La lucha por la verdad (9 page)

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Authors: Jude Watson

BOOK: La lucha por la verdad
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Siri y Obi-Wan corrieron sin parar. Los estudiantes llenaban la pista; los más rápidos en la segunda vuelta, los más lentos todavía en la primera. Era fácil ocultarse entre la multitud.

Cuando completaron la quinta vuelta, corrieron más despacio hasta que llegaron a una parte de la pista que se curvaba en dirección opuesta al lugar donde se encontraban los Guías de Aprendizaje sentados al sol. Entonces se pusieron a pasear.

Vieron cobertizos de mantenimiento, más aulas, los barracones de los trabajadores, cobertizos de suministros y una plataforma de aterrizaje. En ningún sitio vieron nada que pudiera ser el Círculo de Reaprendizaje.

—Quizá me equivoqué —dijo Siri, desanimada—. Pero O-Bin dijo claramente que Davi había recogido sus cosas y que V-Tarz le había acompañado hasta allí. No fueron en deslizador.

—Hemos recorrido casi todo el recinto —dijo Obi-Wan—. El resto son huertas y campos para la producción de alimentos.

Siri miró hacia el campo.

—¿El grano de quinto es valioso en Kegan? —preguntó.

—No especialmente —dijo Obi-Wan—. Es el cultivo básico en Kegan. Es la base de esas pastas de verduras que tanto te gustan.

—Y si no es tan valioso, ¿por qué hay diez Guías de Seguridad vigilándolo? —preguntó Siri.

Obi-Wan miró a lo lejos. La aguda vista de Siri había captado a los Guías alineados en un campo.

—Acerquémonos —sugirió él.

Utilizando las espigas para ocultarse, se aproximaron a los Guías. Cuando estuvieron cerca, sacaron los electrobinoculares de sus cinturones.

Los Guías estaban a unos diez pasos los unos de los otros. Parecían aburridos. Uno de ellos bostezó. Otro dio un pisotón.

—No veo nada fuera de lo normal —dijo Siri.

—Mira el barro que hay junto al tercer guarda, el que ha dado un pisotón —dijo Obi-Wan.

Siri enfocó los electrobinoculares en la nube de polvo que había levantado el pisotón.

—Hay algo enterrado ahí —dijo ella—. Veo metal.

—Espera —dijo Obi-Wan.

El suelo se movió y el guardia se hizo a un lado rápidamente. Una puerta se abrió y una rampa que conducía hacia abajo apareció.

Salió una keganita que vestía las túnicas blancas de los médicos. La puerta se cerró tras ella, que se dirigió con prisa hacia el Pabellón Médico.

—Tiene que ser eso —dijo Siri—. Pero ¿cómo vamos a entrar? Tenemos que encontrar el modo de activar la rampa.

—Yo sé cómo entrar —dijo Obi-Wan—. Sólo depende de ti. Y será fácil.

—¿De mí? ¿Cómo? —preguntó Siri con cautela.

Obi-Wan sonrió.

—Limítate a ser tú misma.

Capítulo 15

Qui-Gon y Adi se encontraban en el centro del coliseo. Frente a ellos había una mesa circular en torno a la cual se habían sentado numerosos keganitas con túnicas rojas. Eran los Guías de la Justicia.

—Se os encuentra culpables de control mental en el caso de O-Melie y V-Nen —dijo un keganita anciano—. La sentencia es la deportación. Vuestra nave tiene combustible y está preparada. Unos cazas de escolta os acompañarán a la atmósfera exterior.

Qui-Gon y Adi no dijeron nada. Sabían que V-Tan u O-Vieve estaban detrás de aquello. Sería un esfuerzo desperdiciado discutir. Pero eso no quería decir que se fueran a someter.

Un pelotón de Guías de Seguridad les llevó a la plataforma de despegue.

Uno de ellos habló.

—Nos hemos tomado la libertad de desactivar todas las armas y los sistemas de defensa. Que tengan buen viaje.

Una puerta siseó al abrirse y V-Tan y O-Vieve aparecieron. Caminaron hacia los Jedi, sonriendo amablemente.

—Antes de iros, queremos dejar claro que no os deseamos ningún mal —dijo O-Vieve.

—¿Dónde están nuestros padawan? —preguntó Qui-Gon.

—Creemos que se los llevaron en un Control de Asistencia —respondió V-Tan—. Los localizaremos en el Círculo de Aprendizaje y los enviaremos a Coruscant. Tenéis nuestra garantía personal a este respecto.

—Lo siento, no es suficiente —respondió Qui-Gon educadamente.

—No confiáis en nosotros, pero deberíais hacerlo —O-Vieve se acercó a Qui-Gon y le puso la mano en el hombro en un gesto de confianza. De repente, se quedó pálida. Sus ojos azul claro parecieron apagarse. Se tambaleó.

—¿Estás bien? —le preguntó Qui-Gon tocándole la mano. Estaba fría como el hielo.

O-Vieve retiró la mano del hombro de Qui-Gon.

—No es nada. A veces veo cosas. Vienen sin avisar. Por eso hemos hecho lo que hemos hecho. Sólo queremos proteger a nuestro pueblo.

—Accedimos a que vinierais con amistad en nuestros corazones —dijo V-Tan—. Lo que no podemos tolerar es la interferencia en nuestros asuntos. Altera el Bien General. Habéis excedido los límites de lo que estamos dispuestos a dar. Kegan no está interesado en otros planetas. Queremos que nos dejen en paz.

—Le dijisteis al pueblo que si alguien salía de Kegan, el planeta se destruiría —dijo Adi—. Pero seguro que no lo creéis.

—Sí lo creemos —dijo O-Vieve con suavidad—. Yo lo he visto.

—Comprendemos vuestra preocupación —dijo Qui-Gon—. Y reconocemos vuestro derecho a expulsarnos, pero tenéis que saber que si nos obligáis a marcharnos sin nuestros padawan, volveremos con un equipo de investigación del Senado Galáctico. Kegan no volverá a ser un mundo aislado.

V-Tan y O-Vieve se miraron nerviosos.

O-Vieve guardó las manos en las anchas mangas de su túnica blanca.

—Disculpadnos, amables Jedi, y escuchad. Veo visiones del futuro desde que era una niña pequeña. V-Tan tiene sueños en los que también ve cosas. Cuando nos conocimos, descubrimos que nuestras visiones coincidían. Eso nos convenció de que eran ciertas. Hemos predicho cosas que han ocurrido. Ahora vemos una invasión malvada en Kegan. Creamos una manera de vivir que podría evitar lo que hemos visto.

—Todo lo que hemos hecho es proteger a nuestros ciudadanos
de un destino que ni siquiera pueden imaginar
—dijo V-Tan—. Quizás algunas de nuestras medidas parezcan duras, pero son sólo contribuciones al Bien General.

—Ambos hemos tenido visiones de un futuro evento destructivo en Kegan —les dijo O-Vieve—. Vemos el mal empañando nuestro planeta como una nube negra.

—¿Cómo? —preguntó Qui-Gon—. ¿Cuándo?

—Vemos a los Jedi rodeados de oscuridad —dijo V-Tan—. Eso es todo lo que sabemos. La oscuridad sale de ellos y se expande hasta tragárselos.

—Quizá nuestra destrucción proceda de un explosivo enviado para destruir a un planeta entero en un segundo —dijo O-Vieve.

—No hay ningún dispositivo capaz de hacer explotar a un planeta entero —dijo Qui-Gon.

—Puede que todavía no —le corrigió O-Vieve suavemente, y Qui-Gon sintió un escalofrío.

—Vemos soldados enmascarados —dijo V-Tan—. No sabemos quiénes son ni lo que buscan. Sólo que son malvados. Traerán miedo y sufrimiento.

—Pero vuestras visiones podrían ser erróneas —dijo Adi—. A veces lo son. Los Jedi no son ajenos a ellas. Pero sabemos que vemos cosas que podrían ocurrir.

—Ésa es la razón por la que nosotros actuamos así —O-Vieve clavó intensamente la mirada en Qui-Gon—. Si pudieras elegir tu muerte, Qui-Gon, ¿no preferirías morir en paz y tranquilidad antes que en una violenta batalla, entre el caos y la desesperación?

Qui-Gon la miró con frialdad.

—No podemos elegir nuestra muerte.

—Y vosotros no podéis decidir lo que es mejor para vuestro pueblo —dijo Adi—. Decís que todos los ciudadanos pueden votar, pero controláis el proceso. Monitorizáis sus pensamientos y sus conversaciones. Todo por una visión que quizá no llegue a cumplirse. ¿Es eso justo? ¿Es justo apartar a los hijos de sus padres basándose en el sueño de una maldad sin nombre?

O-Vieve apartó la mirada. Era evidente que la pregunta le había molestado.

Qui-Gon aprovechó para insistir.

—Adi Gallia y yo hemos visto el Círculo Técnico y el Círculo Médico. Hemos visto lo que tenéis en comparación con lo que podríais tener. Ha habido avances en medicina y en tecnología que podrían haber ahorrado mucho sufrimiento a vuestro pueblo. ¿Es justo que se los neguéis?

—No se los negamos —dijo V-Tan, negando con la cabeza—. Se los ahorramos.

—Tiene que haber sacrificio para preservar el Bien General —dijo O-Vieve, dándoles la espalda. Su voz volvía a tener el tono autoritario—. La reunión ha terminado. Enviaremos a vuestros padawan. Tenemos una buena nave, bien suministrada y equipada con hipervelocidad para ellos. Os deseamos un buen viaje —sus ojos azules adoptaron de repente el brillo del acero—. Pero os advertimos que si intentáis quedaros en la atmósfera de Kegan, vuestra nave será derribada.

Capítulo 16

Obi-Wan y Siri regresaron entre los estudiantes que se amontonaban alrededor de la gran pantalla, mientras los rezagados terminaban la carrera. O-Bin leyó las puntuaciones con su perpetua sonrisa en el rostro, pero ésta se desvaneció unos instantes.

—O-Siri y V-Obi, un paso adelante. Obi-Wan y Siri dieron un paso adelante.

—Habéis hecho trampas con la pantalla —exclamó ella—. Diez marcas de castigo por cabeza...

—Perdone, Guía O-Bin —dijo la niña de voz suave, O-Iris—. V-Obi y O-Siri no han hecho trampas. Les vi saltar sobre el muro de duracero.

—Y yo les vi pasar por el rayo en zigzag en sólo tres segundos —dijo otro chico—. Nadie lo había hecho antes.

—Ya habían terminado la primera vuelta cuando yo iba por el primer tercio —dijo alguien más.

La sonrisa de O-Bin desapareció. Se aclaró la garganta.

—Ya veo. Bien. Veamos si O-Siri y V-Obi pueden igualar su puntuación en la carrera con su obediencia en clase.

Se fue rápidamente. Los estudiantes se pusieron en fila para seguirla. Muchos observaban a Obi-Wan y a Siri, y especulaban. Obi-Wan no tuvo en cuenta que su proeza en la carrera llamaría la atención sobre ellos. Era evidente que nadie lo había hecho tan rápido.

De vuelta a la clase, O-Bin comenzó la lección.

—Hoy daremos el sistema de gobierno de Kegan en comparación con el de otros mundos. Tras estudiar otras sociedades en la galaxia, V-Tan y O-Vieve han diseñado la mejor forma de gobierno. Ningún ciudadano de Kegan es más importante que otro...

—¿En serio? —dijo Siri—. Y entonces ¿por qué os dicen V-Tan y O-Vieve lo que tenéis que pensar y lo que tenéis que hacer?

—Tres marcas, O-Siri. Tienes una auténtica colección —dijo O-Bin con la sonrisa tensa—. Supongo que te gusta trabajar en la cocina.

—Es mejor que estar en clase, desde luego —replicó Siri.

Esta vez, Obi-Wan escuchó las risitas de algunos alumnos.

—Dos marcas más —dijo O-Bin—. Volviendo a la lección, las libertades que disfrutamos aquí en Kegan son incomparables...

Siri volvió a interrumpir.

—¿Ésa es la razón por la que los niños son encerrados en un recinto vallado y no pueden salir sin que suene la alarma?

—¡O-Siri!

—¿Y por qué no se permite a los ciudadanos salir del planeta? —intervino Obi-Wan.

—¡V-Obi! ¡Cuatro marcas para cada uno!

—Pero, Guía O-Bin, tienen razón —dijo O-Iris—. ¿Podría explicarlo?

Los labios de O-Bin se estrecharon.

—No, no puedo. No es un comentario válido.

—A mí me parece válido —dijo V-Ido.

—Y si somos libres, ¿por qué no podemos elegir el trabajo que más nos guste? —preguntó otro estudiante.

—Mi padre quería trabajar en el Circulo Técnico, pero le asignaron a Control de Tráfico —dijo alguien—. Lo odia.

—Dicen que no son de este planeta —dijo O-Iris—. Y les llama mentirosos. Pero nosotros vimos cómo hicieron la carrera. Nadie en Kegan tiene esas habilidades.

—¡Basta ya! —O-Bin estaba roja. Se volvió hacia Siri y Obi-Wan. Por una vez, su ira era evidente, y no estaba cubierta por su falsa sonrisa—. ¡Es todo culpa vuestra! —gritó ella—. ¡No podéis cuestionar el Aprendizaje! Ha sido diseñado por personas mucho más sabias que vosotros y lo imparten personas que saben mucho más que vosotros.

—Entonces debería ser capaz de explicarlo —señaló Siri.

—Si somos tan libres, ¿por qué no podemos hablar? —preguntó O-Iris.

—¡Basta! —gritó O-Bin, y pulsó con furia un botón rojo en la puerta. Unos segundos después, aparecieron unos Guías de Seguridad.

Ella señaló a Obi-Wan y a Siri.

—¡Lleváoslos! ¡Han alterado mi clase! ¡Son enemigos del Bien General!

Obi-Wan y Siri fueron sacados del aula y llevados al centro de administración. Allí, un severo Guía de Control les dijo que iban a ser reasignados, a causa de sus continuas alteraciones.

Su destino era el Círculo de Reaprendizaje.

Obi-Wan y Siri intercambiaron una mirada de satisfacción. Era exactamente lo que querían.

Les llevaron por el patio hacia el campo, y bajaron por la rampa hasta las instalaciones. De repente, el aire y la luz fueron bloqueados. El Círculo de Reaprendizaje era húmedo y frío, con las paredes y el suelo del mismo y monótono color gris.

Les separaron de inmediato. Obi-Wan fue conducido a una celda y encerrado en ella. Apenas entraba luz. Había un jergón en el suelo. Y nada más.

No sabía lo que iba a pasar, pero esto no era lo que se había imaginado.

Al cabo de unos minutos, la puerta se abrió. Un Guía, que llevaba unos pantalones y una túnica azul marino de cromotela, entró con un fardo en los brazos.

—Soy el Guía que te llevará por la senda del Reaprendizaje —dijo—. Ponte esto —le alcanzó un traje de privación sensorial.

Obi-Wan supo que de momento tendría que hacer lo que le dijeran, hasta que pudiera encontrar a Davi. Se metió en el traje y el Guía se lo abrochó. No podía ver ni oír. El mundo desapareció. Sólo escuchaba su propia respiración.

Comenzó a escuchar una clase en los auriculares que cubrían sus orejas. No podía deshacerse de ellos por mucho que se moviera. Era parecida a la capucha que había llevado en el Templo para el ejercicio de cooperación. La diferencia era que ésta no podía quitársela él solo. Estaba atrapado.

Kegan es una sociedad perfecta dedicada al Bien General. Los Guías están para ayudarte. No confíes en nadie más. Sólo en los Guías.

Los planetas del Núcleo Interior están llenos de peligros...

Viajar es difícil e innecesario...

La medicina en Kegan es la más avanzada de toda la galaxia...

—¡Mal! —gritó Obi-Wan desesperado—. ¡Está todo mal!

Pero no pudo apagar aquella voz.

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