Authors: John Norman
La besé suavemente en los labios. Nuestros labios se fundieron por un momento. Luego la abracé y la besé largamente.
—Intentaré complacerte, amo —me dijo.
Oí al eslín arañar el suelo. Ram tosió. Los cazadores rojos estaban en sus trineos.
Me di la vuelta para mirar una vez más a mis espaldas. Es ésta una costumbre de los cazadores rojos: esto les permite ver cómo verán el terreno en el viaje de vuelta. Pero yo pensaba que no volvería nunca por aquel camino.
Vi el hielo del mar polar, y las estrellas, y la casa de festejos, en la que Imnak cantaba.
Entonces me volví y alcé el brazo. A mi izquierda, hacia el este, estaba el primer destello de luz, un amanecer que daría comienzo al largo día de la primavera y el verano árticos. La noche había pasado.
Bajé el brazo.
—¡Vamos! —dije—. ¡Vamos!
Los ocho trineos se alejaron del campamento. Yo caminaba tras el trineo. Las chicas caminaban conmigo.
Nadie advirtió nuestra marcha.