Estúpidos Hombres Blancos (5 page)

Read Estúpidos Hombres Blancos Online

Authors: Michael Moore

Tags: #Ensayo

BOOK: Estúpidos Hombres Blancos
2.8Mb size Format: txt, pdf, ePub

Secretario de Estado: Colin Powell

Cuando las guerras le han dejado algo de tiempo, Powell ha estado en las juntas de administración de Gulfstream Aerospace AOL. Gulfstream fabrica jets para los sultanes de Hollywood y para gobiernos como los de Kuwait y Arabia Saudí. Cuando trabajaba para AOL, la empresa se fusionó con Time Warner, y el valor de las acciones de Powell subió hasta alcanzar 4 millones de dólares. Por entonces, Michael Powell, hijo de Colin, fue el único miembro de la Comisión Federal de Comunicación (FCC) que abogó por que la fusión se produjera sin impedimentos. Así las cosas, George W. Bush ha nombrado a Michael presidente de FCC, y entre sus funciones está la de supervisar las actividades de AOL/Time Warner, así como cualquier intento de regulación del monopolio que detenta AOL sobre la tecnología de la «mensajería instantánea».

Secretario de Transporte: Norman Y. Mineta

Se trata de un residuo de la administración Clinton: el único «demócrata» del gabinete Bush. Al igual que el resto, tiene sus contactos empresariales. En su etapa de congresista por Silicon Valley, recibió contribuciones a su campaña por parte de Northwest Airlines, United Airlines, Greyhound, Boeing y Union Pacific. Tras retirarse, entró a trabajar en Lockheed Martin. ¿Qué mejor lugar al que ir a parar que el departamento que supervisará todas esas empresas?

Jefe de Gabinete de la Casa Blanca: Andrew H. Card Jr.

Card fue el principal factor de presión a favor de General Motors antes de integrarse en la administración Bush. También fue director general de la ya desaparecida Asociación Americana de Fabricantes de Automóviles, que lanzó una campaña contra el control de las emisiones de monóxido de carbono y batalló con Japón por cuestiones comerciales. Card testificó ante el Congreso en representación del grupo de presión de la Cámara de Comercio de Estados Unidos contra la «Declaración de Derechos del Pasajero». Contribuyó con 1.000 dólares a cada una de las campañas fallidas de John Ashcroft y Spencer Abraham.

Director de la Oficina de Gestión y Presupuesto: Mitch Daniels

Daniels fue vicepresidente de la empresa farmacéutica Eli Lilly. En el cargo que ocupa ahora, se dedicará a supervisar la elaboración del presupuesto federal, tarea que conlleva decidir cuánto dinero se destinará al subsidio de medicamentos para beneficiarios de la tercera edad de la asistencia sanitaria, provisión a la que se oponen Eli Lilly y otras compañías farmacéuticas. Daniels posee acciones por valor de entre 50 y 100.000 dólares de General Electric, Citigroup y Merck. Es tan probable que esta administración apruebe un subsidio para medicinas recetadas a las personas mayores como que Bush me invite a unas cañas.

Consejera Nacional de Seguridad: Condoleezza Rice

En agradecimiento por los servicios prestados en el consejo de administración de Chevron, Rice ha visto bautizado con su nombre un petrolero de 130.000 toneladas. Además, ha sido directiva de Charles Schwab y Transamerica, así como consejera de J. P. Morgan. Trabajó en el equipo de seguridad nacional durante el mandato de Bush I.

Asesor político del presidente: Karl Rove

Viejo amigo y defensor de Bush, Rove llegó a ser consejero de Philip Morris. Durante los cinco años en los que fue asesor del gobernador Bush, la tabacalera le pagó 3.000 dólares al mes para hacer de informante sobre elecciones y candidatos. Desde que ocupo su cargo en la Casa Blanca, ha estado en el ojo del huracán por aprovecharse de su posición para favorecer los intereses de las empresas en las que tiene acciones. Recientemente, fue criticado por mantener encuentros con ejecutivos de Intel para discutir una fusión futura, cuando él mismo poseía acciones de dicha empresa (parte de una cartera de entre 1 y 2,5 millones de dólares). La fusión fue aprobada dos meses después de los encuentros y Rove vendió sus acciones un mes más tarde.

Asesor en la sombra del presidente: Kenneth L. Lay

Lay es el jefe de Enron, el mayor proveedor de electricidad en Estados Unidos y máximo contribuyente a la campaña presidencial de Bush. Lay se ha servido de su estrecha relación con Bush para presionar al presidente de la Comisión Federal Reguladora de Energía con el fin de acelerar la desregulación energética. Al parecer, también ha procurado a Bush una lista de candidatos preferidos para puestos clave de la misma comisión. Gracias en parte a la crisis energética californiana, Enron se ha convertido de la noche al día en una empresa valorada en 100.000 millones de dólares. Tanto Bush como Cheney confían en los consejos de Lay hasta el punto de que algunos de los candidatos que optan a determinados puestos de la administración deben ser « entrevistados» por él antes de acceder al puesto. Como pueden ver, amigos y vecinos, estamos ante un régimen que no se detendrá ante nada con tal de forrarse ni renunciará al poder por las buenas. Su cometido es el de explotar su poder económico y político para llevar las riendas del país y, de paso, ayudar a sus amigos a enriquecerse aún más. Hay que detener a este hatajo de cretinos. Ya he informado a Kofi Annan de las diversas ubicaciones de estos (en su mayoría) hombres, para que las tropas de la ONU puedan aprehenderlos. Señor Annan, se lo suplico. Ustedes han invadido otros países por faltas menos graves. No hagan la vista gorda ante este agravio. Se lo rogamos: salven a Estados Unidos de América. Exijan la celebración de nuevas elecciones y un margen de 48 horas para que la Junta acepte. En caso contrario, macháquenlos al más puro estilo de la fuerza aérea americana.

COMO ORGANIZAR EL CONTRAGOLPE

Nosotros, el pueblo, con una implicación de sólo un par de horas a la semana, podemos animar un mar de fondo que acabe por hundir a la Junta Bush/Cheney. He aquí lo que puede usted hacer a título individual:

1.Póngase en contacto con sus representantes cada semana, y consiga que sus amigos hagan lo mismo.
Los senadores, miembros del Congreso y otros altos funcionarios prestan mucha atención a las llamadas, cartas y telegramas que reciben. Cada día les llega una selección de mensajes de sus votantes. Con sólo dedicar unos minutos semanales, usted puede hacer oír su voz. El clamor popular puede parar en seco el programa de Bush, y unos cientos de cartas pueden poner en marcha ese clamor. De hecho, ya han sido desestimadas varias medidas de Bush gracias a la desaprobación popular. ¡FUNCIONA! Basta de quejarse: hagamos algo. Hoy mismo, seleccione un tema que le preocupe y haga lo siguiente:

a. Llame al 202-224-3121, centralita del Capitolio. Deles su código postal y le pasarán con su representante.

b. Escriba a Oficina del senador [nombre], Senado de Estados Unidos de América, Washington, D. C 20510; o a Oficina del representante [nombre], Cámara de los Representantes de Estados Unidos de América, Washington D. C, 20515.

2. Siga a Bush a sol y a sombra.
Si se entera de que Junior viene a su ciudad, organice a un grupo de amigos para protestar. Recuerde a los medios de comunicación que Bush no está gobernando por voluntad del pueblo. Sea escandaloso y divertido. Lleve pancartas, organice pantomimas, juicios simulados... Muéstrele que no hay lugar donde esconderse de la verdad.

3.Fuerce a los demócratas a que hagan su trabajo.
Obviamente, el modo más fácil de contrarrestar el golpe está en conseguir que la «oposición» plante cara como es debido. Pero no va a ser fácil: hoy día los demócratas dedican poco tiempo a todos aquellos que no pueden acudir a sus banquetes de 1.000 dólares el cubierto. Siga estos pasos para encauzar a los demócratas por el buen camino:

4.Intervenga.
Visite mi página web (
www.michaelmoore.com
) y firme la petición online que desafía a los demócratas en el Congreso a enfrentarse a Bush/Cheney, bajo amenaza de retirarles su escaño y apoyar a los verdes allí donde los demócratas no son más que republicanos disfrazados.

5.Hágase con el poder en su sección local del Partido Demócrata.
En la mayor parte de los condados, la sección local del Partido Demócrata está dirigida por un reducido número de personas porque la mayoría no se digna aparecer. Asista con diez amigos al próximo encuentro del condado o de la ciudad. Con toda probabilidad, su pandilla se constituirá en mayoría. Sírvase de las reglas y estatutos del partido (que a menudo pueden hallarse en la red) y tome el control.

6. Preséntese como candidato.
Exacto: USTED, que está leyendo este libro (si se da la casualidad de que es estadounidense). Es el único modo de cambiar las cosas. A menos que la gente decente y normal se presente a los puestos de gobierno, el cargo siempre acabará en manos de vándalos. ¿De qué sirve que nos quejemos de los políticos choriceros si no estamos dispuestos a hacer su trabajo? Salte al ruedo. Puede presentarse a la junta escolar, al ayuntamiento, a la tesorería del condado, a la comisión de alcantarillado, a secretario municipal o del condado, a la junta estatal de educación, a secretario de Estado, gobernador, miembro del Congreso, senador de Estados Unidos, incluso a la perrera municipal. En cualquier caso, el cargo al que no debe dejar de optar es el de delegado de su circunscripción electoral. Cada distrito electoral de EEUU elige delegados de los dos partidos; puede que sea el cargo oficial más bajo, pero constituye la base sobre la que se erige todo el castillo de naipes. Determinados delegados son seleccionados para acudir a los congresos nacionales del partido, donde se elige a los candidatos presidenciales: usted debe ser uno de ellos. Que conste que lo mío no es sólo de boquilla: ya he puesto manos a la obra y he conseguido que una docena de amigos lo hagan también en sus circunscripciones. Se necesita un buen número de firmas para que un nombre llegue a figurar en una papeleta, y los requisitos varían. En todo caso, hay tan poca gente que vote en las primarias —y tantas circunscripciones que terminan sin candidato— que, a menudo, para ser elegido basta con hacer acto de presencia. De modo que diríjase a la junta electoral o a la oficina del secretario del condado y recoja unas solicitudes antes de que expire la fecha límite. Éstas son sólo unas cuantas medidas para poner en marcha el contragolpe. Da igual sí lo hace como demócrata, como verde o como mero ciudadano cabreado; lo importante es alzarse e ir a por ellos.

Cap 2. QUERIDO GEORGE

CARTA ABIERTA AL “PRESIDENTE” GEORGE W. BUSH

Querido gobernador Bush:

Tú y yo somos como de la familia. Nuestra relación personal se remonta a muchos años atrás, aunque ninguno de los dos se haya molestado en airearla; nadie se lo creería. Sin embargo, mi vida quedó profundamente marcada por algo muy personal que la familia Bush hizo por mí. Doy un paso adelante y confieso: vuestro primo Kevin fue el director de fotografía de Roger & Me
[6]
.

Cuando hice la película, no sabía que tu madre y la de Kevin eran hermanas. Sólo pensé que Kevin, a quien conocí cuando filmaba la quema de una cruz por parte del Ku Klux Klan en Michigan, era uno de esos artistas bohemios que viven en Greenwich Village. Ya había realizado una película espléndida, Atomic Café, y casi en broma le pedí que viniese hasta Flint, Michigan, para enseñarme a filmar. Para mi sorpresa, aceptó y, durante una semana del año 1987, Kevin Rafferty y Anne Bohlen anduvieron por todo Flint adiestrándome en el manejo del equipo y dándome consejos preciosos para dirigir un documental. Sin la generosidad de tu primo, Roger & Me nunca se habría hecho realidad.

Recuerdo el día en que tu papá fue investido presidente. Yo estaba montando la película en una sala infecta de Washington y decidí encaminarme hacia el Capitolio para presenciar el juramento de su cargo ¡Aluciné en colores al ver a tu primo Kevin, mi mentor, sentado junto a ti en el estrado! También recuerdo que los Beach Boys interpretaron Wouldn't It Be Nice en un concierto gratuito organizado en el Mall de Washington en honor del nuevo presidente. De nuevo en la sala de montaje, mi amigo Ben no cabía en sí de gozo por la ocurrencia de usar esa misma canción sobre escenas de la devastación causada en la ciudad de Flint por la deserción de General Motors.

Meses después, cuando se estrenó la película, tu papá, el presidente, mandó que le enviaran una copia a Camp David para poder verla en familia. Cómo me hubiese gustado poder espiaros en el salón mientras contemplabais los estragos y el desaliento que se habían adueñado de mi ciudad natal gracias, en buena medida, a las decisiones tomadas por el señor Reagan y por tu padre. En ese sentido, hay algo que siempre he deseado saber. Al final de la película, cuando el ayudante del sheriff echaba a la calle los regalos y el árbol de Navidad de los niños sin techo porque debían 150 dólares de alquiler, ¿se llegaron a derramar lágrimas en la sala? ¿Alguien se sintió responsable de aquello? ¿O se limitaron todos a pensar «¡Eres un cámara cojonudo, Kev!»?

Bueno, eso era a finales de los ochenta. Acababas de dejar la botella y, tras algunos años de sobriedad, tratabas de «encontrarte a ti mismo» con ayuda de papá: una empresa petrolera por aquí, un equipo de béisbol por allí... Yo tengo perfectamente claro que nunca tuviste la intención de ser presidente. En uno u otro momento, todos tenemos que desempeñar un trabajo que no nos gusta. ¿A quién no le ha pasado?

De todos modos, para ti debe de ser distinto. En definitiva, no se trata únicamente de que no quieras estar allí, sino de que te ves rodeado de la misma panda de carrozas que en otra época gobernó el mundo con papi. De todos esos hombres que se pasean por la Casa Blanca —Dick, Rummy, Colin—, no hay uno solo que sea amigo tuyo. Son los viejos chochos que papi solía invitar a casa para compartir un buen puro y una botella de vodka mientras soñaban con masacrar a bombazos a los panameños.

¡Tú eres uno de nosotros: un miembro de la generación de la posguerra, un estudiante mediocre, un juerguista! ¿Qué demonios haces con esa gente? Se te están comiendo vivo y te van a escupir como un hueso de aceituna. Probablemente no te dijeron que el recorte de los impuestos pergeñado por ellos para que tú lo firmaras era un timo para estafar dinero a la clase media y entregárselo a los más ricos. Y eso que a ti no te hace falta más dinero, gracias al yayo Prescott Bush y a su mercadeo con los nazis antes y durante la Segunda Guerra Mundial
[7]
.

Sin embargo, todos esos tipos que te ofrecieron una cifra récord de 190 millones de dólares para tu campaña (dos terceras partes de los cuales procedían de sólo setecientos individuos), la quieren recuperar reduplicada. Te van a acosar como perros en celo para asegurarse de que cumplas con el dictado. Puede que tu predecesor tuviera la desfachatez de alquilar el dormitorio de Lincoln a Barbra Streisand, pero eso no es nada: antes de que te enteres, tu colega, el presidente en funciones Cheney, les entregará las llaves del ala Este de la Casa Blanca a los directivos de AT&T, Enron y ExxonMobil.

Tus críticos se ceban contigo por echar la siesta y acabar tu jornada laboral hacia las 4.30 de la tarde. Deberías decirles que no haces más que instaurar una nueva tradición americana: ¡siestas para todos, y todo el mundo en casa a las cinco! Créeme: si lo haces se te recordará como el mejor presidente de la historia. ¿Cómo se atreven algunos a insinuar que no pegas golpe? ¡Mentira! No he visto a un presidente más atareado que tú. Actúas como si tus días en el poder estuviesen contados. Con el Senado en manos demócratas y la Cámara de Representantes a punto de seguir el mismo camino en las elecciones legislativas del año 2002, debes tratar de ver la botella medio llena (es un decir): todavía te quedan dos años antes de que todos esos ganadores resentidos que votaron por Gore te echen a patadas.

Aunque apenas llevas unos meses en el poder, la lista de tus logros es abrumadora:

• ;Has reducido en 39 millones de dólares el gasto federal dedicado a bibliotecas.

• ;Has recortado 35 millones de dólares de fondos para la formación pediátrica avanzada de los médicos.

• ;Has recortado en un 50% los fondos destinados a la investigación sobre fuentes de energía renovable.

• ;Has aplazado la aprobación de leyes para la reducción de los niveles «aceptables» de arsénico en el agua potable.

• ;Has recortado en un 28% los fondos de investigación para el diseño de vehículos más limpios y seguros.

• ;Has abrogado normas que conferían un mayor poder al gobierno para negar contratos a empresas que violan leyes federales y medioambientales y no garantizan unos mínimos de seguridad laboral.

• ;Has permitido que la Scretaria de Interior Gale Norton solicite la apertura de parques nacionales para que en ellos se puedan talar árboles, abrir minas de carbón y hacer perforaciones para extraer gas natural.

• ;Has roto tu promesa de campaña de invertir 100 millones de dólares al año en la conservación forestal.

• ;Has reducido en un 86% el Community Access Program, que coordinaba la ayuda sanitaria a personas sin cobertura médica a través de hospitales públicos, clínicas y otros centros sanitarios.

• ;Has invalidado una propuesta para facilitar el acceso público a información acerca de las consecuencias potenciales de accidentes en plantas químicas.

• ;Has recortado en 60 millones de dólares los programas de vivienda social.

• ;Te has negado a ratificar el Protocolo de Kioto de 1997, firmado por 178 países para frenar el calentamiento global.

• ;Has rechazado un acuerdo internacional para reforzar el tratado de 1972 que prohíbe la guerra bacteriológica.

• ;Has recortado en 200 millones los programas de formación profesional para trabajadores desplazados.

• ;Has retirado 200 millones destinados al programa Childcare and Development que ofrece servicio de guardería a familias de bajos ingresos.

• ;Has negado a los funcionarios la cobertura médica de los anticonceptivos que precisan receta (aunque la Viagra sigue estando cubierta).

• ;Has recortado 700 millones de los fondos para reparaciones en viviendas sociales.

• ;Has reducido en 500.000 millones de dólares el presupuesto de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente.

• ;Has anulado las reglas laborales «ergonómicas» diseñadas para proteger la salud y seguridad de los trabajadores.

• ;Has incumplido tu promesa de campaña de regular las emisiones de dióxido de carbono, factor determinante del calentamiento global.

• ;Has prohibido toda ayuda federal destinada a organizaciones internacionales de planificación familiar que ofrecen asesoramiento para abortar y otros servicios con sus propios fondos.

• ;Has nombrado al ex ejecutivo de la industria minera Dan Lauriski como subsecretario de Trabajo para la Salud y la Seguridad en las Minas.

• ;Has nombrado Sbsecretaria de Interior a Lynn Scarlett, escéptica acerca del calentamiento global y contraria a la implantación de normas más estrictas contra la contaminación del aire.

• ;Has aprobado el controvertido plan de la secretaria de Interior Gale Norton para subastar terrenos del litoral oriental de Florida a empresas relacionadas con la industria del gas y el petróleo.

• ;Has anunciado tus planes para permitir prospecciones petrolíferas en el parque nacional Lewis and Clark de Montana.

• ;Has amenazado con cerrar la oficina del sida de la Casa Blanca.

• ;Has decidido prescindir del asesoramiento de la Asociación de Abogados de Estados Unidos para los nombramientos judiciales federales.

• ;Has denegado ayuda económica a estudiantes declarados culpables de faltas menores relacionadas con las drogas (a pesar de que asesinos confesos pueden seguir optando a esa ayuda económica).

• ;Has destinado un mero 3% de la cantidad solicitada por los letrados del Departamento de Justicia para los continuados litigios de la administración contra las tabacaleras.

• ;Has proseguido con tu recorte de los impuestos, un 43% del cual beneficia al 1% de los estadounidenses más ricos.

• ;Has firmado un proyecto de ley que dificultará a los americanos pobres y de clase media declararse en bancarrota, incluso cuando tengan que pagar facturas médicas elevadas.

• ;Has nombrado a la enemiga de la discriminación positiva Kay Cole James como directora de la Oficina de Gestión de Personal.

• ;Has reducido en 15,7 millones de dólares los programas destinados a la asistencia de niños maltratados.

• ;Has propuesto la eliminación del programa Reading is Fundamental («la lectura es imprescindible», que distribuye libros gratuitos entre los niños de familias pobres.

• ;Has impulsado el desarrollo de armas nucleares menores, diseñadas para atacar objetivos subterráneos, lo que supone una violación del tratado contra pruebas nucleares.

• ;Has tratado de revocar normas que protegen 25 millones de hectáreas de parques naturales de la explotación forestal y de la construcción de carreteras.

• ;Has nombrado a John Bolton, contrario a los tratados de no proliferación armamentística y a la ONU, Subsecretario de Estado para el Control de las Armas y la Seguridad Internacional.

• ;Has convertido a la ejecutiva de Monsanto Linda Fisher en administradora adjunta de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente.

• ;Has nombrado juez federal a Michael McConnell, destacado crítico de la separación entre Iglesia y Estado.

• ;Has nombrado juez federal a Terrence Boyle, que se ha opuesto a los derechos civiles.

• ;Has cancelado la fecha límite de 2004 para que las empresas automovilísticas desarrollen prototipos de bajo consumo.

• ;Has nombrado zar antidroga a John Walters, ferviente detractor de los programas de rehabilitación de presos drogadictos.

• ;Has designado Subsecretario de Interior a J. Steven Giles, miembro de los grupos de presión con intereses petrolíferos y carboníferos.

• ;Has nombrado a Bennett Raley, que pretende revocar la Ley de Especies en Peligro de Extinción, Subsecretario de Interior para el Agua y la Investigación Científica.

• ;Has pretendido que se desestime una querella presentada en Estados Unidos contra Japón por parte de mujeres asiáticas forzadas a trabajar como esclavas sexuales durante la Segunda Guerra Mundial.

• ;Has nombrado procurador general del Estado a Ted Olson, tu principal abogado en la debacle electoral de Florida.

• ;Has propuesto la simplificación del trámite de permisos para construir refinerías y presas nucleares e hidroeléctricas, lo que implica la reducción de las normas de protección del medio ambiente.

• ;Has propuesto la venta de áreas protegidas en Alaska que cuentan con reservas de petróleo y gas.

¡Caray! Qué pedazo de lista, ¿no? ¿De dónde sacas tanta energía? (Son las siestas, ¿a que sí?) Naturalmente, muchas de estas medidas han recibido el beneplácito de los demócratas, a quienes más adelante les dedico unas líneas.

Pero ahora mismo lo que me ocupa y preocupa eres tú. Trata de recordar: ¿cuál fue tu primera disposición como «presidente»? Antes de subir al coche para dar el tradicional paseo por la avenida Pennsylvania en tu desfile inaugural, insististe en que alguien desatornillase la matrícula de la limusina, pues en ella se podía leer el lema «Apoya a Washington D. C. como estado federal». ¿Qué te pasa? ¡Es el día más importante de tu vida y te picas por una matrícula! Relájate, fiera.

En todo caso, sospecho que me empecé a preocupar por ti mucho antes de aquel día. Durante tu campaña, salieron a la luz una serie de inquietantes revelaciones relativas a tu comportamiento.

Finalmente, se diluyeron, pero yo sigo algo inseguro respecto a tu capacidad para ejecutar debidamente tu trabajo. No lo tomes como moralina —para eso ya está Cheney—; no se trata más que de una sincera muestra de interés por parte de un buen amigo de la familia.

Iré al grano: me temo que puedas representar una amenaza para nuestra seguridad nacional. Quizá te parezca una aseveración temeraria, pero yo no digo estas cosas a la ligera. No tiene nada que ver con nuestras leves desavenencias acerca de la ejecución de gente inocente o de la conversión de Alaska en una plataforma petrolífera. No pongo en entredicho tu patriotismo (no se puede dejar de amar un país que se ha portado tan bien contigo).

Me refiero más bien a una serie de comportamientos que muchos de los que te apreciamos hemos presenciado a lo largo de los años. Algunos de estos hábitos no representan ninguna sorpresa, otros están fuera de tu control y otros, lamentablemente, son muy comunes entre nosotros, los estadounidenses.

Puesto que tienes al alcance de la mano El Botón que podría hacernos saltar a todos en pedazos, y visto que tus decisiones tienen consecuencias de gran calado para la estabilidad del mundo, me gustaría formularte tres espinosas preguntas, y desearía que respondieses con franqueza.

Other books

The Walking Stick by Winston Graham
Tempting the Highlander by Michele Sinclair
The Art Of The Next Best by Deborah Nam-Krane
Storming His Heart by Marie Harte
The Merchant of Venice by William Shakespeare
Snowballs in Hell by Eve Langlais