Cerulean Sins (49 page)

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Authors: Laurell K. Hamilton

Tags: #Fantástico, #Erótico

BOOK: Cerulean Sins
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Abrí el Jeep y escuché el timbre de mi teléfono móvil. Lo había dejado en el coche, olvidando que lo tenía. Me metí en la piel caliente de los asientos, buscando el teléfono debajo del asiento, mientras cerraba la puerta detrás de mí. Sí, hubiera estado más fresca con la puerta abierta, pero no quería tener mis piernas colgando fuera de la puerta abierta mientras estaba en el asiento. No porque los malos estaban detrás de mí, sino por la paranoia de chica normal.

Finalmente lo encontré en el asiento, justo cuando sonaba el cuarto timbre antes del último tono antes del contestador.

—Sí, soy yo, ¿Qué? —Sonaba ruda, sin aliento, pero al menos descolgué.

—¿
Ma petite
? —Jean-Claude lo hizo en forma de pregunta como si no estuviera seguro de estar hablando conmigo.

Con la palanca de cambios contra mi costado y el cuero caliente contra mi brazo, me sentía mejor. Era bueno escuchar su voz, saber que él me había llamado primero. No podía estar del todo enfadado conmigo si llamaba primero.

—Soy yo, Jean-Claude, se me olvidó de nuevo el móvil en el Jeep, lo siento. —Quería decir otras cosas, pero no podía conseguir que las palabras llegaran a mi boca. Parte del problema era que no sabía cuáles eran las palabras correctas.

—La policía se llevó a Jason —dijo.

—¿Qué has dicho?

—La policía llegó y se llevó a Jason. —Su voz estaba solo informando, era vacía. Lo cual por lo general decía que escondía un montón de emociones, de las cuales ninguna quería compartir.

Me moví una pulgada para que la palanca de cambios no me punzara y me coloqué en el asiento. El primer indicio de pánico revoloteó en mi estómago.

—¿Por qué se lo llevaron? —Mi voz sonó casi tan normal como la de Jean-Claude.

—Para ser interrogado sobre un asesinato. —Su voz vacía, como si la palabra asesinato no hubiera estado allí.

—¿Qué crimen? —pregunte, mi voz seguía vacía.

—El Sargento Zerbrowski dijo que tú lo adivinarías. Lo de llevar a Jason a una escena del crimen fue mala idea. No estaba enterado de que llevaras visitas a las escenas del crimen.

—Haces que suene como si estuviera visitando a unos amigos.

—No quería ofenderte, pero ¿Por qué estaba Jason contigo?

—No me sentía lo suficientemente bien como para conducir, y la policía no quiso esperar a que me sintiera mejor.

—¿Por qué estabas lo suficientemente enferma como para no conducir?

—Bueno, parece ser que Asher tomo un infierno de mucha sangre de mí. Y tuve una mala reacción al tener mi mente ida. Me dejó sintiéndome un poco enferma.

—¿Qué tan mal? —preguntó y había ahora algo en su voz vacía, algo que no lograba entender.

—Me desmayé un par de veces y vomité, ¿de acuerdo? Ahora vamos a concentrarnos en la crisis actual. ¿Detuvieron a Jason?

—No tengo ni idea de eso, pero creo que no. Sin embargo, se lo llevaron con las esposas.

—Eso es normal con cualquier licántropo —dije. Me empujé hacía arriba, así me pude sentar en el asiento en vez de estar atravesada en él. La parte delantera de un Jeep no estaba hecha para estar atravesada—. ¿Sabes si no lo detuvieron es libre de salir del interrogatorio en cualquier momento?

—Esa es una bonita teoría,
ma petite
.

—Es la ley —dije.

—Tal vez para los seres humanos —dijo con voz suave.

No pude contener la indignación en mi voz.

—La ley se aplica a todo el mundo, Jean-Claude, es la forma en la que el sistema funciona.

Soltó una carcajada suave y por una vez solo era una risa sin nada del otro mundo.

—No puedes ser tan ingenua,
ma petite
.

—Si la ley no se aplica uniformemente a todo el mundo, entonces no funciona en absoluto.

—No voy a discutir eso contigo,
ma petite
.

—Si Zerbrowski lo recogió, se dónde llevaron a Jason. No estoy lejos de la sede del RPIT.

—¿Qué vas a hacer? —Pregunto, la voz todavía al borde de una suave risa.

—Sacar a Jason —dije, poniéndome el cinturón de seguridad y tratando de mantener el teléfono en mi hombro el suficiente tiempo para poner el Jeep en marcha.

—¿Crees que es posible? —preguntó.

—Claro —dije, y casi se me cayó el teléfono, pero había encendido el Jeep. Parecía que hoy tenía dificultad de coordinación.

—Suenas muy segura,
ma petite
.

—Estoy segura. —Lo estaba, pero la sensación de aleteo en mi estómago no—. Tengo que irme.

—Buena suerte,
ma petite
, espero que rescates a nuestro lobo.

—Haré mi mejor esfuerzo.

—De eso no hay duda.
Je t´aime, ma petite
.

—Yo también te amo. Colgamos, por lo menos habíamos terminado con un te quiero. Era mejor que gritarnos el uno al otro. Dejé el teléfono en el asiento de al lado y puse el Jeep en marcha.

Una emergencia a la vez. Salvar a Jason, ponerme en contacto con algunas personas que conocía para ver si sabían algo de Heinrick y luego prepararme para el gran banquete con Musette y compañía. Ah, y averiguar cómo mantener el lío con Asher formando parte permanente entre Jean-Claude y yo. Otro día en mi vida. Este era uno de esos días en los que pensaba que una nueva vida, una vida diferente, no sería tan mala. ¿Cómo iba a regresar a una vida que había dejado a los veinte años? ¿Dónde iba a obtener una nueva vida, cuando la vieja te tiene tan desconcertada que no sabes qué hacer? Ojalá lo supiera.

TREINTA Y NUEVE

Nadie me detuvo en la puerta. Nadie me detuvo en la escalera. De hecho, la gente decía:

—Hola, Anita, ¿cómo estás? —No era un miembro oficial del equipo Regional de Investigación Preternatural, pero había trabajado con ellos durante tanto tiempo que era como el mobiliario de la oficina, algo que estaba allí, aceptada, aunque en espera.

Fue la detective Jessica Arnet quien finalmente me dijo algo que no era justo.

—Hola. ¿Dónde está esa monada que siempre llevas a cuestas?

—¿Quién? —pregunté.

Se echó a reír, y se sonrojó un poco. Fue el rubor lo que me llamó la atención. Ella siempre coqueteaba con Nathaniel, pero nunca había pensado mucho en ello, hasta que vi su rubor.

—Parece que tienes más que tu cuota de monadas, pero me refería al que tiene los ojos de color violeta.

Tendría que apostar dinero para que ella supiera exactamente que su nombre era Nathaniel.

—Hoy se quedó en casa —dije.

Puso la pila de carpetas sobre una mesa, no la suya, y se echó hacia atrás el cabello de su cara. No había suficiente cabello oscuro para hacerlo retroceder. Se veía como un viejo gesto desde el momento en que había tenido el pelo más largo. Corto, apenas por debajo del nivel de la oreja realmente no halagaba su cara. Pero la cara era buena, triangular, con los huesos delicados que enmarcaban su sonrisa agradable. Nunca lo había notado, pero era bonita.

Nathaniel no quería volver a la cita, ¿sólo la cita? Esto no eran cosas de dominio y sumisión, sino de cena y película. Algún día tendría el
ardeur
bajo el control y no necesitaría un
pomme de sang
, ¿verdad? Ese había sido el plan. Así que a Nathaniel le gustaba actualizarse. ¿Por qué no? Si no me iba a quedar con él, él debería tener citas. Me dolía la cabeza desde el punto entre los ojos.

La Detective Arnet casi me tocó el brazo, pero se detuvo a mitad del gesto.

—¿Estás bien?

Forcé una sonrisa.

—Busco a Zerbrowski.

Me dijo que estaba en el cuarto, porque no sabía que no debía entrar. Infiernos, no estaba ni siquiera segura de que no debía entrar. Técnicamente, esto era parte de la investigación en que Dolph había querido que entrara, así que tenía derecho a estar ahí cuando se interrogaba a los sospechosos. En mi cabeza todo sonaba lógico, pero un poco desesperada, como si estuviera intentando muy duro convencerme a mí misma.

Me acerqué de puntillas a la puerta, por lo que pude mirar por la pequeña ventana. La pantalla te hacía pensar que todas las salas de interrogatorio de la policía tenían un enorme espejo que ocupaba casi una pared entera. Eran muy pocos los departamentos o el presupuesto o el espacio para ese tipo de cosas. La pantalla se utilizaba porque era más dramático y hacía el trabajo de la sala más fácil. Me pareció que la vida real era lo suficientemente dramática, sin grandes ventanas, y no había ángulos de la sala buenos, sólo dolor. O tal vez sólo estaba de mal humor.

Quería echar un vistazo rápido a la habitación para estar un cien por ciento segura de que tenía el lugar correcto. Jason estaba en la mesita, Zerbrowski estaba sentado delante de él, pero lo que me desconcertó, fue que Dolph estaba apoyado contra la pared del fondo. Zerbrowski había dicho que estaba de permiso durante un par de semanas. ¿Zerbrowski me había mentido? No me sentí bien. Pero ¿qué estaba haciendo Dolph aquí?

Di un fuerte golpe a la puerta. Esperé, preparándome para tranquilizarme, o al menos para buscar la tranquilidad. Zerbrowski abrió una rendija de la puerta. Sus ojos parecieron sorprendidos detrás de sus gafas.

—Este no es un buen momento —dijo. Trató de decirme con sus ojos que Dolph estaba en la habitación.

—Sé que Dolph está aquí, Zerbrowski. Pensaba que estaba de baja durante unas semanas.

Zerbrowski suspiró, pero sus ojos estaban enojados. Enojado conmigo, creo, porque no me fui, y empeoré las cosas. Empeorar las cosas era una de mis especialidades; Zerbrowski debería haber sabido eso, por ahora.

—El teniente Storr está aquí porque sigue siendo el jefe del equipo Regional de Investigación Preternatural, y trajo a este sospechoso a nuestra atención.

—¿Sospechoso? ¿Por qué Jason es un sospechoso?

—No quiero hacer esto en el pasillo, Anita.

—No, no quieres que entre en la habitación, para que todos podamos hablar como seres humanos civilizados. Eres el que me mantiene en el pasillo.

Se lamió los labios, y casi se giró y miró a Dolph, pero luchó contra la tentación.

—Ven —bajó la voz a un susurro—, pero quédate a este lado de la habitación.

Seguí a Zerbrowski dentro y fue cuando me hizo señas para que acabara con la mesa entre Dolph y yo. Era casi como si Zerbrowski no confiara en lo que Dolph haría.

—No dejes que se siente —dijo Dolph.

Zerbrowski cuadró los hombros y se enfrentó a Dolph.

—Le pedimos que nos ayudara en esta escena del crimen, Dolph.

—No —dijo.

—En realidad, sí, lo hicisteis —dije.

Dolph abrió la boca, luego la cerró en una delgada línea apretada. Se abrazó con los brazos tan fuerte, que parecía dolerle, como si no se fiara de lo que sus manos harían si no estuvieran envueltas alrededor de algo. Había un destello de tanta rabia en sus ojos. Por lo general eran unos de los mejores ojos de la policía que había visto nunca, vacíos, sin nada. Hoy en día tus ojos lo dan todo, pero no lo entendía cuando venía la ira.

Jason estaba sentado en el extremo de la mesa, intentando parecer lo más pequeño e inofensivo como fuera posible. Desde que no era mucho más alto que yo, estaba haciendo un buen trabajo.

Zerbrowski cerró la puerta y se sentó en el lado de la mesa cerca de Dolph, me dejó la silla más alejada.

No me senté.

—¿Por qué meter a Jason?

—Tiene heridas defensivas en su cuerpo en consonancia con el delito.

—En realidad no crees que Jason esté involucrado en esta… —busqué la palabra—, masacre, ¿no?

—Es un hombre lobo y tiene heridas de defensa —dijo Dolph—, si no violó a nuestra víctima, violó alguien.

—Estás aquí para observar, teniente —dijo Zerbrowski, pero su rostro decía claramente que habría estado mejor en cualquier lugar que aquí sentado, diciendo a Dolph que se metiera en sus asuntos.

Dolph empezó a decir algo, y luego se detuvo por la fuerza de voluntad de la paz.

—Bien, bien, sargento, adelante. —Estas dos últimas palabras tenían más calor que un incendio forestal.

—Espera —dije—. ¿Qué has dicho de la violación?

—Hemos encontrado semen en el primer lugar del asesinato —dijo Zerbrowski.

—¿La crucifixión? —pregunté.

—No —dijo con dureza Dolph—, la mujer que quedó hecha trizas.

—El semen no significa violación en una escena como esa, sólo que se divirtió. Está enfermo, pero no significa necesariamente contacto sexual real. Vi el cuerpo, no había suficiente partes de ella para saber si le tocó así, o no. —Tuve un pensamiento, un pensamiento horrible—. Por favor, dime que no te refieres a la cabeza.

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