Authors: Brian Lumley
Sí, ¡y necesitaban con urgencia un chivo expiatorio!
Creo que, incluso sin las piadosas protestas y aspavientos y gritos de horror de Inocencio, habría sido perseguido. En todo caso, esto fue lo que ocurrió. El Papa se había enfurecido por el saqueo de Zara; al principio le había encantado la toma de Constantinopla, pero después se había aterrorizado al enterarse de las atrocidades cometidas y se lavó las manos de la Cruzada. Lejos de ayudar a los verdaderos soldados cristianos en su lucha contra el Islam, pareció que su único objetivo había sido conquistar territorios cristianos. Y en cuanto al comportamiento blasfemo y generalmente atroz de los cruzados en los lugares santos de Constantinopla
…
Repito: necesitaban un chivo expiatorio, y no tenían que buscarlo muy lejos. Cierto «mercenario sediento de sangre reclutado en Zara» serviría muy bien para esto. Inocencio había ordenado, mediante comunicados secretos, que los responsables directos de «graves actos de crueldad excesiva y antinatural», no debían ganar «gloria ni ricas recompensas ni tierras» por su barbarie. Sus nombres no debían ser pronunciados por los hombres buenos y fieles, sino «borrados para siempre de los archivos». No había que mostrar «respeto ni alta consideración» a tan grandes pecadores, pues habían demostrado con sus actos que sólo eran «dignos de desprecio»
. ¡Ay!
Era peor que la excomunión: ¡era una sentencia de muerte!
La excomunión… Yo había abrazado la causa de la Cruz en Zara por conveniencia. No significaba nada para mí. Una cruz es un símbolo, nada más. Sin embargo, pronto llegaría a odiar ese símbolo
.
Mis
szgany y yo
teníamos una casa grande en las afueras de la ciudad saqueada. Había sido un palacio o algo parecido, pero ahora estaba llena de vino y de botín y de prostitutas. Los otros grupos mercenarios habían entregado el producto del pillaje a sus amos cruzados y cobrado la parte establecida; pero yo no lo había hecho. Porque todavía no nos habían pagado. Tal vez cometí un error. En verdad, nuestro botín era un incentivo más para la traición de los cruzados
.
Vinieron de noche, y ésa fue su equivocación. Yo soy —o era— wamphyri: la noche era mi elemento. Alguna premonición de vampiro me había advertido que no todo andaba bien. Estaba despierto y al acecho cuando se produjo el ataque. Desperté a mis hombres y ellos se apercibieron también, pero de poco sirvió; éramos muy inferiores en número y mis hombres, pillados por sorpresa, estaban aún medio dormidos. Cuando la casa empezó a arder, supe que no podía triunfar. Aunque hubiese liquidado a todos aquellos cruzados, sólo eran una pequeña parte de la fuerza total. Probablemente se habían jugado a los dados, con otros diez grupos iguales, el privilegio de matarme y robarme. Además, si habían sospechado lo que yo era —y así parecía indicarlo el fuego—, resultaba obvio que mi situación sería insostenible
.
Cogí oro y muchas piedras preciosas y huí en la oscuridad. De pasada, me llevé a uno de los atacantes. Era francés, sólo un muchacho, y acabé muy rápido con él, pues no tenía tiempo que perder. Sin embargo, antes de morir, me dijo de qué iba todo aquello. Desde aquel día, he odiado la cruz y a todos los que la llevan o viven a su sombra o bajo su influencia
.
De mis
szgany,
no sobrevivió uno solo para seguirme fuera de aquel lugar; pero más tarde me enteré de que dos de ellos habían sido hechos prisioneros para ser interrogados. Me mantuve apartado y observé el incendio desde lejos. Y como aquel infierno había sido rodeado por los cruzados, sólo pude presumir que suponían que había muerto entre las llamas. Muy bien, no les quitaría la ilusión
.
De pronto estaba solo y muy lejos de mi casa. Bueno, ¿no había deseado ver el mundo?
Ahora bien, he dicho que estaba lejos de mi casa. Medida la distancia en kilómetros, esta declaración parece ser muy inexacta. Pero ¿dónde
estaba,
en verdad, mi casa? Difícilmente podía regresar a Hungría, al menos hasta dentro de algún tiempo. Valaquia no era sitio adecuado para mí, y mi viejo castillo del Khorvaty, mirando hacia Rusia, se hallaba en ruinas. Entonces, ¿qué tenía que hacer? ¿Adonde ir? ¡Ah, pero el mundo es un lugar muy vasto!
Detallar mis aventuras desde entonces en adelante requeriría demasiado tiempo. Sólo esbozaré mis hazañas y mis viajes, y discúlpame o llena tú mismo las lagunas o los saltos en el tiempo
.
No había que pensar en el norte; tampoco en el oeste; me dirigí hacia el este. Era el año 1204. ¿Necesito recordarte a alguien que surgió en Mongolia sólo dos años más tarde? Desde luego, no; se llamaba Temujin, más tarde Genghis Khan. Con un grupo de
uighurs
me uní a él y le ayudé a someter y unir las últimas tribus revoltosas mongólicas, hasta que toda Mongolia quedó por fin unificada. Demostré ser un señor de la guerra capacitado y él me mostró algún respeto. Con un pequeño esfuerzo, pude cambiar mis facciones para adecuarlas a mi papel; esto es lo mismo que decir que, a fuerza de voluntad, puse mi carne de vampiro en un nuevo molde. Desde luego, el khan sabía que yo no era mongol, pero al menos era aceptable; y más tarde tendría él muchos mercenarios bajo su mando, por lo que mi participación no era en modo alguno una rareza
.
Estuve con él contra los chinos, cuando penetramos en la Gran Muralla y, después de su muerte, estuve allí para presenciar la destrucción total del Imperio. Traspasé mi «lealtad» al nieto de Genghis, Batu. Podría haber ofrecido mis servicios a otros khanes mongoles, ¡pero el objetivo de Batu era Europa! Una cosa era volver como un hombre solo, y otra muy distinta regresar como general de un ejército mongol
.
En el invierno de 1237-1238, en una campaña relámpago, derrotamos a los principados rusos. En 1240, tomamos Kiev por asalto y la incendiamos. Desde allí, atacamos Polonia y Hungría. Sólo la muerte del Gran Khan Ojedei, en 1241, salvó Europa en su totalidad. Entonces hubo disputas sobre la sucesión y se estancaron las campañas hacia el oeste
.
Más tarde llegó para «el Fereng», como era entonces conocido, el momento de «morir» de nuevo. Obtuve permiso para viajar a una incierta patria lejana en Occidente; mi «hijo» se uniría a Hulegú en su marcha contra los asesinos y el califato. Como Fereng el Negro, hijo del Fereng, asistí bajo Hulegú al exterminio de los asesinos y estuve en la toma de Bagdad en 1258. Pero, dos años más tarde, en Ain Jalut, en la llamada Tierra Santa, los mamelucos nos infligieron una aplastante derrota; había llegado el momento crucial de los mongoles
.
En Rusia, el régimen mongol continuaría hasta el final del siglo catorce, pero «régimen» implica paz y mi sed de guerra se había hecho insaciable. Aguanté cuarenta años más; después, me separé de los mongoles y busqué acción en otra parte
…
¡Luché por el Islam! Entonces era un otomano, ¡un turco! ¡Aja! ¿Qué es un mercenario? Sí, me convertí en un
ghazi,
un guerrero musulmán, luchando contra los politeístas, y durante casi dos siglos, mi vida fue un gran río interminable de sangre y de muerte. Bajo Bayezid, Valaquia se convirtió en un estado vasallo de los turcos llamado Eflak. Podía haber regresado allí y buscado a Thibor, que se había trasladado con sus
szekely
a las montañas de Transilvania, pero estaba ocupado combatiendo en otra parte. A mediados del siglo quince se me ofreció una oportunidad. Las fronteras del Estado otomano se estaban reduciendo al subir Mohamed II al trono. En 1431, Segismundo, emperador del Sacro Imperio Romano, había investido a Vlad II de Valaquia con la Orden del Dragón, con licencia para destruir al turco infiel. ¿Y quién era el instrumento de Vlad en aquella empresa «santa»? ¿Quién era su arma de guerra? ¡Naturalmente, Thibor!
Aunque parezca extraño, escuché con no poco orgullo las hazañas de Thibor. Hizo una carnicería, no sólo con los turcos infieles, sino también con los húngaros, los germanos y otros miles de cristianos. ¡Ay, era verdadero hijo de su padre! ¡Si no hubiese sido tan desobediente…! Lo fue, por desgracia para él, pero, para mí, la desobediencia no fue su único defecto; como yo mismo, al final de mi aventura como cruzado, no había practicado la cautela del wamphyri. Era adorado por los
szekely,
pero se puso a la altura de sus superiores, los príncipes valacos, y sus excesos lo hicieron famoso. Era temido en todo el país. Dicho en pocas palabras, se había distinguido en todos los aspectos. Y el vampiro
no
debe distinguirse, si aprecia en algo la longevidad
.
Pero Thibor era un salvaje, ¡un loco cruel! Vlad el (llamado) Empalador, Radu el Hermoso y Mircea el Monje (cuyo reinado fue muy corto) le habían encargado, todos ellos, la protección de Valaquia y el castigo de sus enemigos; tareas que le encantaron y en las que se superó. En realidad, el Empalador, uno de los villanos predilectos de la historia, no mereció aquel sobrenombre: fue cruel, sí, ¡pero lo llamaron así por hechos de Thibor! Como yo, Thibor fue destruido, pero el terror de sus hazañas perdurará eternamente
.
Ahora deja que prosiga. Cuando hube vivido demasiado con los turcos, abandoné al fin su causa (que se estaba derrumbando como todas las causas deben derrumbarse al fin) y regresé a Valaquia. Elegí un buen momento. Thibor había ido demasiado lejos; Mircea había subido recientemente al trono y temía mucho a su endiablado
voevod.
Era el momento que había esperado durante tanto tiempo
…
Cruzando el Danubio, proyecté pensamientos de wamphyri delante de mí. ¿Dónde estaban ahora mis gitanos? ¿Me recordaban aún? Trescientos años es mucho tiempo. Pero era de noche, y yo era el amo de la noche. Mis pensamientos fueron llevados por los oscuros vientos a través de Valaquia y hasta las montañas sombrías. Los rumanos que dormían en sus campamentos me oyeron y despertaron sobresaltados, mirándose los unos a los otros, pues habían oído una leyenda de labios de sus abuelos que a su vez la habían oído de los suyos, según la cual yo volvería un día
.
En 1206, dos de mis mercenarios
szgany
habían vuelto a casa; los dos que habían caído prisioneros para ser interrogados, la noche de la cobardía y traición de los cruzados; les había sido perdonada la vida, y habían regresado para difundir un mito espantoso. Pero ahora estaba aquí, ya no era un mito. «Padre, ¿qué hemos de hacer?», murmuraban en la noche. «¿Hemos de ir a reunirnos contigo, señor?»
«No»,
les dije a través de los ríos y los bosques y de muchos kilómetros. «Tengo que terminar un trabajo, y he de hacerlo yo solo. Id a los Cárpatos Meridionales y poned orden en mi casa, a fin de que la tenga preparada cuando termine mi trabajo.»
Y supe que lo harían
.
Entonces… fui al encuentro de Mircea en Targoviste. Thibor estaba combatiendo en la frontera húngara a una distancia segura. Mostré al príncipe carne fresca de vampiro tomada de mi propio cuerpo, y le dije que era de Thibor. Entonces, como él estaba a punto de desmayarse, la quemé. Esto le mostró una manera en que podía ser muerto un vampiro. Pero le dije también la otra manera: la de la estaca y la decapitación. Entonces le pregunté sobre la longevidad de su
voevod.
¿No le parecía extraño que Thibor tuviese al menos trescientos años? No, me respondió, pues no era un hombre sino varios. Todos eran parte de la misma leyenda y todos llevaban el mismo nombre: Thibor. Todos ellos habían luchado, a lo largo de los años, bajo el estandarte del diablo, el murciélago y el dragón
.
Me eché a reír. ¿Y qué? Yo había estudiado los archivos rusos y sabía de cierto que este mismo hombre, este hombre
único,
había sido boyardo en Kiev trescientos años atrás. En aquel tiempo se había rumoreado que era un wamphyri. El hecho de que aún viviese era una confirmación de aquel rumor
. Era
un vampiro ambicioso, y ahora parecía desear el trono de Valaquia
.
El príncipe me preguntó si tenía alguna prueba de mis acusaciones
.
Le dije que él mismo había visto su carne de vampiro
.
Podía ser la carne asquerosa de cualquier vampiro, replicó
.
Pero yo me había dedicado a buscar vampiros y destruirlos dondequiera que los encontraba, le dije. Persiguiendo a estas criaturas había estado en China, en Mongolia, en Turquía, en Rusia, y hablaba muchos idiomas en demostración de ello. Cuando Thibor había sido herido en combate, yo había estado allí y tomado y guardado un trozo de su carne, que era lo que había visto al principio. ¿Qué más pruebas necesitaba?
Ninguna. También él había oído rumores y tenía sus dudas, sus sospechas
…
El príncipe temía ya a Thibor, pero lo que yo le dije, que era la verdad, salvo tal vez lo concerniente a la ambición de Thibor, acabó de aterrorizarlo. ¿Cómo podía liquidar a semejante monstruo?
Se lo dije. Debía enviar a buscar a Thibor con algún pretexto, como otorgarle un gran honor; sí, esto daría resultado. Los vampiros eran a menudo orgullosos, y la lisonja, cuidadosamente aplicada, podía vencerlos. Mircea debía decir a Thibor que deseaba nombrarlo
Voevod
en Jefe de toda Valaquia, con poder sólo inferior al del propio Mircea
.
«¿Poder? ¡Ya lo tiene!»
«Entonces dile que se podría considerar su eventual sucesión en el trono.»
«Qué?» El príncipe reflexionó. «Debo consultarlo.»
«De ninguna manera», dije, enérgicamente. «Él puede tener aliados entre sus consejeros. ¿No conoces su fuerza?»
«Prosigue…»
«Cuando él llegue, yo estaré aquí: tendrás que haberle dicho que venga solo, que deje su ejército en la frontera húngara para continuar las escaramuzas. Más tarde se podrán enviar órdenes dispersando a los miembros de aquél entre generales de menor categoría y más dignos de confianza. Tienes que recibirlo a él solo… de noche.»
«Solo? ¿De noche?»
Mircea el monje estaba terriblemente asustado
.
«Tienes que beber con él. Yo te daré el vino para drogarlo. El es muy fuerte y ninguna cantidad de vino lo mataría. Incluso es posible que no lo deje inconsciente, pero embotará sus sentidos, lo volverá torpe, estúpido, como un borracho
».