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Authors: Andrzej Sapkowski

Tags: #Fantasía épica

La sangre de los elfos (23 page)

BOOK: La sangre de los elfos
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Radowido III el Temerario, rey de Redania

Si quieres justicia, contrata a un brujo.

Graffiti en la pared de la Cátedra de Derecho de la Universidad de Oxenfurt

 

—¿Has dicho algo?

El niño sorbió las narices y se retiró de la frente una gorrita de terciopelo demasiado grande para él que tenía una plumilla de faisán colgando arrogantemente de un lado.

—¿Eres un caballero? —repitió la pregunta mirando a Geralt con sus ojillos azules como el añil.

—No —respondió el brujo, asombrado de que le apeteciera contestar—. No lo soy.

—¡Pero tienes espada! Mi padre es caballero del rey Foltest. También lleva espada. ¡Más grande que la tuya!

Geralt apoyó los codos sobre la baranda y escupió al agua que remolineaba al otro lado de la popa de la barcaza.

—A la espalda. —El mocoso no se resignaba. La gorrilla le cayó de nuevo sobre los ojos.

—¿Qué?

—La espada. A la espalda. ¿Por qué llevas una espada a la espalda?

—Porque me han robado el remo.

El mocoso abrió la boca de par en par, obligando a admirar las imponentes mellas de sus dientes de leche.

—Apártate de la borda —dijo el brujo—. Y cierra la boca o te entrará una mosca.

El muchacho abrió aún más la boca.

—¡Pero serás tonto! —gritó la madre del mocoso, ricamente vestida de noble, agarrando a su retoño por el cuello de castor de su abrigo—. ¡Ven aquí, Everett!

¡Cuántas veces te tengo dicho que no te tomes familiaridades con el vulgo!

Geralt suspiró al ver los contornos de la isla y de los arribes surgiendo de la niebla de la mañana. La barcaza, desmañada como una tortuga, se arrastraba a una velocidad apropiada para ella, es decir, de tortuga, dictada por la perezosa corriente del delta. Los pasajeros, en su mayoría mercaderes y aldeanos, dormitaban sobre sus equipajes. El brujo desenrolló de nuevo el pergamino, volvió a la carta de Ciri.

 

... duermo en una sala grande que se llama Dormitorium, y tengo una cama enormemente grande, ni te imaginas. Estoy con las Mozas Medianas, somos una docena, pero yo me he hecho amiga sobre todo de Eurneid, de Katje y de Iola Segunda. Hoy en cambio Comí Caldo de Pollo y lo peor es que de vez en cuando hay que Ayunar y levantarse muy temprano con el Alba. Antes que en Kaer Morhen. El resto te lo escribiré mañana puesto que ahora vamos a tener Oratio. En Kaer Morhen nunca nadie oraba, curioso por qué aquí hay que hacerlo. Seguro que porque esto es un Santuario.

Geralt. Madre Nenneke lo ha leído y me ha mandado que no escriba Tonterías y claramente sin errores. Y lo que estudio y que me siento bien y estoy bien de salud. Me siento bien y estoy bien de salud por desgracia Hambrienta, pero Pronto será la Comida. Y me ha mandado la Madre Nenneke escribir que la oración todavía nunca ha dañado a nadie, y ni a mí ni a ti con toda seguridad.

Geralt, de nuevo tengo tiempo libre, así que te cuento lo que estudio. Leer y escribir correctamente las Runas. Historia. Naturaleza. Poesía y Prosa. Expresarse bien en el Idioma Común y en la Antigua Lengua. Lo mejor se me da la Antigua Lengua, sé también escribir las Runas Antiguas. Te escribiré algo, y así lo ves tú mismo. Elaine Blath, Feainnewedd. Esto significaba: Hermosa florecilla, hija del Sol. Ves tú mismo que sé hacerlo.

Y aún

Ahora puedo escribir de nuevo, puesto que encontré una pluma nueva puesto que la vieja se rompió. Madre Nenneke lo leyó y me alabó que estaba correcto. Y manda escribir que soy obediente y que no te preocupes. No te preocupes, Geralt.

De nuevo tengo tiempo así que escribiré lo que sucedió. Como echamos de comer a los pavos, yo, Iola y Katje, entonces Un Gran Pavo nos atacó, tenía el cuello rojo y era Terriblemente Horrible. Al principio atacó a Iola, luego a mí me quería atacar pero yo no le tenía miedo, porque y al fin y al cabo era más pequeño y más lento que el Péndulo. Hice un quiebro y una pirueta y le aticé dos veces con la varilla hasta que se Escapó. Madre Nenneke no me permite llevar aquí Mi Espada, una pena, puesto que si no, le enseñaría a ese Pavo lo que aprendí en Kaer Morhen. Yo ya sé que con las Antiguas Runas se escribe correctamente Caer a'Muirehen y que esto significa la Fortaleza del Mar Antiguo. Seguro que por eso hay por allí Conchas y Caracolas y Peces pegados en las piedras. Y Cintra se escribe correctamente Xin'trea. En cambio mi nombre procede de Zirael, puesto que significa Golondrina, y esto significa que...

 

—¿Estáis leyendo? Alzó la cabeza.

—Leo. ¿Y qué? ¿Ha pasado algo? ¿Alguien ha visto algo?

—No, nada —respondió el patrón, limpiándose la mano a su jubón de cuero—. El agua está tranquila. Pero niebla hay, y ya estamos cabe los Arribes de las Grullas...

—Lo sé. Ésta ya es la sexta vez que navego con vosotros, Chapotes, sin contar los regresos. Ya he tenido tiempo de conocer la ruta. Tengo los ojos abiertos, no te preocupes.

El patrón afirmó con la cabeza, se fue en dirección a la proa, pasando por encima de los paquetes y fardos de los viajeros que lo cubrían todo.

Los caballos que estaban atados en el centro del navío bufaron y golpearon con los cascos en las tablas de la cubierta. Estaban en el centro de la corriente, en medio de una densa niebla. La barcaza abría con su proa un espacio lleno de nenúfares y de enmarañadas plantas fluviales. Geralt volvió a su lectura.

 

... esto significa que tengo un nombre élfico. Y sin embargo no soy una elfa. Geralt, aquí también se habla de los Ardillas. A veces también viene el ejército y pregunta y dice que no se debe curar a los elfos heridos. Yo no le he soplado a nadie ni palabrita de lo que pasó en la primavera, no tengas miedo. Y de entrenarme también me acuerdo, no te pienses que no. Voy al parque y me entreno cuando tengo tiempo. Pero no siempre puesto que tengo que trabajar en la cocina o en el huerto como todas las chicas. Y también tenemos que estudiar terriblemente. Pero no importa, estudiaré. Al fin y al cabo tú también estudiaste en el Santuario, me dijo la Madre Nenneke. Y dijo además que menear la espada puede cualquier tonto pero que una bruja tiene que ser sabia.

Geralt, prometiste que vendrías. Ven.

Tuya, Ciri.

PS. Ven, ven.

PS II. Madre Nenneke manda escribir al final Gloria a la Gran Melitele, que su bendición y benevolencia vayan siempre contigo. Y que no te pase nada malo.

Ciri

Iría a Ellander, pensó, mientras guardaba la carta.
Pero es peligroso. Podría ponerlos sobre la pista... También hay que acabar con estas cartas. Nenneke usa del correo sacerdotal pero de todas formas... Joder, es demasiado arriesgado.

—Humm... Humm.

Grullas.

—¿Qué pasa ahora, Chapotes? Ya hemos pasado los Arribes de las

—Y gracias a los dioses, sin percance alguno —suspiró el patrón—. Ja, don Geralt, otra vez tendremos un viaje tranquilo, a lo visto. La niebla se levanta a las claras, y cuando el sol relumbra, ya no hay miedo. El monstruo no saldrá con el sol.

—Nada me preocupa esto.

—Andaba pensando. —Chapotes adoptó una sonrisa torcida—. La compañía os paga por el viaje. ¿Pase algo o no, os caen siempre los duros en la bolsa?

—Preguntas como si no lo supieras. ¿Qué pasa, que la envidia habla por tu boca? ¿Que gano dinero estando apoyado en la borda y mirando a las avefrías? ¿Y a ti para qué te pagan? Para lo mismo. Para que estés en la cubierta. Si todo va bien, entonces no tienes trabajo, pindongueas de la proa a la popa, les sonríes a las pasajeras o intentas convencer a los mercaderes para que tomen vodka contigo. A mí también me han contratado para estar en la cubierta. Por si acaso. Un transporte seguro porque el brujo lo escolta. El coste del brujo ya está incluido en el precio del transporte, ¿no es cierto?

—Cierto, pues claro que es verdad —suspiró el patrón—. La compañía no pierde. Los conozco bien. Ya es el quinto año que navego para ellos por el delta, de la Espuma a Novigrado, de Novigrado a la Espuma. Bueno, pues entonces al tajo, señor brujo. Apoyaos vos en la borda que yo me voy a pasear de la proa a la popa.

La niebla se disipó un tanto. Geralt sacó de su petate otra carta, una que había recibido no hacía mucho por un extraño mensajero. Había leído ya esta carta unas trescientas veces. La carta olía a lilas y grosella.

Querido amigo...

El brujo maldijo en voz baja, mirando a las runas secas, iguales, angulosas que estaban trazadas con enérgicos golpes de pluma, unos golpes que mostraban sin error el estado de ánimo de quien las había escrito. De nuevo sintió unas ganas terribles de intentar morderse en el culo de la rabia que le daba. Cuando un mes antes había escrito a la hechicera, durante dos noches sucesivas había estado pensando en cómo empezar. Al final se decidió por "Querida amiga". Y ahora recibía lo suyo.

Querido amigo, tu inesperada carta me ha alegrado grandemente, carta que he recibido menos de tres años después de nuestro último encuentro. Mi alegría fue mayor porque corrían diversos rumores acerca de tu repentina y violenta desaparición. Bien está que te decidieras a desmentirlos escribiéndome a mí, y bien está que lo hicieras tan pronto. De tu carta se desprende que has llevado una vida tranquila, encantadoramente aburrida y falta de todo evento. En los tiempos que corren tal vida es un verdadero privilegio, querido amigo, me alegro que tuvieras la suerte de recibirlo.

Me ha conmovido la repentina preocupación por mi salud que te has dignado mostrar, querido amigo. Me apresuro a informarte de que ciertamente, me siento ya bien, ya ha pasado mi período de indisposición, he vencido ya las dificultades, con cuya descripción no quisiera aburrirte.

Me preocupa mucho y me intranquiliza el que el regalo inesperado que recibiste de la Fortuna te procure preocupaciones. Tu suposición de que se precisa de ayuda profesional es completamente cierta. Aunque la descripción de los trabajos —lo que es comprensible— es bastante enigmática, estoy segura de que conozco la Fuente del problema. Y estoy de acuerdo con tu opinión de que es absolutamente necesaria la ayuda de una hechicera más. Me siento honrada de ser la segunda a la que te diriges.

¿A qué debo el honor de tan alta posición en la lista?

Tranquilízate, querido amigo, y si albergabas la idea de suplicar la ayuda de alguna otra hechicera, renuncia a ello pues no hay necesidad. Me pongo en camino sin demora, iré directamente al lugar que me señalaste en forma tan velada, pero comprensible para mí. Por supuesto, me pongo en camino en completo secreto y guardando las medidas adecuadas de seguridad. Cuando esté allí comprobaré la naturaleza de los problemas y haré lo que esté en mi mano para tranquilizar la fuente latente. Intentaré en lo que a esto respecta no quedar peor que otra señorita a quien suplicaste, suplicas o acostumbras a suplicar ayuda. Soy, por si no lo sabías, tu querida amiga. Demasiado necesito de tu preciada amistad para que pudiera fallarte, querido amigo.

Si durante los próximos años te apeteciera escribirme, no lo dudes ni un instante. Tus cartas me causan invariablemente mucha alegría.

Tu amiga Yennefer

La carta olía a lilas y grosellas. Geralt soltó una maldición.

De su ensimismamiento le sacó una repentina agitación en la cubierta y el balanceo de la barcaza que señalaba un cambio de curso. Una parte de los pasajeros se lanzó hacia la borda de la derecha. El patrón Chapotes gritaba desde la proa las órdenes, la barcaza poco a poco y con resistencia torcía hacia la orilla temeria del río, salía de la ruta, cediendo el paso a dos barcos que surgían de entre la niebla. El brujo miraba con curiosidad.

El primero que navegaba hacia ellos era un galeón grande y largo de por lo menos setenta brazas y tres mástiles, en los que agitaba al viento una bandera púrpura con águila de plata. Detrás de él, avanzando al ritmo de cuarenta remos, iba una galera más pequeña y esbelta, adornada con la señal de un cabrio de oro y gules en campo de sable.

—Ugh, ala, qué dragones tan gordos —dijo Chapotes de pie junto al brujo—. Cortan la agua de tal modo que hasta olas hacen.

—Curioso —murmuró Geralt—. El galeón navega bajo bandera redana y la galera es de Aedirn.

—De Aedirn, desde luego —confirmó el patrón—. Y luce un gallardete de los mercenarios de Hagge. Más prestad atención, ambos dos barcos tienen el casco de fondo afilado, cerca de dos brazas de calado. Lo que quiere decir que hasta el mismo Hagge no van, pos no pasarían los alfaques ni bajíos de la parte alta del río. Navegan hasta las Espumas o hasta Puente Blanco. Y mirad, las cubiertas están atimbotadas de soldados. No son tratantes. Son barcos de guerra, don Geralt.

—En el galeón viaja alguien importante. Llevan una tienda de campaña sobre la cubierta.

—Cierto, así acostumbran a viajar los magnates —afirmó Chapotes, hurgándose en los dientes con una astilla arrancada de la cubierta—. Por los ríos es más seguro. Los bosques andan preñaos de comandos élficos, no se sabe desde qué árbol te va a venir una saeta. Y en la agua no hay que temer. Los elfos, como los gatos, no gustan de la agua. Más prefieren estar entre los matojos...

—Debe ser alguien importante de verdad. La tienda es muy rica.

—Cierto, puede ser así. Quién sabe, puede que hasta el propio rey Vizimir haga los honores al río. Gentes varias viajan en estos tiempos... Y ya que del diablo hablamos, pedisteis en las Espumas que pusiera la oreja a ver si alguien tenía interés en vos o iba preguntando por vos. He aquí al sujeto en cuestión, ¿lo veis?

—No lo señales con el dedo, Chapotes. ¿Quién es ése?

—¿Y yo qué sé? Preguntad vos mismo, al fin y al cabo viene hacia nosotros. ¡Mirad cómo se menea! Y el agua como un espejo, joder, si hubiera un poco de movimiento seguro que se arrastraba a cuatro patas el jodío patoso.

El patoso resultó ser un hombre no muy alto, delgado, de edad difícil de determinar, vestido con una capa de lana amplia y no demasiado limpia, sujeta con un broche circular de latón. El alfiler del broche, al parecer extraviado, había sido sustituido por un clavo torcido de cabeza roma. El hombre se acercó, carraspeó, entrecerró unos ojos cortos de vista.

—Humm... ¿Tengo el placer de hablar con Geralt de Rivia, el brujo?

—Sí, noble señor. Lo tenéis.

—Permitid que me presente. Soy Linus Pitt, magister bachiller, profesor de historia natural en la Academia de Oxenfurt.

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