Read Contra el viento del Norte Online
Authors: Daniel Glattauer
Reciba un cordial saludo,
Bernhard Rothner
Tres minutos después
Fw:
Emmi, tú sabrás por qué quieres encontrarte conmigo (si es que quieres). Yo sólo puedo decirte una cosa: ¡quiero encontrarme contigo! Y ya te he explicado a fondo por qué.
Muchos besos y buenas noches,
Leo
Un minuto después
Re:
Leo Bolsa de Hielo Leike. «Así ha estado hablando conmigo este tío todo el tiempo.» Muy triste, de verdad.
Tres días después
Asunto: Preguntas pendientes
Hola, Leo:
De modo que ya no escribes por tu propia iniciativa. ¿Me responderás todavía? ¿Cuánto tiempo más? ¿Cuándo te marchas a Boston?
Saludos cordiales,
Emmi
Nueve horas después
Fw:
Buenas noches, Emmi.
Lo siento, pero en casa está todo patas arriba. Estoy metido de lleno en los preparativos para trasladarme a Estados Unidos. Me voy el 16 de julio, es decir, dentro de dos semanas. Te repito que sería bueno que pudiéramos vernos antes. Si no estás segura de si quieres, hazlo por mí. ¡A mí me apetece mucho! Me darás una gran alegría si dices que sí. Sé que luego me sentiré mejor. Y estoy seguro de que tú también estarás bien después del encuentro.
12 minutos después
Re:
¿No lo comprendes, Leo? Después del encuentro, y considerando que será un «encuentro de despedida», sólo podría sentirme bien si comprobara que eres distinto de como te muestras por escrito desde hace un año (a excepción de algunos de tus últimos mensajes, tremendamente lacónicos). Así pues, si eres «distinto», el encuentro será una gran desilusión y después estaré bien sólo porque de todas maneras era el último. De modo que si estás tan seguro de que después de la cita me sentiré bien, lo que estás diciéndome indirectamente es que el encuentro me resultará decepcionante. Así que te pregunto por segunda vez: ¿por qué iba a encontrarme contigo para tener una cita decepcionante?
Ocho minutos después
Fw:
Creo que el encuentro no tiene por qué resultarte decepcionante y que luego podrías sentirte mejor..., mejor que hoy, por ejemplo.
Un minuto después
Re:
¿Mejor que hoy? ¿Cómo sabes cómo me siento hoy?
50 segundos después
Fw:
Hoy no te sientes bien, Emmi.
30 segundos después
Re:
¿Y tú?
35 segundos después
Fw:
Yo tampoco.
25 segundos después
Re:
¿Por qué?
45 segundos después
Fw:
Por la misma razón que tú.
50 segundos después
Re:
Pero es culpa tuya, Leo. Nadie te obliga a desaparecer de mi vida.
40 segundos después
Fw:
¡Claro que sí!
40 segundos después
Re:
¿Quién?
Ocho minutos después
Re:
¿Quién?
A la mañana
Asunto: Yo
¡Yo!
Me obligo yo. La razón y yo.
Una hora y media después
Re:
¿Y quién quiere encontrarse antes conmigo? ¿También la razón y tú? ¿O la sinrazón y tú? ¿O la pura sinrazón? ¿O (la peor de las variantes) la razón pura?
20 minutos después
Fw:
Yo, la razón, los sentimientos, las manos, los pies, los ojos, la nariz, las orejas, la boca..., todo. Todo mi ser quiere encontrarse contigo, Emmi.
Tres minutos después
Re:
¿La boca?
15 minutos después
Fw:
¡Pues claro! Para hablar.
50 segundos después
Re:
¡Ah..., ya!
Dos días después
Asunto: Vale
Hola, Leo
Por mí arriesguémonos, encontrémonos, qué más da. ¿Cuándo tienes tiempo esta semana?
Media hora después
Fw:
Cuando quieras. ¿Miércoles, jueves, viernes?
Un minuto después
Re:
Mañana.
Tres minutos después
Fw:
¿Mañana? De acuerdo, mañana. ¿Por la mañana, al mediodía, por la tarde, por la noche?
Un minuto después
Re:
Por la tarde. ¿Dónde?
Diez minutos después
Fw:
En el bar que prefieras. En el restaurante que prefieras. En el museo que prefieras. Para dar un paseo por el parque que prefieras. En el banco del parque que prefieras. O en cualquier otro sitio que prefieras.
50 segundos después
Re:
En tu casa.
Ocho minutos después
Fw:
¿Por qué?
40 segundos después
Re:
¿Por qué no?
Un minuto después
Fw:
¿Qué te propones?
55 segundos después
Re:
¿Qué te propones TÚ, Leo? Eres TÚ el que quiere este encuentro de despedida, si me permites que te lo recuerde.
35 minutos después
Fw:
No me propongo nada. Sólo quiero ver a la mujer que durante meses me ha acompañado, ha marcado mi vida. Quiero escucharle decir algo más con su agradable voz, algo más que «whisky» y «ombligo». Quiero mirarle los labios cuando dice: «¿Qué te propones TÚ, Leo? Eres TÚ el que quiere este encuentro de despedida, si me permites que te lo recuerde». ¿Cómo se mueven las comisuras de su boca, cómo brillan sus ojos, cómo se arquean sus cejas cuando pronuncia esas frases? ¿Qué gestos acompañan su ironía? ¿Qué huellas ha dejado en sus mejillas el viento del norte nocturno con el paso de los años? Cientos de cosas semejantes me interesan de Emmi.
Cinco minutos después
Re:
Tu interés llega bastante tarde, Leo. Tendrás poco tiempo para tus estudios de campo faciales en una noche. ¿Con cuántas horas contabas? ¿Cuánto tiempo quieres que me quede?
Tres minutos después
Fw:
Todo el que queramos.
Un minuto después
Re:
¿Y si no queremos los dos la misma cantidad de tiempo?
Cuatro minutos después
Fw:
Entonces posiblemente se imponga el que quiera menos.
50 segundos después
Re:
Quieres decir que te impondrás TÚ.
40 segundos después
Fw:
Nadie ha dicho tal cosa.
20 minutos después
Re:
Es asombroso cuántas cosas no se han dicho a pesar de que hablamos sin parar. Por ejemplo: ¿cómo nos saludaremos? ¿Nos daremos un apretón de manos? ¿O una palmadita en el hombro? ¿Quieres que te tienda unos dedos largos y finos para que me beses la mano? ¿Quieres que te presente una mejilla modelada por el viento del norte? ¿Me ofrecerás tu boca? ¿O nos quedaremos un rato mirándonos fijamente como si fuésemos extraterrestres?
Tres minutos después
Fw:
Propongo que yo te dé una copa de vino y que brindemos. Por nosotros.
Dos minutos después
Re:
¿No tienes whisky? Pero no una botella roñosa con el fondo cubierto de algas donde aún oscilan tres milímetros de un líquido de color amarillo oscuro. En tal caso me impondré YO y será un encuentro breve.
Un minuto después
Fw:
Nuestro encuentro no empeorará por el whisky.
45 segundos después
Re:
¿Por qué, entonces?
Dos minutos después
Fw:
Por nada, será un encuentro bonito, agradable, saludable y vital, Emmi, ya lo verás.
Tres horas después
Re:
¿Tienes tiempo todavía, Leo? Sé que ya es tarde. Pero tómate una copa de vino tinto, que siempre te sienta bien. Es que aún tengo algunas preguntas, varias cosas me rondan por la cabeza. Por ejemplo, sobre mi especialidad: 1) ¿Consideras posible que quieras hacer el amor conmigo en nuestra «velada de despedida»? 2) ¿Consideras probable que yo quiera hacer el amor contigo? 3) Si ambas respuestas son positivas (y si efectivamente lo hacemos), ¿crees de veras que después estaríamos mejor? Me refiero a lo que me prometiste: «Y estoy seguro de que tú también estarás bien después del encuentro». 4) ¿Cómo encaja eso con tu pronóstico de que no querré verte una segunda vez?
Diez minutos después
Fw:
1) Que yo quiera hacer el amor lo considero posible, aunque no necesariamente lo manifieste.
2) Que tú quieras hacer el amor lo considero posible, aunque no muy probable.
3) ¿Que si luego estaremos mejor? Sí, claro, eso creo.
4) No querrás volver a verme, porque tienes familia y después de nuestro encuentro sabrás exactamente cuál es tu sitio.
Siete minutos después
Re:
1) ¿Acaso crees que no notaré si quieres hacer el amor?
2) Sobre si yo querré: eso de «no muy probable» no dista mucho de la verdad. (Sólo lo digo para que no te hagas ilusiones.)
3) Que luego estaremos mejor: es bueno que alguna que otra vez hables como un típico hombre, te hace muy terrenal.
4) Que yo sabré cuál es mi sitio: ¿de veras crees que puedes saberlo de antemano mejor que yo misma?
Y una última pregunta antes de irme a la cama, Leo: ¿sigues un poco enamorado de mí?
Un minuto después
Fw:
¿Un poco?
Dos minutos después
Re:
Buenas noches. Yo estoy muy enamorada de ti. Tengo miedo de nuestra cita. No puedo ni quiero imaginarme que luego te pierda.
Con amor, Emmi
Tres minutos después
Fw:
No hay que pensar nunca en «perder». De sólo pensarlo se pierde.
Buenas noches, amor mío.
Al día siguiente
Sin asunto
Buenos días, Leo.
No he dormido nada. ¿De verdad quieres que vaya esta noche a tu casa?
Cinco minutos después
Fw:
Buenos días, Emmi.
Está bien que hayamos compartido la noche en vela.
Sí, ven. ¿Te parece bien a las siete? Así podremos sentarnos un rato en la terraza.
Dos horas después
Re:
Leo, Leo, Leo... Supongamos que la noche es mejor de lo que esperas. Supongamos que te enamoras de la mujer que ves, de los gestos que acompañan su ironía, del tono de sus palabras, de los movimientos de sus manos, de los ojos, del pelo (dejemos de lado los pechos), del lóbulo de su oreja derecha, de su tibia izquierda, de lo que sea, da igual. Supongamos que sientes que nos une mucho más que el servidor de Internet, que no pudo haber sido casualidad que nos conociéramos... ¿No es posible que quieras volver a verme, Leo? ¿No es posible que quieras seguir escribiéndome, incluso desde Boston? ¿No es posible que quieras salir conmigo? ¿No es posible que quieras quedarte conmigo? ¿No es posible que quieras vivir conmigo?
Diez minutos después
Fw:
TÚ NO ERES LIBRE PARA VIVIR CONMIGO, EMMI.
35 minutos después
Re:
Supongamos que fuera libre para vivir contigo.
45 segundos después
Re:
¡Leeeeeeeeeeeeeo! ¿No se te ocurre ninguna respuesta?
Tres minutos después
Fw:
Querida Emmi:
Supongamos que para mí hay una suposición de más. Supongamos que sencillamente no puedo suponer que eres libre, por la simple razón de que no lo eres ni lo serás. Que te «tomes libre» esta noche de tu familia, libre para estar conmigo, sería muy bueno para mí (y espero que para ti también). Pero eso no quiere decir ni mucho menos que seas libre para mí. Normalmente soy bastante bueno para suponer suposiciones, pero me es del todo imposible suponer esa suposición, por más fascinante que suene. ¿Me permites que en esta ocasión sea yo quien te haga una pregunta a ti? Sé que no te gusta esta clase de preguntas. Pero ésta me parece bastante relevante. Y bien: ¿adónde le dirás a tu marido que vas esta noche?
Nueve minutos después
Re.
¿Es que no puedes dejarlo de una vez, Leo? Le diré: «Voy a encontrarme con un amigo». Él preguntará: «¿Lo conozco?». Yo le responderé: «Creo que no, no te he contado casi nada de él». Y añadiré: «Tenemos mucho de que hablar, es posible que se haga tarde». Él dirá: «Que te diviertas».
20 minutos después
Fw:
¿Y si no vuelves a casa hasta la madrugada? ¿Qué dirá él?
Tres minutos después
Re:
¿Consideras posible que no vuelva a casa hasta la madrugada? Estoy descubriendo rasgos completamente nuevos en tu personalidad.
Ocho minutos después
Fw:
¿Qué decía Emmi Rothner? «Con posterioridad suelen ocurrir cosas que de antemano no habían...» En una palabra: todo es posible. Yo también empiezo a creerlo.
Cuatro minutos después
Re;
¡Vaya, qué interesante! Me gusta que hables así. (Quizá porque son mis palabras.) Por cierto: faltan apenas cuatro horas. ¿Quieres que te diga a cuál de las tres Emmi del café le abrirás la puerta?
Tres minutos después
Fw:
¡No, no me lo digas, Emmi! Al contrario. Te propongo algo. No te rías, hablo en serio. Me gustaría dejar la puerta entornada. Tú pasas al recibidor y entras en la primera habitación a la izquierda, que está a oscuras... Yo te abrazo sin verte. Te beso a ciegas. Un beso. ¡Uno solo!
50 segundos después
Re:
¿Y luego me marcho otra vez?
Tres minutos después
Fw:
¡Claro que no! Un beso..., luego subimos las persianas y vemos a quién hemos besado. Luego te doy una copa de vino y brindamos por nosotros. Y luego ya veremos.
Un minuto después
Re:
¡Para mí un vaso de whisky! Por lo demás estoy de acuerdo con tu ritual de recibimiento. En el fondo no es otra cosa que el numerito de la venda en los ojos, sólo que sin venda, o sea, un poco más romántico. ¡Claro que lo hacemos! Mmm..., ¿lo hacemos de veras? Es una locura, ¿no?
40 segundos después
Fw:
¡Claro que lo hacemos de veras!
Cuatro minutos después
Re:
Pero, Leo, arriesgado es. No tengo ni idea de si me gusta cómo besas. ¿Cómo son tus besos? ¿Fuertes o más bien suaves, secos o más bien húmedos? ¿Cómo son tus dientes? ¿Afilados o romos? ¿Cómo de agresiva y de ágil es tu lengua? ¿Se parece a un plástico duro o más bien a gomaespuma? ¿Besas con los ojos abiertos o cerrados? (Vale, en el caso de la degustación a ciegas es lo mismo.) ¿Qué haces con las manos? ¿Vas a tocarme? ¿Dónde? ¿Con cuánta fuerza? ¿Eres silencioso o respiras fuerte? ¿O haces ruido con la boca? Pues bien, dime, Leo: ¿cómo besas?