—Espera, Sasha —dijo Randy—. No puedes irte. Aún no nos has leído tu artículo.
—Hum… —Sasha miró a uno y al otro. Su artículo le parecía importante, había pasado varias horas redactándolo y la aprobación de sus amigos era el premio que esperaba a su esfuerzo. Por otro lado, hacía mucho que no pasaba tiempo con Tommy y aunque no quisiera admitirlo, lo extrañaba—. Te dejo el artículo, Ran. Puedes empezar a leerlo, yo regreso enseguida.
Se puso de pie y siguió a Tommy hacia el patio.
—Hola —dijo Tommy cuando estuvieron fuera. Se sentía incómodo y estúpido. El tal Randy siempre lo hacía sentir así, como si no fuera lo suficientemente bueno y odiaba sentirse de ese modo. Bastante tenía con sus padres. Se sonrojó y continuó hablando—: Richie me ha llamado. Le han dejado una casita en el campo para este fin de semana y llamó para invitarnos… Yo… yo le dije que hablaría contigo por si querías venir o estabas…
ocupado
… —Tommy calló. Por dos veces anteriores, Sasha había rechazado sus invitaciones por estar con sus nuevos amigos y ya no sabía qué pensar.
—Yo… Randy acaba de invitarme a una fiesta. Celebraremos la hazaña de Mathias Rust. Será mañana… —empezó Sasha—. Aún no le he confirmado si iré…
—Ya. —El rostro de Tommy se ensombreció; otra vez los dejaba de lado. Tras unos segundos en los que una tormenta de malas ideas se desató en su cabeza, continuó hablando—. Sasha… por favor, ven con nosotros, hace tanto que no estamos los tres juntos… —Su voz se entristeció de repente—. ¿Ya no quieres estar con Richie… conmigo?
Los ojos de Sasha se dulcificaron.
—Claro que sí —dijo en voz baja—. Claro que quiero estar con vosotros. Pero también me gusta lo que hago ahora… y me gustaría que tú también participaras en el grupo. Sabes que tengo muy poco tiempo libre, es difícil dividirlo…
—No podría estar en ese grupo. —Tommy hizo un gesto de disgusto—. Tu amiguito siempre me mira como si fuera un indeseable. Además, no me gustan sus ideas. Dice que defiende la igualdad, pero siempre está juzgando a los demás, sobre todo a los que tenemos más dinero. Yo no tengo la culpa de tenerlo, nací con él. Si aprovecharme de los medios que tengo de nacimiento me hace ser una escoria, pues lo siento, pero no voy a dejar de hacerlo. No soy peor que ellos por tener dinero —exclamó de carrerilla comenzando a alterarse.
Sasha lo miró con tristeza, como si una barrera se hubiera alzado entre ellos y no supiera cómo derribarla.
—Estoy tratando de compartir contigo lo que me interesa para poder estar juntos. Y no creo que Randy te desprecie, es sólo que tú siempre lo miras con suficiencia… Quizá deberías tratar de ser su amigo.
—¿Que yo lo miro con suficiencia? —Tommy acusó el golpe. No podía creer que Sasha le hubiera dicho eso—. ¿Cuándo he mirado a alguien con suficiencia? ¿Cuándo he despreciado a alguien por ser pobre? ¿Cuándo te he despreciado a ti…? —Su voz se rompió y las lágrimas brillaron en sus ojos—. Podía esperarme de ese imbécil algo así pero yo creí que tú me conocías mejor. —Y sin darle tiempo a réplica, corrió como alma que lleva el diablo.
—Tommy —llamó Sasha al verlo alejarse—. ¡Tommy! —Pero había enfilado directamente hacia muro que dividía el bosque del
college
con el bosque de Saint Michael y no lo oyó. Sasha miró a su grupo de amigos, que lo observaban con divertida curiosidad, y miró la figura que se alejaba. Tomó aire y comenzó a correr a su vez en busca de Tommy.
Lo encontró sentado al pie del enorme roble donde solían sentarse a leer.
—¿Tommy? Lo siento, no quise decir eso —dijo suavemente, dejándose caer a su lado.
—Sí, lo quisiste decir. —Se apartó levemente—. Tú ahora piensas como ellos… piensas que yo soy un pijo, un insustancial… un inútil… Uno de esos ricos, como Lester Banks. —La voz le sonaba ahogada, como si llorara, pero Sasha no podía verlo ya que tenía escondido el rostro entre las rodillas, que abrazaba con fuerza—. Dices que O’Brannigham no lo hace, pero sí lo hace, me desprecia, me mira como si fuera una cucaracha y está deseando aplastarme.
—Tommy… —La mano de Sasha se dirigió lentamente hacia su hombro, pero se detuvo y la bajó nuevamente—. Quiero que trates de entenderme —comenzó a decir—. Yo deseo poder mostrarme como soy en cualquier lugar. No quiero ocultar que soy homosexual, no deseo ser discriminado por ello. Es lo que el grupo intenta hacer, queremos crear conciencia de que los gays no sólo servimos para follar y divertirnos, sino que también podemos aportar algo trascendente. Quizá para ti no sea tan importante porque nunca te has tenido que preocupar de si te aceptan o no. —Su voz se hizo un poco más vacilante, como si le costara decir lo que venía a continuación—. Tú siempre has tenido dinero… igual que Alex. Y eso, unido al pertenecer a una familia influyente, ha hecho que las cosas que afectan a los demás no os afecten a vosotros. ¿Recuerdas mi problema con Grant cuando me acusaron de tener drogas? Mi palabra no valió nada, fueron Alex y su dinero los que me ayudaron. Y lo mismo pasó con lo de mi tío: abogados influyentes y más dinero. —Hizo una pausa, suspirando—. No lo malinterpretes, os estoy muy agradecido por ello, nunca podré agradeceros lo suficiente. Pero otros no tienen esa suerte, y no es justo. Quiero que llegue el día en que pueda pasear con mi novio de la mano sin que eso signifique que me señalen en la universidad o que me echen del trabajo. ¿Puedes entenderlo?
—Eso lo entiendo. —Tommy seguía encogido, abrazándose a sí mismo. Sasha hablaba como si él fuera libre de hacer cualquier cosa, se notaba que no conocía a su padre—. Pero tu amigo O’Brannigham desprecia el dinero y por ende a los que lo tenemos. Me desprecia a mí y ha hecho que tú creas que yo soy un rico pedante. —Suspiró—. Me alegra que quieras desvelar tu condición sexual… A lo mejor ahora ya no rechazas mis muestras de cariño como otras veces —añadió con voz herida.
—No las rechazo, es sólo que… —Sasha se interrumpió. «Es sólo que tú me importas más que nadie y eso me hace débil»—. No podemos exhibirnos ahora, nos meteríamos en problemas. Quizá tú no, pero yo sí porque soy mayor. Y no creo que seas un rico pedante, pero eres rico y eso significa mucho aquí. Randy también tiene dinero, pero no le agrada usarlo, por eso se pone
jeans
rotos y camisas viejas. Es su modo de protestar, no lo tomes a mal.
—Pero no te importa que él te acaricie —murmuró Tommy, derrotado—, os he visto en la cafetería, él te tocaba y a ti no te importaba. No te apartabas de él como si fuera un apestado… —«Como te apartas de mí».
—Tampoco me aparto de ti —dijo Sasha y su mano se dirigió lentamente a acariciarle el cabello—. Sólo te pido un poco de discreción, eres menor de edad, por muy alto que seas, y hay asuntos legales de por medio. ¿Recuerdas a Wilde? —Sonrió—. Su pecado no fue la homosexualidad, sino su ostentación… —Se acercó más a él y lo rodeó con los brazos—. ¿Sabes? Iré contigo y con Richie el fin de semana… Vosotros me importáis mucho, y os echo de menos.
—¿Vendrás? —Tommy soltó sus piernas finalmente y se recostó contra Sasha, escondiendo el rostro contra su pecho—. Yo… nosotros también te hemos echado mucho de menos… ¡Tanto…! —Era cierto. Desde que Sasha se había juntado con el grupo de Randy apenas pasaba tiempo con ellos. Entre su trabajo, las clases y el tiempo que pasaba con el grupo había días en los ni siquiera lo veía y Tommy se sentía abandonado.
—Claro que iré —susurró Sasha—. No me lo perdería por nada del mundo. —Y sujetando la barbilla de Tommy, lo besó.
—Te digo que iré —repitió Sasha, encendiendo un cigarrillo. Estaba desnudo y sudoroso después de una sesión de sexo, y había elegido ese momento para anunciarle a Randy que se iría el fin de semana.
—No puedes… yo pensé… —Randy, también desnudo, se levantó de la cama y comenzó a dar furiosas vueltas por la habitación—. Tú dijiste…
—Yo no te prometí nada. Dije que ya vería y surgió algo. El próximo fin de semana podremos salir…
—¡Pero yo quiero que sea éste! Quería presentarte a mis otros amigos, desean conocerte, han leído tus artículos y te admiran. Y quería que fueras conmigo a la fiesta…
—Lo siento Ran, surgió algo. —Sasha apagó el cigarrillo y se levantó sin mirarlo, para comenzar a vestirse.
—¿Algo? ¿O alguien? —increpó—. Vi lo que pasó con Stoker, te vi seguirlo. ¿Irás con él, verdad? ¿Te ha invitado a alguna de sus fiestecitas para ricos? ¿Quiere que todos lo vean contigo y que sepan lo que el dinero puede comprar? Hemos hablado de eso, Sasha…
El rubio terminó de abotonarse la camisa y se puso los pantalones.
—Sí, hemos hablado de eso. —Se irguió, mirándolo—. Puede que Tommy tenga algunos defectos, pero es mi mejor amigo y quiero estar con él.
—¿Vas a traicionarnos por salir con Stoker? ¿Vas a renegar de tus principios por ese mocoso mimado?
Sasha se puso rápidamente los zapatos.
—Voy a salir con mi mejor amigo y punto —dijo con la voz glacial y salió dando un portazo.
Randy se quedó por unos momentos mirando la puerta, luego apretó los puños.
—Stoker, me las pagarás.
Después de tres horas en el viejo cacharro de Richie, llegaron a Painswick, en el condado de Gloucester, un hermoso pueblo de casitas de negros artesonados y ventanas adornadas con cortinas de elaborados encajes y macetas con flores. El verde era el color que terminaba de adornar el conjunto. Las colinas al fondo, los jardines, árboles y arbustos. Mirasen donde mirasen siempre había verde. Y la luz parecía distinta.
Sasha iba de copiloto y Tommy estaba cómodamente recostado en el asiento de atrás, mirando el paisaje. El día era cálido, anticipando el verano que se avecinaba y el ruso se sentía tranquilo y relajado, aunque le había sabido un poco mal la discusión con Randy.
Estiró la mano y sujetó la de Tommy.
—Tengo hambre, ¿vosotros no? El campo me abre el apetito.
—Hum… —Tommy miró su reloj. Pasaban unos minutos de las doce del mediodía. Habían salido un poco tarde porque no pudo escaparse antes del colegio—. Es un poco pronto para comer, pero sí… tengo hambre. —Sonrió ampliamente, estaba feliz de que Sasha hubiera venido con ellos.
Richie detuvo el auto junto al camino.
—Preparé sándwiches. Conociendo a Tommy, imaginé que tendría hambre. —Abrió el maletero y sacó una cesta que le alargó al aludido—. Hay un termo con café y sándwiches de pollo y queso.
Buon apetit.
El auto volvió a avanzar por el polvoriento camino mientras Sasha cambiaba el
cassete
de Queen por uno de Duran Duran.
Tuvieron que parar un par de veces para preguntar la dirección de la casa en la que se iban a alojar ese fin de semana, pues Richie no había ido solo nunca, pero tras quince minutos detuvieron el coche frente a una hermosa y minúscula casita con un encantador jardín.
—¡Es preciosa! —dijo Tommy nada más bajar del coche, con un sándwich aún en la mano.
—Toma, ve abriendo —pidió Richie alargándole las llaves—. Nosotros sacaremos el equipaje.
Tommy abrió la verja y avanzó hacia la casa. Al entrar todo estaba sumamente oscuro y buscó los interruptores de la luz. Ante él se encontraba un amplio salón-comedor con una gran chimenea a la izquierda y una cocina al fondo. A la derecha había una puerta que dedujo que debía ser un baño, y unas escaleras que subían al piso de arriba. Richie les había dicho que sólo había un dormitorio, pero eso era algo que no les preocupaba en lo más mínimo.
Terminó el sándwich en un par de bocados y abrió las ventanas, contraventanas y demás persianas para airear la casita y de paso para que entrara la luz y el sol. Le gustaba el lugar, no le importaría vivir en un sitio así toda su vida. Con Sasha.
Sasha y Richie entraron después, cargados de paquetes y maletines. El pelirrojo dejó los comestibles en la mesa de la cocina y abrazó a Tommy, que estaba ocupado en quitar las sábanas que cubrían los muebles.
—¿Os gusta? —preguntó, mordiéndole suavemente la oreja.
—Es perfecta —afirmó Sasha, recorriendo la casita con aire satisfecho y recostándose luego en el sofá—. Perfecto —repitió, extendiendo los brazos hacia Tommy, quien se soltó del abrazo de Richie para tomarlo de la mano y tirar de él hacia el sofá.
—Antes sándwich de queso, ahora sándwich de Tommy —dijo con una sonrisa pícara.
Richie se echó a reír.
—Habrá sándwich de Tommy todo el fin de semana, pero antes a limpiar —dijo poniéndose de pie—. Tenemos que guardar todo y preparar la comida. Tommy, lleva las cosas arriba mientras yo me ocupo de la cocina… Y nada de probar la cama aún. —Apuntó el dedo con fingida severidad—. Luego habrá tiempo.
—Pero… ¡Jo! —Tommy dio una patada al suelo e hizo un puchero pero tomó las mochilas y un par de bolsas y subió arriba a dejarlas, refunfuñando todo el camino.
Sasha lo siguió, riendo bajito. Se sentía muy bien con ellos dos, disfrutando de las cosas triviales que sus nuevos amigos miraban despectivamente. Subió las escaleras a rápidas zancadas, aprovechando para tocarle el trasero a Tommy y tomar ventaja al entrar al dormitorio.
—¡Ay! —se quejó—. No empieces una cosa que no piensas acabar.
Sasha terminó de abrir las ventanas para airear el cuarto mientras Tommy dejaba las bolsas y las mochilas en el suelo, y luego retiró de un tirón la enorme sábana que cubría la cama. Una nube de polvo se levantó en medio de la habitación y Tommy comenzó a toser.
—¿Pretendes asfixiarme? ¿Debo tomar esto como una indirecta? —bromeó, mientras abría un armario buscando ropa para la cama.
—Lo siento —dijo Sasha, tosiendo a su vez—. Si quisiera asfixiarte, hace tiempo que lo habría hecho —observó, atrapándolo por detrás para robarle un beso.
Tommy encontró finalmente la ropa de cama y entre los dos terminaron de arreglarla para la noche, entre besos y caricias. Cuando terminaron, bajaron para ayudar a Richie con la comida.
El fuego chisporroteaba alegremente en la chimenea de piedra y Richie contemplaba satisfecho a sus dos amigos tumbados en el sofá. A pesar de sus protestas, los había llevado por la tarde a pasear por el pueblo, tomándose fotos con ellos en las pintorescas casitas e iglesias, para terminar tomando el té en un pequeño salón que tenía las mejores pastas de la región.
Habían hecho el camino de regreso a pie para bajar el té y como estaba refrescando, les había pedido cortar leña para encender la chimenea.