¿Qué pasaría si C3PO y Drácula se conocieran? ¿Y si se sintieran atraídos sexualmente? ¿Sería sexo intergaláctico, robótico o vampírico? Luka lleva un día de perros, se ha quedado sin gasolina y ha tenido que dar un largo y “agradable” paseo (con tacones, sobre la carretera desconchada, malhumorada) hasta la gasolinera, para colmo de males allí se encuentra con un tipo graciosillo que presencia divertido como ella acaba tirada en el suelo lleno de “fluidos insanos” del aseo. ¡Que tipo más majo! Más tarde, Luka ya recuperada se presenta en la fiesta de Halloween de su barrio disfrazada de C3PO dispuesta a pasárselo bien. Todo va sobre la seda, hasta que se presenta un tal “Drácula” que no es otro que el tipejo graciosillo del aseo… Luka se propone odiarlo, pero el tipejo despliega todo su encanto, y resulta que ya no es ni tipejo ni graciosillo, sino una persona encantadora y estupenda… y además, es que está más bueno que un queso. ¡Y qué narices! Bajo las placas de metal de su disfraz hay carne, y la carne es débil ¿no?
Noelia Amarillo
Falsas apariencias
ePUB v1.0
Enylu20.02.12
Autora: Noelia Amarillo
Editorial: Rachel
ISBN: 978-84-96693-91-3
Páginas: 298
Viernes 31 de octubre 2008, 17.30h
De: C3PO
Para: R2D2; Pasodestarwars
Asunto: No os lo vais a creer
¿Te acuerdas esta tarde cuando me llamaste al móvil? Pues estaba en el baño de una gasolinera y un idiota empezó a responderme como si hablara con él en vez de contigo...
No se lo podía creer, era el día Hallowen, supuestamente tendría que estar de camino a la fiesta, vestida con un estupendo traje de metal dorado perfecta imitación al de C3PO de la película Star Wars Episodio IV, pero no. Estaba metida en una gasolinera de mala muerte en las afueras del polígono Ventorro del Cano. Su estúpido Clio había vuelto a jugársela. Bueno, a lo mejor no era tanta culpa del coche como de ella misma. Hacía tiempo que sabía que la aguja de la gasolina se quedaba pegada, solo que normalmente calculaba bien. Pero justo hoy se había olvidado, entre el curro, el disfraz y los nervios, se le había ido por completo de la cabeza, y no había echado ni una gota de gasolina...
Resultado: el puñetero coche se había quedado tirado justo entre Montepríncipe y el polígono.
Consecuencias: había tenido que andar durante media hora desde donde estaba el coche hasta el polígono a por una botella de dos litros de Coca-Cola llena de gasolina, caminata de otra media hora de la gasolinera hasta el coche cargada con la puñetera botella, y luego echar la gasolina en el depósito, y como nada podía salir bien, la gasolina no había entrado limpiamente en el depósito y se había puesto perdida del apestoso líquido.
Así que allí estaba ahora, en el servicio de hombres de la gasolinera (el de mujeres estaba averiado, cómo no), el perfecto colofón final al grandioso día que llevaba. Y no es que estuviera muy limpio, qué va... estaba como cualquier aseo de hombres. Olía mal, el suelo estaba mojado de dios sabe qué (bueno, ella sabía de "qué" estaba mojado, pero se negaba a pensarlo) y, por supuesto, no tenía un maldito enganche para colgar el bolso ni la ropa.
No pasa nada, pensó, soy una mujer de recursos. Colgó el bolso del picaporte, bajó la taza del inodoro, se subió a ella, se quitó las medias llenas de gasolina y las colgó de la puerta. Se negaba rotundamente a pisar ese suelo mojado descalza, de hecho también se negaba a pisarlo calzada, pero no le quedaba otro remedio. Y justo en ese momento, con la falda levantada, las medias colgadas de la puerta, mitad por fuera mitad por dentro, haciendo equilibrio subida sobre la taza del inodoro, justo en ese segundo, sonó el móvil.
—¿Sí? —contestó la llamada.
—..........
—¿Hola, preciosa, qué tal vas?
—..........
—Sí, me he enterado, qué putada.
—.........
En ese momento se oyó abrir y cerrar la puerta de los baños.
—¿Vas a ir a la fiesta de Hallowen?
—Ya que me invitas, estaré encantado de ir
—comentó una voz masculina detrás de la puerta.
—.........
—Sí, cerca de mi casa.
—Me haría falta una dirección más completa
—siguió diciendo esa misma voz, que ahora sonaba divertida.
—.........
—Joder, de qué vas... No, no es a ti... sí. En el centro cívico Los Pinos. Donde el Víctor Ullate.
— ¿El que está en Alcorcón?
—comentó claramente divertido el hombre sin rostro del otro lado de la puerta.
—.........
—Joder, serás idiota... —dijo Luka, que entre hacer equilibrios sobre la taza del retrete, asir los zapatos en la mano, sujetar el móvil con el hombro, atender a Ruth que estaba al teléfono y hacer oídos sordos al loco del otro lado, estaba al borde de un ataque de nervios—. No, no es a ti... Perdona. Sí, en Alcorcón, sí. Yo iré de C3PO.
—¿En serio? Eso suena divertido. Por cierto, ¿qué hacen aquí estas medias?
—De repente las medias desaparecieron de su mitad de la puerta.
—Joder, ¡¡devuélveme las medias!! ¡¡YA!! No, no es a ti. Oye, luego te llamo, sí... no... es un idiota, yo qué sé... ¡Dame la medias! Joder...
Y en ese mismo momento, para dejar sentado que ese no era su día, el inodoro se tambaleó hacia un lado, ella resbaló hacia el otro, el teléfono móvil salió volando y Luka se estampó todo lo larga que era sobre la puerta del aseo, la cual por supuesto no aguantó el golpe, se salieron las bisagras y cayó al suelo. Luka se desplomó sobre la puerta, sin medias, con la falda levantada por encima de las bragas, la camisa descolocada por la caída y el pelo totalmente extendido sobre el suelo mojado de... bueno, de lo que estuviera mojado el suelo. Uno de los zapatos que antaño sujetaba en la mano, hizo un arco perfecto en el aire y acabó cayendo sobre su cabeza, el otro golpeó el suelo con un "Choff" un poco más allá. Mejor no pensarlo.
Unas Nike se acercaron a ella acompañadas de unos pantalones vaqueros bastante gastados que enfundaban unas piernas musculosas y un paquete impresionante. Un poco más arriba una camisa blanca con varios botones desabrochados a la altura del cuello dejaba ver una clavícula marcada y bronceada, sobre la clavícula un cuello grueso acababa en una cara de rasgos afilados, gruesos labios, ojos verdes y nariz importante, enmarcando el rostro del pecado unos rizos rubios tapaban la ancha frente. Los labios estaban abiertos en una gran sonrisa. Una mano apareció en el campo de visión de Luka. Alguien, posiblemente el bromista que contestaba cuando estaba con el móvil, le estaba ofreciendo ayuda. Y seguramente también se estaba divirtiendo bastante.
—¿Te encuentras bien? —dijo la misma voz de antes. Solo que ahora tenía cara... y cuerpo... Un cuerpo divino.
Luka miró agresivamente al hombre. Le dio un golpetazo en la mano y se levantó por sí misma.
—Me encuentro perfectamente, gracias.
Cogió sus zapatos y el bolso del suelo, se ajustó más o menos la falda y salió cojeando del servicio. El tacón de uno de sus zapatos se había roto, más concretamente, del zapato que cayó al suelo haciendo "choff"; por lo que se veía su cabeza era más blanda que el suelo. Llegó hasta el pasillo, se detuvo y se dio la vuelta. Volvió a entrar en los aseos. El hombre esperaba sonriente con una mano alzada de la que colgaban sus medias. Luka se las arrancó indignada a la vez que se giraba rápidamente. La puerta traidora se había cerrado a sus espaldas y Luka se golpeó contra ella. Joder. Abrió, salió y llegó cojeando al coche. Quería matar a alguien, más concretamente al hombre que se reía a carcajadas en el servicio. Pero no era cuestión de cargarse a un tipo tan guapo... sería un desperdicio.
De: R2D2
Para: C3PO
CC: pasodestastarwars
Asunto: Re: No te lo vas a creer
Te pasa cada cosa... yo lo hubiera matado. Menudo idiota. Eso sí, daría lo que fuera por una foto tuya de esa guisa tirada en el suelo...
¿Sales ya para el Víctor Ullate? Nos vemos allí.
De: Pasodestarwars
Para: C3PO
CC: R2D2
Asunto: Re: re: No te lo vas a creer
Eso es porque "la fuerza no te acompaña". Quizá deberías pasarte al "lado oscuro “y dejarte de chorradas. O mejor aún, usar tu "sable láser" para batirte en duelo con el tipo del servicio. Nos vemos en el Víctor Ullate.
De: C3PO
Para: R2D2
CC: Pasodestanvars
Asunto: Ja ja ja
Llevaré mi sable láser al Víctor Ullate y te haré picadillo por lo que has dicho.
Viernes 31 octubre 2008, 21.30h
Tras salir de la gasolinera, humillada, con el pelo mojado de no quería saber qué, sin medias, con un zapato sin tacón y el depósito de gasolina lleno, enfiló directa a casa, se duchó durante más de media hora con el agua más caliente que pudo soportar, se lavó el pelo una docena de veces y tiró los zapatos y la medias a la basura.
Ahora caminaba hacia el Víctor Ullate, vestida con su traje de C3PO brillante bajo la luz de las farolas. Estaba helada. Debajo del disfraz sólo llevaba las bragas, el sujetador y las medias. El traje constaba de unos leggins dorados, un body de licra dorada y muchas cartulinas también doradas imitando el aspecto robótico del androide. Y eso no frenaba para nada el frío invernal que se cernía sobre ella. Para colmo, la maldita máscara de C3PO le aplastaba el pelo y hacía que le picara la nuca. Joder.
Llegaba tarde. La fiesta ya había empezado. Vampiresas, brujas, vampiros, frankenstein de pacotilla y demás seres raros inundaban la entrada al centro cívico.
Tenía que buscar a sus amigas... aunque no sería difícil. Una iría de R2D2 y la otra de bruja. Las vio apoyadas cerca del mostrador de información, se reían a carcajadas, imaginó que de ella. Se acercó y dejó que se rieran un rato más. Qué remedio. Charlaron con Nosferatu, rieron con Obi Wan Kenobi y bailaron con un aquelarre de brujos. Estaban a punto de irse para seguir la fiesta en casa de Pili, cuando El Conde Drácula tocó el hombro de Luka.
—No te ha salido muy bien el disfraz, la verdad. No te favorece —dijo un tipo guapísimo con unos ojos verdes sorprendentes.
—¿Qué?
—¿Y este menda de qué iba?
—Casi te prefiero sin medias y con la falda levantada. —Le guiñó un ojo.
—¿Qué? Joder. ¡TU! Vete a la mierda y déjame en paz —bufó irritada. ¿Qué narices hacía él aquí?
—Vaya modales. ¿Me invitas a venir y ahora me mandas a la mierda? Estoy desolado. Como mínimo creo que merezco un baile. Al fin y al cabo recuperé tus medias.
—¿Qué? No las recuperaste, me las robaste.
—¿Yo? En absoluto. Estaban colgadas sobre la puerta. Cualquiera podía habértelas robado.
—¡Cualquiera no! Tú me las robaste.
—¿Yo? No, sólo las rescaté del olvido.
—¿Pero de qué vas?
—De Conde Drácula. ¿No lo has notado por los colmillos y la capa?
—¿Eres idiota?
—No, soy Conde Drácula —dijo inclinándose en una reverencia tan exagerada que la capa barrió el suelo. Luka no pudo evitar echarse a reír.
—En fin, ya nos íbamos. Hasta luego —dijo mirándole a la vez que giraba hacia sus amigas, que estaban francamente asombradas.
—Qué va, no hay prisa —dijo R2D2 a la vez que le susurraba a Luka al oído—: ¿Este es el tipo del servicio? ¡Está para hacerle un favor! Me alegro de que no lo matases.