En picado (37 page)

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Authors: Nick Hornby

BOOK: En picado
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Y la gente echaba dinero en la manta. Recaudé unas diez libras tocando
Losing My Religion
para una multitud de chicos españoles, en la entrada del museo de Madame Tussauds, y para un grupo más reducido de suecos o algo así al día siguiente (
William, It Was Really Nothing
, en la entrada del Tate Modern). Creo que si consiguiera matar a ese tipo, éste sería el mejor trabajo que jamás podría soñar encontrar. O, al menos, el mejor de los trabajos en los que se toca la guitarra en una acera. El tipo se llama a sí mismo Jerry Lee Acera, y su asunto consiste en ponerse justo a tu lado y tocar exactamente la misma canción que tú, pero un par de compases por detrás de ti. Así que me puse a tocar
Losing My Religion
, y él empieza a tocar
Losing My Religion
, y me paro, porque suena horrible, y él se para, y todo el mundo se echa a reír, porque era muy gracioso, ja, ja, ja, y entonces me voy a otro punto de la acera, y él va y se viene conmigo. Y da igual qué canción toques, lo cual —he de admitir— es bastante increíble por su parte. Creí que lo iba a dejar mudo con
Skyway
, de los Replacement (tema que quizá ni veinte personas en el mundo saben), que empecé a tocar simplemente para joderle, ¡pero se la sabía! Dios, y todo el mundo echándole las monedas a él, porque, obviamente, es un genio, y no a mí. Llegué a soltarle un sopapo una vez, en Leicester Square, y todo el mundo me abucheó, porque todo el mundo lo adora.

Pero supongo que en el trabajo todo el mundo tiene a alguien con quien no se lleva bien. Y si uno anda falto de metáforas andantes de la estupidez y futilidad de su vida laboral —aunque admito que no todo el mundo lo está—, entonces tendrá que admitir que Jerry Lee Acera es una muy difícil de superar.

MAUREEN

Nos reunimos en el pub de enfrente de Toppers' House para celebrar que se cumplían los noventa días. La idea era tomarnos un par de copas, subir a la azotea, pensar un poco en todo lo que había sucedido e irnos a comer un curry en el Indian Ocean de Holloway Road. No me convencía demasiado lo del curry, pero me dijeron que pedirían algo que también a mí me gustaría.

Pero no quería subir a la azotea.

—¿Por qué no? —dijo Jess.

—Porque la gente se mata desde ahí arriba.

—Vaya que sí —dijo Jess.

—Oh, ¿así que te divertiste el día de San Valentín, eh? —le preguntó Martin.

—No, no me
divertí
, exactamente. Pero ya sabes.

—No, no sé —dijo Martin.

—Es parte de la vida, ¿no?

—La gente siempre dice eso mismo de las cosas desagradables: «Oh, en esa película se ve cómo le sacan los ojos a un tipo con un sacacorchos. Pero es parte de la vida.» Te diré qué más cosas son parte de la vida: ir a echar una cagada. Nadie quiere verlo, ¿no es cierto? Nadie saca eso en una película. Vayamos esta noche al cine a ver cómo caga la gente.

—¿Quién iba a dejarnos verlo? La gente cierra la puerta con pestillo.

—Pero tú mirarías si te dejaran.

—Si no cerraran la puerta con pestillo, sería parte de la vida en mayor medida, ¿no te parece? Así que sí: miraría.

Martin rezongó y puso los ojos en blanco. Uno podría pensar que era mucho más inteligente que Jess, pero nunca parecía ganar ninguna de las discusiones que mantenía con ella, y había vuelto a perder.

—Pero la razón por la que la gente cierra la puerta con pestillo es que quieren intimidad —dijo JJ—. Y quizá también la quieren cuando piensan en matarse.

—¿Así que estás diciendo que tendríamos que dejar que lo hicieran? —dijo Jess—. Porque yo no pienso que eso esté bien. Esta noche quizá podamos parar a alguno.

—¿Y eso cómo casa con las ideas de tu amigo? Según entiendo yo, ahora eres de la opinión de que en el asunto del suicidio hay que dejar que decida el mercado —dijo Martin.

Habíamos estado hablando de un hombre sin nombre llamado Noperro, que le había dicho a Jess que pensar en suicidarse era absolutamente saludable, y que todo mundo debería hacerlo.

—Nunca he dicho nada sobre nada de...

—Perdona. Estaba interpretando. Te entendí que no teníamos por qué inmiscuirnos.

—No, no. Podemos inmiscuirnos. El que nos inmiscuyamos es parte del proceso, ¿comprendes? Lo único que hay que hacer es pensar en ello, y luego lo que sea. Si impedimos que alguien se mate, los dioses habrán hablado.

—Y si yo fuera Dios —dijo Martin—, serías exactamente el tipo de persona que elegiría como portavoz.

—¿Estás diciéndome una guarrada?
[36]

—No. Estoy diciéndote un cumplido.

Jess pareció complacida.

—¿Miramos a ver si hay alguien, entonces? —dijo.

—¿Y cómo lo miramos? —le preguntó JJ.

—Seguramente estará aquí en el pub, esperando.

Miramos a nuestro alrededor. Eran pasadas las siete, y aún no había mucha gente. En el rincón, junto a los servicios de caballeros, había una pareja de tipos jóvenes con traje, mirando un teléfono móvil y riéndose. En la mesa contigua a la nuestra había una pareja de jovencitos que se reía por nada, y en la barra un hombre de mediana edad leyendo el periódico.

—Muchas risas veo —dijo Jess.

—Alguien que piensa que los mensajes de texto son graciosos no está pensando en matarse —dijo JJ—. No tiene nada demasiado angustioso dentro.

—He visto algunos mensajes de texto graciosos.

—Sí, ya —dijo Martin—. No estoy seguro de que eso desmienta lo que dice JJ.

—Cállate —dijo Jess—. ¿Qué me decís del tipo del periódico? Está solo. Creo que es lo mejor que podemos encontrar.

JJ y Martin se miraron y se echaron a reír.

—¿Lo mejor que podemos encontrar? —dijo Martin—. ¿Quieres decir que tenemos que disuadir a alguien de este pub de quitarse la vida, tenga o no la más mínima intención de hacerlo?

—Sí, bueno, los cretinos esos que no paran de reírse no creo que vayan a subirse a la azotea, ¿no? El de la barra parece más... más concentrado en sí mismo.

—Está leyendo las páginas de deportes del p...
Sun
—dijo Martin—. Dentro de un momento va a aparecer su amigo, y van a tomarse quince pintas y un curry.

—Esnob.

—Vaya, ¿y quién es la que piensa que tienes que estar muy concentrado en ti mismo para suicidarte?

—Todos nosotros —dijo JJ—. ¿O no?

Nos tomamos dos copas cada uno. Martin, generosos whiskies con agua; JJ, pintas de Guinness; Jess, Red Bulls con vodka, y yo vino blanco. Hace tres meses seguramente habría estado ya un poco piripi, pero al parecer ahora bebía bastante, de modo que cuando nos fuimos y cruzamos la calle sólo me sentía cálida y amistosa. Los relojes se habían adelantado el domingo anterior, y aunque estaba ya un poco oscuro cuando salimos del pub, al subir a la azotea pudimos ver que aún quedaba algo de luz en alguna parte de la ciudad. Nos apoyamos en el muro, junto al punto donde Martin había cortado la alambrada, y nos pusimos a mirar en dirección sur, hacia el Támesis.

—Bien —dijo Jess—. ¿Va a tirarse alguien?

Nadie dijo nada, porque no era una pregunta seria (ya no), y todos sonreímos.

—Tiene que ser bueno, ¿no? Que sigamos todos vivos —dijo JJ.

—Y tanto.

—No era una pregunta retórica —dijo JJ.

Jess soltó un taco y le preguntó qué quería decir eso.

—Quiero decir que querría saber... —dijo JJ—. Que querría saber si es... No sé.

—Mejor estar aquí que no estar —dijo Martin.

—Sí. Eso. Supongo.

—Mejor para tus niñas —dijo Jess.

—Supongo que sí —dijo Martin—. Y no es que las vea mucho.

—Y mejor para Matty —dijo JJ, y yo no dije nada, lo cual les hizo a todos darse cuenta de que verdaderamente no era mejor para Matty en absoluto.

—Todos tenemos seres queridos. Y nuestros seres queridos prefieren vernos vivos que muertos, a fin de cuentas.

—¿Tú crees? —dijo Jess.

—¿Me preguntas si creo que tus padres quieren que vivas? Sí, Jess, tus padres quieren que vivas.

Jess hizo una mueca, como si no le creyera.

—¿Cómo es posible que no pensáramos en ello antes? —dijo JJ—. En Nochevieja. No pensé ni una sola vez en mis padres.

—Porque las cosas estaban peor entonces, supongo —dijo

Martin—. La familia es..., no sé..., como la gravedad. En algunos momentos más fuerte que en otros.

—Sí. Ésa es la gravedad para nosotros. Por eso por la mañana parece como si flotáramos, y por la noche casi no podemos ni levantar los pies.

—Como las mareas, entonces. No notas su fuerza cuando está... Bueno, en fin. Ya sabéis a lo que me refiero.

—Si alguien sube aquí esta noche, ¿qué le diríais? —dijo JJ.

—Yo le diría lo de los noventa días —dijo Jess—. Porque es cierto, ¿no?

—Sí —dijo JJ—. Es cierto que ninguno de nosotros tiene ganas de matarse esta noche. Pero... Si nos preguntara por qué, si nos dijera: Decidme qué grandes cosas os han sucedido desde que decidisteis no tiraros de aquí arriba..., ¿qué le diríais?

—Yo le contaría lo de mi trabajo en la tienda de los periódicos —dije—. Y lo del concurso de las preguntas y respuestas.

Los demás se quedaron mirándose los pies. Jess pensaba decir algo, pero captó la mirada de JJ y cambió de idea.

—Sí, bueno, tú, a ti te está yendo bien —dijo JJ al cabo de un minuto—. Pero yo estoy tocando en la p... calle. Perdón, Maureen.

—Y yo, que tengo que ayudar a aprender a leer al niño con más pocas luces del mundo, estoy fracasando estrepitosamente —dijo Martin.

—No seas tan duro contigo mismo —dijo Jess—. Estás fracasando en multitud de cosas. Estás fracasando con tus niñas, y en tus relaciones...

—Oh, sí, mientras que tú, Jess... Tú eres el p... éxito en persona. Y en todo —dijo Martin.

—Perdón, Maureen —dijo JJ.

—Sí, discúlpame, Maureen.

—No conocía a Noperro hace noventa días —dijo Jess.

—Ah, claro —dijo Martin—. Noperro. El único logro absoluto del que cualquiera de nosotros podamos alardear. Aparte del equipo de preguntas y respuestas de Maureen, por supuesto.

No le recordé lo de la tienda de prensa. Sé que no es mucho, pero puede que hubiera parecido que se lo estaba refregando por las narices.

—Contémosle a nuestro amigo el suicida lo de Noperro: «Oh, sí. Jess ha conocido a un hombre que no cree en los nombres, y que piensa que todos tendríamos que estar matándonos todo el tiempo.» Seguro que le anima un montón.

—No es eso lo que piensa. Lo dices para chincharme. ¿Por qué has tenido que sacar el tema, JJ? Íbamos a pasar una noche genial, y ahora todos estamos j... y deprimidos.

—Sí —dijo JJ—. Lo siento. Sólo me estaba preguntando..., ya sabes. Por qué seguimos todos aquí.

—Gracias —dijo Martin—. Gracias por eso.

A lo lejos podíamos ver las luces de la gran noria junto al Támesis, el Ojo de Londres.

—No tenemos que decidirnos inmediatamente, además —dijo JJ.

—Por supuesto que no —dijo Martin.

—¿Qué tal si nos damos otros seis meses, entonces? ¿Y vemos cómo nos va?

—¿Esa cosa da vueltas de verdad? —dijo Martin—. No sabría decirlo.

Nos quedamos mirando la gran noria durante largo rato, tratando de averiguarlo. No parecía moverse, pero seguro que se movía. Supongo.

Agradecimientos

Tony Lacey, Wendy Carlton, Helen Fraser, Susan Petersen, Joanna Prior, Zelda Turner, Eli Horowitz, Mary Cranitch, Caroline Dawnay, Alex Elam, John Hamilton.

Notas

[1]
Relato de Kipling en el que describe sus cinco años en un hogar social de Southsea.

[2]
Coroner: funcionario judicial que investiga las muertes que no se deben claramente a causas naturales.

[3]
I'd pissed my life away
: literalmente, «había meado mi vida» («la había dilapidado, malgastado, tirado por la borda»).

[4]
Bong
: «pipa de agua».

[5]
Cunt
(literalmente, «coño»); en este caso es un insulto: «hija de puta».

[6]
Maqueta de avión de la marca Airfix (o de cualquier otra, en la actualidad).

[7]
Giro intraducibie. Maureen está escandalizada: Jess le ha llamado pussy al norteamericano. Pussy es, en slang, «vulva, coño». Y también, en un slang que Maureen desconoce, «timorato, apocado, poco viril».

[8]
Martin ha empleado
culpability
, vocablo cultivado e infrecuente en el inglés del común.

[9]
Véase la nota anterior. Curative («curativo») pertenece también al inglés culto.

[10]
Grupo estadounidense de rock fundado en 1967 en Berkeley (California) y disuelto en 1972.

[11]
Mutantes extraterrestres de la serie de ciancia ficción británica
Dr. Who
.

[12]
Sharpy: «vivo, espabilado, tramposo».

[13]
Al decir «
Howdy, pardner
», el tipo escondido cree haber imitado a la perfección la forma de hablar de los norteamericanos.

[14]
Pintura fluorescente.

[15]
Presentadores superfamosos de un programa de televisión norteamericano.

[16]
Allboys: Todochicos.

[17]
En el lugar del padre, con la responsabilidad y la autoridad paternas.

[18]
Giro intraducibie. Flipping: literalmente, «que se voltean (porque alguien les da la vuelta)»; en argot, «malditas, jodidas, puñeteras...».

[19]
Un grupo de mutantes heroicos empeñados en defender a la humanidad de los mutantes y los humanos malos.

[20]
Prick, en argot inglés, es «polla» y «gilipollas»; de ahí que Jess lo proponga como ejemplo de metáfora.

[21]
Harp: «arpa».

[22]
FeetUp!
significa «¡Arriba los pies!», y la gente de la propia cadena no puede evitar llamarla
TitsUp!
(«¡Arriba las tetas!»).

[23]
El apellido de Martin,
Sharp
, significa «afilado, incisivo». De ahí el doble sentido de
Sharp words
: «Palabras afiladas» y «Palabras de Sharp».

[24]
«
... your mum and dad. They make you feel fucking bad
.» La rima, pues, se le adjudica al padre.

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