Lo mejor que le puede pasar a un cruasán (45 page)

Read Lo mejor que le puede pasar a un cruasán Online

Authors: Pablo Usset

Tags: #humor, #Intriga

BOOK: Lo mejor que le puede pasar a un cruasán
6.72Mb size Format: txt, pdf, ePub

Por lo demás, aquí se pasa bien. Quiero decir que puede uno tomarse un pelotazo en el ático de Jenny G., o comer en el Vellocino, por citar sólo dos lugares que el lector conoce. Y si a uno le apetece relacionarse con externos, puede jugar al fútbol con tipos que cobran una fortuna por hacerlo fuera los domingos, y hasta asistir a las sesiones técnicas que ofrece un entrenador holandés que ya no fuma. Pero si no te van los deportes, también viene por aquí aquel chaval que se estresa tanto en directo, y hasta se pasan a veces el amiguete que hacía de policía y otros chulos de gran nombre. Desde luego tampoco faltan los que mataron a Kennedy o se encriptan embrujados o marujean a su aire (eso cuando no llega uno con el ala triste y amanece que no es poco bajándose al moro), pero el sector ilustre ya tiene una edad y se porta con mesura. Más juego dan las visitas que traen prozac y dudas, o una tesis para el día de la bestia, momento en que bebemos tequila como para resucitar a un torero.

Pero hay más: ¿adivináis quién ameniza al piano el final de mis veladas? Bueno, en realidad el piano lo empleamos poco: a la larga te resientes de codos y rodillas. Lo malo es que últimamente no para de hablar de cachorros —por bohemia que sea está en la edad—, y como reproducirse, vivíparamente sigue pareciéndome un atraso, me niego en redondo a abandonar el gremio del látex. Pero la muy ladina sabe cómo ponérmelo difícil, así que cualquier día saldrá algo mal y la liaremos, se lo tengo dicho.

Claro que la mayor parte de este tropel que entra y sale sólo conoce una parte de lo que hay, y yo en cambio soy un interno y estoy siempre aquí, como los nativos, así que estas páginas que he estado componiendo a hurtadillas las debe de haber escrito el resto de morriña que me queda. Por eso me alegra poder salir aunque sea una única noche al año, justamente esta noche en que lo más florido de los externos acudirá a pasar la verbena dentro. Desde anoche a las doce están entrando, con su trapito rojo. A veces me cuesta aceptar que todo siga intacto afuera, ahí mismo, detrás de las simples paredes que circundan la parte emergida del enclave, y tengo que asomarme a una terraza, o atender al estruendo de los petardos que atraviesa paredes para cerciorarme de que sigo en Barcelona. Naturalmente comprendo que lo que debería hacer ahora es aclarar qué es eso de los «nativos», y los «internos», y todo lo demás, pero
The First
tenía razón en una cosa: precisamente la curiosidad que despierta la Fortaleza es el mayor peligro para cualquiera que se acerque a ella: cuanto más se sabe más se quiere saber, y no conviene empezar a husmear porque ya sabéis el fregao en el que puede uno meterse.

Pero se me está poniendo el cuerpo de verbena, así que sólo emplearé un minuto más para terminar explicando que, por supuesto, todo esto que he escrito es completamente falso, es decir, verdadero («Dadle a un hombre una máscara y os dirá la verdad»). Y por eso esta noche saldrá subrepticiamente conmigo un disquet con este texto. A pesar de mis precauciones deformando nombres y lugares, sé que si le pidiera permiso a Ignacio no me lo daría, de modo que no voy a decirle nada. Y respecto al lector: qué más da si la Fina se llama de otra manera, el caso es que es
naïf
como ella sola, y también da igual si el coche de mi Estupendo Hermano no es un Lotus sino un Maserati; o si en vez de un Estupendo Hermano tengo una Estupenda Hermana; o si no soy Pablo sino John, o incluso si en realidad soy
Lady First
que por fin dejó quieta la botella y logró transcribir la historia de locos en que se metieron su marido Sebastián y su cuñado el tarambana. Aunque, ahora que lo pienso, últimamente tengo la sensación de que Ignacio esconde algo en la manga: he llegado a pensar incluso que esto pudiera haberlo escrito él. Y en ese caso hubiera sido una osadía imperdonable haber suplantado durante tantas páginas a nuestro presidente del Worm World Council: el gran Pablo Miralles, dignísimo sucesor de Geoffrey de Brun.

En cualquier caso, es sabido lo mal que se me da entender el argumento de las películas, así que, por si me he despistado y algo no ha quedado claro, atenderé a preguntas en
[email protected]
.

Miro el correo a diario.

Other books

06 by Last Term at Malory Towers
A Bride for Kolovsky by Carol Marinelli
For the Time Being by Dirk Bogarde
The Wolf Border by Sarah Hall
I Think of You: Stories by Ahdaf Soueif
He Stole Her Virginity by Shakespeare, Chloe
Calling Home by Michael Cadnum
The Return of Sir Percival by S. Alexander O'Keefe
Twisted Justice by Patricia Gussin