César Borgia desarrolló una brillante carrera militar y política que admiró a sus contemporáneos y que se truncó con su enfermedad, la pérdida del apoyo papal y las traiciones sufridas.
Enviado a España, sufrió prisión en Chinchilla y después en el castillo de La Mota, en Medina del Campo, de donde protagonizó una rocambolesca escapada para refugiarse en las tierras de su cuñado, el rey de Navarra. Murió en Viana en marzo de 1507 luchando por dicho rey.
Maquiavelo pone a César como ejemplo de actuación de un príncipe y lo colma de elogios. Puntualiza: «Solo se le puede acusar del nombramiento del papa Julio II, donde llevó a cabo una mala elección. Quien crea que para los grandes personajes los beneficios recientes hacen olvidar antiguas ofensas se engaña. El duque se equivocó, pues, y esa fue la razón de su caída final».
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Juan Borgia
Nacido en 1476, heredó de su hermano Pedro Luis el ducado de Gandía y el compromiso matrimonial con su viuda, María Enríquez, prima del rey Fernando el Católico. En la novela, se ha tratado de describir al personaje con la mayor fidelidad posible a lo que de él reflejan las crónicas. Así, tanto los incidentes en Barcelona como su actitud frente a las mujeres en Roma, su participación en la batalla de Soriano, la toma de Ostia, la cena en el palacio del cardenal Sforza y la muerte del secretario de este, la cena en la casa de su madre, Vannozza dei Cattanei, las circunstancias de su propia muerte, la recuperación de su cadáver y el entierro responden a hechos reales ocurridos en las fechas indicadas. También la desesperación y propósitos de enmienda de su padre Alejandro VI, cuyo favorito se dice que era Juan. Nunca se supo quién lo mató.
Sus herederos continuaron su linaje como duques de Gandía con el apellido original de la familia: Borja. Entre ellos, destaca su nieto Francisco de Borja y Aragón, que fue canonizado en 1671 y aparece en el santoral católico como san Francisco de Borja.
Lucrecia Borgia
Fue la tercera de los hijos del cardenal Rodrigo de Borgia con Vannozza dei Cattanei, y nació en 1480. Los historiadores modernos descartan las acusaciones de incestuosa y envenenadora que los enemigos de la familia Borgia se complacían en propagar. En la novela se han descrito los hechos de su vida de la forma más fidedigna posible, en especial el asesinato de su segundo esposo, Alfonso de Aragón y Nápoles, duque de Bisceglie.
Mientras que su primer y su segundo matrimonio fueron impuestos por la política familiar, fue ella quien decidió que Alfonso d’Este, heredero del ducado de Ferrara, fuese su esposo. En 1505 se convirtió en duquesa a la muerte de su suegro y ayudó activamente a su marido en las tareas de gobierno, en las que se distinguió. Fue impulsora de las artes y mantuvo una corte literaria al estilo de la que se menciona en la novela. Le dio seis hijos al duque y murió en 1519 por complicaciones en un parto. Su vida y sus actos en Ferrara fueron elogiados por sus contemporáneos.
Su relación de cariño con su hermano César se rompió a raíz del asesinato de Alfonso de Aragón, pero aquel hizo todo lo posible para obtener su perdón, descuidando incluso sus compromisos y ambiciones para acudir a Ferrara a visitarla cuando Lucrecia estuvo al borde de la muerte. Al parecer, ella al fin le perdonó y al recibir en 1507 la noticia de la muerte de su hermano se recluyó temporalmente en un convento en señal de luto y de dolor. Antes, como gobernante responsable, dejó resueltos los asuntos pendientes del ducado de Ferrara.
Sancha de Aragón
Nació en 1478 y era hija de Alfonso II de Nápoles y de una amante del rey. En 1494, como consecuencia de una alianza política entre Nápoles y el papado, se casó con Jofré Borgia; ella contaba con dieciséis años y él, con trece. Se ha descrito al personaje tal cual reflejan las crónicas más fidedignas de su tiempo. Amaba las artes, era poetisa y tenía un gran poder de seducción. El rey de España le mantuvo su título de princesa de Esquilache al conquistar Nápoles. A la muerte de Alejandro VI, Sancha amparó en Nápoles a sus sobrinos y otros niños de la familia Borgia, aunque no convivía con su marido Jofré. A pesar de los múltiples amantes que se le atribuyen, no tuvo hijos y murió en Nápoles en 1506 a la edad de veintiocho años.
Jofré Borgia
Fue el último de los hijos del cardenal Rodrigo de Borgia con Vannozza dei Cattanei. A pesar de que parece que Alejandro VI tenía dudas sobre su paternidad, también buscó para él títulos y un matrimonio ventajoso. Débil de carácter, no se destacó como sus hermanos ni política ni militarmente. A la muerte de su esposa Sancha, princesa de Esquilache, heredó el título, se casó con María de Milá y tuvo cuatro hijos. Murió en 1516, a los treinta y cinco años. Fue el tatarabuelo de otro papa: Inocencio X.
Vanozza Dei Cattanei
Hija del conde de Cattanei, esta singular dama, de gran belleza, fue exponente de su tiempo. Nació en 1442 y en 1470 comenzó su relación con el entonces cardenal Rodrigo de Borgia. Tuvo cuatro maridos y fue hábil en cuanto a los negocios; adquirió distintas propiedades inmobiliarias y fue dueña de varias posadas, alguna en el Campo de’ Fiori, que supo conservar a pesar de la caída de los Borgia. Sobrevivió a todos sus hijos y murió con setenta y seis años después de una época de penitencia, de rezo y de donar todos sus bienes a la Iglesia.
Miquel Corella
Era hijo ilegítimo del segundo conde de Cocentaina. Su hermano mayor, Joan Rois de Corella, heredó el condado y él y su hermano Rodrigo viajaron a Roma para servir al papa Alejandro VI. Rodrigo fue muy respetado en la corte vaticana, en especial después de proteger al papa de un león escapado del zoológico de Belvedere. A la muerte de Joan Rois, Rodrigo heredó el condado y regresó a España.
Miquel se destacó en el campo militar y se convirtió en uno de los principales capitanes del ejército papal. Compañero de César Borgia, demostró hacia él una lealtad inquebrantable. Ha pasado a la historia como sicario y se le atribuyen diversos crímenes y ejecuciones, aunque fue hombre de cultura. Los italianos le llamaban
Don Michelotto
y era muy temido. En cambio, el papa le distinguía con el diminutivo cariñoso de Micalet.
Los episodios históricos en los que interviene en la novela son ciertos. Desde la ejecución del secretario del cardenal Sforza hasta el asesinato de Alfonso de Aragón o su destacada participación en la conquista de la Romaña y la ejecución de los condotieros en Senigallia. También destaca su brava defensa de los Borgia en su caída, con la apropiación del tesoro papal, su detención en Florencia y su resistencia a las torturas y la prisión, durante las que jamás acusó a su señor César Borgia. Tal como se cuenta en la novela, Niccolò dei Machiavelli le reclamó al papa Julio II para que adiestrara a la milicia florentina y lo puso en libertad.
No se ha podido encontrar una biografía de tan singular personaje, pero sí un buen número de referencias que permiten reconstruir su interesante vida. Al parecer, sus aventuras terminaron a manos de unos campesinos de los alrededores de Milán.
PERSONAJES AJENOS AL CLAN
CATALANO
Niccolò Dei MAchiavelli, Maquiavelo
El adjetivo
maquiavélico
, sinónimo de astucia, doblez y perfidia, no es directamente aplicable al verdadero personaje de Maquiavelo, sino a sus escritos oficiales. En ellos, y en particular en
El príncipe
, Niccolò dei Machiavelli hace un compendio de prácticas no inventadas por él, sino observadas en los políticos de su tiempo, y que, en buena parte, continúan vigentes en la actualidad. Comenta cuáles son más eficaces para la consecución y mantenimiento del poder, al tiempo que trata de prescindir de consideraciones morales. Casi tres siglos después, Napoleón tacharía algunos de los pasajes de
El príncipe
como demasiado moralistas, demostrando que la práctica del poder es más maquiavélica que los escritos del propio Maquiavelo.
Esta novela presenta al Niccolò dei Machiavelli,
Il Machio
para sus amigos, que encontramos buceando en las páginas de la historia. El personaje histórico fue un gran pensador y filósofo, pero sus cartas personales nos ofrecen además la imagen de un individuo vivaz, amante de las mujeres y de los placeres de la vida y que gozaba de un destacado sentido del humor que le permitía reírse de sí mismo y de las situaciones a las que le conducían sus aventuras amorosas.
Tal como se narra en la novela, Niccolò fue educado para la política y las armas y pertenecía a la pequeña nobleza toscana. Al poco de entrar a formar parte de la administración de Florencia, los fieles a Savonarola tomaron el poder y lo despidieron de su trabajo. Niccolò fue un opositor del fraile, y en 1498, cinco días después de la ejecución de este, fue nombrado jefe de la segunda cancillería de Florencia. Fue embajador en Francia, España y en la Santa Sede, ante César Borgia. Acompañó al hijo del papa con Leonardo da Vinci en sus campañas por la Toscana, donde se convirtió en su amigo y confidente. Tal como se cuenta en la novela, le regaló el libro de las
Vidas paralelas
de Plutarco.
Aun así, fue el propio Niccolò quien recomendó a la Señoría de Florencia no conceder a César el salvoconducto que se menciona en el relato y cerrar la trampa que terminó con los
catalani
de Alejandro VI. Como consecuencia se apresó en Florencia a Miquel Corella y a otros capitanes de César que se encontraban ya en el territorio de la república. Florencia se libraba así de un posible enemigo y le prestaba un gran favor al nuevo papa. Sin embargo, fue Niccolò quien más tarde, una vez muerto César, reclamó a don Michelotto, rescatándolo de las cárceles del papa, para que le ayudara a crear un ejército de patriotas florentinos, pues desconfiaba de los condotieros y los mercenarios.
En 1512, los Medici recuperaron el poder y derrocaron la república de Florencia. Niccolò perdió sus cargos en el gobierno y posteriormente sufrió prisión y tortura. Después se retiró a una pequeña posesión familiar en la Toscana, donde subsistía talando árboles para conseguir madera. El que otrora trataba con papas y reyes pasó a relacionarse solo con toscos leñadores. Fue en esa etapa de su vida en la que, añorando sus tiempos de gloria, escribió su famosísima obra
El príncipe
, fruto de sus recuerdos y observaciones. Se la dedicó a los Medici en un intento de lograr su favor para regresar a la actividad política, sin conseguirlo. Murió en 1527, a los cincuenta y ocho años.
Muchas de las frases que el personaje pronuncia en esta novela son originales de Maquiavelo.
Fray Girolamo Savonarola
Savonarola nació en Ferrara, en el seno de una familia de mercaderes de origen noble. Aunque su padre quería orientarle a la medicina, el joven Girolamo pronto manifestó su interés por la teología, la predicación y la vida religiosa. Al contrario que muchos de los eclesiásticos de la época, para los que el sacerdocio era un oficio impuesto por sus familias y una forma de subsistencia, cuando no de medrar y obtener poder, Savonarola vivía la religión de forma apasionada.
Se hizo fraile dominico, profundizó en el estudio teológico y empezó a predicar. Clamaba contra los papas renacentistas, mecenas del arte, contra la corrupción de la Iglesia, recordaba las infinitas penas del infierno y profetizaba catástrofes como castigo a los pecados de las gentes.
En 1482, su orden le envió a Florencia, pero sus prédicas, en las que anunciaba desgracias, y su violenta censura de cualquier tipo de placer desagradaron a muchos creyentes florentinos y los dominicos creyeron conveniente trasladarle a Bolonia. Allí se dedicó a la docencia y perfeccionó sus artes oratorias.
Años después regresó a Florencia y en 1491 se le concedió la titularidad del convento de San Marco. Allí continuó sus prédicas contra la corrupción de los poderosos, de la Iglesia y en especial del papa Inocencio VIII. Censuraba cualquier tipo de lujo y se escandalizaba por el apoyo que los mecenas daban a los artistas, habiendo pobres que pasaban hambre. Esta vez, los desastres que presagiaba parecían cumplirse. Las muertes del papa y Lorenzo de Medici, seguidas de hambrunas, pestes, la invasión francesa y la derrota de Florencia sucedieron tal como Savonarola predijo. Así, muchos empezaron a considerarle como el profeta de los últimos tiempos, precursor del Apocalipsis.
A raíz de las duras condiciones impuestas por los franceses después de su victoria sobre los florentinos, estos se sublevaron contra su gobierno y expulsaron a los Medici. A continuación se proclamó una república que Savonarola pasó a controlar por medio de sus fieles. Convencido de que era un enviado divino con misión purificadora, persiguió con ferocidad a los homosexuales, el juego, la bebida y cualquier tipo de vestimenta atractiva. Su policía, tanto la perteneciente a la república como la formada por sus fanáticos seguidores —los llamados
piagnoni
o llorones y los niños de las compañías blancas—, atacaba cualquier cosa que considerara relacionada con su idea de pecado, o fruto del mundo material y, por lo tanto, «vana». Así, se requisaban espejos, peines, maquillajes, ropas, tableros de juegos, pinturas y libros —en especial de escritores de la antigüedad— y todo ello se quemaba en las llamadas
hogueras de las vanidades
.
Hartos de semejante represión, los florentinos contrarios a ese estado teocrático radical —los llamados
arrabbiati
o indignados— se enfrentaron a los seguidores del fraile en las calles, pero fueron derrotados. Tampoco lograron gran cosa los franciscanos del convento de la Santa Croce de Florencia, que se opusieron con sus prédicas al radicalismo de Savonarola.
El nuevo papa Alejandro VI pasó a ser objeto de las violentas censuras del fraile y, aunque en un principio trató de apaciguarlo y llegar a un acuerdo, finalmente decidió actuar contra él.
Tal como se cuenta en la novela, el suprior fray Domenico de Pescia y fray Silvestro Maruffi eran los compañeros más cercanos del prior de San Marco. El segundo era sonámbulo, parecía tener dones proféticos y se dice era el origen de las profecías de Savonarola. Cuando estas dejaron de cumplirse, fue el principio del fin del fraile. El resto ocurrió tal y como se relata en la novela.
Innico y Costanza d'Avalos
Innico y Constanza eran descendientes de Íñigo d’Avalos, que participó en la conquista de Nápoles junto a Alfonso V de Aragón. Los D’Avalos fueron fieles a la dinastía aragonesa de Nápoles e Innico obtuvo el gobierno de las islas de Ischia y Procida a raíz de la primera invasión francesa de Nápoles, en un episodio relatado en
Prométeme que serás libre
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