Un rey golpe a golpe (31 page)

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Authors: Patricia Sverlo

Tags: #Biografía, Histórico

BOOK: Un rey golpe a golpe
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La Zarzuela, que en su origen era un pequeño chalé para las cacerías de los últimos Borbones escogido por Franco como residencia de los príncipes porque estaba muy cerca del Pardo, ha sido rehabilitada varias veces desde que la ocuparon por primera vez en 1962. La primera rehabilitación, poco después de que Juan Carlos fuera proclamado rey, fue una pequeña ampliación; y la segunda, más ambiciosa, se llevó a cabo entre 1987 y 1988. Aprovechando el desnivel en que está ubicado el palacio, se construyeron 128 nuevas plantas para despachos, salones de reuniones, oficinas, archivos, salas de visitas y un salón de audiencias… La nueva superficie construida ocupa 2.660 metros cuadrados en la planta principal y 1.540 en el semisótanao. En total, 4.200 metros. La parte antigua y la moderna se comunican a través de dos largos túneles que van por debajo del jardín y la piscina de la familia real. La construcción es noble, de granito y mármol principalmente. Los muebles y la decoración son una combinación entre clásica y funcional, con piezas procedentes del Patrimonio. En aquella última remodelación también se construyó un refugio antinuclear y se instaló un moderno sistema informático y de comunicaciones, que dispone incluso de un pequeño estudio de televisión desde el cual el rey se puede dirigir al país cuando quiera. Irene, la hermana de la reina, tiene su propio apartamento en La Zarzuela. Y es que los reyes, aparte de hacerse cargo de los gastos de su propia familia, también se ocupan de los de la familia real griega, puesto que, al parecer, no tienen con qué ganarse la vida. Irene, en concreto, se dedica a hacer buenas obras, a través de una ONG suya que se dedica a repoblar la India de vacas lecheras, y que tiene un despacho en la calle Barquillo cedido por el Banco Central Hispano. El ex-rey Constantino vive en el exilio en Londres desde hace unos treinta años, al parecer también con el apoyo de Juan Carlos.

Su hijo Pablo fue a estudiar a los Estados Unidos con el príncipe Felipe a comienzos de los noventa en una universidad prestigiosa y carísima, pero rentabilizó los gastos al emparejarse allí con la rica heredera americana Marie Chantal Miller (hija del fundador y propietario de la cadena de tiendas libres de impuestos de los aeropuertos, las
duty free
, más importante del mundo), con la cual se casó poco después. El rey Juan Carlos también se ocupó, hasta que murieron, de su padre y su madre. Y, cuando fue necesario, de sus hermanas Margarita y Pilar. Esta última, la hermana mayor del rey, cuando se murió su marido, Luis Gómez-Acebo, tuvo que hacerse cargo de una deuda que éste había dejado como herencia. Para solucionarlo de una manera discreta, el rey avisó a Mario Conde, y a Conde se le ocurrió que, como perdonarle la deuda sin más quedaría bastante mal y la opción de pagar se descartaba, lo mejor era darle un cargo en la Fundación, para que fuera abonando lo que debía con su pequeño sueldo. Y a Pilar se le dio un despacho, sin ningún trabajo que hacer, claro está.

Rodeado de buenos amigos

Se dice a menudo que la corte española es «una corte sin cortesanos», y es cierto que los reyes nunca han sido demasiado amantes de aliarse con la aristocracia. En lugar de esto, han preferido empresarios, banqueros y nuevos ricos en general. Las amistades de la reina, fuera de su querido Rostropovic y de Alfonso Armada, son poco conocidas. Salía mucho con la esposa del constructor Mario Caprile. De las del rey se ha hablado mucho más. Al margen de Manolo Prado y Mario Conde (que son dos casos muy especiales), de todos los «tutores» (Torcuato Fernández Miranda, Mondéjar, Armada, Sabino Fernández Campo…), y de sus colaboradores políticos (Puig de la Bellacasa, Nicolás Franco, etc.), se va de copas y habla de cosas de hombres con dos grupos o clanes de amigos, que tienen en común el hecho de dedicarse a «sus negocios» de una manera que muchas veces les ha llevado ante los tribunales. En primer lugar, destaca el conocido como «clan de Las Cuatro Estaciones», nombre del restaurante de Miguel Arias, situado en la calle General Ibáñez del Ibero 5, donde Arias tiene, además, un apartamento que el rey también frecuenta. En este grupo de amigos estaban, entre otros, Miguel Arias, Joaquín Vázquez Alonso y Cardenal Pombo. Aparte de reunirse para comer, hacían negocios juntos, sobre todo en el sector inmobiliario, en el que tenían muchos asuntos turbios. Algunos también se vieron implicados en la trama Ibercorp. Los asuntos de unos están tan mezclados con los de otros, que resulta realmente complicado explicar el historial de cada uno de ellos por separado. Para centrar un poco a los personajes, que después irán saliendo cuando tratemos, a lo largo del capítulo, algunos episodios concretos, por el momento tendremos bastante con unos breves apuntes.

Miguel Arias es el propietario de la estación de esquí de Navacerrada, y tiene además varios restaurantes en Madrid y en Mallorca. Pero también participa en negocios inmobiliarios y le gusta jugar a la bolsa sin riesgo. Jaime Cardenal Pombo es socio de Arias en el restaurante Las Cuatro Estaciones y fue, además, socio de Borja Prado (hijo de Manuel Prado, el amiguísimo del rey), en el sector armamentístico. Joaquín Vázquez Alonso fue el constructor que remodeló en su día el palacio de La Zarzuela, y socio de Cardenal Pombo y de Miguel Arias Molino en varios negocios inmobiliarios. Próximo a este grupo de amigos, estaba Francisco Sitges, ex-presidente de Asturiana de Zinc, y ex-propietario de los astilleros Mefasa. Merced a su amistad con el rey, Mefasa recibió la adjudicación del Patrimonio del Estado para construir el segundo yate Fortuna. Pero Sitges estaba tan bien relacionado que en Mefasa también se construyeron el Blue Legend, de Javier de la Rosa, y el Alejandra, de Mario Conde. Mefasa acabó siendo mayoritariamente del Conde, que cuando entró en declive lo arrastró consigo, y lo llevó a la quiebra y al banquillo de los acusados.

Otro sector de amigos del rey completamente diferente es el clan de Mallorca, mucho más aristocrático. Una de las figuras clave de este grupo es el príncipe Zourab Tchokotua, «Zu» para los amigos, un aristócrata georgiano que Juan Carlos había conocido en el internado de Friburgo. A este personaje el rey le debe favores importantes. Fue Tchokotua quien, en 1973, hizo de intermediario para que la Diputación Provincial de Mallorca cediera a Juan Carlos el palacio de Marivent, de manera totalmente gratuita, siguiendo el modelo de las cesiones que en su día hicieron a Alfonso XIII distintas poblaciones. El edificio pertenecía, por donación del coleccionista de arte griego Juan de Saridakis, a la Diputación. Pedro Salas, un adinerado prohombre del franquismo, que había sido presidente de la Diputación y suegro de Tchokotua, casado con Sara Salas, convenció al organismo oficial de que lo cediera al futuro rey para que lo disfrutara durante sus vacaciones.

Al margen de estas gestiones, Tchokotua es conocido desde que en 1978 un juzgado mallorquín ordenó su procesamiento e ingreso en prisión en relación con una presunta estafa inmobiliaria. En septiembre de 1992 se sentó de nuevo en el banquillo con una acusación similar junto con su socio Oliver Matan, otro amigo de Juan Carlos del clan de Mallorca. Pero estas menudeces no han conseguido que se rompa su amistad con el monarca. «Zu» fue para Juan Carlos un relaciones públicas excelente. En su casa organizaban cenas a las cuales asistían, junto con el rey, Manuel Prado, Javier de la Rosa, Jaime Enseñat, el multimillonario argentino Carlos Perdomo, Rodolfo Bay (presidente de la compañía Spantax, muerto en accidente de tráfico), Bartholomew Tummy Beslard (cónsul de los EEUU en Palma), Giovanni Agneli (el rey de la Fiat) o Raul Gardini, ex-presidente de Montedison, la empresa química más importante de Europa, al que Juan Abelló vendió su laboratorio Antibióticos con la ayuda de Mario Conde. El rey fue fotografiado con él y con Agnelli el 7 de agosto de 1990 en Puerto Portales, pocos años antes de que se suicidara, en 1994, al ser implicado por los jueces italianos en asuntos de corrupción.

En el mismo círculo de amigos hay un grupo selecto de empresarios hosteleros: José Escaño (dueño del restaurante San Marino), Alejandro Arroyo (cuñado de Mario Conde, y propietario del restaurante El Capricho, en Puerto Portales), y José Oliver Rodríguez (propietario de varias discotecas). Y también en este entorno Juan Carlos entró en contacto con Marta Gayá, una decoradora catalana muy amiga de Marieta Salas, la mujer de «Zu», con quien vivió una larga aventura, y mentora de José Luis de Villalonga cuando éste escribió su biografía autorizada del rey.

También presume de su amistad con el monarca en Mallorca Pedro Serra. Serra explica con orgullo que una vez que no se encontraba bien y no pudo asistir a una de las recepciones que en verano organizan en Marivent, Juan Carlos preguntó. «¿Dónde está el amo de Mallorca?». Y es que a Sierra se le conoce popularmente como el
Ciudadano Kane
de esas islas. Tiene un grupo empresarial, Grupo Serra, que controla el 90% de la información en la comunidad autónoma: los diarios
Ultima Hora
,
Diario de Baleares
(cuya cabecera y patrimonio inmobiliario compró por un precio irrisorio a la cadena de medios de comunicación del Movimiento),
Mallorca Daily Bulletin
y
Mallorca Magazin
, todo el accionariado del semanario
Sóller
y una importante participación en otros publicaciones de la «parte foránea»; emisoras radiofónicas (como Ultima Hora-Radio y Top-Radio); la adjudicación de las emisiones locales de Antena 3 y la televisión local Telenova. Como al monarca no le faltan amigos, la lista sería inacabable si contáramos todos los que han hecho méritos para tener tal título.

Cuando Juan Carlos cumplió 50 años, un grupo de catalanes con posibles le regalaron un Porsche Carrera de 24 millones. Entre ellos estaba Javier de la Rosa, Alberto Folch, José María Esteve, Mariano Puig y Pedro Mir. El grupo fue recibido en palacio para entregar el regalo. Alucinaron con el garaje. La casa BMW regala al rey todos los modelos de alta cilindrada cuando salen al mercado.

Estos obsequios no entran en su declaración de la renta.

Dentro del sector de la realeza, uno de los mejores amigos del rey es Simeón de Bulgaria, que ha actuado muchas veces de intermediario o embajador personal de Juan Carlos ante otros reyes, como Hassan de Marruecos, amigo personal suyo, o Hussein de Jordania. Y, desde luego, Karim Aga Khan, el príncipe ismaelita a quien cada pocos años sus fieles entregaban su peso en oro, y a quién el rey Juan Carlos conoció, como a «Zu», en el internado de Friburgo. Actualmente veranea de manera asidua en Mallorca, donde se ven a menudo.

Manuel Prado, el amiguísimo

Pero ninguno de todos estos personajes llega al nivel de amistad que Manuel Prado y Colón de Carvajal tiene con el monarca. Descendiente directo de Cristóbal Colón, Manuel Prado es manco y tiene 7 años más que Juan Carlos, características todas que le han rodeado de una cierta aura de leyenda a los ojos del rey. Se conocieron por primera vez cuando su madre, muy monárquica, le llevaba a ver al príncipe durante la primera estancia suya en España, en aquellos «besamanos» que los fieles a la Corona le organizaban en la finca de Las Jarrillas. Pero no hicieron amistad hasta unos cuántos años más tarde, cuando en 1961 el duque de Calabria, Carlos de Borbón y Dos Sicilias, un día lo llevó a cenar con su primo Juan Carlos al Nuevo Club. La velada se prolongó hasta la madrugada y allí nació una amistad indestructible entre los dos. Pero son mucho más que amigos. Prado se define a sí mismo como «intendente general de don Juan Carlos I», o «administrador de los dineros privados de Su Majestad». Pese a que tiene su residencia establecida en Lausana (Suiza), fue nombrado por designación real embajador
at large
, es decir, sin embajada en ningún país, pero con un pasaporte diplomático que le permite viajar con más libertad de movimiento y más protección oficial, para que pueda realizar gestiones en el extranjero en nombre del monarca. Su gran amistad con el rey se ha extendido prácticamente a todos los miembros de la familia real. Con la reina tiene relación a través de la Fundación de Ayuda contra la Droga, que ella preside y con la que él colabora. Precisamente en esta actividad, en una reunión del Patronato, en 1992 conoció a Mario Conde, con quien después hizo negocios en el asunto del Castillo de los Gracianos. Por otro lado, su hijo Borja es amigo de Jaime de Marichalar y de la infanta Elena, que visitó varias veces su finca El Toñanejo, próxima a Medina Sidonia, propiedad de la ex-mujer de Prado, Paloma Eulate, y que fue donde se celebró la boda de Borja.

El hijo, como su padre, se dedica en cuerpo y alma al mundo de los negocios de alto nivel. Fue consultor en España de la Union des Banques Suisses (UBS), que es uno de los bancos suizos más grandes y rentables, regido por la ley del secreto. Fuera de esto, nadie sabe el número de sociedades más o menos fantasma que maneja. Como hombre de negocios, nadie ha podido distinguir nunca lo que Manolo Prado hace en nombre propio y lo que hace como administrador del rey, excepto en los casos en que sus asuntos se complicaron hasta llegar a los tribunales. Entonces, oficialmente, siempre es cosa suya y el monarca queda al margen. Entre las múltiples y variadas actividades que Prado lleva a cabo, actúa como asesor de empresas, a las cuales facilita los trámites legales necesarios para funcionar en España. Henry Ford II, presidente de la multinacional norteamericana del mismo nombre, en marzo de 1974 recibió una afectuosa carta del que entonces era príncipe de España, en la que recomendaba encarecidamente a su amigo Manuel Prado como la persona adecuada para necesidades de esta clase. El empresario norteamericano en aquel momento estaba preparando su viaje al Estado español para colocar en Almussafes (Valencia) la primera piedra de la factoría de Ford. Juan Carlos de Borbón se despedía dejando constancia de que una respuesta positiva sería adecuadamente valorada en un futuro próximo. También actúa como una especie de secretario personal de Juan Carlos para asuntos económicos, puesto que redacta cartas con el sello de la Casa Real para pedir dinero a entidades financieras o gobiernos extranjeros, según los casos, con varios fines. Pidió dinero, por ejemplo, para salvar a la democracia ayudando a financiar las campañas electorales de la UCD (como cuando solicitó dinero a Arabia Saudí, en 1977), para que pudieran utilizar las bases españolas en sus operaciones militares (como el caso de Kuwait en la guerra del Golfo), etc. De estos asuntos, estaba enterado sólo en parte el resto del personal de la Casa que más de una vez se sorprendió, sobre todo en los tiempos en que Fernando Almansa era un recién llegado, al recibir lo que parecían respuestas a cartas que no constaban en el registro de salida. Almansa se dirigía al mismo monarca para aclarar la aparente confusión: «Señor, ha llegado una carta del Rey de Arabia Saudí diciendo que en contestación a la carta de mi hermano de fecha tal… ¿Sabe a qué carta alude?» «Sí, sí, no te preocupes, ésa la escribió Manolo Prado».

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