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Authors: Douglas Coupland

Microsiervos (45 page)

BOOK: Microsiervos
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Y su secreto es, me parece a mí, que no muestra nada. Poner cara de póquer no es mostrar frialdad, como James Bond. Es expresar la nada. Tal vez sea esto lo que hay en lo más íntimo del sueño
nerd
: el núcleo de poder y dinero que reside en el centro de la tormenta de tecnología, que no necesita expresar emoción ni carisma porque la emoción no puede convertirse en líneas de código informático.

Por ahora.

Al cabo de un rato he perdido interés, me he puesto a dar vueltas por ahí y he cogido un ejemplar del
New York Times
que había junto a un SGI que atronaba con un simulador de vuelo. Allí, en la tercera página de la sección de negocios, ni siquiera en la primera, aparecía un artículo acerca de cómo estaba subiendo la cotización de las acciones de Apple debido a los rumores sobre su inminente compra tripartita por Panasonic (Holanda), Oracle (EE UU) y Matsushita (Japón). ¡Vaya, cómo cambian las cosas! Eso es lo único que se me ocurre. Apple era el Rey del Valle y ahora los demás se dedican a examinar sus posibilidades como si fuera una compañía recién creada. Los marcos temporales son extremos en la industria tecnológica. La vida transcurre a una velocidad cincuenta veces superior a la normal. Vamos, si alguien de Palo Alto te dice: «No volvieron a llamarme nunca», lo que quiere decir es: «No volvieron a llamar en el plazo de una semana.» Una semana significa nunca en el Valle del Silicio.

Todd ha pasado el día fuera, atravesando una dura prueba con sus padres, y Bug, Sig, Emmett y Susan han estado dando vueltas por ahí con la esperanza de encontrárselos «por casualidad» y enterarse un poco de qué iba todo, pero en vano.

El aeropuerto MacCarran está junto al centro de Las Vegas y cada once segundos pasa un avión por encima de la ciudad. Karla y yo íbamos caminando entre los pabellones y hemos visto a Barry Diller con un traje de lana gris (y sin tarjeta con su nombre). Nos hemos sentado en una boca de incendio, cerca de la pila de cajas contrachapadas de mercancías, con la intención de descansar un poco después de andar tanto y hemos mirado pasar los aviones. Los dos estábamos sobreestimulados.

Karla jugueteaba con el cordón de Samsung que sostenía la etiqueta con su nombre, ha mirado un avión que cruzaba el cielo y ha dicho: «Dan, y todo este rollo, ¿qué nos dice de nosotros, como seres humanos? ¿Qué hemos ganado al exteriorizar nuestra esencia a través de todos estos productos electrónicos, todas estas unidades de lujo, comodidad y libertad?»

Buena pregunta. He comentado lo raro que era que todo el mundo preguntara: «¿Has visto algo nuevo? ¿Has visto algo nuevo?» Es como el mantra del CES.

Karla ha señalado que, al final, una persona puede tener en su casa una gama limitada de objetos. «Puedes tener un equipo de música, un microondas, un inalámbrico... unas cuantas cosas más... pero, a partir de cierto punto, te quedas sin cosas que necesitar. Puedes comprar otros objetos más caros y más potentes, pero no cosas nuevas. Creo que el número de clases de cosas que construimos define nuestros límites como especie.» Me parece que lo más avanzado que he visto aquí es el Virtual Boy de Nintendo. SEGA ha ganado el premio al Stand Más Ruidoso y eso es decir mucho en el CES.

Bug, Sig y Karla estaban un poco molestos por lo «orientada a la familia» que se ha vuelto esta ciudad, y nos hemos dedicado a buscar ansiosamente las huellas de su orgullosa historia de vicio y corrupción. Vamos, si no puedes perderte, ¿para qué demonios sirve Las Vegas?

Durante una tregua de 90 minutos entre reuniones, hemos decidido ir al Sahara para comprobar el componente erótico del espectáculo: está en una sala muy vigilada situada en un segundo piso atestado con lo último en eeeh... ciberestimulación.

No hemos encontrado taxis vacíos, de modo que hemos terminado compartiendo un taxi con el peor travestido del planeta, Darleena: grandes nudillos peludos y una sombra de barba como la de Pedro Picapiedra. Darleena no ha parado de hablar del día en que, el año pasado, conoció a Pamela Anderson de
Los vigilantes de la playa
en la mansión de Hefner Playboy. Durante casi un kilómetro ha charlado de implantes de mamas con Sig (el médico).

En broma, le he dicho a Darleena que a Karla a veces le gusta vestirse de muchacho eduardiano, y a Darleena le ha interesado mucho. Ha sido un viaje divertido.

El pabellón porno era espeluznante. Estaba cargado con la alucinante energía del porno y lleno de montones de mujeres con pechos como pelotas de baloncesto. Como fantasía de un soltero es fenómeno, pero cuando lo ves, alucinas. En realidad, la pornografía sólo consigue que el sexo sea poco atractivo.

A los treinta minutos ya no aguantábamos más y, cuando nos íbamos hacia la puerta, hemos visto que la gente se dirigía hacia un stand determinado, hemos mirado y allí estaba John Wayne Bobbit, vestido con ropa de Tommy Hilfinger, como si fuera un empleado de Microsoft, de pie en medio de las siliconadas habitantes del planeta Tentatrión 5.

Bug ha dicho: «Mirad, un día no eres más que un cretino que vive en un pueblucho de mierda y engaña a su mujer, y, de golpe, ¡BAM!, dos años más tarde llevas una cazadora de Tommy Hilfinger y estás en Las Vegas, Nevada, rodeado de once mujeres con 175 centímetros de contorno de busto mientras todo Estados Unidos de América se pregunta si te funciona la polla.»

La vida real es una película porno. Estoy convencido.

Me he puesto a pensar en el pecado, o en la maldad, o como quiera uno llamarlo, y me he dado cuenta de que, así como nuestra especie ha creado un número limitado de aparatos electrónicos, también existe un número limitado de pecados que podemos cometer. A lo mejor por eso la gente está tan interesada en los hackers informáticos, porque han inventado un nuevo pecado.

McDonald's: «Homenaje a Ronald», ha dicho Amy, al pasar en el coche por debajo de los arcos dorados.

Todos hemos intentado recordar cuándo comimos verdura de verdad por última vez.

«Los encurtidos o la lechuga iceberg no cuentan.»

Nos hemos quedado perplejos.

Este McDonald's regalaba medio litro de refresco a todo estudiante que trajera su carnet de notas con un sobresaliente. Si tenía dos, le daban la bebida y una ración pequeña de patatas fritas; tres sobresalientes y le regalaban, además, una hamburguesa con queso. Amy ha dicho: «¡Prepárate, Japón!», pero después se ha dado cuenta: «En Las Vegas no hay colegios, ¿verdad?»

A mitad de la comida, Michael ha dicho sobre su filete de pescado: «Tal vez Las Vegas sea una muestra del intento constante de los seres humanos por descomplejizar los sistemas complejos.» «¿Eh?»

«Las Vegas fue un lugar sórdido, pero ha evolucionado hacia una versión Disney de sí misma que, probablemente, resulta menos divertida, pero mucho más lucrativa y que, sin duda, es necesaria para que la ciudad sobreviva como entidad en los noventa. Disneylandia presupone un universo de especies no competitivas: las cadenas tróficas aparecen hipersimplificadas hasta la esterilidad a causa del miedo de la clase media a la entropía: son animales que no quieren comerse los unos a los otros y que, de modo irracional, disfrutan con la compañía humana; la vida vegetal se reduce a unos cuantos céspedes con los márgenes salpicados de coloreadas flores estériles.» «¡Oh!»

«Sin embargo, el caos prevalecerá, pues un día todo esto será otra vez polvo, escombros y matas de artemisa.»

«¡Oh!»

«Pero será caos del bueno.»

Me he sentido como si mi CI hubiera quedado reducido a un dígito.

Amy y Michael se han puesto a darse el lote ahí mismo, junto a la zona de juegos de McDonald's.

Podría añadir que
Oop!
va a ser un éxito. Creo que es algo que hemos perdido un poco de vista en la vorágine de Las Vegas pero, por lo que parece, seguimos en nuestros puestos de trabajo y el riesgo corrido se ha convertido en una inversión sólida. Aunque lo que de verdad me importa es que seguimos siendo amigos y estando juntos, que no somos enemigos, y que podemos continuar haciendo juntos cosas que nos molan. Antes creía que el dinero era importante, pero no es así. Está ahí, pero no es nada emocional. Se limita a estar ahí.

Después de anochecer, Karla me ha confesado que ella también estaba fascinada con el rayo láser, de modo que hemos dicho a todo el mundo que volvíamos a La Hacienda, que está ahí al lado, pero nos hemos ido con nuestro sedán Altima alquilado en dirección al nordeste por la autopista 15 para ver hasta dónde podíamos llegar sin perder de vista el rayo de la pirámide. Había oído que los pilotos de los aviones decían que lo veían desde LAX. Me pregunto si los astronautas pueden ver el rayo desde el espacio exterior.

La noche estaba encapotada. Hemos circulado un buen rato y, a sesenta kilómetros de distancia, nos hemos dado cuenta de que nos habíamos despistado, y el rayo láser había desaparecido. Nos hemos detenido en un bar para tomar unas hamburguesas y jugar al videopóquer y hemos ganado 2,25 dólares, de modo que teníamos ante nosotros «la perspectiva de una hamburguesa de queso gratis».

Hemos regresado al coche, hemos vuelto a Las Vegas y, a unos cuarenta kilómetros de Las Vegas, hemos visto de nuevo el rayo de luz del Luxor en el cielo. Hemos parado el coche en el arcén de la autopista para mirarlo. Era romántico y sobrecogedor.

Me he sentido muy cerca de ella.

Más tarde, de regreso en el hotel, mientras estaba metiendo la entrada de mi diario en el PowerBook, he notado que Karla me miraba y me he sentido un poco cohibido. He dicho: «Supongo que es un poco tonto intentar tener una copia de seguridad de mis recuerdos personales...»

Ella ha dicho: «En absoluto... usamos tantas máquinas que no tiene nada de sorprendente que almacenemos recuerdos ahí, igual que lo hacemos en nuestros cuerpos. Lo único que distingue a los seres humanos de las demás criaturas de la Tierra es la externalización de la memoria subjetiva: primero, con muescas en los árboles; después, con las pinturas en las cavernas; más tarde, con la palabra escrita, y, ahora, con bases de datos que tienen un poder de almacenamiento y recuperación de la información que parece casi de otro mundo.»

Karla ha dicho que, dado que nuestra memoria se multiplica aparentemente de forma logarítmica, el ritmo de la historia se percibe como algo cada vez más rápido, se está «acelerando» a una velocidad extrañamente distorsionada que no puede sino aumentar cada vez más. «Muy pronto, todo el conocimiento humano estará comprimido en trochos del tamaño de un grano de arroz que podremos lanzar a las estrellas con nuestras cerbatanas.»

«Y... ¿qué pasará cuando toda la memoria de la especie sea tan barata y accesible como los guijarros de la playa?», he preguntado.

Ha contestado que no había motivo para alarmarse. «Es una pregunta llena de temor reverencial, admiración y respeto. Y, si tenemos en cuenta cómo es el ser humano, imagino que lo más probable es que utilice esos nuevos guijarros de memoria para construir nuevos caminos.»

Tal como he dicho... ha sido romántico.

Domingo

Ha sucedido lo siguiente: estaba mirando por la ventana y he visto a Todd peleándose con sus padres en el Strip, debajo del cartel de La Hacienda. ¿Cuánto tiempo llevarían ahí? He decidido ayudar a Todd y he bajado para ver si podía intervenir. «¡Basta ya con esta locura!» En el momento en que llegaba hasta ellos, ha aparecido Karla corriendo. Nos hemos dado todos la vuelta, y la he visto llegar y he adivinado que algo iba mal, muy mal.

Ha tomado aliento y ha dicho: «Dan, siento tener que decírtelo, pero ha ocurrido un accidente.»

He dicho: «¿Un accidente?»

Me ha dicho que acababa de hablar con Ethan en Palo Alto. Mi madre ha tenido una embolia cerebral en clase de natación, está paralizada y nadie sabe qué va a pasar ahora.

En ese momento y ahí mismo, Todd y sus padres han caído de rodillas y se han puesto a rezar en medio del Strip, y me he preguntado si no se habrían hecho daño al caer, y me he preguntado cómo se rezaba, porque yo nunca he aprendido, y todo lo que recuerdo es que yo también he caído de rodillas y he empezado a rezar.

ventanilla de avión

cuadrados verdes

torres

luces

líneas telefónicas

equipaje

El sueño del Nuevo Mundo

El brazo extendido

La caravana atravesando un millón de kilómetros de pradera

Cruzar lo incruzable

Haz ese viaje y construye la carretera mientras avanzas.

Has conseguido generar más memoria de lo que imaginaban los sueños más fantásticos.

Dos semanas más tarde
Martes, 19 de enero de 1995

Autopista Hanshin

Stephen Hawking caminando por habitaciones silenciosas, señalando cosas que nunca habías visto antes.

Almacenes Mitsukoshi, Kobe, Japón, en un ángulo de 45 grados, con su contenido estrellado contra las paredes

El estado de Washington Occidental, a excepción de la región metropolitana de Seattle, tiene asignado un nuevo prefijo, el 360, que entrará en vigor el 15 de enero de 1995

¿Eres japonesa?

sangre fluida

espejo retrovisor

Nirvana Unplugged

Hawai

lo que quería

lo que sucedió

índice Nikkei

Émbolo

acontecimiento

reversibilidad

posible cerebrovascular

Destrozamonstruos

Hacedor de madres

Secuestrador

Luchador contra el sistema

Rompecódigos

Quemateclados

Princesatiburón

Coágulo

Skywalker

Buscador de Dios

Comecerebros

Este es el día de los días, y así empieza mi narración.

Karla ha estado dando masajes a mi madre en la espalda en su nueva habitación situada junto a la cocina, una habitación que hemos llenado con sus piedras, sus fotos, un pebete y con Misty. Misty, protegida por su falta de inteligencia, ajena a los atascos de circulación en el flujo sanguíneo del cerebro de su dueña: autopistas de carbono con el hormigón cuarteado, y los Camrys, los Isuzus y los F-100 aplastados; tanto los supervivientes como las víctimas neurales, enterrados todavía bajo los pasos elevados de su Ser. El cerebro de mi madre está destrozado e inerte; sus miembros permanecen inmóviles como las ramas de un limonero en una tarde de agosto, unos miembros que se contraen de vez en cuando, unos miembros adornados con el anillo de boda y una muñequera Chyx, regalo de Amy. Imágenes de un Japón derruido en todos los canales, y, sobre ellas, la voz del locutor flotando en segundo término. Por lo menos, Japón puede ser reconstruido.

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