Me dedico a esto para conocer gente. Espero divertir, sorprender, y de vez en cuando, poder aportar una mirada diferente y constructiva. Soy como todos los de mi especie: ambicioso sin tener los medios para conseguir mis objetivos, con buena voluntad aunque a veces no sepa utilizarla. Nunca seré aquel que tire la primera piedra. Más bien soy el primero que la recibiría.
Desde que soy pequeño me dedico a observar y a escuchar. Y a mi pesar, lo memorizo todo. Porque una familia quiso acogerme, porque hubo familias que quisieron acogerme, porque me dejáis ser el testigo de vuestras existencias, hoy puedo ponerme frente a vosotros y deciros que yo también soy débil, imperfecto, que soy uno de los vuestros y que os amo a todos.
Como al fin y al cabo soy un hombre y tengo que confesar que si bien muchas veces los que me han hecho avanzar han sido mis semejantes, son casi siempre las mujeres las que me han impedido caer y las que me han ayudado a levantarme. Es por ello que esta historia es para vosotras. Para vosotras, que muchas veces sólo tenéis ojos para nosotros a pesar de que nosotros en tantas ocasiones no os vemos como deberíamos. Pero ningún hombre puede llegar a serlo sin vosotras.
Gracias por haberme acompañado hasta esta página. Cada libro ayuda a encontrar nuevos amigos, nuevos apoyos. Y esta fuerza merece ser compartida.
Es por ello que le dedico este libro a Janine Brisson, Martine Busson, Mathilde Bouldoire, Marie «Mimi» Camus, Sandrine Christ, Catherine Costes, Chantal Deschamps, Géraldine Devogel, Germaine Fresnel, Élizabeth Héon, Cathy Laglbauer, Hélène Lanjri, Gaby Le Pohro, Gaëlle Leprince, Christine Mejecaze, Christiane Mitton, Céline Thoulouze, Yvette Turpin, Isabelle Béalle-Tignon, Catherine Würgler. Os dedico este libro y os lo agradezco. No me olvido de Hélène Bromberg, Alice Coutard, Jacqueline Gilardi y Charlotte Legardinier. Os considero amigas, hermanas y madres; admirables, sorprendentes, algunas veces locas (es papá quien lo piensa), valientes, enamoradas, perdidas, abatidas, con una paciencia que los hombres no conoceremos nunca pero sin la cual estamos condenados. Dad besos a vuestras familias de mi parte.
Gracias a Pascale y a Willy Joisin, dueños de la fabulosa panadería Les Larmes d’Osiris en Saint-Leu-la-Fôret por haberme permitido aprender más. Gracias también a Pascale Bazzo, Delphine Vanhersecke, Sandrine Jacquin, Nathalie Vandecasteele por su mirada y su apoyo.
A ti, Michèle, por todo lo que compartimos desde el jardín de infancia: desde las cabañas en los árboles, nuestras risas y tristezas y tu presencia fiel en los momento claves de mi vida. Cómo olvidar que la primera vez que oí hablar de problemas del corazón estábamos juntos en primaria. Yo jugaba con mis amigos a policía y ladrón y tú llegaste gritando: «Gilou, Gilou, llévame rápido al doctor que estoy embarazada. Paul acaba de besarme en la boca». Para ser más discreto he cambiado el nombre de Pascal Goulard por el de Paul.
Para ti, Sylvie, porque a pesar de tus quince años en la medicina no consigues vacunarme sin destrozarme la espalda. Me gustan mucho tus consejos, tu risa, tus ideas que nos aterrorizan a todos pero van acompañadas de una mirada que consigue reconfortarnos al mismo tiempo.
Para ti, Brigitte, por la energía bienhechora con la que nos inundas y por haberte convertido en un anclaje, en un faro capaz de guiarme en los momentos más oscuros. Decir la verdad es el lujo más grande de una existencia y contigo uno solo obtiene verdades. Para ti, porque no tienes miedo de las moscas, porque puedes explotar de risa en el peor momento. Te propongo que sigamos juntos en esta vida y en la siguiente. Para las demás, ya negociaremos más adelante.
Para ti, Annie, mi querida suegra, por tu dulce locura, por tus ensayos que siempre se dejan comer, por esos momentos en los que puede suceder cualquier cosa ya que tienes el gas y las cerillas. Si te das prisa todavía puedes cerrar la puerta de la nevera que lleva abierta desde hace dos horas sin que Bernard se dé cuenta. Gracias por estar ahí.
A mi madre. Siento que no puedas leer esto. Gracias por tu carácter, tus miedos, tus esperanzas, tus patatas quemadas y tus siempre emotivas palabras. Has ayudado a crear el hombre que soy hoy en día. No vendrás a comer el domingo, y lo lamento.
Que me perdonen las mujeres, pero tengo que agradecérselo también al resto de compañeros:
A mis amigos, a mi familia, a Roger Balaj, Patrick Basuyau, Stéphane Busson, Steve Crettenand, Jean-Louis Faucon, Michel Héon, Christophe Laglbauer, Éric Laval, Sam Lanjri, Michel Legardinier, Philippe Leprince, Marc Monmirel, Andrew Williams. Os pido que no me dejéis nunca. Si me encontrara solo en medio de tanta mujer enloquecería.
Para Soizic y Stéphane, por vuestra energía, vuestro valor y vuestros valores. ¿Cómo olvidar esa cena el mismo día en que escribo estas palabras? ¿Cómo creer en la casualidad? Recuerdo ese melón bajo la lluvia antes de que a Stéph se le cayera al suelo la carne. Es una señal. Muchas gracias por esa maravillosa complicidad que me ofrecéis desde hace tanto tiempo. Un abrazo a Jean-Baptiste y Oriane de mi parte.
Para ti, Bernard, porque iluminas mis horas al dejarte la luz encendida en el estudio. Por todas esas verduras bio que son la alegría de las palomas y de los erizos. Gracias por esas ideas que de pronto tienes y por todo lo que les enseñas a los niños y a mí mismo. Con ochenta años ya puedes quitarte la máscara de «ingeniero-severo-que-se-molesta-por-todo-lo-que-no-funciona», para pasar a ser todo a tiempo completo «el-hombre-afectivo-lleno-de-talento-y-esperanza». Sabía que el pórtico cabría en el maletero, sin embargo no creo que se pueda almacenar agua en un contenedor roto.
Para vosotros, Katia, Thomas y Philippe. Gracias por vuestra presencia, vuestro apoyo y vuestra confianza. No sé muy bien cuál es el lazo que nos une pero está claro que el mundo parece un lugar mejor cuando este existe. Katia, tengo que devolverte tu gorro peruano. Philippe, cuando puedas leer esta historia pregúntame sobre tus padres, tengo muchas cosas que contarte.
Y gracias a ti, Éric, porque cruzarme contigo ha sido una de las mejores cosas que me han pasado. Porque verte hacer las tonterías a las que a veces me asocian es una alegría sin fin y porque hace falta tener hermanos para reírnos de las cosas de la vida. El día que te preguntes qué es la cosa más tonta que has hecho en tu vida, consúltame que yo te puedo dar ejemplos ordenados por orden alfabético o cronológico. Con la A: araña, con la P: plancha. Vaya, qué raro, los dos sucedieron a la vez y a la misma hora. ¿Has visto? Estoy progresando, ya he dejado de contar tus ideas y sin embargo todavía me planteo el publicar LA foto. Así que más te vale ser bueno.
Para Guillaume, mi hijo, el chico que crece. Cada segundo que compartimos es un tesoro, salvo cuando tienes entre las manos la M4 y apuntas hacia mí. Espero que los diamantes del Panda Rojo no se equivoquen.
Para Chloé, mi hija, la mujer que cada día se revela un poco más. Tienes demasiado poder sobre mí, pero yo voy a hacer lo posible para que nada de eso cambie. Escribe, si quieres, pero sobre todo ama.
Para ti, Pascale, que quisiste abandonar tu apellido para adoptar el mío que suena peor pero que figura en nuestro buzón. Gracias por haberme esperado, empujado, ayudado. Mi padre tenía razón: estás loca y yo soy estúpido, pero tenemos la suerte de vivir aquello que se produce cuando dos personas como nosotros se encuentran.
Y para terminar, gracias, lector. Espero que esta historia te haya hecho feliz. Trabajo para ti y es por ti que me levanto todas las mañanas. Es una cita a la que no querría faltar por nada en el mundo. Espero que podamos seguir andando juntos. Mi vida, como este libro, está en tus manos. Desde lo más profundo de mi alma, muchas gracias.
Gilles Legardinier
GILLES LEGARDINIER, (París, 1965) escribe para cine y teatro, y es también autor y productor de anuncios publicitarios y documentales. Ha publicado, entre otras obras, las novelas juveniles
Le Sceau des Maîtres
y
Le Dernier Géant
, y el thriller
L’Exil des Anges
, ganadora del Premio SNCF a la mejor novela policíaca del año en 2010, y del Prix des Lycéens et Apprentis de Bourgogne.
Mañana lo dejo
, su primera novela romántica, ha cautivado a los libreros y lectores franceses, convirtiéndose en un gran éxito. Fue elegida Libro del Año por los lectores de
Plume libre
y está siendo traducida en varios países. Su última novela es
Complètement cramé
.