por el ejército norcoreano. Se quedó en el sur y trabajó como farmacéutico. Su hermano era médico, trabajaba en Seúl ocupándose de los soldados heridos del ejército de Corea del Sur, y fue llevado al norte durante la retirada del ejército de Corea del Norte. Fueron separados en 1950, y se volvieron a ver en 2000, en Seúl, por primera vez en cincuenta años, después de que los dos gobiernos finalmente aceptaran iniciar un programa limitado para la reunificación familiar.

Como el hermano de Hwang Py
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n era médico, acabó trabajando para las fuerzas aéreas, un buen trabajo en una dictadura militar. Sin embargo, ni siquiera a los privilegiados en Corea del Norte les va demasiado bien. Cuando se reencontraron, Hwang Py
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n le preguntó a su hermano cómo era la vida al norte del paralelo 38. Él tenía coche, pero su hermano, no. «¿Tienes teléfono?», preguntó a su hermano. «No», le contestó. «Mi hija, que trabaja en el Ministerio de Asuntos Exteriores, tiene teléfono, pero si no sabes el código, no puedes llamar». Hwang Py
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n recordó que todas las personas del norte que habían acudido a la reunión pedían dinero, así que le ofreció unos billetes a su hermano. No obstante, éste le dijo: «Si vuelvo con dinero, el gobierno me lo pedirá, así que quédatelo». Hwang Py
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n se fijó en que el abrigo de su hermano estaba raído: «Quítate ese abrigo y déjalo, y, cuando vuelvas, ponte éste», sugirió. «No puedo hacerlo», respondió su hermano. «Me lo ha prestado el gobierno para venir aquí.» Hwang Py
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n recordaba que, cuando se separaron, su hermano estaba incómodo y muy nervioso, como si alguien los estuviera escuchando. Era más pobre de lo que había imaginado. Su hermano decía que vivía bien, pero Hwang Py
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n pensó que tenía un aspecto horrible y estaba muy delgado.

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