Read James Potter y La Maldición del Guardián Online
Authors: George Norman Lippert
—Debería ir a echarle un ojo —dijo James, moviéndose para levantarse. Damien extendió el brazo y le empujó de vuelta a su asiento.
—Déjale —dijo Damien—. Parece estar haciéndolo bastante bien.
—¡Pero está en Slytherin! —chilló James, exasperado—. ¡No puede ir a Slytherin! ¡Es un Potter!
—Hablando de sorpresas —dijo Rose, bajando la voz—, incluso mientras hablamos, un Malfoy está sentado al extremo de la mesa Gryffindor.
James casi había olvidado a Scorpius. Se giró, siguiendo la mirada de Rose. Scorpius no estaba comiendo. Los Gryffindors que había a su lado le ignoraban estudiosamente, riendo y bromeando alborotados. Scorpius notó que James le miraba. Entrecerró los ojos y sonrió grotescamente, haciendo una parodia de los que le rodeaban. Después puso los ojos en blanco y se dio la vuelta.
—Eso es lo que realmente me desconcierta —masculló Graham—. ¿Como un escurridizo como él termina en Gryffindor?
Rose extendió la mano en busca de otro rollito.
—Tú no sabes lo que hay en su corazón —dijo—. El Sombrero Seleccionador ve quien eres realmente, no lo que tu familia ha visto siempre. Tal vez hay más en Scorpius Malfoy de lo que parece a simple vista.
James sacudió la cabeza.
—Ni hablar. Oí como habló del abuelo. Es horrible. Además, estaba tan orgulloso como un pavo real de su herencia Slytherin.
—Nada de eso hace de él un Slytherin —comentó Rose cuidadosamente.
—Eso es cierto —apoyó Damien—. Ser un cerdo no es necesariamente un billete para Slytherin. Como dijo el Sombrero, los Slytherins son conocidos normalmente por la ambición. Tal vez después de unas cuantas décadas de apoyar al caballo perdedor, los tipos como Malfoy han acabado descubriendo que la pura ambición tiene un precio demasiado alto.
—¿Y eso le hace material para Gryffindor? —preguntó Graham disgustado—. Apenas puedo soportar mirarle. ¿Qué hay de Gryffindor en él?
Nadie tenía respuesta para eso. James no pudo evitar mirar de nuevo de reojo al otro lado de la mesa, donde Scorpius estaba sentado. El chico parecía completamente desinteresado y ajeno, pero James sabía que era una fachada. Había visto la expresión de la cara de Scorpius cuando se había sentado por primera vez a la mesa Gryffindor. James recordó sus propios miedos en la noche de su Selección, preocupado de no entrar en Gryffindor, de decepcionar a su familia y no cumplir con las expectativas para el hijo de Harry Potter. ¿Estaba tratando Scorpius con la misma clase de situación a la inversa? James sospechaba que sí, pero que su orgullo no le permitía demostrarlo. Y allí estaba Albus, quien, para completo asombro de James, aparentemente había permitido que el Sombrero Seleccionador le enviara a Slytherin solo para fastidiar a Scorpius.
Sin planearlo, se levantó del banco. Se acercó al extremo de la mesa y se detuvo cerca de Scorpius. El chico pálido fingió no reparar en él.
—Bueno —empezó James, sin estar completamente seguro de qué decir—, parece que vamos a ser compañeros de Casa.
Scorpius no miró a James. Parecía estar contemplando más allá de las otras mesas, con los ojos medio cerrados, como si estuviera aburrido.
—Supongo que no empezamos bien, allá en el tren —continuó James. Sentía los ojos del resto de la mesa sobre él, y esperó que esto fuera una buena idea—. Pero ya que vamos a vivir en las mismas habitaciones durante el resto del año, creo que tal vez sería mejor comenzar de nuevo. Bienvenido a Gryffindor, Scorpius.
James extendió la mano, como había visto hacer al padre de Scorpius cuando había hablado con Harry en el funeral. Scorpius todavía estaba mirando fijamente al otro lado del comedor. Lentamente, giró la cabeza, mirando desdeñosamente a la mano extendida de James.
—Bueno, eso ha sido muy dulce, Potter, pero no malgastes tus modales conmigo —dijo Scorpius, dejando que una sonrisa ladeada curvara sus labios—. Puede que tengamos que compartir Casa, pero eso no nos convierte en colegas. ¿Crees que tengo el corazón roto por no haber sido seleccionado para Slytherin? Bueno, te equivocas. Estoy perfectamente satisfecho de ser un Gryffidor. De hecho, lo considero una oportunidad de oro. Tengo intención de probaros lo que realmente significa ser un Gryffindor. Tras todos estos años de héroes chapuceros y golpes de suerte, yo podría mostraros el auténtico aspecto del valor.
James comprendió que todavía tenía la mano extendida.
—Sí —replicó, dejando caer la mano a un costado—. Bueno, buena suerte con eso entonces. Que te vaya bien. —Se dio la vuelta, pero Scorpius habló de nuevo, deteniéndole.
—No estoy tan seguro del pequeño Albus como Slytherin, sin embargo —dijo ociosamente—. Al principio, me preocupaba que pudieran comérselo vivo. Pero ahora parece que estaba equivocado. El pequeño Potter podría tener más de Slytherin en él de lo que yo pensaba. ASP, ciertamente.
James volvió a mirar a Scorpius, que todavía sonreía burlonamente.
—Pensaba que ni siquiera sabías nuestros nombres.
Scorpius se encogió de hombros lánguidamente.
—Supongo que estaba mintiendo —replicó—. Eso fue cuando creía que iba a ser un Slytherin. Ahora que soy un miembro de escarlata y oro, tendré que esforzarme por ser siempre sincero, ¿no?
Asombrosamente, unos cuantos Gryffindor se rieron ahogadamente de eso. Scorpius extendió la mano hasta su copa y la alzó, en un saludo.
—Por los nuevos legados —anunció, alzando sardónicamente una ceja—. Algo con lo que puedes estar de acuerdo, ¿no, Potter?
James atrapó finalmente a Albus cuando este abandonaba el Gran Comedor en compañía de sus nuevos compañeros de Casa. Albus parecía ser bastante popular entre los Slytherins que se reunían a su alrededor, riendo ásperamente.
—De verdad, no es para tanto —estaba diciendo Albus—. Quiero decir, claro, crecer como el hijo del mago más famoso de todos los tiempos tiene sus ventajas, pero no me consigue ningún privilegio especial aquí en Hogwarts. Especialmente con vuestra panda, ¿eh?
Hubo otra ronda de risas. Obviamente, Albus estaba aprovechando bien su sorprendente asignación de Casa. James se abrió paso a empujones a través de la multitud y agarró el codo de Albus.
—Eh, calma, hermano mayor —gritó Albus cuando James tiró de él—. Este es mi hermano, James, chicos. Sacó su vena mandona de la familia de mamá. No empecéis la fiesta sin mí, ¿eh?
Albus se volvió hacia James cerca de la base de las escaleras. Arrancó su codo de la garra de James, su cara se mostró molesta.
—¿Qué pasa, James? Quería ver mis nuevas habitaciones.
—¡Slytherin! —siseó James, volviéndose a mirar sobre el hombro hacia la pandilla de estudiantes que esperaban. Tabitha Corsica sonrió burlonamente e inclinó la cabeza en su dirección.
—Sí, Slytherin. —Albus se encogió de hombros—. Como has estado diciendo todo el verano.
James se giró.
—No me vengas con que yo te he convencido de esto, Al. Sabías en lo que te estabas metiendo. Dime la verdad. ¿Lo hiciste solo para fastidiar a Scorpius?
Albus puso los ojos en blanco.
—Déjame en paz, James. ¿Cómo iba a saber yo que Malfoy iba a ser seleccionado en Gryffindor?
—Vi como le mirabas cuando subías los escalones. ¡Querías alardear ante él! Esa es una razón estúpida para ir a Slytherin. ¡Vamos, Al! ¡Esto afecta a toda tu vida escolar! ¡Ahora eres un Slytherin!
—Yo no escogí esto, sabes —dijo Albus, bajando la voz y mirando a James a los ojos—. El Sombrero hizo la Selección. Para eso está, James.
—Pero papá dijo...
—Sí, bueno, tal vez las cosas han cambiado. O quizás el Sombrero no creyó que deseara lo bastante ser un Gryffindor. Sea como sea, cuando pensé en ello, lo único que me vino a la cabeza fue una visión de mí en la Casa de verde y plata. Y la verdad es, que por primera vez, creo que me gustó.
James frunció el ceño.
—Pero llevas todo el verano completamente obsesionado con esto. Quiero decir, vamos, Al, yo no habría insistido tanto si no te hubiera puesto tan frenético.
Albus se encogió de hombros y miró alrededor, recorriendo las escaleras y el vestíbulo de entrada con la mirada.
—Entonces tal vez lo hice para fastidiarte a ti, eso te enseñará a no burlarte de mí en ciertas cosas. Puede que vaya y haga eso mismo después de todo, ¿eh?
James hizo una mueca, exasperado.
—No le des más vueltas, James —dijo Albus, palmeando el hombro de James—. Los tiempos cambian, ¿no? La otra cosa que papá me dijo en el andén fue que si acababa siendo un Slytherin, estos se habrían hecho con un nuevo miembro brillante. Tú puedes ser el rey de la Casa Gryffindor, ¿vale? Yo pondré en funcionamiento mi magia en Slytherin y tendremos a todo Hogwarts cogido por la cola.
James sacudió la cabeza pero sonrió un poco.
—Eres la pequeña sabandija atrevida de siempre, Al. Casi te creo. ¿Estás seguro de lo que estás haciendo?
—En lo más mínimo —asintió Albus gravemente—. ¿Pero desde cuando eso me ha detenido? Escucha, no les cuentes esto aún a mamá y papá. Quiero decírselo yo mismo, ¿vale?
James hizo una mueca.
—¿Qué te crees que soy, un chivato?
—Bueno, te chivaste lo de Ted y Victoire en la estación esta mañana.
—Ya te dije...
Albus levantó las manos, retrocediendo.
—Eso queda entre tú y tu conciencia, hermano mayor. Será mejor que vuelva con mis nuevos compañeros de Casa. Ralph dice que tienen pasteles de escoba dulce y auténticas delicias turcas allí abajo la primera noche. No puedo esperar a disfrutar de esa jarra de cerveza de mantequilla frente a la chimenea en forma de cabeza de serpiente, ¿eh?
James suspiró mientras Albus se reunía con sus nuevos compañeros de Casa de camino a los sótanos. Cuando se volvió para subir las escaleras, se encontró con Rose.
—Ralph dice que mantendrá un ojo sobre Albus —dijo Rose tranquilizadoramente—. Francamente, Slytherin probablemente vaya más con él. Siempre ha sido un poco salvaje, ya sabes.
—Sí, lo sé —estuvo de acuerdo James—. Solo que no esperaba que ocurriera realmente. Se siente raro tener a un Potter en Slytherin.
—¿Estás celoso?
—¿Qué? —exclamó James, mirando de reojo a Rose mientras alcanzaban el rellano—. ¿Por qué demonios iba a estar celoso?
Rose se encogió de hombros sin comprometerse.
—He oído que los Gremlins tiene algo preparado para esta noche.
—¿Cómo sabes eso ya?
—Bueno —replicó Rose con modestia—, fue en parte idea mía. Les gustó tanto que me pidieron que participara. Sin embargo, sinceramente, no habría sido posible sin ti.
James recordó su primera noche del año pasado cuando los Gremlins le habían embrujado hasta hacerle parecer un alienígena verde y le habían convencido de subir a un platillo volante improvisado, para asombro de un granjero local.
—¿Todavía alzando el Wocket?
—No, al parecer jubilaron el Wocket cuando Ted se graduó. Engañar a los muggles no tiene gracia en realidad, y además, no es tan bueno ahora que el director lo ha visto y sabe donde se oculta.
—Sabes un aterrador montón de cosas respecto a esto, Rose.
—Aparentemente, ser una Weasley tiene mucho peso en ciertos círculos —replicó ella alegremente.
Cuando entraron en la sala común, James no pudo evitar sonreír. Un balbuceo familiar de risas y conversación llenaba la habitación como un caldero. El busto de Godric Gryffidor flotaba peligrosamente en lo alto mientras un grupo de alumnos de quinto y sexto jugaban a Winkles y Augers con él. Cameron Creevey ya había llegado y estaba sentado con unos pocos nuevos Gryffindors más en un sofá cerca del crepitante fuego. Cameron reparó en James y sus ojos se abrieron un poco. Codeó a la chica que estaba junto a él.
—Oye, James —Heth Thomas, uno de los Golpeadores Gryffindor, le llamó desde el otro lado de la habitación—, ¿vas a presentarte a las pruebas para el equipo de Quidditch este año? Estamos haciendo apuestas sobre lo grande que será el agujero que abrirás en el campo.
—Yo tendría cuidado con eso —replicó James, sonriendo abiertamente—. He estado practicando este verano.
—Bien —intervino Graham—, cuando no estabas siendo derribado de tu escoba por tu padre, por lo que he oído.
Eso fue saludado con aullidos de risa amigable. James hizo una imitación de risa sarcástica también. La verdad es que disfrutaba de las bromas. Ansiaba que llegaran las pruebas. Cuanto más esperaran que repitiera la actuación del año pasado, mejor quedaría.
Noah, Petra, Damien y Sabrina estaba apiñados alrededor de una mesa en la esquina de la alborotada sala común. Damien y Sabrina estaban activamente encorvados sobre una larga hoja de pergamino, con plumas en las manos. Parecían estar discutiendo en tono apagado, señalando trozos del pergamino. Noah y Petra levantaron la mirada y llamaron por señas a James y a Rose.
—No tenemos mucho tiempo —dijo Noah—. Pero afortunadamente, eso es problema de Damien y Sabrina. Además, ¿qué puede salir mal? Tenemos a un Weasley otra vez en Hogwarts. Todo va bien en el mundo.
—¿Cómo se deletrea "en verdad"? —preguntó Sabrina sin levantar la mirada.
—No importa —dijo Damien tensamente—, si nosotros no lo sabemos, nadie lo sabrá.
—¿Cuál es el plan? —preguntó James, dejándose caer en una silla cercana.
Noah miró a Rose, después otra vez a James.
—Creemos que es mejor que no lo sepas. Por ahora.
—Nos lo agradecerás después, James —estuvo de acuerdo Rose.