Bruja blanca, magia negra (87 page)

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Authors: Kim Harrison

Tags: #Fantástico, Romántico

BOOK: Bruja blanca, magia negra
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—¡Jenks! —le reproché, y Pierce posó su mano sobre mi hombro.

—Esa es precisamente mi intención, Jenks —respondió galantemente y me pregunté si se referiría a largarse o a convertirme en una niñata enamorada.

Pierce se inclinó hacia Rex, que estaba enroscado alrededor de sus tobillos.

—Tengo que irme —dijo cogiéndola en brazos—. Quería darte una explicación antes de que Al te llenara la cabeza con su versión de lo que sucedió la semana pasada. Te veré en cuanto pueda. Como demonio, Al es de una perversión extremadamente refinada. Me divierte mucho competir con él en lo que a astucia se refiere.

¿
Está jugando con Al
?

—Pierce… —dije, intentando contener la risa. ¡Estaba tan confundida! ¿Se había escapado? ¿Había utilizado a Al para conseguir un cuerpo y después se había escaqueado?

Pierce volvió a mirarme.

—Tengo que salir de aquí inmediatamente, pero hasta que me encuentre en una situación más propicia, pensaré en ti todas las noches, desde el momento en que se encienden las velas hasta la puesta de sol.

—¡Espera un momento, Pierce! Yo no…

Pero antes de que pudiera terminar la frase, se abalanzó sobre mí y me propinó un sonoro beso. Me lo había robado. Era la única forma que tenía de describirlo. Me había robado un beso, rodeándome con sus brazos y sujetándome con fuerza mientras me besaba y me dejaba sin respiración.

—¡Eh! —exclamé sin alejarlo de mí, sino retirándome. Él me soltó, inclinó la cabeza… y se desvaneció dejando un suave olor a polvo de carbón y betún para zapatos.

Me quedé mirando el lugar en el que había estado apenas un segundo antes, y desde detrás de mí me llegó el ruido de un cubito de hielo olvidado al golpear el suelo.

—Esto… ¿Jenks? —acerté a decir. Pierce se había presentado. Y había vuelto del revés todo mi mundo. Había escapado a las garras de Al sin ayuda de nadie y había venido a jactarse de su hazaña. ¡Oh…! Estaba metida en un buen lío.

—¡No! —gritó Jenks—. ¡Maldita sea su estampa! —vociferó hecho un basilisco mientras arrojaba un montón de chispas encendidas a unos treinta centímetros de la encimera—. ¡No pienso dejar que te pilles por él, Rachel! ¡No!

No obstante, mientras me acariciaba los labios, recordando el tacto de los suyos, pensé que tal vez era demasiado tarde. Era tan… tan de mi estilo. Y acababa de despertar algo en mí que no sentía desde que tenía dieciocho años. Y con esa idea en mente, me quedé blanca. ¡Maldición! ¡Ford tenía razón! Por eso no había tenido suerte con los hombres. Los había estado comparando con Pierce y todos ellos habían salido perdiendo. Estaba metida en un lío. ¡Uno enorme! Quizás, cuando tenía dieciocho años, me parecía romántico estar relacionada con un brujo astuto, inteligente, temerario y atractivo capaz de enfrentarse a demonios, vampiros y a la AFI, pero con el tiempo me había vuelto más sensata, ¿no? ¡¿No?!

La presión del aire cambió de nuevo con una fuerte explosión y me escondí detrás de la encimera mientras Jenks salía disparado hasta el techo.

—¡Bruja! —bramó Al obligándome a asomarme por encima de la isla. Justo en ese momento sus ojos se toparon con los míos y me espetó—: ¡¿Dónde está mi familiar?!

Yo me puse en pie con un asomo de sonrisa en las comisuras de mis labios.

—Ummm…, estaba aquí hace un momento —le informé—. Yo no lo invoqué, se presentó sin avisar —añadí mirándolo fijamente. Él entornó los ojos, como si estuviera evaluando la fiabilidad de mis palabras—. Más o menos como acabas de hacer tú. Surgiendo de la nada y luego desapareciendo.

—¡¿Adónde ha ido?! —inquirió a voz en grito, apretando con fuerza sus puños enguantados—. ¡Le había tendido una emboscada que hasta el mismísimo Alejandro Magno habría tardado una eternidad en frustrar, y él lo logra en tan solo una semana! —protestó dando un paso hacia delante, y giró como un molinillo cuando el tacón de una de sus botas se topó con un cubito de hielo.

—No lo sé —dije—. ¡Ya te he dicho que no lo sé! —repetí cuando el demonio me amenazó con un terrible rugido—. Creo que se fue por ahí —añadí señalando hacia un lugar impreciso.

Emitiendo un sonido de desagrado, Al se tiró de la levita.

—Nos vemos el sábado, Rachel —murmuró a regañadientes—. Y tráete una cuerda con el interior de plata para atar a Gordian Nathaniel Pierce. Si consigo encontrarlo, pienso vendérselo a Newt. Te lo juro, si no fuera porque lo necesito, me lo cargaría personalmente.

Y con una fétida ráfaga de aire, el demonio desapareció.

Me quedé mirando al vacío, parpadeando.

—¡Por todos los descendientes de Campanilla! —susurró Jenks desde el cacillo de servir—. ¡Si no lo veo, no lo creo!

Me recliné sobre la encimera y sacudí la cabeza. Desde la parte delantera de la iglesia se escuchó el ruido de la puerta al abrirse.

—¿Rachel? —oí decir a Ivy—. ¡Ya estoy en casa! ¿Por qué se ha presentado Pierce en mi coche y me ha pedido que comprara un
latte
grande, doble de café, de mezcla italiana con poca espuma, extra de canela y un chorrito de frambuesa?

En mis labios se dibujó una sonrisa.

Me encanta mi vida
.

KIM HARRISON, nació y creció en el Medio Oeste de Estados Unido. Después de licenciarse en Ciencias, se mudó a Carolina del Sur, donde vive desde entonces. Ha sido galardonada con premios como el PEARL y el Romantic Times, y figura de manera habitual en la lista de superventas de
The New York Times
.

Sus relatos han sido publicados junto con los de algunas de las mejores del género: Meg Cabot y Stephenie Meyer.

Sus novelas incluyen
Bruja mala nunca muere
,
El bueno, el feo y la bruja
,
Antes bruja que muerta
,
Por un puñado de hechizos
,
Por unos demonios más
,
Fuera de la ley
y
Bruja blanca, magia negra
, además de otros tres títulos, que también han alcanzado el número 1 en ventas en EE. UU.

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