Debía, pues, encontrar aquel crucifijo antes que nadie. Mandarlo exorcizar y destruir. Con la ayuda de sus compañeros en aquella siniestra guerra, convencería a Clemente V de la necesidad de ello. Al fin y al cabo, el papa, al igual que sus predecesores, vivía con el temor constante de una nueva herejía.
Una sonrisa relajó el rostro mofletudo del señor de Villanueva, y este ahogó una carcajada. ¿Un viejo? ¿Setenta y siete años? La edad, ¡pues vaya cosa, pardiez! No era más que una nimiedad. Mantendría la vejez a raya, por mucho tiempo. Ahora tenía un nuevo objetivo, una misión que le daría la energía, la fortaleza y el brío necesarios. Encontraría la cruz de Béziers.
Un golpe brusco en la puerta le hizo levantarse. La silueta corpulenta de un soldado ocupó todo el marco. Con el casco en la mano, el hombre anunció:
—Vuestro carruaje está listo, mi señor. Los caminos aún están en mal estado, pero lograremos pasar.
Béziers (asedio de)
. En un primer momento, el rey de Francia, Felipe II Augusto, rechaza la ayuda militar ofrecida por el papa para sofocar la herejía albigense. No es hasta el asesinato en 1208 de Pierre de Castelnau, legado del Santo Padre, a manos de un caballero del círculo del conde Raymond VI de Toulouse, cuando el soberano francés se decide a lanzar a sus caballeros del norte del país contra las regiones meridionales. Algunos de estos señores norteños actúan movidos por la fe; otros, por la esperanza de hacerse con los feudos occitanos. Raymond VI de Toulouse intuye que uno de los verdaderos objetivos de esta cruzada no es otro que él. En efecto, su principado despierta la ambición del duque de Aquitania, a su vez rey de Inglaterra, y del conde de Barcelona, rey de Aragón, ambos sus vecinos más próximos. La acusación de herejía y complicidad con los albigenses les proporcionaba una excusa perfecta para intervenir en las tierras de Toulouse y anexionárselas. A esto se añade el deseo por parte del Vaticano de doblegar a una Iglesia meridional poco sumisa a Roma. Raymond VI se apresura por tanto a reconciliarse con la Iglesia. Sin embargo, los cruzados precisan de un chivo expiatorio para legitimar su ataque: Raimond Roger de Trencavel, vizconde de Béziers y de Carcasona, es el sustituto perfecto. Así pues, lo acusan de promover la herejía en la región de Languedoc. El asedio de Béziers se decide el 22 de julio de 1209, so pretexto de que los cónsules de la ciudad (llamados
capitouls
), al igual que la población, se niegan a entregar a los 223 herejes que según el obispo se refugian en la ciudad, considerada uno de los principales focos de la secta cátara. Por lo demás, resulta sorprendente constatar que en aquel entonces se presentara a la disidencia albigense como un movimiento de gran envergadura cuando en realidad solo se trataba de una ínfima parte de la población. Según se cuenta, murieron masacradas entre quince mil y veinte mil personas; cifras más bien dudosas, pues de haber sido así, habría perecido más de la mitad de los habitantes de la ciudad, que por entonces ascendían a veinte mil. Si bien, lo cierto es que el asedio fue una carnicería con la que fundamentalmente se pretendía causar conmoción y propiciar la sumisión de otros baluartes de la disidencia.
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Amalric (o Amaury), Arnau
, ?-1225. Este monje cisterciense, de familia noble, se convierte en obispo de Poblet (Cataluña), posteriormente de Grandselve y por último de Cîteaux. Acabará siendo nombrado arzobispo de Narbona en 1212. Este legado del papa es uno de los principales impulsores de la lucha contra el movimiento cátaro. Anima al papa Inocencio III a emprender una cruzada contra los albigenses. En su condición de hombre de Dios, aunque también de hombre de armas, lidera esta cruzada junto a Simón IV de Montfort en julio de 1209, fecha en que tiene lugar el asedio de Béziers. Durante el mismo, al ser preguntado sobre cómo distinguir a los católicos de los herejes, supuestamente respondió: «Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos». Cabe precisar que dicha frase solo la recoge una fuente: el monje cisterciense alemán Cesarius de la abadía de Heisterbach, diez años después del asedio de Béziers. Ninguno de los testimonios de los presentes en el lugar de los hechos deja constancia de la misma. Más tarde, Arnau Amalric dirigiría igualmente el ejército de las órdenes militares en España durante las guerras de la Reconquista contra el islam.
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Bingen (Hildegard von)
, 1098-1179. Toma el hábito a los quince años y es elegida abadesa en 1136. Poetisa y compositora, mantiene una relación epistolar con múltiples personalidades durante la segunda mitad del siglo XII. Se reconocen sus milagros y la autenticidad de sus visiones queda probada. De salud sumamente frágil, pronto se interesa por las plantas medicinales. Autora, entre otras, de una obra de carácter médico que le ha hecho ser considerada hoy día como la primera fitoterapeuta «moderna». Pese a su débil salud, vive más de ochenta años, todo un récord por aquel entonces; quizás sea esta una prueba de los beneficios de sus recetas terapéuticas… Aunque a menudo se le atribuye el título de santa, nunca llegó a ser canonizada.
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Chartagne (malatería de)
. Fundada en las inmediaciones de Mortagne por Rotrou III —apodado el Grande—, conde de Perche, señor de Nogent y conde de Mortagne a su regreso de las Cruzadas, en torno a 1100, con el deseo de acoger a sus compañeros contagiados de lepra en Tierra Santa. Cuatro canónigos de San Agustín se encargan de atender la malatería. Las familias de los caballeros afectados, y por tanto recluidos entre sus muros, la dotan de todos los lujos.
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Clairets (abadía de mujeres de)
, en el departamento de Orne. Situada en el linde del bosque de Clairets, dentro del distrito parroquial de Masle. Geoffroy III, conde de Perche, y su esposa Mathilde von Braunschweig, hermana del emperador Otón IV, ordenan su construcción mediante carta otorgada en julio de 1204. Las obras se prolongan durante siete años, finalizando en 1212. En su consagración interviene igualmente un comendador templario, Guillaume d’Arville, del que poco se sabe. La abadía se asigna a monjas de la orden del Císter, las bernardas, quienes gozaban del derecho de administrar alta, media y baja justicia.
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Clemente V, Bertrand de Got
, hacia 1270-1314, papa. Primero es canónigo y consejero del rey de Inglaterra. Sus excelentes cualidades como diplomático evitan su enemistad con Felipe el Hermoso durante la guerra entre Francia e Inglaterra. Es nombrado arzobispo de Burdeos en 1299, sucediendo posteriormente a Benedicto XI en 1305 con el nombre de Clemente V. Ante el miedo de verse confrontado con la escena italiana, que apenas conoce, se instala en Aviñón en 1309. Logra dar largas a Felipe el Hermoso en los dos principales asuntos que los enfrentan: el proceso contra la memoria de Bonifacio VIII y la eliminación de la orden del Temple. Consigue calmar la rabia del soberano en el primero y se las compone para circunscribir el segundo accediendo a que se juzgara a sus integrantes, mas no a la orden como tal. Finalmente, opta por su supresión.
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Felipe IV el Hermoso
, 1268-1314. Hijo de Felipe III el Atrevido e Isabel de Aragón. Tiene tres hijos con Juana I de Navarra, los futuros reyes: Luis X el Obstinado, Felipe V el Largo y Carlos IV el Hermoso, así como una hija, Isabel, casada con Eduardo II de Inglaterra. Este valeroso y excelente caudillo es igualmente inflexible y severo. Cabría desmitificar tal retrato habida cuenta de que testigos contemporáneos de Felipe el Hermoso lo describen como un soberano manipulado por sus consejeros, quienes «lo lisonjeaban y aislaban para engatusarlo». Si bien la historia lo recordará por su decisivo papel en el proceso contra los templarios, Felipe el Hermoso es ante todo un rey reformador que persigue, entre otros objetivos, desembarazarse de la injerencia papal en la política del reino
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Villanueva (Arnaldo de) o Arnau de Vilanova
, nacido hacia 1230 en Villanueva de San Martín, Aragón, de ahí su sobrenombre de «el Catalán», fallece en 1311 o 1312 en Génova. Acaso uno de los científicos de mayor renombre de los siglos XIII y XIV. Se dice que fue criado en España por monjes dominicos. Este médico, astrólogo, alquimista y jurista de carácter enérgico suscitará controversia a lo largo de toda su vida. Lee y escribe en latín, griego, catalán, árabe, así como en hebreo, lo cual le permite acceder a valiosos tratados de medicina que influirán en su ejercicio de la profesión. Escribe varias obras de teología de profunda inspiración franciscana, sobre todo en lo referido a la disidencia de los Espirituales. Arnaldo de Villanueva, convencido de la inminente llegada del Anticristo, milita en favor de una reforma de la Iglesia y una constante reinterpretación de la exégesis de las Escrituras, libre y sin temor a sufrir persecuciones. Sana a Bonifacio VIII, que le perdona sus «errores» teológicos. Será el médico del Sumo Pontífice hasta el deceso de este para luego convertirse en galeno y consejero de Clemente V en Aviñón. Velará igualmente por la salud de los reyes Pedro III de Aragón —a quien servirá como embajador ante Felipe el Hermoso—, Jaime II de Aragón —para quien llevará a cabo varias misiones— y del rey de Sicilia, Federico III de Aragón. Entre otras cosas, sus palabras «Las obras de caridad y los servicios que presta a la humanidad un médico sabio y competente son preferibles a todo eso que los curas denominan obras pías, a las oraciones e incluso al santo sacrificio de la misa» le valieron a Arnaldo de Villanueva su detención y encarcelamiento en París. Queman sus escritos filosóficos en público. Huye de la Inquisición y se refugia en Sicilia. Tras recibir el perdón de Clemente V, regresa a Francia. Fallecerá en un naufragio. Además de sus comentarios de obras de Hipócrates, Galeno y Avicena, le debemos sus traducciones de médicos árabes, sin olvidar el secreto de la destilación del vino para la elaboración del aguardiente y el «encabezado»: adición de aguardiente al mosto de la uva que da lugar al vino dulce natural. Considerado ante todo un científico, Arnaldo de Villanueva se libra del celibato de los médicos clérigos. De su unión con la heredera de unos ricos comerciantes de Montpellier nacerá su única hija, que se convertirá en dominica.
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OFICIOS LITÚRGICOS
Las siguientes indicaciones son orientativas, ya que la hora de los oficios variaba según las distintas estaciones.
Además de la misa, y aunque esta no forme parte en sentido estricto, los oficios divinos, instaurados en el siglo VI por la Regla de San Benito, comprenden varios oficios cotidianos que regulan el ritmo de la jornada. Así pues, monjes y monjas no podían cenar antes del anochecer, es decir, después de vísperas.
Vigilias o maitines
: entre las 2:30 y 3 de la madrugada.
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Laudes
: antes del alba, entre las 5 y las 6 de la mañana.
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Prima
: hacia las 7:30, es el primer oficio del día, poco después de la aurora, justo antes de celebrar la misa.
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Tercia
: hacia las 9.
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Sexta
: al mediodía.
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Nona
: entre las 2 y las 3 de la tarde.
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Vísperas
: entre las 16:30 y las 17, al ponerse el sol.
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Completas
: es el último oficio de la tarde antes de vísperas, entre las 6 y las 8.
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Los oficios divinos se celebraron íntegramente hasta el siglo XI. Sin embargo, a partir de entonces fueron disminuyéndose para permitir a los monjes y monjas consagrar más tiempo a la lectura y al trabajo manual.
Hacia las 10 de la noche se celebraba también una oración nocturna.
MEDIDAS DE LONGITUD
Trasladarlas a medidas actuales es una tarea harto difícil, teniendo en cuenta que a menudo difieren en las distintas regiones.
Arpende
: de 160 a 400 toesas cuadradas, es decir, de 720 a 2.800 m
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Legua
: aproximadamente 4 km.
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Toesa
: de 4,5 a 7 m.
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Alna
: de 0,7 m en Arras a 1,2 m en París.
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Pie
: de 34 a 35 cm aproximadamente.
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Pulgada
: de 2,5 a 2,7 cm aproximadamente.
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MONEDAS
Se trata de un auténtico galimatías, pues con frecuencia variaban en los distintos reinos y regiones. En función de la época, su valor se determinaba según su peso real en oro o en plata, así como su revaluación y devaluación.
Libra
: unidad de cuenta. Una libra equivalía a 20 sueldos, 240 dineros de plata o bien dos pequeños reales de oro (moneda real durante el reinado de Felipe el Hermoso).
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Pequeño real
: equivalía a 14 dineros torneses.
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Dinero tornés (de Tours)
: reemplaza progresivamente al dinero parisiense de la capital.
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Sueldo
: equivalía a 12 dineros torneses.
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Las principales obras consultadas han sido:
BLOND, Georges y Germaine:
Histoire pittoresque de notre alimentation
, París, Fayard, 1960.
BRUNETON, Jean:
Pharmacognosie, phytochimie et plantes médicinales
, París-Londres-Nueva York, Tec y Doc-Lavoisier, 1993.
BURGUIÈRE, André, KLAPISCH-ZUBER, Christiane, SEGALEN, Martine, y ZONABEND, Françoise:
Histoire de la famille
, tomo II,
Les Temps médiévaux, Orient et Occident
, París, Le Livre de Poche, 1994.