Lanzarote del Lago o El Caballero de la Carreta (5 page)

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Authors: Chrétien de Troyes

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BOOK: Lanzarote del Lago o El Caballero de la Carreta
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Hecha esta salvedad ineludible, pasemos a describir la estructura episódica de la novela. La acción tiene lugar en dos topónimos más o menos fabulosos. El primero es el reino de
Logres
(galés «Lloegr» o «Lloegyr»), y designa aquella parte de Inglaterra (sudeste) fronteriza con el país de Gales, y también Inglaterra en general. El segundo es
Gorre
o
Goirre
, reino de Baudemagus, quizá relacionable con la Isla de Cristal (país del Otro Mundo céltico identificado —como Avalon— con Glastonbury, en el condado de Somerset), al noroeste de Logres.

1. Advertencia Liminar
(versos 1-29)

Alabanzas metaliterarias de María, condesa de Champaña. De ella proceden la
matiere
y el
san
—dice Chrétien— del relato que va a comenzar.

2. La corte de Arturo
(30-223)

Es la corte de Arturo, un día de Ascensión. Un caballero se presenta de improviso, un caballero sin nombre y rebosante de jactancia[Meleagante], Formula un desafío: tiene prisioneros en Gorre, su patria «de donde nadie vuelve», un número considerable de vasallos —inclúyense doncellas, damas y caballeros— de Arturo; si el rey quiere volver a verlos en Logres, de regreso, ha de enviar a Ginebra, su esposa, a un bosque vecino, bajo la protección de uno de sus paladines; el desconocido medirá sus fuerzas con el campeón de la reina; en caso de que venza este último, todos los cautivos serán puestos en libertad; si Meleagante sale victorioso, Ginebra le acompañará a su reino, en calidad de prisionera como los demás. El senescal de la corte, Keu, hermano de leche del monarca, obtiene el favor de responder a tan impertinente provocación.

3. En busca de la reina Ginebra
(224-320 )

Galván y Arturo, preocupados por la suerte de la reina y de Keu, parten en su busca por la floresta. Pronto, el caballo ensangrentado del senescal les habla de la catástrofe. Galván se destaca del grupo de los perseguidores y puede ver a otro caballero[Lanzarote, sin nombre hasta el verso 3660] tras la pista del raptor de Ginebra. Le presta un caballo y se separan de nuevo.

4. El caballero de la carreta
(321-429 )

Desmontado en una emboscada por los esbirros de Meleagante, Lanzarote se ve obligado a continuar a pie. Encuentra en seguida una carreta conducida por un enano repugnante. Al ser preguntado por el caballero, el conductor responde que su curiosidad será satisfecha si se atreve a subir a la carreta. (Hay que decir que la carreta era en aquellas épocas una especie de picota en movimiento, y que se cubría de deshonra quien subiese a una de ellas). Por tanto, el héroe se debate entre
Reisons
y
Amors
: triunfa este último. Así, pues, Lanzarote queda convertido en Caballero de la Carreta por amor de su dama, guiado por el único afán de proseguir su búsqueda. Por su parte, Galván, que ha alcanzado de nuevo a Lanzarote, sigue, montado en su caballo, el camino de tan vergonzoso vehículo.

5. El lecho prohibido
(430-579 )

Llegan a un castillo. Las gentes confunden a Lanzarote con un condenado a muerte. Poco después, una hermosa y hospitalaria doncella les da la bienvenida. Se acerca la noche y, después de cenar, la bella ofrece lecho confortable a los viajeros. Junto a ambos lechos puede verse un tercero, riquísimamente ataviado, en el que la joven prohíbe descansar a los héroes. Lanzarote a pesar del peligro, se acuesta sobre el lecho vedado. A medianoche, una lanza terminada en pendón de fuego está a punto de atravesarle. No obstante, evita el hierro y extingue las llamas, superando esta prueba mortal y conciliando un sueño tranquilo hasta el día siguiente. Al amanecer, tiene ocasión de contemplar, inclinado sobre una ventana, la comitiva de Meleagante: Keu herido, la reina y el felón. A punto está de caer abajo desde la ventana: Galván lo impide en el último instante. Acto seguido, continúan su peregrinación en pos de Ginebra. La doncella del castillo le proporciona a Lanzarote caballo y lanza nuevos.

6. E l reino de baudemagus
(598-709 )

En una encrucijada encuentran a una segunda doncella. Ésta les informa de los dos únicos y terribles accesos a Gorre, el país del rey Baudemagus. El Puente de la Espada corta como una hoja de acero, y el Puente bajo el Agua está sumergido en plena corriente. Ambos caballeros escogen su destino: Galván elige el agua, y Lanzarote la espada. Antes de partir, prometen a la doncella sendos galardones.

7. E l paso del vado
(710-930 )

Inmerso en sus desolados pensamientos, Lanzarote no advierte que un caballero le prohíbe el paso por un vado de un río. Tan ensimismado está que sólo reacciona al verse en el agua, desmontado por su enemigo. Combaten. Al final es Lanzarote el vencedor, pero, por ruego de una tercera doncella que acompaña al guardián del vado, no da muerte a su adversario. A cambio de la vida y de la libertad de su caballero, la doncella ofrece el don que guste al victorioso paladín. Éste acepta el ofrecimiento y prosigue su camino.

8. La doncella hospitalaria
(931-1280 )

Al caer la noche, encuentra Lanzarote a una cuarta doncella. La joven le brinda hospitalidad, a condición de compartir con él su lecho. Llegan al castillo, y la doncella se retira a desvestirse a sus habitaciones. En ese instante, Lanzarote oye gritos: un caballero intenta violentar a su anfitriona, desnuda sobre el lecho. Varios esbirros protegen su cobarde acción. En duro combate, Lanzarote consigue llegar junto a la doncella. Entonces ésta despide a los supuestos asaltantes: todo ha sido un engaño, una prueba más en el riguroso camino de iniciación del héroe hacia su amada. Pronto se acuestan juntos. Pero Lanzarote no la roza siquiera. Al cabo, la doncelia comprende —bien a su pesar—, y se dispone a ayudar al caballero en la difícil empresa que se ha propuesto llevar a término.

9. El peine de marfil y los cabellos de oro
(1281-1495 )

Acompañado por la tentadora doncella del castillo, llega Lanzarote junto a una fuente y una escalinata. Sobre la escalinata había un peine de marfil que conservaba un puñado de cabellos, rubios como el oro, de la reina Ginebra. Los excesos sentimentales del héroe al conocer la procedencia de esos cabellos alcanzan límites de locura: poco falta para que no caiga del caballo. Regala el peine a la doncella, y él aprieta contra su pecho los cabellos de su dama, besándolos una y mil veces.

10. El pretendiente de la doncella
(1496-1828 )

La doncella y Lanzarote se aventuran por un camino muy estrecho. Allí les cierra el paso un caballero enamorado de la joven, quien intenta llevársela consigo por la fuerza. Lanzarote se opone. El combate de ambos se aplaza, dadas las precarias condiciones del lugar, hasta llegar a un paraje más favorable. Llegan a una pradera. Caballeros y damas juegan, cantan y bailan sobre la hierba, en gratísima reunión. Allí está el padre del pretendiente de la doncella. No sé qué oculta premonición hace que el viejo caballero prohíba a su hijo combatir contra Lanzarote (quizá una inexplicable noción del privilegiado destino del héroe). Lo cierto es que, mientras los circunstantes comentan burlonamente la presencia del Caballero de la Carreta —todos parecen estar informados de este hecho vergonzoso—, el padre del pretendiente impide el combate (que decidiría la suerte de la doncella) entre su hijo y Lanzarote. Sin embargo, padre e hijo deciden seguir al héroe y a la joven a distancia, por comprobar la misteriosa naturaleza de la empresa que guía a Lanzarote, el objeto de su
queste
.

11. El cementerio futuro
(1829-2010 )

La doncella y el héroe llegan junto a una iglesia. Queda ella al cuidado de los caballos, y Lanzarote entra en el templo con intención de orar. Allí encuentra a un monje de avanzada edad, quien le conduce a un cementerio adyacente al coro, rodeado de muros. En él pueden verse los epitafios de diversos héroes artúricos. Epitafios que son cenotafios, pues aún no descansan bajo esas inscripciones los cuerpos de los guerreros. El tiempo de este camposanto es el temido Mañana, y la atmósfera que se respira es la del más puro relato fantástico. Sin embargo, Lanzarote está ahí, revisando las tumbas de sus amigos en compañía de un monje centenario. Aún está vivo, y sigue caminando hasta llegar a su propia tumba. Allí consigue levantar la enorme losa reservada a aquél que liberará a los cautivos de Meleagante, pulida para él desde el comienzo de los siglos. La profecía que se cumple exige el nombre de quien le ha dado cumplimiento: pero no puede ser, un caballero como Lanzarote es Nadie hasta recuperar a su amada. El monje queda chasqueado, y se diría que la doncella, fuera del cementerio, siente un escalofrío. Después llegan el padre y el hijo enamorado: hizo bien este último en no enfrentarse con el héroe. Y la doncella se despide: otra vez solo.

12. Un vavasor afable
(2011-2186 )

Tras el encuentro con lo inefable, Lanzarote se topa con lo afable. Lo afable está aquí personificado en un hospitalario vavasor de Logres, cautivo por lo tanto (nos hallamos en Gorre), que vuelve de caza. Sin dudarlo, ofrece albergue a Lanzarote. Una vez en su casa, identifica al héroe como el caballero que ha venido al reino de Baudemagus en busca de la reina, y se presta a informarle acerca del camino a seguir en adelante. Antes de llegar al Puente de la Espada habrá de atravesar el Paso de las Rocas, un desfiladero peligroso en extremo. Dos de sus hijos le acompañarán en lo sucesivo. El héroe se lo agradece de corazón.

13. El paso de las rocas
(2187-2256 )

Llegados al desfiladero, después de haberse levantado muy temprano, Lanzarote y sus compañeros encuentran dificultades: desde una fortificación enemiga, surge un caballero armado que se precipita sobre el héroe, reprochándole al mismo tiempo la deshonrosa aventura de la carreta. Pronto es vencido y muerto por Lanzarote. Los demás no oponen resistencia. El Paso de las Rocas es, así, franqueado.

14. El traidor
(2257-2366 )

Poco después, un hombre se ofrece a darles albergue por esa noche. Ése hombre es un traidor, y ellos lo ignoran. Mientras cabalgan en su compañía, un escudero les informa de la rebelión de los cautivos de Logres contra sus carceleros de Gorre: mucho les place la noticia. Caminan hacia una fortaleza erigida sobre un montículo. Nada más entrar ellos, alguien deja caer unas puertas corredizas sobre sus talones: han sido traicionados. Pero Lanzarote lleva un anillo en el dedo, un anillo mágico que le regaló un hada. Piensa que ha sido encantamiento y que su anillo dará al traste con él. Pero no ha habido magia, sólo traición. Entonces logran alcanzar una poterna, rompiendo con sus espadas la barra que la clausuraba. Ya están a salvo: hora es de reunirse con los rebeldes y brindarles su ayuda sin condiciones.

15. La batalla y el debate
(2367-2565 )

Con la ayuda de Lanzarote y los dos hijos del vavasor afable, el campo es pronto de los de Logres. Comienza entonces el debate: ¿quién hospedará a tan sobresaliente caballero, quién tendrá el privilegio de albergar a su salvador? El héroe ha de intervenir personalmente para aplacar los ánimos de quienes con tanta vehemencia pugnan por brindarle hospedaje. Por fin logran partir, él y sus dos acompañantes. Esa noche se alojan en casa de otro vavasor hospitalario.

16. El caballero orgulloso
(2566-2778 )

Están sentados a la mesa de su huésped cuando se presenta un caballero, quien, desdeñosamente, insulta a Lanzarote por el pasado episodio de la carreta y se mofa de su intención de atravesar el Puente de la Espada. La provocación obtiene respuesta. Combaten. Lanzarote es el vencedor. Pero no le da muerte: aún puede salvarse si (es la ironía del héroe) sube a una carreta.

17. La doncella de la mula
(2779-3006 )

En ese instante llega una doncella a lomos de una mula. Su pretensión se manifiesta: quiere la cabeza del caballero orgulloso (tiene sus motivos para ello). Lanzarote se debate entre la piedad hacia el vencido y la cortesía para con la dama. Opta por perdonar a su enemigo, a condición de enfrentarse de nuevo con él, una vez armado, sin mediar tregua alguna. El orgulloso dice que le place. Este segundo combate sí es decisivo, y Lanzarote puede entregar a la doncella la cabeza de su ofensor. Semejante don tendrá más tarde consecuencias muy importantes (cf. § 32). Pronto desaparece la doncella, y Lanzarote y sus compañeros se retiran a casa del vavasor. Al amanecer, encaminan sus pasos al Puente de la Espada, adonde llegan al declinar el día.

18. El puente de la espada
[38]
(3007-3180 )

El filo de dos lanzas en longitud y dos terribles leones al otro lado del puente esperan a Lanzarote. Sus compañeros quieren hacerle desistir: todo es en vano. El héroe se despoja de su armadura, afronta su aventura con las manos y los pies desnudos. Si no lo hiciera así, caería al fondo de ese río maldito que le separa de Ginebra: una vez más, el héroe viaja a los Infiernos (
es
Gilgamesh, Orfeo, Ulises, Heracles), y sabrá regresar del Otro Mundo, no lo dudéis. Llagado y maltrecho, alcanza la orilla deseada. Los leones no existen. Su anillo le confirma que no eran sino alucinaciones, visiones fruto de un encantamiento. Amor le ha guiado, y toda una confusa genealogía feérica (por si el Amor no fuera por sí solo un Virgilio irreprochable) le ha brindado su apoyo en tan difícil trance. Baudemagus, espejo de monarcas, y su hijo, el perverso Meleagante, han seguido desde una torre las incidencias de tan memorable hazaña.

19. Baudemagus y Meleagante
(3181-3489 )

Es la hora de la disputa entre el rey bueno y justo y el príncipe desleal. Baudemagus insta a Meleagante a devolver a la reina. Éste se niega a hacerlo. Por fin, pese a los esfuerzos pacificadores del monarca, se decide que la suerte de Ginebra se solventará en un duelo a muerte entre el felón y Lanzarote. Baudemagus, cortésmente, hace curar las llagas que atormentan al héroe desde que atravesó el Puente de la Espada. El combate es fijado para el día siguiente.

20. Combate singular
(3490-3898 )

Las heridas de Lanzarote hacen cobrar ventaja a Meleagante en un primer momento. Una doncella de Ginebra pregunta entonces a la reina, que contempla el combate desde una ventana, cuál es el nombre de su campeón. Ella le responde: Lanzarote del Lago. Es la primera vez que oímos ese nombre a lo largo de la novela (v. 3660). Acto seguido, la doncella llama al héroe por su nombre, invitándole a mirar hacia la ventana que ocupa Ginebra. Desde el instante en que la ve, Lanzarote, extasiado, no se defiende. Pero la doncella le recrimina su insensata conducta. Entonces el héroe, sin dejar de mirar a su dama, logra la victoria sobre Meleagante. A punto está de darle muerte cuando la intercesión de Ginebra, a quien se lo ha rogado Baudemagus, detiene su brazo. El felón insiste en sus ataques, por más que Lanzarote no le golpea ya. Por fin, son separados. Y estipulan un pacto de común acuerdo: la reina será liberada, a condición de que, al cabo de un año, tenga lugar entre ambos contendientes un nuevo combate, esta vez en la corte de Logres.

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