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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Exploración (25 page)

BOOK: Exploración
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El calorcito era muy agradable e invitaba a holgazanear.

—No sé lo que hiciste para que te prestaran esta casa —observó Sasha—, pero te estoy muy agradecido.

Richie sonrió enigmáticamente. Había animado una despedida de soltera en la casita y había pedido como pago pasar un fin de semana allí, pero no lo diría. En cambio, tenía otro anuncio importante que hacerles y no sabía cómo empezar.

—Es un sitio fantástico —añadió Tommy mientras se estiraba como un gato—, me recuerda en cierto modo a Escocia, pero esto mucho más suave, más bucólico. Escocia es más salvaje, más agreste, pero los verdes son iguales.

Las manos de Sasha se deslizaron juguetonas por el pecho de Tommy.

—Me alegro de haber venido —dijo a su oído y le guiñó un ojo a Richie, quien les sonrió y se levantó para buscar la botella de champán que había traído y tres copas—. ¿Celebramos algo?

Richie volvió a sonreír y descorchó la botella, para servirles a los dos.

—De hecho, sí. —Se puso un poco serio—. Os traje para celebrar algo.

—¿El qué? —preguntó curioso Tommy, tomando la copa y arrodillándose en el sofá al lado de Sasha.

El pelirrojo se tomó su tiempo y se sentó en la alfombra, junto a sus amigos, con una misteriosa sonrisa.

—Pues… he comprado el
sexshop
—dijo orgulloso—. Ya no seré un empleado, seré el dueño.

Sasha abrió mucho los ojos y luego se echó a reír.

—¡Felicidades! —exclamó lleno de alegría—. ¡Es grandioso! Te has convertido en empresario, podrás hacer muchas cosas, necesitarás posicionamiento, promoción, manejar finanzas, quizá contratar algún empleado, hacer un plan estratégico…

Richie interrumpió ese torrente de entusiasmo, sin dejar de reír.

—Todo a su tiempo, Tigre… pero primero vamos a brindar. Sois los primeros en saberlo.

—Entonces… —comenzó a decir Tommy, mientras bebía un sorbito—, ¿al ser amigos del dueño conseguiremos descuentos en los artículos de la tienda? —preguntó con picardía.

—Podemos ser clientes VIP —dijo Sasha—. Después de todo, hemos probado casi toda la mercancía.

Richie besó a Tommy en los labios, luego besó a Sasha y alzó su copa.

—Por nosotros, y por una época mejor —dijo solemnemente, mirando a los ojos a Sasha. No era ajeno a lo que le ocurría, sabía que se había distanciado de Tommy y eso le dolía. Esperaba que al estar más holgado económicamente, pudiera dedicarse más a los muchachos, y que ese fin de semana sirviera para volverlos a unir. Aún recordaba con ternura a su pequeño dragón de trece años, ruborizado mirando el escaparate del
sexshop
por primera vez.

—Por nosotros —añadió Tommy un tanto dudoso. No sabía si había un
nosotros
; ese día había sido maravilloso, pero aún tenía grabados en la memoria los días pasados, cuando había ido a buscar a Sasha y no lo había encontrado porque estaba con sus nuevos amigos.

—Por nosotros —dijo Sasha, abrazando a Tommy sin soltar su copa. Richie lo abrazó a su vez y Tommy abrazó a Richie, haciendo un círculo los tres. Alzaron las copas y bebieron, sonrientes.

3

La habitación estaba en penumbras y silenciosa, salvo por los suaves jadeos y gemidos y las respiraciones aceleradas. Varios minutos antes, los dos mayores habían decidido castigar al torpe de Tommy que había derramado un poco de champán en el sofá.

«Si no sabes manejarte con una copa, tu serás una, para que aprendas», le habían dicho, y ahora, desnudos en la cama, derramaban champán sobre Tommy, para luego beberlo y lamerlo.

Sasha le echó unas gotas de champán en el ombligo y comenzó a beberlo lentamente, mientras Richie hacía lo propio en su garganta, dando ligeras mordidas. Los dos mayores se miraron por un momento y se besaron con ternura, para volver a atender a su joven amante.

—¿Trajiste todo? —preguntó en un susurro Sasha. Richie le señaló el maletín que había junto a la cama y comenzó a besar a Tommy.

El ruso se inclinó y con una malévola sonrisa, tomó todos los accesorios que su amigo había traído y los colocó sobre la mesilla de noche, juntándolos con Jenis y con las pinzas para pezones que ya había preparado.

Alzó las esposas, y mientras Richie distraía a Tommy, lo esposó hábilmente a la cama.

—¿Qué demonios…? —exclamó Tommy al sentir las esposas—. ¿Qué vais a hacer? —Los miró con cierta duda. Confiaba en ellos, pero sabía que eran capaces de cualquier cosa.

—Hemos decidido que debes aprender una lección para que seas más cuidadoso en lo sucesivo —dijo Sasha, fingiendo severidad—. Necesitas un castigo apropiado. —Y uniendo la acción con la palabra, le colocó las pinzas verde fosforescente en los pezones.

Richie se apartó para ver el resultado de la obra de Sasha, sonriendo con lascivia, y tomó una loción comestible con sabor a chocolate, para cubrir cuidadosamente el torso del moreno.

Tommy gimió con fuerza cuando sintió las pincitas. Las descargas eléctricas que le daban lo hacían sentir raro, como un extraño picor que no podía rascar aunque quisiera. Tanto Sasha como Richie ignoraron su reacción y, de rodillas junto a él, comenzaron a besarse.

Era una sensación extraña, Richie se sentía muy excitado al estar así, con Tommy en el medio, besando a Sasha ante su mirada sorprendida. Sabía que al ruso le gustaban esos juegos de dominio y sentía curiosidad por saber hasta dónde querría llegar.

El beso se rompió suavemente y Sasha tomó la loción, para comenzar a untar a conciencia y con ayuda de Richie, el resto del cuerpo de Tommy, hasta que lo tuvo completamente cubierto. La piel bronceada brillaba con la loción, haciéndose más apetecible aún. Su erección, disminuida a medias, comenzaba a levantarse al notar las lascivas miradas de sus dos amigos.

Richie se adelantó, pero Sasha lo retuvo con una mano.

—El castigo… —susurró, y se quedó mirando a Tommy, con una divertida sonrisa.

—¿Qué vais a hacerme? —preguntó Tommy ya preocupándose. Veía una mirada extraña en Sasha y no sabía a qué atenerse.

Richie también devolvió una inquieta mirada al ruso, pero éste le hizo una seña y le susurró algo que lo hizo sonreír también.

—Nada que no hayas probado antes… O quizá… —Richie dejó las palabras flotando en el aire y se unió a Sasha, que besaba el cuello de su amigo, saboreando el chocolate.

Tommy dio fuertes tirones de las esposas tratando de ver si podía soltarse y lo único que consiguió fue hacerse daño en las muñecas, por lo que se rindió.

—No luches, cielo —dijo Richie, acariciándole el brazo con suavidad y diciéndole con la mirada que tuviera confianza, que jamás lo lastimarían.

Tommy confiaba en ellos, no hacía falta que Richie le dijera que no iban a hacerle nada, pero eso del «castigo» no le acababa de gustar. Menos aún la manera en la que lo decía Sasha.

Richie le acarició la mejilla y se unió nuevamente al ruso, que acababa de cubrir la semierección de Tommy con una generosa cantidad de loción y se dedicaba a lamerla, saboreando la extensión desde la base. La lengua del pelirrojo se unió a la del rubio y se entregaron a la tarea de quitar todo rastro de loción del cuerpo de Tommy, que comenzó a jadear cuando sintió dos húmedas y calientes lenguas a lo largo de su virilidad. Quería más pero no se lo daban, así que comenzó a mover las caderas arriba y abajo tratando de sentir alivio.

Sasha sonrió. Precisamente era ese el estado en el que lo quería tener: ansioso y desesperado, como para hacer cualquier cosa que él le pidiera con tal de conseguir el anhelado orgasmo. Las pinzas estaban haciendo también su trabajo, enviando pequeños impulsos eléctricos que contribuían a aumentar el placer.

Mientras Richie seguía con su tarea, el ruso alzó las piernas de Tommy y comenzó a prepararlo con la lengua y los dedos, con movimientos estudiados que incrementaron los gemidos.

—¿Qué es lo que más deseas, Tommy? —preguntó con malignidad—. Dinos lo que deseas…

—Que… que me folléis... ¡Ya! —exclamó jadeante. ¿Para qué andarse con rodeos?

Richie alzó el rostro, dispuesto a cumplir con el pedido, pero Sasha lo detuvo nuevamente.

—Aún no… —susurró muy despacio y se inclinó hasta encontrarse con el rostro de Tommy—. Hay una condición… Una muy pequeña. Si quieres, claro.

—¿Qué… qué condición? —preguntó Tommy con los ojos vidriosos de placer, tratando de concentrar su mirada en Sasha y sobre todo, de concentrar su mente en lo que le decía.

—Irás conmigo a la próxima reunión del grupo —dijo con la suficiente claridad como para que Tommy lo oyera bien. Richie frunció levemente el ceño. Conociéndolo, se había esperado alguna exigencia sexual, pero eso le pareció excesivo.

—¿Qué…? ¿¡QUÉ!? —exclamó Tommy cuando las palabras consiguieron penetrar la bruma que embotaba su cerebro. Respiró hondo varias veces y miró a Sasha. Tras un suspiro murmuró—: De acuerdo, tú ganas… iré a conocer a tus amiguitos. Espero que cuando los veas humillarme como hace tu amigo Randy te des cuenta del sacrificio que habré hecho por ti. Por ti… por un burdo chantaje.

Al oírlo, Sasha se sintió avergonzado de haber tenido que recurrir a eso. Vio la mirada desaprobadora de Richie y el desconcierto de Tommy, pero su convicción de que comprendería mejor las cosas una vez que conociera al resto del grupo, lo hizo convencerse de que había hecho lo correcto. «El fin justifica los medios», se dijo.

—Muy bien.

Sus labios buscaron los de Tommy, mientras Richie volvía a las caricias. Los ojos de Sasha cuestionaron a su amante. Ansiaba poseerlo pero no quería forzarlo más: por la posición en la que estaban, lo más lógico era que Richie fuese quien lo tomara.

Tommy inspiró, intentando volver a los momentos previos, pero la mirada de Sasha, fija en sus ojos, lo incomodó. Richie se dio cuenta de que la situación comenzaba a ponerse tensa y rápidamente sujetó el brazo de Sasha y lo hizo cambiar de posición. Ahora eran sus ojos los que miraban a Tommy, llenos de amor.

—No le hagas caso —dijo muy despacio—. Ya sabes cómo se pone cuando se le mete una idea en la cabeza… Volvamos a lo nuestro. —Le quitó las pinzas, tomó de la mesilla de noche las llaves de las esposas y lo soltó, lanzándole a Sasha una mirada que auguraba problemas. Sus labios comenzaron a jugar con los de Tommy, lentamente, con ternura antes de demostrar pasión. Esperaba una señal, algo que le dijera que todo estaba bien y que podían continuar. Luego ajustaría cuentas con Sasha.

Tommy devolvió el beso con pasión aferrando con una mano la nuca del pelirrojo para profundizarlo. Su otra mano buscó el cuerpo de Sasha y cuando encontró una mano, la aferró con fuerza entrelazando sus dedos, diciéndole con ese simple gesto todo lo que no se atrevía a decir con palabras.

Richie sonrió, entregándose completamente al beso. Tommy besaba como nadie y se alegró de ser el depositario de ese beso.

Una sensación de alivio inundó a Sasha cuando Tommy sujetó su mano, y se entregó con ardor renovado a su juego de antes. Le besó la mano y lo penetró suavemente, haciéndolo con los movimientos lentos y circulares que Richie le había enseñado.

Tommy sintió cómo Sasha le hacía el amor. Porque eso era hacer el amor, lo sabía aunque evitaría decírselo. No quería que se molestara con él, no soportaba cuando se alejaba de él por cualquier razón, así que no le daría él razones para hacerlo, aunque tuviera que sufrir las humillaciones y malas palabras de Randy.

Miró a Richie, el dulce y amable Richie. Él había salvado el momento, como muchas otras veces. Nunca podría agradecerle suficiente todo lo que había hecho por ellos, pero podía intentar hacerlo. Tiró de él haciéndole saber lo que quería por gestos y cuando se puso en posición, Tommy comenzó a lamer toda su extensión. Dejándose hacer por Sasha, se dedicó a prodigarle todo el placer del que era capaz a Richie.

El pelirrojo suspiró y con tenues gemidos le demostró cuánto placer le causaba. Sasha le sujetó las caderas como punto de apoyo mientras incrementaba la velocidad de sus movimientos, y cuando él volteó a mirarlo, se besaron.

—Voy a acabar… —anunció Sasha después de un prolongado jadeo, en el que aferró la virilidad de Tommy, masajeándola como sabía que lo excitaba más.

Tommy aceleró los movimientos de su boca al sentir esas manos ardientes y posesivas. Trataría de que Richie se corriera antes que él, como le gustaba… Aunque con Sasha sabía que sería difícil controlarse.

Richie se estiró hacia la mesilla, tomando a Jenis y se lo tendió a Sasha. No eran necesarias las palabras, el ruso sabía qué hacer.

Usando el aceite como lubricante, Sasha abandonó por un momento la erección de Tommy para usar en Richie el enorme consolador verde, volviendo luego su atención hacia el más joven, mientras el pelirrojo comenzaba a moverse, doblemente estimulado por la boca de Tommy y por Jenis.

—Tommy… Tommy… —jadeó Richie, sin poder detenerse a pensar. Lo que le hacía con la boca era increíble y no podía contenerse más. Con un espasmo final, se derramó copiosamente, desfalleciendo luego sobre él—. Te quiero… te quiero tanto…

Tommy le iba a responder que él que también lo quería, pero el orgasmo lo sorprendió apenas abrió la boca. Arqueándose de una manera imposible gritó con fuerza y se corrió en la mano de Sasha que aún seguía moviéndose en su interior.

Las entrañas de Tommy se contrajeron deliciosamente con el orgasmo y Sasha no pudo esperar más. Sujetándose de las caderas de su amigo, embistió con fuerza un par de veces, para dejarse ir con un jadeo desmayado y la mente llena de Tommy.

De rodillas aún, no se atrevió a moverse mientras contemplaba a los otros dos besarse y acariciarse. Las palabras de Richie no se le habían escapado, siempre actuaba de ese modo especial con Tommy y por un momento se preguntó si sentiría lo mismo que él sentía.

La duda sólo fue un segundo, pues tras besar dulcemente a Richie, Tommy se giró y le dirigió una radiante sonrisa. Los ojos le brillaron, la sonrisa se amplió y lo atrajo para besarlo con igual dulzura.

Richie abrazó a sus niños, como le gustaba llamarlos, y se quedó unos momentos mirándolos besarse y acariciarse. No le había agradado del todo lo que Sasha había hecho, pero en esos momentos las cosas parecían marchar y confió en que seguiría siendo así.

—La noche es joven… —susurró, aprisionando las muñecas del ruso con las esposas—. Y aún no he acabado con vosotros dos…

4

—Lo que hiciste anoche fue muy bajo —dijo Richie, directo al grano, al día siguiente, mientras ambos preparaban el desayuno.

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