Read Gusanos de arena de Dune Online
Authors: Kevin J. Anderson Brian Herbert
Tags: #Ciencia Ficción
Sheeana asintió.
—Provisionalmente, aceptamos que vosotros dos sois exactamente quienes decís ser.
Teg parecía amargamente divertido.
—Duncan y yo os aceptamos a las tres. Provisionalmente.
—Los Danzarines Rostro son mimos. Pueden cambiar su apariencia, pero no su ADN. Ahora que tenemos células de muestra del Hawat impostor, nuestros doctores tendrían que ser capaces de desarrollar un test preciso.
—Eso creemos nosotros también —dijo Teg. El Bashar parecía profundamente afectado por la pérdida de su protegido. Ya no daba nada por sentado.
Con un ceño de hierro, Garimi dijo:
—La respuesta más obvia es que Hawat ya nació como Danzarín Rostro, y luego fue cuidadosamente implantado y manipulado por nuestro maestro tleilaxu. ¿Quién puede conocer a los Danzarines Rostro mejor que el viejo Scytale? Sabemos que tenía las células en su cápsula de nulentropía. Si esto es cierto, el engaño se ha prolongado durante casi dieciocho años.
—Un bebé Danzarín Rostro —siguió diciendo Sheeana— puede haber imitado a un bebé humano desde el principio. Y conforme crecía, ha ido moldeando su aspecto basándose en los archivos sobre el joven guerrero-mentat Paul Atreides. Dado que aquí nadie, ni siquiera tú, Duncan, recuerda el aspecto de Hawat cuando era adolescente, tampoco hacía falta que el disfraz fuera perfecto.
Duncan sabía que tenía razón. En su vida original, cuando él escapó de los Harkonnen y fue a Caladan, Thufir Hawat ya era un curtido veterano de guerra. Duncan recordaba su primera conversación real con él. Él era un mozo de establo en castillo Caladan, y trabajaba con los toros salusanos con los que al viejo duque Paulus le gustaba medirse en grandiosos espectáculos. Alguien había drogado a los toros para desbocarlos y el joven Duncan trató de dar la alarma, pero nadie le creyó. Cuando Paulus murió destrozado, Hawat dirigió la investigación en persona, y llevó al joven Duncan ante un consejo de investigación, porque todo indicaba que era un espía de los Harkonnen…
¡Y ahora este Thufir era un Danzarín Rostro! A Duncan aún le costaba aceptar aquella realidad innegable.
—Entonces, todos los otros gholas podrían ser Danzarines Rostro —dijo Duncan—. Sugiero que mandemos llamar a Scytale.
Ahora es nuestro principal sospechoso.
—O podría ser nuestra principal baza —dijo Teg con voz quebradiza—. Como ya ha dicho Garimi, ¿quién puede conocer mejor que él a un Danzarín Rostro?
Cuando el maestro tleilaxu fue conducido a la cámara con paredes de cobre, Duncan y Teg tomaron asiento al otro lado de la mesa, incorporándose al grupo inquisidor que trataba de desarraigar la infiltración de los cambiadores deforma. Scytale parecía asustado e inquieto. El ghola del tleilaxu tenía quince años, pero no parecía un muchacho. Sus rasgos élficos, los dientes afilados y la piel gris le daban un aire extraño y sospechoso, pero Duncan comprendió que eso solo era una respuesta instintiva basada en primitivas supersticiones y experiencias previas.
Cuando Scytale se sentó, Elyen se inclinó hacia delante. Parecía la más severa de todas.
—¿Qué has hecho, tleilaxu? ¿Cuál es tu plan? ¿Cómo has tratado de traicionarnos? —Utilizó un filo de la Voz, lo suficiente para sobresaltar a Scytale.
—Yo no he hecho nada.
—Tú y tu predecesor genético sabíais muy bien lo que estabais desarrollando en los tanques. Comprobamos las células antes de permitiros crearlos, pero de alguna forma nos engañasteis con Thufir Hawat. —Le mostraron imágenes del Danzarín Rostro muerto.
Duncan vio enseguida que la sorpresa del tleilaxu era auténtica.
—¿Están todos los otros gholas igualmente tocados? —exigió Sheeana.
—Ninguno lo está —insistió él—. A menos que los hayan reemplazado después de ser decantados.
Elyen entrecerró los ojos.
—Dice la verdad. No percibo ninguno de los indicadores.
—Sheeana y Garimi conferenciaron quedamente entre ellas y asintieron simultáneamente.
—A menos que también sea un Danzarín Rostro —dijo Sheeana.
—No es probable que Scytale sea un sustituto sencillamente porque casi nadie confía en él —señaló Duncan—. Un Danzarín Rostro elegiría a alguien que pueda moverse fácilmente entre nosotros.
—Alguien como Thufir Hawat —dijo Teg.
El joven Scytale parecía profundamente trastornado.
—Estos nuevos Danzarines Rostro llegaron de la Dispersión. Los tleilaxu perdidos decían haberlos modificado de una forma que nosotros no entendíamos. Y para mi disgusto, he descubierto que ni siquiera yo soy capaz de detectarlos. Creedme, jamás sospeche de Hawat.
—Entonces, ¿cómo ha llegado a la nave un Danzarín Rostro si no ha salido de las células de tu cápsula de nulentropía? —preguntó Sheeana.
—Es posible que el Danzarín Rostro ya se estuviera haciendo pasar por uno de nosotros cuando abandonamos Casa Capitular —meditó Duncan—. ¿Con cuánta exhaustividad comprobasteis a los ciento cincuenta pasajeros que subieron a la nave durante la huida?
Teg meneó la cabeza.
—Pero ¿por qué esperar más de dos décadas para atacar? No tiene sentido.
—Un agente latente, tal vez —sugirió Sheeana—. O quizá el Danzarín Rostro fue otra persona durante un tiempo y ha sustituido a Thufir recientemente.
—Sí, eso, buscad un cabeza de turco —dijo Scytale amargamente, hundiéndose en la silla de interrogatorios extragrande—. Preferiblemente un tleilaxu.
Sheeana tenía fuego en la mirada.
—Como precaución, hemos aislado a todos los gholas en habitaciones separadas donde no puedan causar más daño si resulta que alguno de ellos es un cambiador de forma. Ya he indicado a una de nuestras doctoras Suk que tome muestras de sangre. No escaparán.
Duncan se preguntó si tanta vehemencia no sería una señal de que ella era un Danzarín Rostro. Entrecerró los ojos con gesto receloso mientras la observaba. Tendría que vigilar a tanta gente como pudiera, en todo momento.
Garimi miró a su pequeño grupo de confianza.
—Yo… o alguno de nosotros permanecerá en el puente de navegación y controlará la no-nave mientras todos, absolutamente todos los que viajan en la nave se reúnen en la sala de reuniones principal. Que vayan todos, incluso los niños. Asegurad las puertas y hacedles la prueba. Uno a uno. Descubrid la verdad.
—¿Qué tests definitivos podemos usar? —preguntó Teg.
Scytale habló en voz muy alta.
—Creo que yo puedo desarrollar un método fiable. Utilizando una muestra de tejido del danzarín Thufir Hawat, prepararé un panel comparativo. Hay ciertas… técnicas. Él formaba parte de la nueva raza traída por los tleilaxu perdidos, y es diferente de los antiguos. Pero con esta muestra…
—Y ¿por qué íbamos a confiar en ti? —dijo Garimi—. Tu pureza aún no ha sido demostrada.
Scytale adoptó una expresión burlona.
—En alguien tendréis que confiar.
—¿Ah, sí?
—Permitiré que vuestras expertas me vigilen en todo momento durante los preparativos.
Duncan miró al maestro tleilaxu.
—La sugerencia de Scytale es buena.
—También hay otra opción. Cuando los Danzarines Rostro traicionaron a mis compañeros maestros en Tleilax y nuestros otros mundos, algunos tuvimos tiempo de contraatacar. Creamos una toxina que ataca específicamente a los Danzarines Rostro… un veneno selectivo. Si me permitís acceder al laboratorio, puedo recrear esa toxina y liberarla en forma de gas.
—¿Con qué propósito? —preguntó Teg. Y entonces su expresión cambió, porque comprendió—. Ah, para propagarla por los sistemas de ventilación del
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. Mataríamos a todos los Danzarines Rostro que queden entre nosotros.
—Para saturar la nave haría falta una cantidad inmensa —dijo Duncan, haciendo con rapidez mentat una estimación del volumen de aire de la inmensa nave, la concentración de gas necesaria para resultar letal para los cambiadores de forma, la posibilidad de que otros enfermaran y que la tripulación se debilitara.
Garimi no podía creerse lo que estaba oyendo.
—¿Estás sugiriendo que dejemos que este tleilaxu libere un gas desconocido en la nave? ¡Ellos crearon a los Danzarines Rostro!
Scytale le contestó con una voz llena de desprecio.
—Las brujas no sabéis pensar. ¿No ves que yo mismo me enfrento a una apurada situación? Estos Danzarines Rostro son nuevos, vinieron con los tleilaxu perdidos… nuestros hermanastros bastardos, que cooperaron con las Honoradas Matres para aniquilar a los viejos maestros como yo. ¡Piensa! Si hay otros Danzarines Rostro en el
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, entonces yo corro un riesgo mucho mayor que ninguno de vosotros. ¿No lo entiendes?
—El gas de Scytale solo se usará como último recurso —dijo Duncan.
Sheeana miró a su alrededor.
—Dejaré que empiece a trabajar en la toxina, pero preferiría que identificáramos a cualquier Danzarín Rostro directamente.
—Y lo interrogáramos —añadió Garimi.
Scytale rio.
—¿Creéis que podéis interrogar a un Danzarín Rostro?
—Nunca subestimes a una Bene Gesserit.
Sheeana asintió.
—Mientras no descubramos a los infiltrados, mientras no sepamos con seguridad que no hay más Danzarines Rostro, debemos tener siempre a todo el mundo en grupos lo bastante grandes para que ningún cambiador de forma pueda actuar sin ser visto.
—¿Y si una abrumadora mayoría de nosotros ya hemos sido suplantados? —dijo Teg.
—Entonces estamos perdidos.
— o O o —
Con el pasaje confinado, se hicieron pruebas a cada uno de los niños ghola. Leto II fue el primero. Cuando los gusanos se volvieron contra Thufir Hawat, intuyendo de alguna manera a un extraño en el Danzarín Rostro, la sorpresa de Leto parecía genuina. Las imágenes le mostraban mirando con incredulidad al cuerpo. Pero Thufir se había puesto claramente en peligro, fue voluntariamente junto a Leto cuando no tenía por qué. ¿Por qué iba a ponerse en peligro un Danzarín Rostro a menos que la copia fuera tan perfecta que incluso la amistad fuera real?
Leto, ghola del Tirano, era muchas cosas extraordinarias. Pero no era un Danzarín Rostro. El análisis genético de Scytale así lo demostró.
Paul Atreides también resultó limpio, junto con Chani, Jessica y la pequeña Alia, que estaba intrigada por las agujas y las muestras. A pesar de los habituales recelos que suscitaba su persona, Wellington Yueh también era quien decía ser.
Cuando Scytale completó los análisis celulares y sanguíneos, Sheeana seguía sin estar satisfecha.
—Incluso si ahora sabemos que podemos confiar en los gholas y eso solo significa que los otros Danzarines Rostro, si es que hay más, deben de haberse escondido entre los otros.
—Entonces comprobaremos a los otros —dijo Garimi—. O utilizaremos el gas de Scytale. Yo me someteré personalmente a cualquier escrutinio que haga falta, una y otra vez, y sugiero que todos hagamos otro tanto.
Scytale levantó sus pequeñas manos asustado.
—Este es un test intensivo. Tengo que preparar paneles suficientes para todo el pasaje, y eso me llevará mucho tiempo.
—Entonces nos tomaremos ese tiempo —anunció Sheeana—, cualquier otro proceder sería una locura.
¿Por qué la destrucción nos resulta tan fascinante? Cuando presenciamos una terrible tragedia ¿nos consideramos más listos por haber sido capaces de evitarla? ¿O se debe nuestra fascinación a la excitación y el miedo de saber que nosotros podríamos ser los siguientes?
M
ADRE
SUPERIORA
O
DRADE
, Documentación de consecuencias
Murbella y Janess —madre e hija, madre comandante y Bashar Suprema— orbitaban cerca del planeta muerto de Richese. Viajaban en una nave de observación, separadas de los equipos de ingenieros que aún desconfiaban de la epidemia de Casa Capitular. Aunque la enfermedad ya había cumplido su ciclo, los ixianos se negaban a estar confinados en el mismo espacio que Murbella y Janess, que sí habían estado expuestas al virus.
A pesar de ello, solas en la pequeña nave, las dos mujeres tenían una vista perfecta del desarrollo de la prueba.
Más de cinco años atrás, naves de Honoradas Matres rebeldes procedentes de Tleilax habían bombardeado Richese, eliminando no solo a su población, sino también sus industrias armamentísticas y la flota de guerra a medio construir que debían entregar a la Nueva Hermandad. Sin embargo, ahora que no había vida en el planeta, era el lugar perfecto para que los ixianos probaran sus nuevos destructores.
Murbella abrió la línea de comunicación y habló a las cuatro naves que les acompañaban para la prueba.
—Le encanta esto… ¿me equivoco, fabricador mayor?
En la pantalla, Shayama Sen arqueó las cejas y echó la cabeza hacia atrás en un bonito despliegue de inocencia.
—Estamos probando el arma que nos encargó, madre comandante. Usted pidió la demostración en lugar de aceptar nuestra palabra. Debemos demostrar que nuestra tecnología funciona como hemos dicho.
—Y la rivalidad entre Ix y Richese no tiene nada que ver con la elección del objetivo, por supuesto. —Apenas podía controlar el sarcasmo.
—Richese no es más que una nota histórica a pie de página, madre comandante. Cualquier regocijo que los ixianos hayamos podido extraer del desafortunado destino de nuestros rivales ya hace tiempo que se apagó. —Tras una pausa, Sen agregó—: Sin embargo, reconozco que no se nos escapa la ironía.
Desde la última ocasión en que la había visitado en la órbita de Casa Capitular, el director de fábricas ixiano parecía ligeramente cambiado. Recientemente, cuando Sen presentó los informes completos de los tests realizados en Ix, el hombre se mostró sorprendido, incluso avergonzado. Había seguido sus indicaciones y realizó los tests celulares en los suyos, con el resultado de que veintidós Danzarines Rostro quedaron al descubierto, todos ellos en industrias críticas.
Murbella habría querido interrogarles, puede que incluso aplicarles una sonda-T ixiana. Pero los Danzarines Rostro que no fueron asesinados al momento se quitaron la vida, utilizando una suerte de mecanismo de desconexión en sus cerebros. Le enfurecía haber perdido aquella oportunidad, pero de todos modos, dudaba de que sus hermanas hubieran logrado sacar nada a los cambiadores de forma. En todo caso, se alegraba de haber enviado a ocho inspectoras de confianza para supervisar los avances en las industrias.