—¿Y eso fue suficiente para desbaratar la conspiración de los dos malhechores? —exclamó mylady.
—En efecto, mi querida señora —contestó secamente miss Jebb—. Si yo pudiese revelarle el nombre magnífico, casi divino, de este joven
gentleman
…
—¿Y qué paso con el señor Goëtzi?
—Terminó casándose con una viuda que tenía una tienda.
—¿Y qué fue de Selene? ¡Selene, el Sepulcro… ¡la Ciudad Vampiro!
—Mylady —contestó miss Jebb con acento grave—, existen acontecimientos que superan el entendimiento, inclusive el suyo, a pesar de que usted es de sangre noble. Para entrar en el Sepulcro es necesaria la protección de un vampiro, y esto no es algo precisamente fácil de conseguir. Nuestras dos parejas de recién casados se dirigieron a Semlin, con los criados Grey-Jack y Merry Bones, cuyos cabellos, por cierto, habían desaparecido en sus dos terceras partes. No lograron hallar la Ciudad Vampiro, pero encontraron sin embargo a los comerciantes que les habían vendido el hornillo, el carbón y el cucharón de hierro. Es más, la desaparición del doctor Magnus Szegeli se había convertido en un acontecimiento en la ciudad, y la casa del pintor esclavonio también llevaba tres semanas vacía.
Con estas palabras, la señorita 97 se levantó, y después de una reverencia se despidió.
FIN
Hace algunos días, en París, me llegó la siguiente carta procedente del condado de Stafford:
«Querido Señor,
Ella
solía citar al final de sus historias algunos hechos que servían como justificación o explicación de lo allí narrado. Todo está claro, sin embargo, en nuestra historia, si exceptuamos lo referente al desconocido que parecía un semidiós. Me parece adecuado que descorramos ahora su velo. De esta forma su libro podrá ganar en interés histórico. Se trata de algo que podría llevarse a cabo de dos formas diferentes. La primera sería escribiendo una nota en la que dijese: "No nos hemos atrevido a citar, en estas frívolas páginas, el nombre de alguien cuyo inimitable esplendor se extiende por todo el mundo; el nombre de alguien que se metió al propio Napoleón en el bolsillo, y que se encuentra por encima del resto de los héroes de los tiempos modernos, como Aquiles lo estaba de sus enemigos griegos, troyanos, etc., con una referencia superficial a la estatua que las damas de Londres levantaron a Su Excelencia, vestido de griego, a la que quizá podría echársele en cara unas piernas demasiado descubiertas, de haberse tratado de alguien vulgar.
La segunda forma de descorrer el velo sería una sencilla nota, claramente subrayada, y que dijese simplemente: “¡¡¡ERA WELLINGTON!!!” (con varios signos de admiración.)
Personalmente, me parece más apropiado este segundo procedimiento.
Suyo atentamente, etc., etc.
Firmado: JEBB»
PAUL FÉVAL, (Rennes, 29 de septiembre de 1817 - París, 8 de marzo de 1887).
Escritor francés,
Paul Féval
fue un conocido autor de novela folletinesca, de acción, aventuras y elementos sobrenaturales, muy famosos en el siglo
XIX
y comparado con autores como Alejandro Dumas.
Criado en la Bretaña, cuyas leyendas usaría mucho en sus narraciones, Féval comenzó a publicar en 1841 en varias revistas sus
Misterios de París
, que luego extendería a los
Misterios de Londres
, sus obras más conocidas.
Tras sus folletines, Féval trató siempre de llegar a un público más cultivado, pero sin demasiado éxito, siendo obras como
La Loba
o
El jorobado
, las publicaciones que más reconocimiento le dieron.
Dentro de la novela gótica, Féval publicó
La vampira
y
La ciudad vampiro
, dos novelas pioneras del género en Francia y que tuvieron una influencia considerable en posteriores narradores.
En 1875, Féval quedó prácticamente arruinado tras un monumental escándalo con unas inversiones en el entonces Imperio Otomano. Tras este fuerte revés, el escritor se convirtió en un cristiano renacido y dejó de escribir novela criminal para dedicarse a una más basada en temas cristianos.
[1]
Féval traduce la expresión inglesa
fair imitation
por
imitation blonde
(imitación dorada).
Fair
significa «rubio», «dorado»; pero también «limpio», «honesto». (
N. del T.
)
<<
[2]
Es necesario señalar que si en algunos casos se ha traducido el pronombre francés «vous» por usted, y en otros por vos, ha sido con la intención de interpretar y detallar la diferencia de trato que existe entre las épocas en que se desarrollan ambos relatos: el contemporáneo al autor pertenece a la segunda mitad del siglo
XIX
, mientras que el atribuido a la señorita 97 pertenece a la segunda mitad del siglo
XVIII
. (
N. del T.
)
<<
[3]
La palabra francesa «bière» significa «cerveza», y también «ataúd». (
N. del T.
)
<<