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Authors: Douglas Coupland

Microsiervos (43 page)

BOOK: Microsiervos
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Han empezado a emitir avances de tres minutos de películas en el canal de programas a la carta («¡Eh, veamos
La pequeña picara!)
. Entonces ha salido un presentador anunciando la entrega de los premios AVN, los premios Adult Video News. Susan ha gritado: «¡Los Cipotes de oro!» Es un espectáculo como el de los premios de la Academia para gente del cine porno. Hemos tenido que pagar. Era demasiado atractivo para no hacerlo. La gente avanzaba por los pasillos de una sala para recoger premios por cosas como «Mejor escena anal», y lanzaba un discursito lloroso y emotivo al aceptar el premio. Era increíble. Daban premios por cosas como «Mejor escena de grupo».

Por suerte, mi padre estaba en su habitación, hablando por teléfono con un amigo de Hewlett-Packard con el que iba a cenar por la noche. La verdad es que hemos armado un jaleo... somos la clase de gente que uno no desea tener en la habitación contigua.

Anatole ha dicho: «Mirad, esa actriz de allí: estaba en el despacho de delante del mío hace seis años, en la compañía donde yo trabajaba antes, ¡y ahora gana un premio! —Anatole parecía muy orgulloso—.

En otros tiempos, tenías a doce
geeks
dedicados a los juegos de ordenador y doce estrellas del porno amontonados en el rincón más remoto del más remoto edificio de congresos. Éramos los bichos raros de la convención. Y ahora la organizamos nosotros. ¡Ja!»

Amy y Michael se han metido en el cuarto de baño y han salido con cajas de kleenex en los pies: «¡Somos Howard Hughes!» La verdad es que su imitación del germenofóbico multimillonario ha tenido su gracia.

Hemos telefoneado a mi madre y nos ha dicho que Ethan estaba mareado por culpa del tratamiento del día. Lindsay tiene un agradable aspecto de potito, y Dusty, la antigua entusiasta del culturismo, está comiéndose las reservas de toda la casa. Misty, que no ha perdido un gramo desde que empezó a hacer régimen el año pasado, sigue a la «Madonna con niño» por todas partes. «Dusty es una víctima fácil para un perro pedigüeño —dice mi madre—, y no paro de repetirle que no le dé de comer, pero no sirve de nada.» Mi madre parece enfadada, pero tiene que saber que su perro nunca estará en su peso. Así que, en conjunto, parece que todo va bien.

Mi madre ha preguntado, medio en broma, pero también en serio, si mi padre iba ocupando su terreno como representante de la compañía, pero le he dicho que no podría decírselo hasta mañana.

Hemos ido los diez en dos taxis (veinte minutos de espera) por el Strip (atascado) a una fiesta de Sony a la que Todd había hecho que, más o menos, nos invitaran y hemos dejado a mi padre de paso en el MGM Grand. Las tres Chyx, repartidas en los dos coches, han gritado en un coro bien ensayado: «¡Buenas noches, Blake Carrington, estás más bueno que el pan!» A mi padre se le han puesto las orejas coloradas. Me parece que los premios porno han ejercido una mala influencia sobre ellas.

En la fiesta de Sony hemos alucinado porque, de repente, todos los invitados parecían actores porno, aunque fueran personas normales. Todo ha sido culpa de las imágenes de los ganadores de los premios Cipote y de los retazos de escenas de sus películas, que seguían en nuestros cerebros. Y, entonces, nos hemos dado cuenta de que, según cómo lo mires, todas las personas pueden parecer actores de cine porno. De modo que, durante unos pocos minutos, la humanidad ha tenido una apariencia francamente alarmante. Me pregunto cómo serán las relaciones cuerpo-mente en la gente que se dedica al porno: no puedo imaginármelo. Para ellos, sus cuerpos deben de ser como máquinas o como productos que deben entregar en un plazo determinado; aunque, bien pensado, no son los únicos: lo mismo ocurre a los atletas olímpicos, los
geeks
, los que se dedican al culturismo y las personas con trastornos alimentarios.

Volviendo a la fiesta de Sony... hemos examinado las secuencias de acción real que aparecen en los nuevos juegos Sony y las actuaciones... eran tan exageradas. Eran como actuaciones porno. Todo eso sólo ha servido para reforzar la impresión colectiva de que el mundo real es una película porno. Hablando con una ejecutiva de Sony llamada Lisa, le he preguntado de dónde sacaban a los talentos para filmar los juegos, sin decirle que la parte de acción real era una mierda. Me ha dicho que la gente de la industria informática todavía no se ha dado cuenta de lo increíblemente caro que es rodar cualquier clase de juego con acción real. «Pronuncia las palabras "acción real" y el precio sube un millón de dólares», ha dicho.

Entonces me he preguntado en voz alta si actuar en los productos multimedia va a ser el equivalente moderno de aparecer en el programa de preguntas a famosos
Hollywood Squares
. Michael y Amy han pasado a ofrecer un recital a dos voces de preguntas procedentes de una antigua versión de mesa del juego que tenían cuando eran pequeños:

P: Verdadero o falso: Frank Sinatra nunca lleva ningún tipo de joyas.

R: Falso.

P: Verdadero o falso: Una persona normal puede retener el aliento durante 45 segundos.

R: Verdadero.

P: Según la revista
Cats
, ¿debemos sedar a nuestro gato antes de meterlo en un avión?

R: No.

Entre los dos han conseguido irritar a la gente de Sony porque todos intentaban comportarse con un estilo excelente y hollywoodiense y no ser nada
geeks
, y Michael y Amy estaban destruyendo esa falsa ilusión. Y, a continuación, han empezado a besuquearse, con lo que han desconcertado a la gente todavía más.

¿Unos
geeks
magreándose?

Aquí se puede reconocer a la gente que viene de Los Ángeles... es la actitud... parecen «minifiguras», diría yo. Un momento... ¿estoy siendo tautológico? La verdad es que los angelinos parecen pertenecer a una especie totalmente diferente a la de los demás habitantes de la zona de la Bahía. En California existe una verdadera dicotomía norte/sur. No cabe duda de que son dos Estados diferentes.

Michael ha dicho: «La gente de Los Ángeles viste como si formara parte del mismo segmento de población.» Hemos decidido que, en los concursos televisivos del futuro, los participantes ganarán el derecho a formar parte de un mismo segmento de población y pasarán seis horas con diez compañeros preseleccionados demográficamente comentando y criticando todos los aspectos de sus vidas. Después, podrán ver a través de uno de esos espejos de doble cara cómo despedazan al siguiente ganador. Nada de lotes de arroz Rice-A-Roni para todo un año ni de dormitorios completos.

Hemos estado charlando con otra mujer, también llamada Lisa (no ha sido difícil recordarlo, porque todas las mujeres que hemos conocido se llamaban Lisa). «El año pasado, a todos los ejecutivos del estudio se les llenaba la boca con los multimedia —ha dicho—, pero este año están empezando a coger pánico: no saben manejar lo que tienen entre manos y empieza a notarse; además, los errores les están costando un montón de dinero, como reutilizar el Myst para reconvertirlo en un largometraje o reutilizar películas para convertirlas en CD-ROM. Es un desastre.

»Y Nueva York sigue sin enterarse de nada. Por lo general son los primeros, pero con los multimedia están todavía en pañales y eso los saca de quicio. Los que de verdad se enteran de esta historia son, precisamente, los que no se las dan de visionarios.»

Lo he pensado un poco y tiene razón: los
geeks
no vuelan a Los Ángeles para invitar a los ejecutivos de los estudios y soltarles el rollo cenando en Spago. Spago tiene que ir a los
geeks
. Debe de ser odioso para Spago.

De repente, Amy ha intervenido y ha dicho a la unidad Lisa: «Exacto. Yo trabajo en una producción con el Tetris para Castle Rock y ¡no te puedes ni imaginar la cantidad de chorras que hay mangoneando en algo de lo que no tienen ni pajolera idea! ¡Y encima van de expertos!»

¡Lisa se lo ha creído: se ha tragado el anzuelo, el plomo y la caña! Es evidente que ni siquiera había visto el Tetris en su vida.

Ha sido divertido.

Amy ha proseguido: «En la historia de la conversión de juegos en películas, creo que sólo
Tron
ha rozado mínimamente lo que se puede hacer... y eso fue en el 82. El hecho de que un juego tenga personajes no significa que pueda contar una historia... Mira, por ejemplo,
Super Mario Brothers
. Quien haya dado el visto bueno al presupuesto de 45 millones de dólares para hacer ese churro habrá tenido que dar un montón de explicaciones.»

Lisa ha asentido y ha preguntado: «¿Y qué presupuesto tienes?»

Amy ha sonreído y ha dicho: «Las secuencias de acción real van a incrementarlo mucho... Creo que vamos a rodar con unos 30 millones.»

Lisa: «¿Tienes una tarjeta? Te voy a dar la mía...»

En el otro extremo de la habitación, Anatole estaba ocupado enrollándose con una unidad Lisa e intentando impresionarla, de modo bastante descaminado, con su «conocimiento extremo» de los productos Sony.

«Lo bueno de los productos de Sony —decía Anatole— es que siempre llevan puesto delante exactamente lo que son. Por ejemplo, el CD-radiocasete CDF-758, el transmisor estéreo TMR-IF310, o el receptor de 9 bandas ICF-SW15 FM/MW/SW.»

Pero, evidentemente, su acento
frrangsés
hacía que esta conversación sonara seductora, y él y su Lisa han seguido juntos durante el resto de la fiesta. Karla ha dicho: «¿Os habéis dado cuenta de que cuando Anatole está rodeado de chicas tiene más acento?»

Susan ha estado charlando con una unidad Lisa en versión masculina sólo para fastidiar a Emmett, quien, a estas alturas, ya está acostumbrado. Susan ha dado un buen toque a nuestro grupo. Con eso de Chyx se ha convertido en una figura de culto. Ha sido como si Jim Morrison entrara en la habitación; en el acto la han rodeado las admiradoras.

De repente, Amy ha dicho con un tono de voz muy alto y tremendamente embarazoso: «¿Qué coño pasa en este sitio? Todas las tías se llaman Lisa.»

Michael se ha lanzado a suavizar la situación: «Es que es canadiense.»

«Michael, me habías prometido que nos tomaríamos unos martinis y que perderíamos cien dólares en la ruleta. Y la comida que hay aquí es un asco y tú lo sabes.»

«Tienes razón.»

Y los dos se las han pirado al MGM Grand.

Karla, yo y unas cuantas Lisas hemos intentado adivinar cómo se expresaría en mímica «producto multimedia interactivo». Para simbolizar una película, se simula dar vueltas a la bobina de una cámara; para una canción, se hace bocina con las manos; un libro se representa con dos manos simulando unas páginas abiertas. Lo único que se nos ha ocurrido para representar los multimedia era dos manos picoteando en el aire.

No cabe duda de que es necesario una interfaz definitiva, aunque sólo sea para hacer que el juego de las charadas sea más fácil que en estos últimos cinco años.

Después de marcharnos de la fiesta Sony, hemos vagado por los terrenos del hotel
yuppie
y me he dado cuenta de una cosa que no sabía: Todd no sabe beber. Quizá su nuevo corte de pelo le ayuda a sacar al gilipollas que todos llevamos dentro. Se ha dedicado a pasear por los senderos intentando meter a patadas unos panecillos en las piscinas y sumergiendo en los falsos riachuelos del hotel unas versiones beta mangadas de algunos CD ROM de Sony, mientras nos gritaba a todos y nos llamaba
geeks
. «¡Holaaaaa!», gritaba, como si se llevara una gran sorpresa. Sospecho que ser padre y el haber pasado los dos últimos meses (tal como hemos hecho todos, incluida Dusty, que apenas podía llegar al teclado por culpa de su barriga del tamaño de una sandía) haciendo viaje tras viaje a Kuwait mientras depurábamos el programa de la versión beta de
Oop!
para presentarla en Las Vegas, ha podido con él y está liberándose de la presión. Todos la sentimos. Mañana y el domingo averiguaremos si
Oop!
(e Internalidad) tienen un futuro asegurado.

Todd llevaba su gabardina de la Ardilla Secreta pero no nos hemos atrevido a burlarnos. Y, de repente, ha desaparecido, tal vez a buscar pelea a un bar deportivo.

Hemos observado atentamente el espectáculo de las fuentes luminosas que había delante del Mirage y la gente de la ciudad ha empezado a alucinarme. Las Vegas debe de ser el único lugar en el mundo en el que se considera políticamente correcto llevar un abrigo de pieles. El tipo de gente que había era exactamente el mismo que habría ido a Las Vegas (materialistas) y no a Boulder (ecologistas) en
The Stand
, y ahí estaban.

Nos hemos quedado de pie junto a la enorme escultura de Siegfried y Roy, los domadores poshumanos de leones blancos, no lejos de la fuente; entonces, Bug y Sig se han puesto a hablar de cómo Henry Ford hizo su Modelo T durante diez años seguidos sin un solo cambio, hasta que GM sacó algo elegante, y Henry despidió a todo el mundo, lo remodeló todo y sacó el modelo A, que volvió a construir sin cambios durante otros cinco años, y entonces Plymouth sacó algo elegante, y Ford tuvo que acabar aceptando la idea de la competencia y el diseño.

Hemos intentado imaginar cómo sería hacer un producto sin ningún cambio durante cinco años, pero no hemos podido. Entonces, nos hemos dado cuenta de que todos los coches del Strip tenían la misma pinta: Chryslers, Taurus y Toyotas... todos exactamente iguales por detrás, como fabricados con el mismo molde. Así que, por defecto, estamos otra vez como con Henry Ford. Suponemos que volverán a ponerse de moda los alerones, aunque sólo sea porque va a producirse una revuelta de consumidores contra el aburrimiento de unos coches que parecen huevos.

En la tienda de Warner Brothers del centro comercial de Caesar's Palace nos hemos tropezado con el equipo de BuildX. Hemos comprado nuestras tazas altas de Marvin el Marciano y nuestras zapatillas, los hemos mirado atentamente y nos hemos marchado.

Me pregunto si Bill se encuentra alguna vez con John Sculley o con Steve Jobs en un 7-Eleven.

Todos queríamos ir al Luxor, jugar un poco y dar algún paseo dentro de la pirámide. Emmett nos ha informado de que SEGA tiene aquí su único salón de exhibición y en él se puede jugar con juegos totalmente nuevos, casi versiones beta. Es una brillante idea de marketing porque, por lo general, los juegos de los salones no gozan del mismo tipo de reconocimiento de marca ni de la misma lealtad que los domésticos; así que, tras visitar el salón de SEGA, la marca se te queda grabada en el cerebro de modo indeleble. Es como regalar a tu hijo un exprimidor de naranjas de McDonald's en su fiesta de cumpleaños.

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