La lista de los doce (53 page)

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Authors: Matthew Reilly

Tags: #Intriga, #Aventuras, #Policíaco

BOOK: La lista de los doce
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—¡Joder! ¡Se está colocando en vertical! —gritó Rufus.

Con un escalofriante viraje, el misil Camaleón cambió bruscamente de trayectoria, en dirección descendente, apuntando con su morro directamente a la Madre Tierra.

Rufus maniobró la palanca de control y el X-15 copió el movimiento y descendió en vertical con el misil, y de repente los dos estaban volando a velocidad supersónica, uno al lado del otro, descendiendo en línea recta.

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhh! —gritó Rufus.

Los ojos de Schofield seguían fijos en la pantalla táctil, concentrado como estaba, y sus dedos se movían con gran rapidez.

Tiempo hasta el objetivo: 0.08…

El X-15 y el misil balístico intercontinental se precipitaban a la Tierra como dos balas verticales.

Tiempo hasta el objetivo: 0.07…

Las luces de La Meca se acercaban apresuradamente hacia los ojos de Rufus.

Tiempo hasta el objetivo: 0.06…

Los dedos de Schofield danzaban.

Y la unidad de desactivación emitió un bip.

SEGUNDO PROTOCOLO (PATRÓN DE RESPUESTA): SATISFECHO.

TERCER PROTOCOLO (CÓDIGO): ACTIVO.

POR FAVOR, INTRODUZCA CÓDIGO DE DESACTIVACIÓN AUTORIZADO.

Tiempo hasta el objetivo: 0.05…

Schofield tecleó el código de desactivación universal y la pantalla emitió otro bip:

TERCER PROTOCOLO (CÓDIGO): SATISFECHO.

CÓDIGO DE DESACTIVACIÓN AUTORIZADO INTRODUCIDO.

Momento en el que la línea crucial apareció:

LANZAMIENTO DE MISIL ABORTADO.

Lo que ocurrió después sucedió en una nebulosa.

Muy por encima de los minaretes de La Meca, el misil Camaleón se autodestruyó produciendo una explosión espectacular. Fue como el estallido de un petardo gigantesco, una espectacular estampida de chispas que salieron disparadas en todas direcciones.

Tal era la velocidad a la que estaba descendiendo que sus restos fueron arrastrados por las ráfagas de viento vertical. Los pedazos calcinados del Jericho-2B clonado serían encontrados posteriormente en un área de casi ciento setenta kilómetros a la redonda.

El X-15 de Schofield, sin embargo, corrió una suerte muy distinta.

La onda de la detonación del misil lo lanzó lejos de la explosión y el avión dio vueltas completamente fuera de control hasta precipitarse a la tierra.

Rufus forcejeó heroicamente con la palanca y consiguió evitar estrellarse en las zonas habitadas de La Meca.

Pero eso fue todo lo que consiguió. Pues, apenas un segundo después, el X-15 se estrelló en el desierto como un meteorito procedente del espacio exterior, impactando verticalmente en la arena con un estruendo que pudo oírse a ochenta kilómetros de distancia.

Y, durante unos instantes, su fiera explosión iluminó el oscuro cielo del desierto como si fuera mediodía.

6.22

El X-15 impactó en el suelo del desierto a una velocidad de Mach 3.

Se estrelló violentamente y, en un solo y cegador segundo, el avión cohete se transformó en una bola de fuego.

Nada podía haber sobrevivido a ese impacto.

Sin embargo, una fracción de segundo antes del impacto, dos asientos eyectables habían salido disparados en diagonal de la cabina del avión, asientos en los que se encontraban Schofield y Rufus.

Los dos asientos flotaron en su descenso hacia tierra firme gracias a los paracaídas y aterrizaron a kilómetro y medio de distancia del cráter en llamas que marcaba el lugar del descanso eterno del X-15.

Los dos asientos impactaron en el suelo arenoso de costado.

No se movieron.

Pues allí, inmovilizados, se hallaban Shane Schofield y Rufus, inconscientes a causa de las colosales fuerzas G de su eyección supersónica.

Transcurrido algún tiempo, Schofield se despertó al oír voces.

Su visión era borrosa, tenía el rostro manchado de sangre y le dolía terriblemente la cabeza. Los ojos se le estaban amoratando (típica consecuencia de la eyección).

Vio sombras alrededor de su asiento. Algunos hombres estaban intentando soltarle los cinturones de seguridad.

Oyó sus voces de nuevo.

—Pero estarán tarados estos hijos de puta. Eyectarse a esa velocidad.

—Vamos, dense prisa, tenemos que alejarnos antes de que los putos
boy scouts
de los marines lleguen.

Schofield, que todavía no había recuperado del todo la consciencia, se percató de que estaban hablando en inglés.

Con acento estadounidense.

Suspiró aliviado. Todo había terminado.

A continuación, con ayuda de un cuchillo, le cortaron el cinturón de seguridad y Schofield cayó del asiento a la arena.

Un hombre apareció en su campo de visión. Un occidental con ropa de combate. Schofield reconoció su uniforme: la ropa de combate personalizada de la unidad Delta de las fuerzas especiales estadounidenses.

—Capitán Schofield… —dijo ese hombre en un tono amable, aunque su voz resultaba poco clara para su cerebro aletargado—. Capitán Schofield. Está a salvo. Somos de los Delta. Estamos de su lado. También hemos recogido a su amigo, el capitán Knight, a unos kilómetros de aquí.

—¿Quién…? —balbuceó Schofield—. ¿Quién es usted?

El hombre de los Delta sonrió, pero no fue una sonrisa amistosa.

—Mi nombre es Wade Brandeis. De los Delta. Hemos venido desde Adén. No se preocupe, capitán Schofield. Conmigo está a salvo.

Séptimo ataque

Francia

27 de octubre, 07.00 horas (hora local
)

01.00 horas (Tiempo del Este, Nueva York, EE. UU
).

Tenga cuidado con la furia de un hombre paciente.

—John Dryden

7.1

Schofield soñó. Soñó que lo levantaban de su asiento y lo esposaban con esposas de plástico… y que luego lo metían en la parte trasera de un reactor privado Lear… y que este despegaba…

Voces.

Brandeis decía:

—Sí, se lo oí primero a un par de tipos en Afganistán. Dijeron que había aparecido de repente en una operación antiterrorista en una cueva y que había entrado. Que había dicho que estaba relacionado con una recompensa.

»Entonces recibo una llamada hace unas horas de un tipo que conozco en el ISS. Es de la CIA, de la antigua escuela, sabe todo de todo el mundo, es un puto intocable. También fue miembro del GCI. Es un buen tipo. Jodidamente feo, eso sí. Se parece a una puta rata. Su nombre es Noonan, Cal Noonan, pero todo el mundo lo conoce como la Rata.

»Como es habitual en él, la Rata lo sabe todo. Sabe, por ejemplo, que hago trabajos fuera de Adén. Me confirma que la cabeza de Schofield tiene un precio: dieciocho millones de dólares. También me dice que Schofield está de camino a Yemen. Que si estoy interesado, puede disponerlo todo para que yo vaya a buscarlo con algunos hombres de confianza.

»También me dice, espere a oír esto, que ese Aloysius Knight está con Schofield y que su cabeza también tiene un precio: dos millones de dólares. Joder, cogería a Knight gratis. Pero si alguien quiere darme dos millones de pavos por hacerlo, mucho mejor.

El avión seguía volando. Schofield dormía.

Se despertó de repente. Estaba incómodo. Seguía llevando su chaleco, pero le habían quitado todas las armas. Lo único que no le habían quitado era la bolsa de cadáveres soviética, que no era ni mucho menos un arma.

Cambió de postura y vio de reojo a Knight y a Rufus, también esposados, sentados unas cuantas filas atrás, encañonados por soldados de Delta armados. Rufus estaba dormido, pero Knight estaba completamente despierto. Pareció ver a Schofield despertarse, pero este era incapaz de mantener los ojos abiertos.

Volvió a dormirse.

Se despertó de nuevo.

El cielo tras la ventana había cambiado del negro a un azul claro. Estaba amaneciendo.

Y a continuación oyó voces de nuevo.

—Entonces, ¿adónde los llevamos?

—A un castillo —dijo Brandeis—. A un castillo en Francia.

7.2

Fortaleza de Valois, Bretaña (Francia).

27 de octubre, 07.00 horas

Llovía con fuerza cuando el reactor de Schofield aterrizó en la pista privada de Jonathan Killian en la costa de Bretaña.

Los trasladaron a un camión cubierto y, pronto (bajo la mirada atenta de Brandeis y su equipo de cinco hombres de Delta), Schofield, Knight y Rufus fueron llevados por una carretera muy empinada en dirección al ya familiar castillo construido sobre las rocas de los acantilados de la costa.

La impresionante fortaleza de Valois.

El camión cruzó el puente levadizo que conectaba el castillo con la civilización, envuelto en lluvia y relámpagos.

Durante el breve viaje, Knight le habló a Schofield de su historia con Wade Brandeis, de la noche en Sudán y de los vínculos de Brandeis con el GCI.

—Créame, conozco al GCI —aseguró Schofield.

—Llevo mucho tiempo queriendo encontrarme con Brandeis —dijo Knight.

Mientras hablaba, Schofield vio los dos tatuajes que Knight llevaba en el brazo: «Duerme con un ojo abierto» y «Brandeis» y entonces se dio cuenta de que en realidad eran un solo tatuaje: «Duerme con un ojo abierto, Brandeis».

—La cuestión es que Brandeis no es un cazarrecompensas y se le nota —reflexionó Knight.

—¿En qué?

—Acaba de romper la primera regla de un cazarrecompensas.

—¿Cuál es?

—Si puedes elegir entre entregar a alguien vivo o muerto —dijo Knight—, mejor que sea muerto.

En ese momento, el camión accedió al patio de gravilla interior y se detuvo.

Schofield, Knight y Rufus fueron sacados a empellones, encañonados por Brandeis y sus hombres de la unidad Delta.

Monsieur
Delacroix estaba esperándolos.

El banquero suizo se hallaba en la entrada del garaje, atildado y con sus exquisitos modales de siempre.

Estaba flanqueado por Cedric Wexley y diez mercenarios de Executive Solutions, la fuerza de seguridad privada de Jonathan Killian.

—Comandante Brandeis —dijo Delacroix—, bienvenido a la fortaleza de Valois. Lo estábamos esperando. Venga por aquí, por favor.

Delacroix los condujo al interior del garaje y a continuación por las escaleras que bajaban a la antesala de piedra que Schofield había visto antes pero, en vez de girar a la izquierda, hacia el túnel que llevaba al despacho de verificación, giró a la derecha, por una pequeña entrada de piedra que daba a una estrecha escalera medieval que descendía en espiral.

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