Pallar arrojó al suelo el comunicador.
—Me niego a permitir cualquier conversación en la que los miembros de la Técnica participen a un nivel de igualdad con los ancestrales y respetados guardianes del Código —gruñó—. La Técnica ha sido la causa de todo esto, y la Técnica debe sufrir las consecuencias de haber derribado los caminos establecidos por el Código…
Manteniendo los ojos fijos en Pallar, Kirk se inclinó y recogió su comunicador. Luego se irguió y levantó la mirada directamente hacia el guardián uno.
—Pallar, he intentado actuar con diplomacia y decoro. Usted ha respondido una y otra vez con reacciones y réplicas intolerantes y prejuiciosas. Estoy dispuesto a olvidar todo eso porque comprendo su historial; pero dado que no cooperará voluntariamente, lamento informarle que no tiene otra alternativa que la de reunirse con nosotros, los procuradores y los miembros de la Técnica, en la
Enterprise
. ¿Escogerá usted a los tres guardianes que lo acompañarán? ¿O debo hacerlo yo?
La reacción de Pallar fue instintiva.
—¡Procuradores! —gritó—. ¡Auxilio!
—Destacamento de descenso, plan B —ordenó Kirk.
El destacamento de la
Enterprise
se movió con mayor celeridad que los mercanianos, porque los escogidos miembros de seguridad habían sido minuciosamente informados de lo que deberían hacer cuando se les diera aquella orden.
Kirk había seleccionado anticipadamente al grupo de conferenciantes que debería acompañarlos a la
Enterprise
en caso de que fuera necesario poner en práctica el plan B. Con su pistola fásica en modo paralizador, y acompañada por las de Spock y Sulu, derribó a todo el grupo de guardianes menos a Pallar, Tombah, Noal y Parna.
Mientras hacían esto, el resto del destacamento de descenso formó un cerco preciso que rodeaba a los guardianes, con las armas fásicas listas para disparar contra los procuradores que efectivamente aparecieron por los corredores que conducían a aquel balcón exterior así como a los parapetos que estaban por encima del mismo.
Los procuradores consiguieron efectuar unos cuantos disparos. Las balas pasaron de largo silbando, dieron contra el piso y esparcieron astillas y esquirlas antes de rebotar y alejarse hacia la oscuridad. Pero las armas de los procuradores estaban cargadas con pólvora; no habían alcanzado el nivel de la propulsión sin humo ni fogonazo. Como había comentado el propio Lenos, había pasado mucho tiempo sin que se produjera una verdadera lucha en Mercan. Los fogonazos de las armas de los procuradores les proporcionaron inmediata información sobre la posición de los blancos a los hombres de seguridad de Sulu… los cuales no erraron con sus rayos fásicos.
—
Enterprise
, aquí Kirk. Transfiérannos ahora mismo.
Nada ocurrió. Era obvio que el comunicador se había estropeado cuando Pallar lo había dejado caer.
Spock reaccionó de inmediato, abriendo su propio comunicador… pero una bala perdida de una de las armas de los procuradores se lo arrebató de la mano. La bala también atravesó la mano de Spock.
Ni siquiera el estoico Spock pudo reprimir el grito de dolor.
McCoy se halló inmediatamente al lado de Spock. Resultaba evidente que el vulcaniano sentía un gran dolor a causa de la bala que literalmente le había desgarrado la mano derecha. Pero el primer oficial no cayó al suelo ni se desmayó; intentó coger la pistola fásica con la mano izquierda y utilizarla.
—Spock, deje eso —le espetó McCoy—. Está usted herido y queda fuera de combate. Cállese y cálmese para que yo pueda trabajar en esta mano.
Fue Sulu quien, en medio del tiroteo, sacó su transmisor y dio la orden de transferencia.
Para absoluto pasmo de los procuradores que tenían al grupo bajo el ataque de su fuego e intentaban por todos los medios no herir a los guardianes, los doce miembros de la
Enterprise
y los cuatro guardianes se desmaterializaron ante sus ojos sin dejar nada contra lo que disparar.
—Lo lamento, Pallar —se disculpó Kirk cuando hubo concluido la materialización del grupo en la sala del transportador de la
Enterprise
—. Usted no quería venir de buena gana, así que tuvimos que traerlo en contra de su voluntad. Tanto si lo sabe como si no, está en juego todo el futuro de la Morada… y los guardianes eran el único grupo que se interponía en el camino hacia la solución del problema. Yo no voy a permitirles que se interpongan en la consecución de una nueva cultura estable para la Morada.
Pallar recorrió con los ojos el extraño entorno que tenía ante sí.
—¿Es esta su Reserva del Cielo?
—Lo es. Y ustedes son mis huéspedes —les dijo Kirk a los cuatro guardianes que habían sido transportados a bordo.
—Spock, ¿puede usted andar hasta llegar a la enfermería? —preguntó McCoy mientras bajaba con el vulcaniano de la plataforma del transportador.
Una parte de la coloración amarillenta había abandonado el rostro de Spock. Era evidente que padecía un tremendo dolor, pero su naturaleza estoica no le permitía demostrar la agonía que le provocaba su mano derecha, de la cual goteaba sangre verde sobre la plataforma del transportador.
—Sí, doctor, creo que puedo. Capitán, por favor, continúen sin mí hasta que el doctor McCoy haya reparado el daño de esta herida. Luego me reuniré con ustedes.
—Ambos nos reuniremos con ellos, pero sólo cuando yo diga que se encuentra en condiciones de hacerlo, Spock. Ahora es usted mi paciente —dijo MCCoy, mientras acompañaba al primer oficial fuera de la sala del transportador.
Kirk se volvió hacia los guardianes.
—Por favor, acompáñenme, guardianes. Tenemos muchas cosas que mostrarles…
Pallar negó con la cabeza.
—Usted no puede retenernos aquí en contra de nuestra voluntad. Y me niego a entregarle mi control de desplazamiento, porque un guardián jamás entrega su control de desplazamiento, ni siquiera a un procurador. Vamos a desplazarnos de inmediato fuera de aquí y de regreso a Celerbitan.
—Kirk levantó una mano.
—Yo no se lo aconsejaría, Pallar. ¿Llegan las capacidades de su transportador a los cielos? Usted sabe que no, y también yo lo sé.
—Kirk se estaba echando un tremendo farol al decir aquello, pero basaba su engaño en el hecho de que los mercanianos no habían considerado nunca la idea de viajar o transferirse fuera de la superficie del planeta. Por lo tanto, conjeturó, el sistema de transportadores de aquella gente no podría abarcar una órbita estándar—. ¿Quiere correr el riesgo de materializarse en lo alto del cielo de la Morada? Si lo hace, no tendrá otra oportunidad; morirá de inmediato.
—No le creo —dijo el guardián Tombah.
—No tiene que hacerlo. Puedo demostrárselo —replicó Kirk—. Simplemente le aconsejo que no lo intente hasta que haya tenido la oportunidad de ver cuáles son los factores en juego. Si desea intentarlo, y no podemos rescatarlo con nuestro dispositivo de desplazamiento, traeré de la Morada a otro guardián que lo reemplace en las conversaciones.
Tombah tenía su control de viaje en la mano, pero vaciló antes de pasarle la mano por encima para activarlo.
—James Kirk podría estar en lo cierto —le comentó Pallar—. ¿Quieres arriesgar tu vida sabiendo lo que le ocurre a alguien que intenta utilizar el desplazador sin disponer de toda la información de coordenadas? Por favor, Tombah, no deseo perderte.
A Kirk le resultaba obvio que Pallar comenzaba lentamente a abrir su mente. Una cosa era segura: Pallar era básicamente tan inteligente como el procurador Lenos. Los líderes no llegan a la cima sin una considerable cantidad de inteligencia y prudencia, independientemente de en qué cultura vivan.
Kirk bajó de la plataforma del transportador.
—Por favor, síganme, guardianes. No se les pedirá que se reúnan con los procuradores ni los miembros de la Técnica hasta que no hayan tenido la oportunidad de ver lo que han visto ellos, y hayan tenido la posibilidad de conversar con nosotros sobre los significados e implicaciones de todo ello.
Mientras los guardianes seguían a Kirk, acompañados por Sulu, fue Tombah quien hizo la primera observación.
—Esta Reserva no se parece a nada que según mis conocimientos haya conseguido alcanzar la Técnica.
Entrando en el turboascensor, Kirk le respondió.
—Ya les he dicho que nosotros no pertenecemos a la Técnica; y si continúan ustedes observando y evaluando lo que vean, comprenderán que ésta es la morada en la que hemos llegado desde la Cinta de la Noche.
—Eso todavía está por verse —afirmó la guardiana Parna con cierta hostilidad en la voz.
—Lo verá —agregó Sulu.
Y así fue. El turboascensor se detuvo en el nivel 11, en el interconector dorsal, y el grupo salió de él al interior de la sala de conferencias instalada en el antiguo salón de la tripulación.
La reacción de los guardianes ante la visión que se extendía al otro lado de los puestos de observación fue completamente distinta a la de los miembros de la Técnica y los procuradores.
Pallar y Noal se encaminaron hacia los puertos que dominaban Mercan, mientras que Parna y Tombah se quedaron mirando fijamente a través de los puertos polarizados que daban a Mercaniad. No dijeron nada durante varios minutos, mientras contemplaban a su planeta natal pasando por debajo de la nave y el brillante disco blanco de Mercaniad marchando por el cielo y hundiéndose finalmente tras el horizonte del planeta. Cuando la Cinta de la Noche se hizo visible, Pallar se volvió hacia sus colegas e hizo un comentario en voz baja.
—Compañeros guardianes, ya no podemos negar los hechos que están poniendo ante nosotros. Si persistimos en nuestras viejas creencias, caeremos ante la furiosa embestida de la Técnica contra las antiguas ideas, porque ahora ellos tienen la nueva información.
—Estoy de acuerdo contigo —agregó el guardián Noal—. Me resulta muy difícil aceptar la realidad de lo que veo… pero debemos hacerlo ante la posibilidad de perder nuestra propia cordura… y la totalidad del control que nos pueda quedar sobre la paz y la tranquilidad de la vida de la Morada…
—Si conozco al primer procurador Lenos —intervino Tombah—, puedo predecir que ya ha aceptado la nueva realidad. No se pondrá de nuestro lado en caso de un conflicto con la Técnica…
—¿Pero cómo vamos a mantener y consolidad nuestra posición ante esta nueva información? —quiso saber Parna.
—La aceptaremos como una nueva extensión del Código. —Pallar intentaba explicar sus revueltos pensamientos. Luego se volvió a mirar a Kirk—. James Kirk, le pido disculpas por nuestros actos.
—No es necesaria ninguna disculpa, guardián Pallar. No resulta fácil aceptar una información nueva que puede no estar totalmente de acuerdo con lo que uno anteriormente creía que era la verdad. Mi pueblo ha tenido que hacerlo en muchísimas ocasiones a lo largo de su historia, a medida que avanzábamos desde el salvajismo hacia la civilización interplanetaria de la Federación de Planetas Unidos.
—Ahora estoy muy interesado en su leyenda de la Federación de Planetas Unidos —replicó Pallar—. Me gustaría que me contara más cosas.
—Por favor, siéntense —invitó Kirk, haciendo un gesto hacia el círculo de asientos—. Les mostraremos lo que les hemos mostrado a los miembros de la Técnica y a los procuradores…
DIARIO DEL CAPITÁN: FECHA ESTELAR 5081.3
Los tres grupos están ya a bordo de la nave, a pesar de que los mantenemos aislados unos de otros. Sabemos que están discutiendo la nueva situación dentro de cada grupo. Thallan solicitó descender a Mercan para hablar con los otros líderes del grupo de la Técnica. Le he permitido marcharse, en compañía de Orun y Sulu. Aparentemente, el primer procurador Lenos tiene una autoridad absoluta entre los procuradores, para tomar las decisiones que considere más apropiadas, lo cual es comprensible en el caso de una organización paramilitar. El grupo de los guardianes no ha solicitado descender para consultar con su organización. Probablemente estuve en lo correcto en cuanto a elección de los cuatro guardianes que transferimos a bordo; ellos son los verdaderos líderes y los más altos cargos de la organización de los guardianes.
Le he pedido a cada uno de los grupos que me informen cuando estén dispuestos a reunirse con los otros dos. No les he puesto límite alguno de tiempo para ello. Sin embargo, si se alarga más de siete días, comenzaremos a presionar con el fin de celebrar la reunión conjunta. De momento me gustaría dejar que cada grupo aclare su propia posición, empleando su propia lógica y su propio conocimiento íntimo de la posición que ocupa en la cultura mercaniana.
Apéndice
: quiero que este diario incluya una muy especial recomendación tanto para el comandante Spock como para el doctor Leonard McCoy, pero por diferentes acciones. Spock debe ser condecorado por su valentía y comportamiento cuando fue gravemente herido en la mano derecha por una bala de los procuradores; estaba dispuesto a continuar luchando a pesar de que resultaba evidente que sufría un dolor extremo. Por otra parte, McCoy debe ser condecorado por la acción rápida y profesional desempeñada por su parte al correr en auxilio de Spock en medio de los disparos, y por la sesión maratónica de siete horas de cirugía para reconstruir la mano derecha de Spock, una hazaña que requería conocimientos poco corrientes sobre la fisiología vulcano–humana y una extremada competencia en cirugía. Spock ya ha regresado a su puesto, aunque con la mano derecha cubierta con plastipiel para acelerar la cicatrización.
Ahora no tenemos nada más que hacer excepto esperar a que los mercanianos asimilen los datos que les hemos dado respecto a la Federación, y las opciones de que disponen para reorganizarse. De momento, el tiempo no es un factor crítico. No obstante, si la noticia de la estabilización de Mercaniad llegara a filtrarse a través del grupo de guardianes que aún están en el planeta, o de las filas de la Técnica, algunos de cuyos miembros puede que ya la hayan detectado, podríamos vernos enfrentados con una situación en la que el tiempo sea algo vital. Espero sinceramente que eso no ocurra. Preferiría que la conferencia de reorganización a bordo de la Enterprise se desarrollara sin la presión de una guerra civil inminente…
El lugar destinado a la reunión conjunta era diferente del empleado para las reuniones mantenidas con cada grupo por separado. Había doce asientos dispuestos en un círculo perfecto en el centro de la sala. Fuera del mismo, y hacia la parte frontal, había otros cuatro asientos que ocuparían Kirk, Spock, Scott y McCoy, bajo el sello de la Federación de Planetas Unidos, colocada en la pared. Y a un lado se hallaban el escritorio y la grabadora de Janice Rand. Kirk había evitado deliberadamente incluir al contingente de la Federación en el círculo de doce mercanianos.