El Hombre Multiorgásmico (15 page)

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Authors: Mantak Chia & Douglas Abrams Arava

BOOK: El Hombre Multiorgásmico
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Debes saber que algunas mujeres inicialmente se sienten incómodas o sienten el impulso de orinar cuando son estimuladas en el punto G, por tanto deberías comenzar por comentar tus planes de exploración con tu pareja y explicarle que, si ocurre, este tipo de reacción es normal. Los Brauer también recomiendan tocar suavemente en esos primeros momentos. Puede ser necesario todo un minuto para que la sensación inicial de incomodidad o el deseo de orinar desaparezcan y sean sustituidos por sensaciones placenteras. Si ella se siente incómoda o está demasiado preocupada por la sensación de tener ganas de orinar como para disfrutar de tus toques, puedes sugerirle que sea ella la que se localice el punto G. Le resultará más fácil encontrarlo si está sentada o agachada. (Si le preocupa la sensación de tener ganas de orinar, haz que orine antes de empezar a hacer el amor, así se convencerá de que tiene la vejiga vacía.)

El coito en la posición habitual del «misionero», es decir el hombre encima, a menudo deja de lado completamente el punto G. Resulta más fácil estimular esa área con el pene si tu pareja está tumbada sobre el estómago y la penetras por detrás, o si ella está encima y así puede moverse libremente para obtener placer. El movimiento de penetración superficial es el más indicado para estimular el punto G, pero, al principio, los dedos suelen ser la mejor forma de activarlo.

Algunas mujeres describen que sus puntos más sensibles se encuentran en las posiciones correspondientes a las cuatro y a las ocho horas de ese reloj imaginario, a medio camino de sus paredes vaginales. En estos lugares hay haces de terminaciones nerviosas, lo que puede explicar su sensibilidad a la presión. Tal vez hayas descubierto, por medio de caricias vaginales o de practicar la penetración en distintas direcciones, que tu pareja tiene otros puntos sensibles propiamente suyos.

Sin embargo, debes recordar que no todas las mujeres tienen un punto G u otro «punto» concreto, y que si tu pareja no lo tiene, lo último que querrás hacer es presionarla o hacerle sentirse inadecuada. Toda esta exploración está destinada a darle placer, no es un intento de encontrar los botones o palancas que la excitan. Haz que la estimulación del punto G sea uno más de los variados placeres que la ofreces.

LA EYACULACIÓN

¿Eyaculación femenina?
Varios sexólogos han descrito que el punto G puede «eyacular» un líquido claro cuando está muy excitado. Esto ha hecho que algunos concluyan que este punto es análogo a la próstata masculina (como mencionamos antes, los órganos sexuales masculinos y femeninos se desarrollan en el embrión a partir del mismo tejido). Cuando eyaculan, muchas mujeres se preocupan porque piensan que están orinando y, como mencionamos anteriormente, también pueden sentir la necesidad de orinar cuando se les estimula inicialmente el punto G. Pero el líquido que liberan no tiene nada que ver con la orina y el impulso de orinar suele desaparecer rápidamente cuando aumenta la excitación.

Cuando haces el amor, en algún momento puedes sentir que tu pene es «rociado» por un líquido, el cual en ocasiones incluso será visible: un reducido número de mujeres eyacula durante el orgasmo cierta cantidad de líquido procedente de la uretra equivalente más o menos a una cucharilla de café. (Las mujeres que eyaculan también deben aspirar su energía sexual hacia arriba, ya que pierden energía sexual al eyacular aunque en menor cantidad que los hombres.) Según el investigador Lonnie Barbach, «recientes análisis químicos practicados sobre los fluidos eyaculatorios [femeninos] sugieren que no guardan parecido a la orina ni al lubricante vaginal, sino que se parecen al fluido eyaculatorio masculino por sus altos niveles de glucosa y fosfatasa ácida. Se cree que estos fluidos se originan en un sistema de glándulas y conductos llamado glándulas parauretrales que rodean la uretra femenina y que se han desarrollado a partir del mismo tejido embrionario del que procede la próstata masculina»
[2]
.

Sea explicable o no, esta eyaculación femenina puede resultar muy sorprendente si nunca hemos oído hablar de ella. Un hombre relató que le dio en la cara la primera vez que estimuló oralmente a su novia. La presencia de esa fuerza de propulsión es probablemente un hecho aislado, pero no te sorprendas si con algunas mujeres necesitas utilizar gafas protectoras para practicar el sexo oral.

EL ANO

Para algunas mujeres el ano es una zona erógena mientras para otras queda fuera de los límites. Debes preguntar a tu pareja cuál es su caso. Si ambos estáis interesados en el coito anal o en el juego erótico anal (tocar y penetrar su ano con tu dedo), siempre es mejor empezar despacio y con mucho cuidado para asegurarse de que está abundantemente lubricado. Si su ano se contrae mientras está siendo estimulado, debes reducir la estimulación. Si permanece relajado, entonces puedes aumentarla.

LOS PECHOS

En comparación con el resto de la anatomía sexual femenina, los pechos son relativamente simples. Los pezones descansan sobre los círculos oscuros de las areolas y cuando son excitados se vuelven erectos. A pesar de su significado erótico, los pechos son muy similares a las glándulas sudoríparas y su función principal, como confirmará cualquier madre que amamante, es la de ser una fuente de leche cálida para los lactantes. Se nos pueden ocurrir todo tipo de interesantes teorías respecto a las causas de que en nuestra cultura occidental, tan acostumbrada al biberón y tan necesitada de energías nutritivas, los pechos grandes se hayan convertido en un poderoso símbolo del deseo. Sea cual sea la razón, esta abundancia de imágenes ha llevado a muchos hombres (y mujeres) a la errónea creencia de que el tamaño del pecho refleja el apetito sexual: cuanto mayores sean sus pechos, tanto mayor será el deseo sexual de la mujer. En realidad, lo que determina la capacidad de respuesta de los pechos de una mujer es su sensibilidad, experiencia y autopercepción: los mismos factores que condicionan su capacidad de respuesta sexual en general. El tamaño no tiene nada que ver con ello.

Cuando la excitación sexual se reduce a manipular una serie de «botones y palancas», los hombres suelen concentrarse en estimular los pezones de sus parejas. Algunas mujeres disfrutan de esta estimulación inmediata, pero muchas prefieren un contacto más ligero e indirecto para empezar. En general, intenta ir rodeando los pechos de tu amante para aumentar su deseo y su expectativa antes de tocar los pezones mismos. Algunas mujeres experimentan muy pocas sensaciones cuando se les tocan los pechos o los pezones, por lo que si es así, no debes sentirte decepcionado. Frótate los dedos para calentarlos antes de tocarle los pezones, de esa forma aumentarás la cantidad de chi o energía y será más fácil estimularla. Mientras tocas sus pezones ligeramente, tal vez puedas sentir un flujo eléctrico entre ellos y tus dedos. Lamer los pezones con la lengua suele ser muy eficaz porque la lengua tiene mucho chi. Algunas veces, como suele ocurrir con los hombres, las rutas nerviosas hasta los pezones necesitan ser activadas, lo que se puede lograr gracias a una estimulación suave y progresiva que requiere cierto tiempo. Pero tu pareja debe sentirse abierta a este lento despertar.

LA FERTILIDAD

Los ciclos de la fertilidad femenina y de la menstruación son especialmente sorprendentes para la mayoría de los hombres, y han dado lugar a mucho miedo y confusión. Este no es el mejor lugar para dar una lección de biología, pero hay unos cuantos hechos biológicos que todo hombre debería conocer sobre el cuerpo de su amante. Por ejemplo, ¿sabías que aunque el óvulo femenino sólo vive de doce a veinticuatro horas, la mujer puede quedarse embarazada hasta cinco días después del coito? ¿Cómo es posible? Antes de que el ovario femenino libere un óvulo, las glándulas del cuello del útero liberan mucosidad «fértil». Esta mucosidad ayuda al semen a llegar hasta el óvulo, por lo que a los diez minutos de la eyaculación los espermatozoides ya están nadando en las trompas de Falopio, meneando incesantemente la cola para llegar a aquél. Sin embargo, otros espermatozoides se quedan en la capa que recubre el canal del cuello del útero, donde son alimentados y se mueven libremente durante un período de tres a cinco días. Por tanto, si tuviste una relación el sábado por la noche y ella ha producido mucosidad fértil pero no ovula hasta el martes, podrías ser padre el miércoles. (Esto es un informe del servicio público de tu agente local de «paternidad planificada».)

Muchas mujeres se quejan de que los hombres no participan activamente en el proceso de pensar y planificar la contracepción. Gracias al aumento en el uso de preservativos esta situación está cambiando, pero todavía no lo suficiente. Es bueno conocer la diferencia entre la mucosidad fértil y la que no lo es, ya que los preservativos se pueden romper y ningún método anticonceptivo es perfecto. La mucosidad fértil es de color claro, es resbaladiza y se puede estirar. Si colocas un poco entre el pulgar y el índice, se estirará cuando separes los dedos, dejándolos conectados por un fino hilo de mucosidad. Si la mucosidad no es fértil, es de color blanco, pegajosa y menos abundante. Lo que más las diferencia es que la mucosidad que no es fértil no se estira como la que sí lo es.

Si la mujer no queda embarazada, la sangre y las células que estaban preparadas para alimentar el óvulo fertilizado se desprenden, dando comienzo la menstruación. El ciclo menstrual varía enormemente y hay pocas mujeres que tengan un ciclo exacto de veintiocho días. Los ciclos regulares pueden durar de tres a siete semanas y algunas mujeres sólo menstrúan dos o tres veces al año. Aunque la menstruación es diferente para cada mujer, lo más habitual es que comience con un flujo ligero de mucosidad rosada o unas gotas de sangre, aumente después hasta hacerse un fuerte flujo de sangre roja y posteriormente disminuya reduciéndose a unas «manchas» de un color pardusco antes de detenerse definitivamente. Algunas mujeres sangran mucho y otras poco, pero la mayoría dejan de hacerlo en el plazo de una semana.

Durante la menstruación muchas mujeres experimentan ciertos síntomas como dolores en los pechos, hinchazón, granos, dolores de cabeza, dolores en la parte inferior de la espalda, diarreas y estreñimiento (a las mujeres que sufren de herpes crónico también puede reproducírseles en este momento). Como puedes imaginar, dadas todas estas incomodidades, además del estigma que supone menstruar, muchas mujeres no tienen mucho deseo sexual durante este período. Sin embargo, para otras la menstruación es el momento de máxima excitación; evidentemente, cualquier momento del ciclo puede ser el momento de máximo deseo para algunas mujeres. En algunos casos, el coito durante la menstruación puede incluso aliviar los espasmos. Cuanto más entiendas el ciclo de tu pareja y más comprensivo puedas mostrarte, más podrás armonizar con ella tanto en el flujo rítmico de la vida como en el del amor.

Su orgasmo

El orgasmo femenino ha sido origen de siglos, por no decir milenios, de curiosidad y controversia. La profesión médica como colectivo sólo ha reconocido su existencia en este siglo y, a pesar de ello, el orgasmo femenino ha tenido que soportar mucha ignorancia y confusión desde entonces. El debate principal ha girado en torno a las diferencias y a la relativa «madurez» de los orgasmos vaginales frente a los clitoridianos
[3]
. Ahora sabemos que algunas mujeres tienen orgasmos más fácilmente con la estimulación clitoridiana y otras los tienen más fácilmente con la estimulación vaginal. Es así de simple. Uno no es mejor que el otro.

ORGASMO VAGINAL Y CLITORIDIANO

Una teoría reciente sugiere que, en realidad, hay dos nervios diferentes que son responsables de los dos tipos de orgasmos distintos. El nervio pudendo va, entre otros lugares, al clítoris, y el nervio pélvico va a la vagina y al útero; los orgasmos vaginales suelen conllevar también contracciones uterinas (ver figura 30, página 186). Uno de estos nervios, el pudendo, tiene más terminaciones nerviosas, lo que puede explicar que un mayor número de mujeres tengan orgasmos clitoridianos. El hecho de que ambos nervios se unan en la médula espinal también podría explicar el hecho de que algunas mujeres tengan orgasmos «combinados», procedentes al mismo tiempo del clítoris y de la profundidad de la vagina. Hay dos factores que parecen influenciar el hecho de que una mujer tenga orgasmos vaginales: la fuerza de su músculo PC y la sensibilidad de sus puntos G u otros puntos internos.

Las mujeres que tienen ambos tipos de orgasmos suelen ser capaces de diferenciarlos. Shere Hite, en su famoso informe sobre la sexualidad femenina, cita a una mujer que explica su experiencia:

«Durante la masturbación, experimento un orgasmo clitoridiano que se aproxima a la idea que tengo del orgasmo masculino: un aumento de sensaciones alrededor del área del clítoris y una sensación de “espasmo muscular”. El orgasmo vaginal es una sensación más abar cante, relacionada con todo el cuerpo, menos concreta a la hora de describirla: son olas de sensación más amplias». Como expusimos en el capítulo 2, también se puede afirmar que los hombres tienen dos tipos de orgasmos: el orgasmo genital (o del pene) y el orgasmo pélvico (o de la próstata). Según la sexualidad taoísta, en realidad hay muchos tipos de orgasmos que pueden tener lugar en distintas partes y, lo creamos o no, en distintos órganos del cuerpo, como el hígado o el corazón. Si puedes hacer circular la energía sexual hasta el cerebro, podrás experimentar el «orgasmo cerebral». Recuerda que un orgasmo es simplemente una contracción y una expansión, o «pulsación», y esta pulsación puede ocurrir en todo el cuerpo.

TOCARLE EL CLÍTORIS MIENTRAS HACÉIS EL AMOR

Shere Hite informa de que aproximadamente un 70 por ciento de las mujeres entrevistadas necesitaban al menos un poco de estimulación en el clítoris para tener un orgasmo. Como he mencionado, el clítoris de tu pareja es el equivalente a tu glande. Para la gran mayoría de los hombres, el glande es la parte más sensible de su anatomía sexual, de la misma forma que el clítoris lo es para la mayoría de las mujeres. Pedir a una mujer que tenga un orgasmo sin estimular su clítoris es como pedir a un hombre que lo tenga sin estimular su glande: puede hacerse pero se tarda mucho más tiempo.

Por tanto no debe sorprendernos que en la posición del misionero muchas mujeres no puedan tener orgasmos, ya que la parte más sensible de su anatomía (el clítoris) sólo recibe estimulación indirecta. A veces el hueso púbico masculino roza con el clítoris o el recubrimiento del clítoris se aprieta contra él durante el coito, pero estos rozamientos fortuitos en ningún caso pueden sustituir a la estimulación directa con el pene, los dedos o la boca. No debe sorprendernos que tanto Kinsey, como Hunt y Hite, hayan descubierto que la mitad de las mujeres nunca o casi nunca experimentan orgasmos durante el coito.

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