El zen es la mayor patraña de todos los tiempos (12 page)

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Authors: Kodo Sawaki

Tags: #Autoayuda, Esoterismo.

BOOK: El zen es la mayor patraña de todos los tiempos
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Los cipreses se realizan como cipreses, la montaña se realiza como montaña. Sólo la gente se rompe la cabeza pensando cuánto puede costar eso.

La nariz percibe el olor de la anguila asada y eso es todo. Tus ojos ven una chica guapa y eso es todo. Mientras no adoptes la perspectiva de tus apetitos humanos, no hay nada ahí. Deja simplemente que las cosas sean tal como son.

“El pájaro canta, la flor brota por sí mismos, de forma natural”. No se les ocurren cosas como: “Ahora voy a impresionar a Sawaki con este trino”. O “¿No tienes ojos en la cara? ¿No ves con qué primor florezco?”. El pájaro canta sin más, la flor brota sin más. De esta manera se realizan ellos mismos, como ellos mismos, por sí mismos.

Las diez mil cosas permanecen totalmente serenas. Incluso cuando el viento sopla y agita las flores. Y cuando llueve y tu preciado traje se moja, tú eres el único que se irrita, la lluvia se mantiene tranquila.

La gente dice que Sawaki tiene una gran nariz, pero mi nariz nunca ha dicho eso de sí misma ni se ha preocupado jamás por ello. Es grande y calla. Es igual con el resto de las cosas: son como son, sin pensar en ello. Llevado a la práctica esto significa zazen.

Las cosas no dicen: “¡Soy una soberbia pieza de cerámica!”. O: “Sólo soy un jarrón barato...”. Las cosas callan, pues carecen de verdadera sustancia.

Todas las cosas son en realidad como son: la montaña, una montaña; el río, un río; el tatami
[49]
, un tatami; la ventana, una ventana. Y si contemplas detenidamente las diez mil cosas, verás que, tal como son, son el cuerpo del Buda. Sólo que ellas nunca han tenido conciencia de ser Buda iluminado, desde siempre se les cayó esa venda.

La Vía del Buda es el mundo en el que no hay cosas tales como el satori. En ese mundo no hay enemigos ni aliados, ni nada por lo que luchar. Por eso la gente dice que el Budismo es “aburridísimo”.

La sabiduría es diferente de la inteligencia. Quien es inteligente se coloca en el término medio, pero la sabiduría consiste en comprender que no existe tal punto medio. No hay ningún yo. Por eso los sabios no se ocupan de sí mismos. El sabio no busca la liberación para sí solo.

Cuando te echas un pedo, apesta. ¿Qué es verdad sino eso? No hay nada en el espacio y el tiempo que no sea expresión de esta verdad. ¿Es lo blanco mejor que lo negro? ¡Quién puede decidirlo! Del mismo modo, todas las cosas expresan el Dharma, sin que unas sean mejores que otras.

La luz cósmica lo penetra todo, no hay rincón que no ilumine. Siempre que parece que una cosa existe y otra no, o que una cosa surge mientras que otra perece, no es más que la luminosidad de la luz cósmica. Por eso no hay nada que tomar ni que dar. Pues el tomar y el dar mismos son esa luminosidad.

Cuando no observes el mundo perecedero con desprecio –esto es, cuando pongas en práctica el no-pensamiento–, entonces quizás adviertas que todo en el universo entero no es sino conciencia despierta. Eso quiere decir que el suelo sobre el que ahora te sostienes ha de ser el paraíso y que en cada instante has de entregarte por completo a la tarea que te ocupe en ese momento.

La Vía del Buda es realidad cósmica, la verdad de la gran naturaleza. Por eso todos los fenómenos son expresión de la Vía del Buda.

Cuando Sesshu
[50]
pinta ríos y montañas, está pintando al Buda. Todos los fenómenos son manifestaciones del Buda, eso es satori.

Buda significa el universo tal como es desde el principio. El universo es un único mandala, un enorme altar del Buda. Todo lo que ves es parte del mandala cósmico, todo lo que oyes es un mantra cósmico.

Lo que llamamos “Buda” o “Vía” adopta cualquier forma; es como un material que se puede procesar y convertir en cualquier cosa. Podemos también dibujarlo sobre el papel con figura de demonio o de serpiente, pero de esa manera le adjudicamos una forma fija. Nuestra práctica ha de consistir en conservar esta mente, como Buda que es, fresca y viva.

Todo es la Vía del Buda, no hay nada que no sea la Vía del Buda. No debemos reducirla a un texto que recitar. La Vía del Buda no puede convertirse en un concepto trillado, ha de ser nueva en cada instante.

33 - Las nubes blancas son el kesa que envuelve mi zazen

Zazen significa vivir la vida eterna con este cuerpo, tal como es. Significa vivir la vida de una manera absoluta. La meta más elevada que una persona puede proponerse en esta vida consiste en dedicar este cuerpo al universo entero.

Zazen es insondable, no puedes estudiarlo. Zazen es la realidad, una realidad que no se deja dominar por ti. Eso la hace tan imponente.

El budismo no es ningún ideal, el budismo es la realidad. El budismo no es ninguna teoría, es praxis, esto es, práctica.

Tu cuerpo no es obra tuya. Este cuerpo no es sino una parte de todo el universo. Llamas a esta parte “¡yo!”. Pero en realidad no hay nada importante ahí.

No te preocupas mucho del inspirar y del espirar, del oír de tus oídos o del sentir de tu cuerpo. Todo eso sucede de forma inconsciente y automática. Si no fuera así, difícilmente podrías seguir con tu vida cotidiana. La mente no está separada de este cuerpo, ni es posible separar el cuerpo de esta mente. Actividades como respirar, oír o sentir son expresión de esta unidad de cuerpo y mente. Estas funciones son gracias que nos concede la gran naturaleza, en ellas brilla la luz del nirvana. Tú no puedes “hacer” la vida; por eso es importante no forjar planes personales, sino simplemente seguir la llamada de la vida.

Zazen significa dar testimonio de que has recibido esta vida de la gran naturaleza y de que sólo en virtud de esta naturaleza vives. Esto significa a su vez que tú no eres realmente “tú mismo”, pues estás indisolublemente unido al universo entero. Por eso no hay ningún lugar en el universo fuera de tu alcance: cuando practicas zazen, el universo entero practica contigo, pues el universo es el contenido de tu práctica.

Cuando practicas zazen, los seres vivos en conjunto lo practican contigo. Por eso recibe el mundo un poderoso impulso espiritual cuando simplemente te sientas en zazen.

¿Qué sucede cuando practicamos zazen? ¡Llenamos todo el universo con zazen! Por eso mi zazen incluye a Truman tanto como a Mao Zedong.

¿Qué hacemos cuando practicamos zazen? Contemplamos todo el panorama del universo de un vistazo, sin hacer nada ni quitar nada.

Todo en la vida es verdad y, al mismo tiempo, todo es también una mentira. Tu práctica debe contenerlo todo: la total afirmación tanto como la total negación, todo lo que te gusta como todo lo que no te gusta. Eso significa contemplar todo el panorama del universo de un vistazo.

Zazen significa dejar simplemente que el panorama del universo sea tal como es: imperturbable y sereno, sin límites. En esa extensión ilimitada descubres tus manos como manos y tus pies como pies.

No importa lo que suceda mientras practicas zazen: si simplemente estás sentado, como una flor de loto que crece en el fango, todo será parte de tu zazen.

“Las blancas nubes son el kesa que envuelve mi zazen”, escribió Daichi zenji. Siéntate con este kesa en zazen, pues así la persona corriente que eres quedará envuelta en el kesa y, sin intrigas ni maquinaciones, se desvanecerá en él.

El universo entero es un solo zafutón, todo se llena de mi zazen diario: “¡Qué tipo este viejo Sawaki, ¡se sienta en pleno centro del universo!” Tu fe tiene que ser tal que tu zazen no sea un sentarse para ti solo, sino que en él ilumines con luz cósmica hasta el último rincón del universo.

En el “Sutra de los tres mil nombres de Buda” se encuentra el nombre del Buda que trasciende todos los fenómenos. Esto significa que por mucho que corras tras el Buda no podrás atraparlo. Este Buda es ilimitado; no puedes atraparlo ni escapar de él.

No es posible que te distancies del universo. Lo único que crea esa distancia son tus ideas. Si por un instante te mantienes en calma, verás que en realidad no hay nada ahí.

El zen ha de ser tu actitud vital y esta actitud ha de consistir en no perderte nunca de vista cada vez que des un paso o te dispongas a hacer algo. Esto significa que siempre tienes el suelo firme bajo tus pies, que no te distancias del universo. Vives la vida inspirando y espirando con el universo.

Si cada mañana te levantas con Buda y cada noche te acuestas con él, comprenderás que incluso el más insignificante suceso que acontece al final del espacio y el tiempo es un movimiento de tu propio cuerpo.

Si comprendes que estás indisolublemente ligado al universo, también entenderás que no te es posible matar la vida cósmica. Si entiendes el principio cósmico de que no es posible matar la vida, entonces no matarás. Esto es lo que significa la frase: “No matarás”. No es una prohibición. Es una evidencia a la que has de despertar.

Lo que llamamos “preceptos”
[51]
no es algo con lo que podamos “cumplir”. Pues los preceptos, por su propia naturaleza, no se incumplen. Por eso, hablando con propiedad, no habría que decir: “No debes matar”, sino: “No puedes matar”.

Recibir los preceptos significa hacer que la actitud mental del Buda sea tu propia actitud mental.

Ves todo el cosmos. Oyes todo el cosmos. Hueles y degustas todo el cosmos. No respiras el aire de otro. Respiras junto con todo el cosmos.

34 - Zazen es espléndido porque el universo es espléndido

El Antiguo Testamento habla de la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios. Nosotros creamos al hombre a imagen de Buda. El Dharma del Buda significa imitar a Buda.

Zazen significa crear al Buda con el cuerpo humano.

Si pones rábanos en sal para hacer takuan
[52]
es importante que la sal penetre bien en ellos. Para obtener un buen takuan es preciso un correcto equilibrio entre los rábanos, la sal y el peso de la piedra. De igual modo, en zazen es esencial el adecuado equilibrio entre tú, la postura de zazen y el universo.

Si dejas que tu cuerpo flaquee, también tu mente flaqueará. Si adoptas una postura íntegra, también tu mente se contagiará de esa integridad. Si nuestro propósito es volvernos como el Buda Sakiamuni, lo primero es adoptar una postura tan firme como la de Sakiamuni. De esta manera estamos sintonizados en la misma frecuencia que Sakiamuni: la forma determina el contenido.

Buda no es un concepto. Si equilibramos nuestros músculos y anhelos, este cuerpo será Buda. La práctica misma es satori. La forma es el espíritu. La postura-actitud es el camino.

Intenta mantener una disputa matrimonial con las manos en gasshô
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: el espíritu puro que se expresa en las manos en gasshô se manifestará en ti y en quien tienes enfrente.

“Despertar” significa captar con el cuerpo la pura claridad. Esto significa que si tus músculos y anhelos se disponen como los músculos y anhelos del Buda, tendrás la mente del Buda. Practicar zazen significa sintonizar de este modo la misma frecuencia que el universo y esto significa a su vez hacer que el alocado barómetro personal empiece a funcionar con precisión.

Lo que tu persona manifiesta depende de la tensión y disposición de tus músculos y anhelos. Despertar significa comprender de manera intuitiva cuál es el correcto equilibrio en la tensión de tus músculos y anhelos. ¿Para qué poner en orden músculos y anhelos? No preguntes para qué, ¡simplemente hazlo! Hazlo con el cuerpo. Cuando el cuerpo alcanza su equilibrio natural, eso es el despertar.

¿Cómo es que zazen es algo tan espléndido? Porque el universo lo es. El orden cósmico es espléndido. Zazen no significa otra cosa que seguir el orden cósmico. Si en este cuerpo nos hacemos uno con el universo, eso se manifiesta en la espléndida forma de zazen. ¿Qué podría por tanto ser más formidable para una persona que practicar zazen?

La práctica misma de zazen es espléndida.

Que la práctica de zazen sea tan espléndida no tiene explicación. Un sacerdote estaba sentado en zazen cuando el chaval de la casa de al lado, de seis años de edad, se coló en el templo. Asustado, el niño corrió a casa y le dijo a su madre: “¡Mamá, el sacerdote del templo se ha convertido en un Buda!”

Quien confía en zazen ha de ser uno con zazen. Ser-uno representa el espíritu de la confianza.

Yo confío en que zazen es uno con este Sawaki. Zazen es Sawaki, Sawaki es zazen. Y ningún espacio los separa. Pero esto no es tan sencillo. Habitualmente en zazen piensas en la chica que te acabas de cruzar por la calle o en cualquier otra cosa. Pero en realidad zazen es tan alto e inmóvil como el monte Fuji. Por tanto, no te agites y tampoco te duermas en zazen. Cuando me siento como una piedra, zazen atrae a Sawaki totalmente hacia sí y lo absorbe. Eso quiere decir samadhi y ése es mi auténtico yo.

No te desmorones en zazen. Mantente alerta mientras estés sentado. Tu zazen es inútil si no estás tan concentrado como el que se adentra en solitario en las filas enemigas.

En la práctica de shikantaza no hay nada que añadir, pues shikantaza requiere el empleo de todas nuestras fuerzas. Shikantaza es nuestro aliento. No respiramos para obtener el satori. Ahí no hay “objetivo” alguno, ahí sólo hay zazen, practicado con el cuerpo y con la mente. Esto quiere decir que se trata de “estar simplemente sentado”.

Samadhi significa comprender ese yo para el cual no hay sustituto, significa hacerse uno con el instante presente. Es importante que demos continuidad a este samadhi durante toda nuestra vida. Ayer zazen, hoy zazen. Día sí, día también. De esa manera intimaremos con nosotros mismos en zazen, y comprender este zazen no significa otra cosa que comprendernos a nosotros mismos

35 - Confianza básica

Ten cuidado de no confundir el estado de embriaguez en el que te sientes seguro y feliz con la confianza básica
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. ¿Te sientes bien mientras haces zazen? ¡No te creas que esa “agradable sensación” es samadhi! Es la misma ilusión que te envuelve cuando de alguna manera te sientes seguro y feliz. La verdadera enseñanza del Buda empieza en el momento en que despiertas de esa embriaguez. Para muchos “religiosos” esa embriaguez representa una fuente de ingresos nada despreciable. Por eso a ninguno se le pasa por la cabeza decir lo que acabo de decir.

Lo que tomas por “sublime” no es más que una forma de embriaguez. Con la enseñanza del Buda que aquí predico quiero ayudarte a despertar de ella. No es de extrañar que yo no te parezca “sublime”.

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