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Authors: Matthew Reilly

Tags: #Intriga, #Aventuras, #Ciencia Ficción

Las seis piedras sagradas (39 page)

BOOK: Las seis piedras sagradas
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Más tarde, esa mañana, Zoe y los demás circulaban a toda velocidad por la provincia de Cyangugu en la camioneta robada.

Zoe iba al volante, vestida ahora con la camisa militar que le había cogido al líder de los bandidos, mientras que a su lado el Mago iba muy erguido con su casco de Naciones Unidas. Parecían un oficial superior de la ONU conducido por el campo por su chofer femenina.

Los restos de los jeeps militares estaban junto a la carretera, sus ruedas y neumáticos robados hacía tiempo. Un inquietante número de mujeres con un solo brazo cocinaban delante de sus casas. Los niños chapoteaban en las cloacas. Los hombres yacían tumbados delante de las puertas, borrachos antes del mediodía.

Zoe advirtió que uno de esos tipos llevaba un sucio móvil enganchado a la cintura.

El móvil imposible de rastrear fue requisado en el acto y, mientras se acercaban a la ciudad de Kamembe, Lily marcó el número de Jack. Luego conectó la llamada al altavoz para que los otros también escuchasen.

El teléfono sonó una vez…

Clic.

—¿Hola?… —Parecía la voz de Jack.

—¡Papá! —exclamó la pequeña.

—No, no soy tu papaíto, Lily. Es un placer conocerte después de tanto tiempo. Soy tu abuelo, Jonathan West Sr. y lamento informarte de que maté a tu papaíto hace dos días. De todas maneras, gracias por llamar. Ahora mis hombres podrán triangular tu posición.

Lily pulsó el botón de finalizar llamada, el rostro pálido por la sorpresa.

Zoe intercambió una mirada con el Mago.

—Han matado a Jack… —Cogió el teléfono de Lily y marcó los números de Osito Pooh y Elástico, pero ambas llamadas fueron pasadas de inmediato al buzón de voz; por alguna razón, sus móviles estaban apagados.

—Jonathan West Sr… —exclamó el Mago—. Lobo. Dios bendito, está al mando. Ahora sabe dónde estamos…, y eso significa que deducirá que vamos en busca de los neethas.

Zoe desvió la mirada mientras su mente funcionaba a toda velocidad.

«Jack está muerto y aquí estamos nosotros, en mitad de África, solos y perseguidos…»

A su lado, Lily miraba al vacío con la mirada perdida. Luego comenzó a llorar con largos, profundos y desgarradores sollozos. Alby la rodeó con sus brazos.

—No podemos renunciar —manifestó el Mago con voz suave pero firme—. Jack no querría que abandonásemos. Debemos permanecer concentrados y encontrar a los neethas y el segundo pilar.

Zoe permaneció en silencio durante mucho rato, su mente todavía funcionando a tope. De golpe, se había enterado de que el hombre a quien amaba estaba muerto y de que una gran responsabilidad había caído sobre sus hombros —los neethas, los pilares, mantener sanos y salvos a Lily y a Alby—, y no estaba muy segura de poder hacerlo. Ella también deseaba llorar, pero sabía que no era posible hacerlo delante de los demás.

Pero entonces habló Lily y Zoe volvió al presente.

—Lo siento. No pretendía que ellos supiesen dónde estamos…

—No te preocupes, cariño —respondió Zoe con bondad—. Todos queríamos llamarlo.

La niña miró a Zoe con las mejillas surcadas por las lágrimas. Ella le devolvió la mirada, y entonces Lily se lanzó a sus brazos y se echó a llorar de nuevo abrazándosele con fuerza.

Mientras se abrazaban, Zoe miraba la carretera.

Las montañas cubiertas por la selva del Congo se alzaban en el horizonte occidental. El Congo era más escabroso que Ruanda, con unas selvas impresionantes, del todo impenetrables.

En algún lugar de allí estaban los neethas, una tribu misteriosa conocida por sus rostros deformados y su brutal salvajismo, los guardianes del segundo pilar.

Ahora, sola y sin Jack, Zoe tenía que encontrarlos.

Alrededor de las dos de la tarde llegaron a las afueras de Kamembe, donde no tardaron en encontrar el depósito abandonado de Naciones Unidas que buscaban.

Parecía un vertedero. La cerca de tres metros de altura se veía rota en varios lugares, y en una vieja verja había un oxidado cartel que decía: Naciones Unidas —Depósito 409: Reparación y abastecimiento de aviones.

A través de la cerca, Zoe vio unos pocos camiones-tanques montados sobre ladrillos, sus neumáticos y piezas desaparecidas hacía tiempo, y un par de oxidados y viejos helicópteros Huey que ya no poseían patines de aterrizaje.

Un hombre salió de detrás del helicóptero más cercano, un negro muy alto.

Zoe levantó su arma…

—¿Zoe? ¿Eres tú? —preguntó el hombre.

Ella soltó un suspiro de alivio y, por primera vez en días, sonrió.

Desde detrás del oxidado helicóptero había aparecido Solomon Kol.

Solomon había traído consigo a dos porteadores, cargados con bidones de combustible sujetos con palos sobre sus hombros.

—Éstos son mis amigos —explicó—. Han traído el combustible para vuestro avión, llevamos aquí desde primera hora de la mañana y comenzábamos a preguntarnos si habíais caído en alguna emboscada de los bandidos.

—Casi —repuso el Mago.

—También tenemos comida —Solomon sonrió.

—Oh, Solomon —exclamó Zoe—, estamos tan contentos de verte.

Comieron en el interior del depósito de Naciones Unidas.

—Un amigo mío tiene un Fokker que utiliza para fumigar las cosechas. Nos trajo hasta aquí esta mañana y nos dejó a unos pocos kilómetros al este —explicó Solomon—. Oímos los rumores en las aldeas por las que pasamos de un anuncio transmitido por la radio del gobierno. Dicen que hay una enorme recompensa para la persona o personas que encuentren a un grupo de fugitivos blancos que se cree que están en Ruanda.

Nuestros enemigos han tendido una enorme red para capturaros y llaman al pueblo para que los ayude…

—¡Eh! Creo que tengo… —interrumpió Alby de pronto.

Había estado sentado apartado de los demás, ocupado en observar el primer pilar cargado.

Se había convertido en algo así como una obsesión para él descubrir lo que significaban los resplandecientes símbolos del pilar. Con la ayuda del Mago y Lily, sabía lo que representaban algunos de ellos, pero ahora había deducido algo más.

El Mago y Zoe lo miraron.

—¿De qué se trata, Alby? —preguntó el Mago.

El chico levantó en alto el oblongo pilar con su vacío piramidal en un extremo y señaló los cuatro lados largos. Todos contenían la resplandeciente escritura blanca.

—¿Veis este lado, con una matriz que parece una telaraña? Esta matriz es en realidad una variante de la estructura del carbono; una interconexión de los átomos de carbono extremadamente compleja, mucho más compleja que cualquier cosa que tengamos hoy.

—¿Eso qué significa? —preguntó Lily.

—El carbono es la base de los diamantes, la sustancia más dura de la Tierra. Las fibras de carbono también son de una fortaleza extraordinaria pero más ligera: los aviones de combate y los coches de carreras las utilizan para reforzar sus cabinas. Son fuertes y ligeras. El titanio y el acero son fuertes pero pesados. Esta matriz, en cambio, es otra cosa: una aleación de carbono que es increíblemente fuerte y al mismo tiempo extraordinariamente liviana.

—Conocimiento técnico… —murmuró el Mago—. Es el conocimiento técnico.

—¿Has conseguido descifrar algo de los otros lados? —preguntó Zoe.

—En parte. Esto de aquí parece ser una representación de la estrella Sirio y sus dos estrellas compañeras. La segunda estrella compañera aparece en un campo de punto cero, la misma materia de la que está hecho nuestro Sol Oscuro.

—Es reconfortante saber que esto puede suceder en algún otro lugar del universo —comentó el Mago.

—El otro lado del pilar parece todavía más desconcertante —añadió Alby—. Parece algo así como una explicación al problema de la expansión del universo.

—Dios santo… —El Mago abrió unos ojos como platos—. ¿Estás seguro?

—¿El problema de la expansión de qué? —quiso saber Lily.

El Mago se encargó de darle una explicación.

—Se acepta por todos que nuestro universo se expande. No obstante, el problema al que se enfrentan los astrofísicos y los teóricos es que debería estar expandiéndose a una velocidad mayor de lo que lo hace. Esto ha llevado a los científicos a la conclusión de que en alguna parte hay una energía negativa o una fuerza capaz de sujetar el universo, que, de esta manera, demora su expansión. El descubrimiento de los componentes físicos de esta energía negativa debería significar que mañana mismo te concedieran el Premio Nobel.

Lily le sonrió a Alby.

—Más te vale que comiences a escribir tu discurso.

—No creo que encontrar un viejo pilar y leerlo equivalga a un descubrimiento de lo que sea —replicó él.

—La cuestión es que éstas son cosas increíbles de saber —añadió el Mago—; un conocimiento colosal. El descubrimiento de Alby es en esencia el equilibrio de nuestro universo, el hasta ahora inexplicable equilibrio que existe dentro de un universo que ha estado expandiéndose desde el big bang y que es mantenido en perfecto control por una fuerza negativa. Eso es extraordinario. Un conocimiento avanzado que nos ha sido transmitido por una civilización anterior del todo generosa y…

De pronto, un alarido atravesó el aire y su eco se perdió en las colinas.

Hubo un momentáneo silencio mientras todos miraban hacia el campo ruandés. El descubrimiento de Alby había hecho que por un instante todos se olvidaran de dónde estaban. Cuando reinó de nuevo el silencio, el Mago dijo:

—Me interesa muchísimo saber lo que dice el último lado del pilar; buen trabajo, Alby, lo has hecho muy bien. Jack siempre dijo que eras especial. Lily es afortunada al tener un amigo como tú.

La pequeña no podía estar más radiante.

Zoe observó toda esa conversación con interés; concentrarse en esos problemas y enigmas era una buena manera de mantener sus mentes apartadas de la pérdida de Jack. Se inclinó hacia adelante.

—Si esto es el conocimiento, ¿qué es la siguiente recompensa?, ¿el calor?

Todas las miradas se centraron en el Mago.

—Supongo que alguna otra cosa muy avanzada pero, de alguna manera, diferente del puro conocimiento que tenemos aquí. Una vez conocí a un académico norteamericano que estaba interesado en las Piedras de Ramsés, un tipo del MIT llamado Félix Bonaventura. Le interesaba sobre todo la segunda recompensa, interpretaba que calor significa energía, una fuente de energía de algún tipo, dado que todas nuestras fuentes de energía conocidas requieren la producción de calor: carbón, vapor, combustión interna, incluso la energía nuclear. Pero, si algo pudiera producir calor o movimiento sin necesidad de combustible, entonces dispondría de un suministro de energía ilimitado.

—¿Hablas del movimiento perpetuo? —preguntó Alby, incrédulo.

—Eso es lo que Bonaventura creía que era la segunda recompensa —manifestó el Mago—. El secreto del movimiento perpetuo.

—Es algo por lo que los chinos estarían dispuestos a matar —señaló Zoe—. Se están ahogando con su propia polución provocada por el carbón.

—Lo mismo significa para Estados Unidos —manifestó Alby—. Dejaría de necesitar para siempre el petróleo de Oriente Medio.

—Todo el mundo cambiaría —declaró el Mago—. Los saudíes y sus vastas reservas de petróleo ya no harían falta. El carbón sería inútil. La guerra tal como la conocemos sería transformada. Al final de la segunda guerra mundial los nazis utilizaban caballos y carros porque se habían quedado sin petróleo. Como recompensa, el calor puro significaría un cambio para el mundo.

Durante la tarde, Solomon y Zoe se dedicaron a reparar uno de los helicópteros en el depósito de Naciones Unidas. A diferencia de los camiones, los motores de los helicópteros estaban más o menos intactos, y las partes que faltaban de uno de ellos pudieron rescatarlas del otro.

A última hora, Solomon se acercó desde el helicóptero limpiándose las manos con un trapo.

—Damas y caballeros, su helicóptero está preparado.

El Mago se puso de pie.

—Entonces vayamos a buscar a los neethas.

REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO

11-13 de diciembre de 2007

El oxidado y viejo helicóptero Huey de Naciones Unidas volaba bajo sobre las montañas selváticas del Congo oriental, todavía sin patines de aterrizaje.

Zoe pilotaba, a su lado el Mago, que buscaba entre un montón de mapas, notas y su ordenador portátil.

—Hace unos pocos años conseguí que Jack hiciera algunas investigaciones referentes a los neethas —comentó cuando encontró una página entre sus notas:

TRIBU NEETHA


Tribu remota, de la República Democrática del Congo (Zaire); belicosos, muy temidos por las otras tribus, caníbales.


Deformidades congénitas en todos sus miembros, una variedad del síndrome de Proteo (protuberancia ósea en el cráneo similar a la del hombre elefante).


Hallados casualmente por HENRY MORTON STANLEY en 1876, los guerreros neethas mataron a diecisiete de su grupo, Stanley consiguió escapar con vida. Años más tarde intentó encontrarlos de nuevo pero no consiguió dar con ellos.


Con toda probabilidad, la misma tribu hallada por el explorador griego HIERONYMUS durante su expedición a África central en el año 205 a. J.C. (Hieronymus mencionó una tribu con terribles deformaciones faciales en la selva al sur de Nubia. Fue a los neethas a quienes robó el orbe transparente que más tarde fue utilizado por el oráculo de Delfos)


EXPERTA MÁS CONOCIDA: DOCTORA DIANE CASSIDY, ANTROPÓLOGA DE LA USC. Toda su expedición, integrada por veinte hombres, desapareció en 2.002 mientras buscaban a los neethas en el Congo.


Cassidy encontró esta pintura rupestre en el norte de Zambia y la atribuyó a los antepasados de los neethas.

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