Falsas apariencias (21 page)

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Authors: Noelia Amarillo

Tags: #Erótico

BOOK: Falsas apariencias
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—Y quién es el Vinagres. —Vistos los motes de los vecinos, casi pensaba que era uno de ellos.

—Un tío avinagrado —dijo ella abriendo la puerta del portal con una mirada que decía "fin de la conversación".

—Vale.

Subieron al ascensor y entraron en silencio al piso. Luka fue directa a por sus niñas, sacó a Laura de su terrario, la miró muy atentamente, revisó su cola, sus patas, el lomo, la tripa.

—Bien, señorita, me va usted a decir por qué se ha portado mal. —Puesto que el estado físico de la iguana era impecable estaba claro que la culpa del incidente con la mejilla de Alex era de ella.

—Shh. —La iguana la miró con ojos penetrantes.

—No está nada bien que ataques a los invitados, te lo he dicho mil veces.

—Shh. —La iguana la sacó la lengua.

—A mí no me respondas —Luka la miró muy seriamente, enfadada—, te he dado una educación así que compórtate.

—Shh. —Laura movió la cola amenazante.

—¡Pero bueno! Te acabas de quedar sin remolacha, por lista. —La soltó en el suelo y, dándole la espalda, se fue al acuario a ver a las tortugas bajo la atenta mirada de Alex, que no salía de su asombro.

—Shh. —Laura zigzagueó lentamente hasta dar con su testa en el tobillo de la mujer. —No.

—Shh. —Un nuevo golpe de cabeza.

—Te he dicho que no. Primero atacas a mi amigo y después me levantas la cola. Ni de coña. Te has quedado sin remolacha. —La ignoró de nuevo y cogió a una de las tortugas acariciándola con la nariz, Alex no supo distinguir si era Clara o Lara—, Cosita preciosa, ¿qué tal el día? —La tortuga le mordisqueó la nariz—. Ahora, espera un poco. —Cogió la otra tortuga y repitió el mismo ritual de caricias en el caparazón—. ¿Os habéis portado bien? No como "otras", espero. —Miró seriamente a Laura y luego le dio la espalda.

—Shh. —Joder, pensó Alex, la jodida iguana se estaba enroscando en la pierna de Luka, trepando por ella.

—¿Qué te he dicho? Has sido muy mala.

—Shh. —Laura ya estaba a la altura de la cintura y alargaba su cabeza hacia la cara de su ama.

—Está bien... pero que no se vuelva a repetir —dijo muy seria bajando la cabeza, dejando la cara a escasos centímetros de la iguana; ésta sacó su asquerosa lengua y le lamió el carrillo... ¡Demonios!, pensó Alex poniendo cara de asco. Luka soltó a las tortugas y abrazó a su iguana—, a ver cómo te portas.

¡Mierda! Luka se estaba acercando a él con ese bicho entre los brazos. ¿Qué pretendía?

—Ven, tócale la cabeza.

—Ni de coña. —Alzó las manos para protegerse.

—No seas gallina. —Le acercó la iguana.

—Hombre precavido vale por dos y tu iguana tiene malas pulgas —dio un paso atrás.

—Exagerado. Vamos, ven, que te va a pedir perdón. —Extendió los brazos hacia él con la iguana plácidamente recostada en ellos.

—No jodas, los bichos no piden perdón. —Bajó los brazos lentamente y se quedó muy quieto, Luka estaba como una cabra y él más por prestarse a este juego.

—Laura sí. La he educado yo y sabe lo que le conviene. —Le puso la iguana a la altura de la cara.

—Jodeeerrr. —La iguana le miró con asco, sacó la lengua y le dio un rápido lengüetazo en la barbilla, luego se volvió apresuradamente hacia su dueña, trepó por entre sus brazos y se acomodó en su cuello. La cara de asco de Alex solo era comparable con la cara de asco de Laura.

—Muy bien, mi cielo. Tendrás tu remolacha. Pero a partir de ahora no quiero más movidas. —Luka bajó la iguana al suelo y se fue hacia la cocina.

—Shh. —Laura miró a Alex proponiendo un pacto con su mirada: tú no te acerques a mí y yo no me acercaré a ti.

Alex levantó las manos en un gesto de exasperación y luego empezó a reírse a carcajadas, esto era cosa de locos. Se fue al baño a lavarse la cara con una tonelada de jabón y cuando salió vio a Luka dando de comer a sus bichos. Remolacha, pepinos, brócoli para Laura y pienso para las tortugas. ¿Pienso? ¿No gusanos?

—¿Has cambiado de dieta?

—¿Eh? —preguntó Luka inclinada sobre el acuario, la sudadera resbalando sobre su trasero.

—Las tortugas, no les das gusanos. —Alex posó la mirada en ese lugar que la tela tapaba, ojalá tuviera rayos X como supermán para poder ver el tatuaje. ¡Dios! ¿Por qué tenía que acordarse de eso ahora?

—No. Esta noche pienso, no las voy a dar siempre lo mismo, ¿no? —Totalmente ignorante de los pensamientos del hombre, Luka siguió a lo suyo mientras él se acercaba por detrás.

—No. —Gracias a Dios, ver cómo daba de comer gusanos hubiera acabado con su incipiente erección.

Alex se pegó a ella y Luka dio un respingo al sentir su polla dura contra sus nalgas.

—Vaya, estamos animados. —No era una pregunta.

—Shh. —Si a la iguana le funcionaba eso como respuesta, a él también.

Pegó su torso a la espalda femenina y trazó con las manos el camino de las caderas a los pechos a la vez que sus labios recorrían la suave curva del cuello. Ella respondió empujando su culo contra él y llevando las manos desde el acuario hacia su nuca. Sonó un ruido.

—¡Ay! ¡Mierda! —Se había olvidado del bote de pienso que sujetaba y éste se le había caído al suelo vaciándose entero—, ¡Qué desparrame!

Se agachó para recoger las bolitas y presentó una estupenda panorámica de sus nalgas a su atento espectador que no perdió un segundo y plantó las manos en el sitio donde más deseaban estar, el borde de la sudadera. Pasó los dedos por debajo de la tela y fue subiéndola poco a poco, expectante por el ver el jodido tatuaje que no se podía quitar de la cabeza.

—Eh, muchachote, agradecería tu ayuda por aquí, ¿sabes? —Luka se movió hacia otro lado buscando más puñeteras bolitas sin molestarse siquiera en mirarle.

—Joder. —Alex se agachó para ayudarla intentando deshacerse de la imagen del tatuaje a punto de ser descubierto.

—Oye, si tanto te molesta no hace falta que me ayudes.

—Perdona, me he hecho daño al agacharme —se disculpó, y era cierto relativamente, le dolían la polla y las manos de frustración.

Se apresuró en recoger todo el pienso y se acercó a Luka nuevamente, sus intenciones eran claras, la quería desnuda. Ya.

Luka se giró hacia el mueble del comedor y abrió un cajón, sacó unos cuantos folletos publicitarios de comida a domicilio mientras se mordía el labio inferior. Sus intenciones también eran claras. Tenía hambre. Ya.

—¿Qué te parece un chino para pillar la cena?

—No me hace mucha ilusión, la verdad —comentó recordando la alimentación de ciertas tortugas, puag.

—Mmh, ¿un kebab? —El folleto del turco tenía una pinta estupenda, tanto que Luka sintió cómo rugía su estómago.

Y sí, resultaron ser dos Kebabs, que pidieron a la mayor brevedad posible y que les comunicaron sufrirían una espera de una hora en la recepción del pedido por afluencia de público. ¡Mierda!, pensó Luka muerta de hambre.

¡Genial!, pensó Alex muerto de otra clase de hambre. Es curioso cómo la desgracia de uno puede ser la alegría de otro...

Sábado 8 de noviembre de 2008, 21.30h

Luka frunció el ceño, fue a la cocina y abrió la nevera... miró arriba y abajo... a un lado y a otro... incluso abrió el congelador... no había nada comestible, todo tenía que descongelarse y hacerse. Mierda.

Alex observó a Luka inclinada sobre la nevera, la mano apoyada sobre la puerta, las piernas ligeramente abiertas, se acercó a ella teniendo mucho cuidado de no tocar su cuerpo, cuando solo unos milímetros los separaban puso una mano en su espalda.

—¿Tienes hambre? —preguntó con voz ronca.

—Más que el perro de un ciego —gruñó ella sin molestarse en mirarlo.

Observó ladeado la desolación que era la nevera, aparte de un bote de gusanos no había mucho más que comer; mejor, no quería más estorbos, durante todo el santo día cada vez que había intentado algo, cada vez que se había puesto duro, alguien los interrumpía, ahora no iba a permitirlo. Dejó que su mano resbalara por la espalda hasta encontrar la costura central de los leggins y bajó por ella acariciando el trasero a su paso, Luka se tensó, la mano siguió su camino recorriendo lentamente esa línea tentadora que como un mapa de carreteras mostraba el camino a seguir llevándolo hasta el final de las nalgas, extendió los dedos dejando el corazón sobre la costura y los otros abarcando la parte en que los muslos se unen al trasero, presionó ligeramente y luego dejó que siguieran paseando por el interior los muslos soslayando totalmente el perineo, ignorándolo. A través de la tela Luka pudo sentir su caricia. Unos labios cálidos rozaron su cuello lamiendo zonas que ella pensaba que no eran para nada erógenas... resulta que estaba equivocada, sintió subir por el brazo que apoyaba en la nevera los dedos masculinos de la mano que aún estaba libre, lentamente, trazando curvas sobre la sudadera, deteniéndose en la parte interna del codo a la vez que la otra mano seguía atormentando sus muslos sin llegar a ninguna parte, o al menos a ninguna parte interesante. Era como si todas las sensaciones, todo el calor del cuerpo femenino se hubiera concentrado en esos tres únicos puntos en que se tocaban. Una lengua juguetona se asomó entre los labios posados en su nuca, humedeciendo el lugar que antes ardía, para luego apartarse y soplarlo, el espasmo de placer fue inmediato, los pezones se irguieron, la vulva latió, pero en contra de los deseos de Luka, los labios se alejaron por completo dejándola desamparada. Ahora solo la tocaba en dos puntos del cuerpo, los dedos que recorrían los muslos retomaron el camino de la costura para ir subiendo poco a poco, apartándose del sitio al que pertenecían para volver a posarse sobre la espalda y a continuación abandonar su piel, dejándola fría, vacía. Luka respiraba impaciente mientras los dedos juguetones, la única parte de sus cuerpos que aún permanecía en contacto, subían por la parte interna de su brazo hasta la muñeca, se detenían allí a trazar unos pocos y abrasadores círculos y continuaban su recorrido sobre sus dedos para después alejarse en el aire... abandonándola.

—Sígueme... —un susurro en su oído, un roce en el aire, una mano esperando ser apresada.

Y ella capturó su mano y le siguió...

Sus cuerpos solo se unían por las yemas de los dedos como un hilo frágil y cálido que en cualquier momento podría romperse. Los pasos firmes de Alex se dirigieron inexorablemente al dormitorio, encendió la luz del pasillo dejándolo tenuemente iluminado, atravesó la puerta y tiró suavemente de la mano de Luka acercándola a él hasta que ni siquiera un soplo de aire pudo deslizarse entre sus cuerpos; acarició su nuca y se inclinó a besarla. No fue un beso rápido, ni salvaje, ni excitante, fue como un soplo de aire cálido, como la brisa del mar que en verano acaricia y aplaca la piel quemada. Trazó con la lengua el camino húmedo de sus labios parando en la comisura, descubriendo cada pequeña arruga, pasando luego a la unión de éstos hasta que se separaron espontáneamente permitiéndole el acceso, recorrió los dientes deteniéndose en los colmillos, probando su filo para luego abandonarse en el paladar, presionando, tentando hasta encontrar respuesta, hasta iniciar un pulso de apéndices húmedos e impacientes. Luka se derretía en su boca mientras las manos presionaban en su cintura para acercarla más, para pegarla a él. Cuando la tuvo todo lo cerca que quería, dejó que los dedos resbalaran hacia abajo buscando el borde de la ropa hasta encontrarlo; extendió la palma y se introdujo delicadamente por debajo, dejando ésta presa en la "V" que formaba el pulgar para luego ir subiendo poco a poco, acariciando las caderas, los costados, deteniéndose en asimilar cada una de las hendiduras de las costillas, arrastrando la tela hacia arriba sin pausa hasta llegar las axilas. Aún inmersa en aquel beso elegante y sutil, Luka sintió cómo las manos dejaban de desnudarla y, tras unos segundos —los que tardó su cerebro en hacer click— subió los brazos que mantenía pegados a ambos lados del cuerpo hasta la nuca de Alex y las manos de él continuaron con su etéreo camino a través de su cuerpo. Subieron por sus brazos con la sudadera todavía enganchada y cuando ella los levantó del todo la molesta prenda los recorrió abandonando por fin su piel y yendo a caer al suelo, Luka dejó caer sus manos hasta la nuca del hombre y allí las mantuvo relajadas, jugando con los rizos suaves, anudándolos a sus dedos; no permitiría que parase aquel beso. Alex le recorrió la columna vertebral con caricias lánguidas, tan sutiles que apenas sí las notaba y la ansiedad por sentirlo más cerca, más apretado, adentro al fin y al cabo, hacía que escalofríos de placer recorrieran su cuerpo.

Los dedos encontraron el cierre del sujetador y lo desabrocharon para luego posarse sobre el encaje y llevarlo hacia el comienzo de los pechos, rozando la base de éstos, dibujando estelas de placer sin llegar a la areola, sin acercarse siquiera a los pezones, que esperaban impacientes cualquier caricia, sintiéndose tan abandonados, tan ansiosos en su dureza que Luka casi lloraba por ellos; los pulgares subieron acercándose a ellos por encima del sujetador, delineando el encaje de los bordes de éste, ignorándolos de nuevo.

Luka gimió cuando las manos apretaron la tela y la alejaron de la piel, sintió que los tirantes se clavaban en sus omóplatos y bajó los brazos lentamente, recorriendo con las manos el pecho del hombre, parándose en su cuello, estudiando la clavícula para acabar posándose sobre la camisa a la altura de los pezones masculinos. También estaban duros, también querían atención. Se dispuso a dársela cuando sintió que las manos de Alex dejaban sus pechos y se deslizaban hacia arriba, acariciándola los hombros para luego enredar los dedos en las tiras del sujetador y bajárselas lentamente por sus brazos, acariciando de nuevo la sensible piel del interior y dejando que el sujetador cayera al suelo. Ella se pegó más a él, a su torso. La camisa antes tan suave, ahora se tornaba áspera contra sus pezones insatisfechos y ella se apretó más, sintiéndolos hinchados, inhiestes, preparados... e ignorados cuando las manos de él bajaron hasta la cintura y se detuvieron allí. Ambos se quedaron inmóviles, solo las lenguas seguían su viaje a través de sus bocas combatiendo sutilmente entre ellas por ser la que más placer otorgase.

Alex deslizó los dedos por debajo de la cinturilla de los leggins, recorriendo la exquisita tripita para luego continuar por las caderas y quedarse paradas en la base de la espalda, acariciando con los pulgares el lugar donde intuía que estaría el tatuaje, intentando sentir bajo las yemas de los dedos su dibujo para después introducir las manos totalmente por debajo de la tela, recorrer las nalgas apretándolas, buscando la unión entre ellas hasta dar con el coxis, presionándolo, escurriéndose ahí con el índice una y otra vez hasta sentir que la espalda de Luka se arqueaba contra él; entonces y sólo entonces, cuando ramalazos de placer la recorrían haciéndola jadear en su boca, él continuó su recorrido por las nalgas, bajando por su grieta, acariciando y apretando el ano a su paso, para abandonarlo en pos del perineo, deteniéndose aquí, buscando la humedad, impregnando los dedos en ella y volviendo a subir por las nalgas, deteniéndose un poco más en el ano para acabar de nuevo en la base de la espalda asiendo los leggins. Las piernas de Luka temblaban y se abrían sin poder evitarlo, era tan maravilloso, tan dulce, que apenas sí podía respirar.

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